Una nueva vida.

No me parece justo, por más que lo pienso no lo termino de asimilar. Termino de doblar un pantalón jean y lo meto en la maleta número tres. Me dejo caer en la cama y repaso todo lo que paso en la semana. La muerte de mi mamá, que aun palpita hiriente en mi pecho, el nuevo trabajo de papá y su depresión silenciosa, la boda de mi hermana Kasumi, y Nabiki… bueno eso es un punto aparte. La verdad no me quiero ir de aquí, tengo mis amigos y mi vida. Ruedo sobre la cama para quedar boca abajo y tratar de callar el grito de desesperación.

Extraño a mi mamá, ella sabría que decirme en estos momentos. Pero no, no quiero pensar en ella, el solo hacerlo es insoportablemente doloroso, y ya tengo una cicatriz que me lo recuerda. Mierda, no lo puedo evitar. Siento las lagrimas que salen de mis ojos y rápidamente las seco. No es que no la ame, pero el solo pensar en ella, en su muerte… es doloroso y prefiero evitarlo. Siento vibrar mi teléfono y palpando sobre la cama lo traigo hacia mi.

-¡Dime que es mentira que te marchas! – aparto un poco el teléfono gracias al grito de Ayumi.

-Termine de empacar – murmuro, no tengo muchas ganas de hablar, no soy de las personas que disfruta mucho de las despedidas.

-¡No puedo creer que no me lo hayas dicho! Tuve que enterarme por tu hermana –

No quiero discutir con nadie en este momento, yo quiero mucho a Ayumi, la conozco desde que empecé la escuela, es una de mis mejores amigas. Ella y yo seguimos hablando un rato más, le cuento que no me iré muy lejos, solo me mudare a Nerima, no es la gran cosa. Mi padre había dicho que el creció allí, y que tenían una casa y un dojo. A el le gusta mucho las artes marciales y cuando era pequeña me entreno, asi que se defenderme muy bien. Las artes marciales no es algo que me apasione, ahora mucho menos, y menos a el por la muerte de mi mamá. Ahora pasa taciturno, no habla mucho, apenas nos sonríe y nos pregunta cómo estamos.

-Deja de ser tan fría Akane, te vas mañana en la noche, tenemos que hacer una despedida –

-Sabes que no me gustan las despedidas – puedo adivinar que pone los ojos en blanco, a veces puedo llegar a ser exasperante.

-¡No me importa! Mañana a primera hora te voy a ver con los demás y te vamos abrazar y te vamos a llenar de besos –

-Ayumi – suplico, la verdad tampoco soy muy afectuosa y todos los saben.

-Nada de Ayumi, nos vemos mañana, cuídate – me cuelga.

Me siento en la cama y hecho un vistazo a mi habitación casi vacía. He empacado lo mas importante, suelto un suspiro y siento como mi cuerpo se relaja, pero no por mucho. Miro la hora en el teléfono 3:00 de la tarde. Mejor dormiré y bajare a la cena. Abrazo una almohada y me dejo llevar por el sueño.

-Hoy no me esperen, iré a bailar con unas amigas, ya que es mi última noche aquí… quiero aprovecharla -

-¿Ya empacaste todo hija? – dice papá sin apenas mirarla, ahora no le importa si sale o no. Desde que mamá murió Nabiki pasa más en la calle que en casa.

Creo que a todos nos afectó de manera distinta. Oh no, otra vez pensando en ella. Sacudo la cabeza tratando de borrarla de mi mente.

-Todo esta listo – Dice levantándose de la mesa – Adiós.

Mi papá suspira, parece resignado. Yo muerdo mi labio, no quiero decir nada. La verdad no lo hago, no sabría que decirle, es algo un poco incómodo para mí. Que puedo decir Todo va a estar bien papá, todos lo vamos a superar sonrió internamente, ni yo lo creo.

