Hola gente linda, vengo con este two-shot de Navidad retrasado, disfruten.

Lo tenía escrito hace días, pero mi Internet se echó a perder y sólo hoy lo subí.

Advertencia: UA, posible OoC, lenguaje, ortografía y otras cosas.

Genero: Humor y algo de Romance.

Personajes: Sasuke/ Hinata, Naruto/ Sakura

Si Naruto me perteneciera, las cosas no estarían como lo están ahora.

Desgraciadamente le pertenece a Masashi-Kishimoto, la historia si es mía.

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-$-U/H-$-

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Era 24 de diciembre, noche buena, la ciudad de Tokio estaba abarrotada de gente haciendo sus compras navideñas de último minuto, todo era un bullicio. Pero en un pequeño barrio llamado Konoha, todo estaba tranquilo y silencioso, muchas familias estaban reunidas en las no tan pequeñas casas, disfrutando esos momentos que les brindaba esta época del año, la nieve caía y el frío no impedía que disfrutaran, al contrario, aprovechaban de tomar chocolate caliente mientras se sentaban en el sofá de la sala y contaban historias. Todo se encontraba en absoluta paz.

— ¡CRETINO! ¡LEVANTA TU MALDITO TRASERO DEL MALDITO SOFÁ Y AYUDAME A COLOCAR LAS MALDITAS LUCES! —.

¡Oh, bien!… siempre hay algunas excepciones. En una casa grande, la más alejada de las otras, había dos familias que como cada año pasaban las fiestas juntas y no en paz y armonía, si no entre gritos y peleas por parte de los hombres. Que a pesar de que eran los mejores amigos, casi hermanos, parecían perros y gatos, sus esposas no sabían que hacer y al contrario de ellos, ellas si se llevaban bien.

— ¡Naruto, no me hagas lavarte la boca con jabón y desinfectante! —Le regañó una mujer de cabellos rosa y ojos verdes, a su esposo rubio y ojos azules.

—Pero Sakura, el idiota este no quiere ayudarme—lloriqueó el rubio, haciendo un puchero como niño chiquito, la mujer de pelo rosa puso los ojos en blanco.

—Sasuke, por favor levántate y ayuda a Naruto—pidió suavemente una mujer de ojos perlas y cabello negro con reflejos azules, su esposo, de ojos y cabellos negros, refunfuñó enojado pero se puso de pie.

—Ja-ja, el cretino se deja dominar por su mujer—se burló Naruto, Sasuke lo fulminó con la mirada y estaba a punto de hacerle algo cuando Sakura habló:

—Naruto, apúrate con la decoración ¿Quieres? —le ordenó seriamente la pelirosa.

—Sí, mi cerezo, ya voy—dijo obediente el rubio, Hinata cubrió su boca con la mano para no dejar escapar una carcajada.

— ¿Quién es dominado por su mujer ahora? —Preguntó burlonamente el pelinegro, Sakura le guiñó un ojo, cómplice.

—Bueno, ya basta de juegos, continuemos o no acabaremos nunca—anunció la de ojos perla—, por cierto ¿Dónde están los niños?

—Están arriba, jugando—, contestó Sasuke sin darle mucha importancia.

— ¡Mamá! —Escucharon unos pequeños gritos femeninos provenir del piso de arriba, luego unos pasos hacia ellos. Dos niñas de cinco años, una de cabello negro azulado hasta los hombros y ojos negros, la otra de cabello rubio largo a media espalda y ojos verdes, corrieron hacia Hinata y Sakura, las cuales las recibieron con gusto.

— ¿Qué ocurre Minako? —Le preguntó Sakura a su hija con dulzura, la pequeña hizo un puchero y frunció el ceño.

—Minato e Itachi no quieren dejarnos jugar—.

—Es que es un juego de hombres, no de niñas—mencionó una voz entrando a la sala donde se encontraban todos. Dos niños de siete años hicieron aparición, uno de cabello negro y ojos perla, el otro era pelirrojo y ojos azules.

—Hmp, están jugando a la pelota, nosotras también podemos jugar, Minato-tonto—refutó la hija del matrimonio Uchiha-Hyuga.

— ¿Saben? La pequeña Mikoto me recuerda a alguien, pero no sé a quién—comentó Naruto con sarcasmo, él, Sakura y Hinata miraron a Sasuke al mismo tiempo.