Después de la cena, le digo a mi papá que yo lavare los platos para que el pueda ir a descansar. Me dedica una sonrisa que no llega a sus ojos y se retira de la habitación. Yo termino la tarea en la cocina y me dirijo a mi habitación. Prendo mi laptop y hecho un vistazo a mi página en las redes sociales, todos me han escrito para darme unas palabras de aliento y darme fuerzas por la muerte de mi mamá. ¡Cielos! Ya paso una semana ¿Acaso van a seguir con su lastima? La vuelvo a cerrar de golpe y me voy a dormir.

-¡Akane agárrate fuerte! – mi mamá no aparta la vista de la carretera, puedo ver el horror en sus ojos.

Mis manos me tiemblan y aseguro mi cinturón de seguridad. Mi respiración es demasiado agitada. Mi mamá aplasta frenéticamente el freno pero no funciona, puedo escuchar como maldice entre dientes, las lagrimas ruedan por sus mejillas ¿moriremos? Me agarro fuerte de donde puedo, ya es tarde, y por suerte en la carretera no pasan muchos carros, parece casi desierto. Los sollozos salen de mi boca y el miedo es cada vez mayor, mi mamá va a mucha velocidad y no puede frenar. Rezo internamente pidiendo que no nos pase nada. Mi sangre esta fría, tengo mucho miedo.

-¡Te amo hija! – estalla en llanto y horror mi mamá. Yo no puedo evitarlo y suelto a llorar.

Le agarro el brazo esperando lo que es inminente, de repente todo es oscuridad.

Me levanto de la cama agitada, mojada de sudor. Mi padre esta a mi lado, al parecer he estado gritando en sueños. Me mira horrorizado, con angustia. Me toco la cara, el cuello reviviendo todo el accidente.

-Estas bien Akane, está bien, solo fue un sueño – dice derramando lágrimas.

Me lanzo ha el y lo abrazo muy fuerte, y lloro, no digo nada, simplemente me pongo a llorar. Malditas pesadillas, desde lo que paso siempre tengo el mismo, apenas puedo dormir bien.

-Ven hija, tienes que tomar esto – dice secándose la nariz con su manga – coge unas píldoras que estaban encima de la mesita de noche – olvidaste tomarlas, sabes que no puedes dormir si no lo haces.

-Fue…mi culpa – apenas puedo hablar. Las lágrimas no dejan de caer.

-No, fue un accidente, un terrible accidente. Y nadie tiene la culpa –

-Lo siento mucho… - sollozo

-Ya basta Akane, por favor – me pasa la píldora y yo la tomo.

Después de un rato siento como mi cuerpo se relaja y caigo en un sueño profundo.

.

.

Hoy ha sido un día muy agotador para mí. Me despedí de todos mis amigos del colegio y aunque no me gustan mucho las despedidas a regañadientes me toco hacerlo, pero la pase bien. Hubo lágrimas y abrazos, buenos deseos y muchos nos veremos de nuevo. Mis amigas habían hecho carteles con fotos de buenos tiempos, donde yo sonreía y me veía feliz. Me causo mucha nostalgia, ahora esa chica ya no estaba. Guarde todo en cajas y esa misma tarde ya estábamos listos para irnos.

Mi papá manejaba, ahora lo más despacio posible. Aún tenía cierto nerviosismo en viajar, así que cogí mis audífonos y los conecte a mi reproductor y me decidí a tratar de relajarme y dormir todo el viaje. Nabiki tiene la cabeza echada hacia atrás, esta aun superando la resaca de la noche anterior. Mi papá no le reclama, algo que no me parece muy apropiado. Kasumi mi hermana mayor ahora está casada, y vive en Nerima, quiero verla. Siento como mis ojos se van cerrando y miro a mi papá, veo su nerviosismo, está apretando muy fuerte el volante. Me muerdo el labio tratando de no decir nada y me duermo.

-Akane, despierta – Nabiki me golpea con el codo, tiene una cara fatal, la resaca no le luce bien.

Me levanto pesadamente, sobreviví al viaje. Salimos del auto y veo la casa de mi papá. Es un dojo, es grande y parece algo olvidada. La entrada de cemento y filos de madera me llaman la atención, me gusta mucho este estilo, solo hace falta darle un poco de cariño a la casa para que quede preciosa.

-El carro de la mudanza llego temprano, así que todo debe estar adentro – dice papá y por primera vez puedo ver una sonrisa asomar en su rostro. No como una que nos dedica de vez en cuando, esta es de verdad.

-Yo iré donde sea que halla una cama, hasta mañana – Nabiki entra a la casa.

-También deberíamos descansar hija, son las dos de la mañana y mañana tienes que ir a la escuela – tuerzo los labios, Kasumi se había encargado de todo ya, así que mi nuevo colegio es el Furinkan.

-¿Kasumi dejo lo que necesito aquí? –

-Sí, hable con ella antes de viajar, y dijo que quedaría todo en tu habitación –

Entramos a nuestra nueva casa, la entrada con piedras bien colocadas nos condujeron hasta la entrada, al parecer Kasumi estuvo aquí arreglando un poco. Pero como estoy cansada no me fijo en detalles. La escalera queda justo en la entrada y me dirijo a mi habitación, no se cual es en realidad pero después veo un pato de madera colgando sobre la puerta con el nombre de Akane así que deduzco que ese es. Al entrar todo son cajas y cajas amontonadas, en la pared cuelga un uniforme. Falda larga y tirantes con una camisa blanca. Veo la nota que está pegada al uniforme

Que mañana tengas un lindo día en el colegio.

Te quiero con todo mi corazón

Kasumi.

Sonrió pero mi sonrisa no llega a los ojos. Mañana visitaré a Kasumi.

Me miro en el espejo. Mi cabello es un desastre, mi secadora esta por ahí en algún carton asi que me lo recojo con un moño. Pequeños mechones caen sobre mi frente y las orejas. Me pongo un poco de rubor ya que estoy demasiado blanca. Me acerco un poco para verme bien de cerca, mis ojos grandes y chocolates no transmiten emoción alguna, muerdo mi labio inferior y dejo salir un suspiro. Asi eres ahora Akane, una persona sin nada que transmitir. Alguien triste.

El uniforme no me sienta tan mal, algo bueno para variar.

-No voy a ir hoy – escucho la voz de mi hermana.

Al bajar las escaleras puedo oír a papá discutiendo con Nabiki.

-Nabiki, es tu último año, has un esfuerzo – noto que está tratando de guardar la compostura.

-Recién llegamos en la madrugada papá, puedo ir mañana sin problemas, aún estoy cansada -

-¿Eso quieres?

-Si, asi que si me disculpas, voy a dormir un poco mas – ella se da la vuelta y pasa por mi lado sin saludarme, bueno, ya me estoy acostumbrando a esto.

-Buenos días papa – murmuro. El se pasa la mano por la cara y trata de sonreírme. Igual yo.

-Hija, lo siento, hoy no pude levantarme temprano para preparar algo de comer – dice apenado.

-No te preocupes, yo tenía que haberlo hecho. Comeré algo por ahí – me acerco a él y lo beso en la mejilla –te quiero – le digo casi en un susurro.

-Ten un buen día hija –

Al salir de casa, voy analizando todo el vecindario. Se lo ve muy tranquilo, las casas son bonitas pero no veo ninguna tienda cerca. Entre más camino me doy cuenta de una gran torpeza mía y freno de repente.

-¿Dónde queda el colegio? – miro hacia todos los lados y no veo a nadie.

Diablos.

Sigo caminando aun mas deprisa para ver si encuentro alguna tienda o alguna persona que me pueda ayudar. Al girar la cuadra choco con un chico y mis ojos se iluminan ya que carga el uniforme del Furinkan.