—Hmp ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —Preguntó algo harto de las miradas de todos.

—No, para nada—respondieron entre risas, mientras los niños no entendían el comportamiento de los mayores.

—Itachi, debes dejar que Mikoto juegue, es tu hermana—le reprochó con dulzura Hinata a su hijo, cosa que sólo ella podía hacer, su voz siempre era baja y suave, además que, gracias a su esposo, había logrado superar su tartamudeo. El niño de ojos perla se cruzó de brazos e hizo un mohín pero asintió a lo dicho por su madre, que le sonrió y le acarició una mejilla.

—Eso también va para ti Minato, ya sabes que después es difícil controlar a Minako, al igual que Naruto—.

— ¡Oye! —Exclamaron ofendidos los aludidos, Sakura sólo sonrió encogiéndose de hombros.

—Bueno, mejor… vamos a cenar—anunció la pelinegra mientras ponía a su hija en el suelo.

— ¿Cenaremos ramen? —Preguntaron Naruto y Minako con los ojos brillando de la emoción, los demás casi caen de espaldas al suelo.

—Y Naruto se parece a Minako—.

—Claro que se parece a mí Sasuke-cretino, es mi adorada hija—comentó Naruto con orgullo mientras tomaba a la pequeña y la alzaba en sus brazos, haciéndola reír—. Tú sólo estás celoso por que mi niña es más inteligente y hermosa que la tuya—.

— ¡Ey! Con mi princesa no te metas—. Se defendió el Uchiha, Naruto bajó a su hija y así comenzó una discusión entre el pelinegro y el rubio. Las mujeres suspiraron y pusieron los ojos en blanco.

— ¡Aquí empezamos otra vez! —, se lamentaron ambas mujeres.

—Vamos a la mesa niños, esto durará un buen rato—dijo la pelirosa, refiriéndose a la pelea de los hombres. Se fueron al comedor y apagaron las luces de la sala, Naruto y Sasuke se quedaron discutiendo sin importarles mucho.

Rato después, estaban todos disfrutando de la cena, ambos hombres tenían unos pequeños rasguños pero nada de que preocuparse, charlaban y reían por alguna ocurrencia de los pequeños. La velada pasó y se desearon feliz navidad cuando dieron las doce, los niños ya se habían ido a dormir media hora más tarde de su acordada hora, los mayores bebieron una botella de vino y luego se fueron a dormir.

Eran las dos de la mañana y todo estaba tranquilo y sereno, como estaban en la casa de los Uzumaki-Haruno, las niñas dormían en la habitación de la pequeña Minako y los chicos en la de Minato, Sasuke y Hinata estaban en el cuarto de huéspedes. Todos dormían placenteramente y no sabían lo que ocurría en la sala.

Por la chimenea de la sala, que ahora estaba apagada, comenzaba a caer pequeños trozos de carbón que pegaban a las paredes, se escuchaban pequeños quejidos y forcejeos, la sala estaba oscura y sólo era iluminada por las luces decorativas del árbol, una figura algo grande salió por la chimenea. Vestía un traje rojo que en los bordes era blanco, un cinturón y botas negras, llevaba guantes verdes y tenía un gorro que combinaba con el traje. Una gran y espesa barba blanca cubría parte de su rostro, se podía ver sus mejillas sonrojadas al igual que su nariz, metió las manos por la chimenea y logró sacar un saco que parecía vacío.

Caminó hacia el árbol y una sonrisa se formó en su rostro, abrió el saco y un polvo brillante salió de éste, volando por el aire hasta posarse bajo el árbol que segundos después estaba repleto de hermosos regalos, el hombre del traje rojo vio a lo lejos una mesita, se acercó a ella y encima de esta, había un plato con montones de galletas y un vaso de leche a su lado, decidió comer algunas.

En las habitaciones, una Sakura y Hinata, despertaron al mismo tiempo debido a que habían escuchado algo afuera, decidieron que lo mejor era despertar a sus maridos y decirles que alguien había entrado a la casa, estos despertaron con un gruñido y los ojos aún cerrados, pero no se levantaron de la cama. La pelinegra y la pelirosa les dieron un empujón que los hizo caer de la cama y despertar por completo, se levantaron del suelo con un chichón en la frente, cuando ellos las fulminaron con la mirada, ellas señalaron la puerta con decisión y con un suspiro de rendición; ellos salieron.