-Eh… lo siento – tartamudeo, es muy guapo.

-No, perdóname a mi, no te había visto – me examina mas detenidamente y yo me sonrojo –No te había visto antes por aquí ¿Eres nueva?

-S… si, acabo de mudarme ayer y voy a ir a la escuela – muerdo mi labio por la vergüenza, como va a ser posible que no sepa donde queda.

-Genial, mi nombre es Ryoga Hibiki. Justamente venia por aquí a ver a un amigo para ir a la escuela pero parece que ya se adelantó el muy desgraciado. Oh, disculpa mi lenguaje. ¿Cómo te llamas? –

Es muy lindo, tiene el cabello castaño y los ojos marrones. Es un poco más alto que yo y al parecer se ejercita porque tiene un cuerpo de revista.

-Akane Tendo, en realidad… se que es un poco penoso pero, no sé dónde queda la escuela. Será que tu… - apretó mis manos por la pena.

-Por supuesto, podemos ir juntos. Ven – me sonríe.

Mientras caminamos me va contando sobre su vida. Tiene diecisiete años y practica artes marciales, por la forma en como habla parece que eso es lo que más le apasiona. Me cuenta sobre familia, sobre sus amigos, me habla de absolutamente todo. Es muy hablador y algo que me gusta ya que así no le hablare mucho de mi vida, la cual no es nada interesante. Llegamos a la escuela y los nervios se apoderan de mí. La chica nueva no es algo que a muchos les guste. Siento las miradas sobre mí, y yo agacho la cabeza, no me gusta ser el centro de atención.

-Vaya, creo que algunos se dieron cuenta que eres nueva. No todos los días llega una chica guapa al colegio – me sonrojo por el comentario.

-Tengo que ir a la oficina principal –

-Claro, te llevaré hasta allí – lo sigo, el camina algo rápido y es difícil para mi seguirle el paso. De repente me toma de la mano y camina entre todos los estudiantes.

Puedo sentir su fuerte agarre y me pongo roja como un tomate, apenas lo conozco y me agarra la mano, que confiado es este tipo. Pero en realidad me cae muy bien y es muy guapo. Ignoro las miradas de algunos así que clavo la vista al suelo, sigo los zapatos de Ryoga, están algo polvosos, parece que nunca los lustrara.

-Aquí es – me muestra la puerta así como cuando la modelo de televisión te muestra algún premio que ganaste.

-Gracias – murmuro. Le muestro una sonrisa y entro a la oficina.

-Nos vemos luego Akane – me grita desde el pasillo.

Me acerco a la mujer regordeta que esta de tras del escritorio. Tiene clavada la mirada en todos los papeles que hay regados en la mesa, es todo un desastre. Frunce el ceño parece que está buscando algo en medio de la montaña de notitas, carpetas y papeles. Aclaro mi garganta para hacer notar mi presencia. Ella alza la vista y me sonríe tontamente.

-Debes ser Akane Tendo – Valla lo adivino. Asiento con la cabeza y agarro más fuerte mi bolso. La mujer se levanta de su silla y se dirige a mí con un papel – Lo siento querida, ahora estoy muy ocupada y el director también. Podrías venir a la hora del almuerzo para mostrarte el colegio. Ten, estas son tus materias y las horas y todo eso. Ahora te toca cálculo es en el salón veintitrés en el tercer piso.

Sin darme cuenta ya estoy fuera de la oficina y ella me dedica una sonrisa, me desea suerte y cierra la puerta.

Me siento un poco perdida, al parecer es una mujer muy ocupada. Ni siquiera se su nombre. Tomo aire y voy hasta donde ella me indico. Ahora no hay nadie en los pasillos, estoy de tras de la puerta armándome de valor para entrar, odio las presentaciones. Toco dos veces la puerta y enseguida un hombre delagado y alto la abre.

-Debes se Akane, pasa – creo que todos me conocen.

Busco inmediatamente un asiento vacio. Genial, al final de la fila, alado de la ventana. Quiero huir de las presentaciones pero el maestro me agarra del brazo y hace que me ponga de pie frente a todos. Me sonrojo furiosamente.

-¡Akane estas aquí! – doy un respingón al escuchar el grito de Ryoga. Me sonríe abiertamente y agita su mano saludándome, algo que me causa gracia.

-Señor Hibiki, por favor – el maestro es aclara la garganta y yo trago saliva, por favor que no me haga hablar – Mi nombre es Saíto Miyamoto seré tu maestro en algunas materias. Estoy seguro que nos gustaría saber quien eres.

Cierro los ojos y trato de no ver a nadie. Pero es imposible, miro de nuevo a Ryoga y el sonríe alegremente, esperando que hable.

-Mi… - aclaro mi garganta y trato de hablar fuerte –Mi nombre es Akane Tendo y… acabo de mudarme… - miro al maestro, el sigue sonriendo, ¿Esperas que diga algo más? Por favor déjame ir.

-¿De dónde vienes? – me dirijo hacia la voz del chico, una voz marcada, casi hizo que se me pusieran los vellos de punta.

Miro a los ojos azules intensos, está sentado al lado de Ryoga, muerdo mi labios. Dios, es todo un adonis. Su cabello negro alborotado, su piel blanca, su cuerpo. Esta sentado con los brazos cruzados sobre el asiento, inclinado hacia delante, como si quisiera examinarme bien. Me sonrojo aun mas y bajo la mirada. Su mirada es muy intensa y eso por un momento me desarmo.

-Señor Saotome, cállese, ya se lo que trata de hacer – lo riñe el maestro.

-No estoy haciendo nada, solo quiero conocer más a la nueva – puedo ver que sus labios se tuercen, como si quisiera contener una carcajada.

-No se va a librar de su examen oral. Akane ve y ocupa un asiento –

Inmediatamente me voy al fondo del salón y me dejo caer en la silla. Suelto el aire que no me había dado cuenta que estaba conteniendo. Aun puedo sentir como algunos se voltean a verme, otros en cambio se burlan del chico que me pregunto de donde venía. Levanto la mirada y veo a una chica que justamente me estaba viendo y me sonríe amigablemente, trato de relajarme. El chico Saotome se levanta de su asiento y sus compañeros empiezan a aplaudir y a reír. Él se rasca la cabeza y veo la trenza que lleva, le queda realmente bien. Aunque siempre he criticado a los hombres que llevan el cabello largo, bueno, él es una excepción.

Es alto, puedo jurar que incluso más alto que Ryoga. Volteo a ver a Ryoga y el me mira y me levanta el pulgar como diciéndome que todo está bien. Vuelvo a ver a Saotome, está hablando sobre algo, en realidad no lo escucho, solo lo examino. De repente sus ojos azules se posan en mí, y siento una corriente recorriendo todo mi cuerpo y me sonrojo, agacho un poco la mirada. ¿Qué diablos fue eso? Vuelvo a verlo y me sigue mirando y se muerde la boca tratando de no reír ¿Se dio cuenta de que me sonroje? Qué vergüenza, se está riendo de mí.

Dejo de mirarlo y me concentro en mi escritorio, el color café e intacto de rayones. Juego con mis dedos y me concentro en no prestar atención a la voz de Saotome. Su voz bien marcada, cada silaba, como si al pronunciar cada palabra quisiera que todos lo oyeran y le prestaran atención. Miro hacia la ventana y trato de distraerme. Los árboles, las canchas, soy buena en deportes, reviso otra vez mi horario. Hoy me toca gimnasia. Por fin Saotome dejo de hablar, levanto la vista y el se dirige a su puesto no sin antes mirarme de manera intensa, como si quisiera leer mi mente. Me pone tan nerviosa.