— ¿Tú también, perdedor? —Preguntó Sasuke al salir, pues ambas habitaciones estaban frente a la otra.

—Sí, parece que a ti también te tiraron de la cama—dijo el rubio en un bostezo y señalando la frente de su amigo.

— ¿Por qué nos casamos con esas mujeres? —Preguntó Sasuke a nadie en especial, Naruto sonrió de forma zorruna.

—Porque las amamos—dijo el rubio de la forma más obvia del mundo, el Uchiha suspiró y una diminuta sonrisa apareció en su rostro.

—Sí, tienes razón—. En ese momento escucharon unos extraños ruidos provenientes de la sala, algo que preocupó a ambos.

—Espera aquí, ya regreso—pidió Naruto mientras se adentraba en la habitación, rato después salió con un par de palos de golf y le extendió uno a su amigo—. Toma—.

—Claro, quizás después podríamos ir a jugar—comentó con sarcasmo a lo que el rubio lo fulminó con la mirada. Caminaron cautelosamente hacia la sala con los palos de golf alzado por sobre sus cabezas, listos para atacar al menor indicio de algún robo.

Caminaban con mucho cuidado pues, no podían ver por donde iban debido a la oscuridad que se extendía por la sala, pero gracias a las luces del árbol, lograron divisar una gran figura cerca de la chimenea, se acercaron poco a poco y cuando la extraña figura se percató de ellos, era muy tarde. Sasuke y Naruto comenzaron a golpearlo sin parar en todas las partes que podían.

Las luces se encendieron por completo, iluminando a cada rincón de la habitación, Hinata y Sakura estaban paradas cerca del interruptor de la luz, y miraban con horror como sus esposos golpeaban al hombre que vestía un traje rojo, ellas reconocían muy bien a ese hombre que parecía estar inconsciente y eso las alertó más.

— ¡Naruto, Sasuke, basta! —Gritó Sakura angustiada, los aludidos se detuvieron y la miraron extrañados— ¡Par de tontos! ¡Miren a quién están golpeando! —.

— ¡Ay, por dios! ¡Es Santa Claus! —Exclamó con sorpresa el rubio, tomando a Sasuke del brazo y jalándolo hacia atrás, lejos de aquel hombre. Hinata corrió hacia ellos y revisó si estaba bien.

—Está inconsciente, parece que no despertará en un buen rato—explicó preocupada la de ojos perlas, los demás se miraron sin saber que hacer.

— ¿Mamá, papá? —.

— ¿Qué están haciendo? —Se escuchó las voces de Itachi y Minato, que ahora entraban a la habitación tallándose los ojos.

— ¿Por qué Santa Claus está en el suelo? —Preguntaron las niñas que también venían entrando y vieron al suelo, a pesar de todo, pusieron una cara tan triste que hizo que los padres tragaran preocupados.

—Sí, señores ¿Por qué no les explican a sus hijas? —Habló Sakura mientras se cruzaba de brazos, las pequeñas hicieron un puchero y en sus ojos unas lágrimas comenzaron a asomarse.

—Ay, Minako por favor no vayas a llorar—, Naruto y Sasuke fueron hacia sus hijas y las cargaron en brazos.

— ¡Cielos, papá! Lo dejaron molido—comentó sorprendido Minato, mientras con el dedo le daba toquecitos a Santa, pero éste ni se movía.

— ¿Y ahora que hacemos? —, se preguntaba en voz baja la pelinegra, mirando a todos los presentes.

—Una tarjeta sobresale—dijo Itachi, agachándose y tomando la nombrada tarjeta, la leyó en voz alta—, use el traje en caso de emergencia—.

—Eso es raro—mencionó insegura la pelirosa, se mantuvieron en silencio un rato y ella volvió a hablar—. Parece ser que… ustedes deberán usar el traje y repartir los regalos que sobraron—.

— ¿Qué? ¿Sasuke y yo? ¿Por qué? —Preguntó el rubio en histeria, Sakura lo fulminó con la mirada y lo señaló con el dedo índice.