El Señor Miyamoto sigue con la clase. Yo no le presto mucha atención, esto ya lo había visto en mi otra escuela, estábamos un poco mas adelantados así que solo tengo que esperar que la clase termine. ¿Qué estarán haciendo mis amigos? Me pregunto vagamente, espero algún día volver y visitarlos. ¿Cómo estará papá? No me gusta dejarlo solo, menos con Nabiki. Ella se ha vuelto hiriente y poco respetuosa. Antes solíamos hablar y reír pero ahora apenas me saluda. Siento una punzada en el pecho. Ella cree que tuve la culpa del accidente. Algo que me hace creer también a mi. Inmediatamente quiero pensar en otra cosa, no quiero ponerme mal aquí. No me gusta que nadie me vea mal.

-Hola – levanto la mirada asustada. Todos están de pie, algunos conversando y otros jugando. ¿ya acabo la clase? La chica delante de mi me sonríe y se sienta delante de mi – Me llamo Ukyo –

-Soy Akane, un placer – le sonrió amigablemente.

-Vaya, ¿Qué se siente ser la nueva? Debe de asustar, pero si quieres puedes quedarte conmigo, desde que te vi me caíste muy bien –

-¿Ah si? – al parecer todos son amigable.

-Sí, podemos ir almorzar juntas si quieres – yo asiento con la cabeza. De repente se acercan Ryoga y Saotome. Me pongo muy nerviosa. Me enderezo en mi puesto y trato de no mirarlo, ya que su mirada provoca que me sonroje.

-¿Qué tal todo Akane? – Pregunta animadamente Ryoga - ¿Te están tratando bien? – me dice indicando con la cabeza a Ukyo, ella lo insulta y lo golpea en el hombro y se echan a reír.

-Ryoga quería preguntarte algo, ven – ellos se alejan un poco. Diablos, ¡no me dejen sola con el!

-Así que, Akane – mi nombre lo pronuncia lentamente, como si saboreara cada palabra, siento de nuevo como me sonrojo.

Toma el lugar de Ukyo y se acerca a mi apoyando sus brazos en el respaldo de la silla. Me alejo un poco y trato de parecer normal.

-Ahora si puedes responder mi pregunta –

-¿Qué pregunta? – trato de sonar clara.

-¿De dónde vienes? – sus ojos me miran intensamente, Dios, este hombre me pone nerviosa.

-Eh… del centro de Japón –

-Valla, ¿y porque viniste aquí? –

-Papá tiene un empleo aquí –

-¿Qué hace? – sigue preguntando, me fastidia que me hagan tantas preguntas.

-Son muchas preguntas – trato de sonar algo cansada.

-Quiero saber más de ti – en el tono como lo dijo, logro que todo mi cuerpo temblara. Me muerdo el labio y trato de no alterarme.

De repente llegan Ukyo y Ryoga a salvarme, me siento muy aliviada.

-Oye Ranma, la bruja de tu novia está afuera del salón, quiere que vayas – dice Ukyo.

¿Tiene novia? Una ola de decepción se apodera de mí, bueno, alguien como él es obvio que tiene novia. Dirijo mi mirada hacia la puerta, una chica muy guapa está de pie en el marco de la puerta. Valla, es hermosa. Su cabello purpura largo hasta su cintura y bien peinado, sus ojos hermosos y su figura de infarto. A lado de ella no sería nada. Es algo entendible de que ellos salgan, es decir, son el uno para el otro. Ranma se levanta ágilmente del puesto y me dedica un guiño. ¿Qué hace? Frunzo el ceño, es un tipo muy coqueto. Pero vamos, bien que caes bajo sus encantos.

-Es una insoportable – dice Ukyo tomando el asiento donde estaba sentada. Ryoga se sienta a mi lado y nos ponemos hablar. Pero sigo mirando a la puerta y veo como ella lo toma del rostro y lo besa. Siento una punzada en el pecho pero enseguida desecho ese sentimiento.