—Porque ustedes fueron los que lo golpearon par de idiotas y si no lo hacen sus hijos se decepcionaran de ustedes, incluyendo aquellos niños a los cuales no ha podido llegar—explicó sin siquiera pararse a respirar, de pronto, el par de hombres se sintieron como cucarachas mientras más palabras decía.

— ¡Que divertido! ¡Papá y tío Naruto serán ayudantes de Santa! —Expresó divertida la pequeña Mikoto. Sasuke la miró con el ceño fruncido y ella puso cara de cachorrito a medio morir, fue suficiente para convencer al pelinegro. Pusieron a las niñas en el suelo y con un suspiro, ambos hombres tomaron el traje de Santa y se fueron al cuarto de baño.

—No puedo creer que estemos haciendo esto, y todo por tu culpa, perdedor—se quejó entre dientes el Uchiha mientras ambos hacían aparición en la sala. Las mujeres y los niños se mordieron el labio inferior, pero fue inútil, al rato estaban riendo a carcajadas.

—No se rían que no es gracioso—reprochó el rubio, sin embargo no le hicieron caso. Sasuke vestía la parte de arriba del traje, el abrigo, que le quedaba tres tallas más grande de lo que él era y lo hacía ver como si pesara 130 kilos. Naruto tenía puesto los pantalones, los sujetaba casi por debajo de su barbilla y caminaba como si fuera alguna extraña clase de pingüino.

—No, la verdad es que sí es muy gracioso—seguía burlándose Sakura, Hinata trababa de resistir pero le costaba mucho—. Vamos chicos, sólo les falta algo—, ellos abrieron los ojos como platos y negaron con la cabeza repetidas veces.

—Ni. Lo. Sueñes—gruñó el pelinegro, fulminándola con la mirada, Naruto seguía negando con la cabeza.

—Por favor, papá. Por mí—pidieron ambas niñas, poniendo sus manos al frente y usando su mejor cara de ruego, pues ¿Cuándo existiría otra posibilidad como esta de molestar a sus padres? Naruto se puso nervioso y Sasuke bufó mientras apartaba la mirada, para ellos era difícil negarles algo pero esta vez no iban a ceder o eso creían.

—Por favor, Sasuke—al pelinegro casi se le desencaja la mandíbula cuando Hinata le rogó, ahora su esposa confabulaba en su contra, negarse le era imposible en este momento y se sorprendió más cuando Sakura hizo lo mismo con Naruto.

—Naruto, si lo haces, te prometo que…—para este punto la pelirosa le susurraba en el oído algo que no escuchaban los demás, pero que el matrimonio Uchiha-Hyuga sabía que era. El rubio y el pelinegro estaban perdidos.

— ¡JOJOJO! ¡FELIZ NAVIDAD! —, exclamó de pronto el Uzumaki con una sonrisa de oreja a oreja, Sasuke se golpeó la frente con la palma de su mano mientras los demás le aplaudían al rubio.

—Vamos Sasuke, es tu turno, Naruto lo hizo—insistió Sakura con una sonrisa algo siniestra, el hombre suspiró y con cara seria, habló:

—Que lo haga el perdedor no significa que yo también deba hacerlo—.

—Pero debes hacerlo, tienes puesto el traje, bueno… parte de el—comentó tranquilo el pequeño Itachi, que a pesar de todo, tenía una sonrisa al estilo Uchiha en el rostro, algo que desesperó al mayor, ¿por qué sus hijos eran así? Todos lo miraban expectantes, él gruñó y con su mejor cara de póker, dijo con voz aburrida:

—Jo—si ellos fueran personajes de animé, una enorme gota les recorrería la nuca.

— ¡Mi Dios! Este tipo dice hola y quiero suicidarme—exclamó el rubio—Sasuke, sé más alegre por primera y, posiblemente, última vez en tu vida—.

— ¡Jojojo! —Soltó desesperado pero sin cambiar la expresión de su rostro, tal vez sólo un pequeño cambio, estaba molesto.

—Podemos conformarnos con eso—se rindió el Uzumaki—en fin, pongámonos en marcha—.

— ¿Cómo, cabeza hueca? —Preguntó el pelinegro cruzándose de brazos, todos se quedaron pensativos un momento.

—Pues con el saco y el trineo—mencionó el pequeño Minato como si fuera algo obvio, caminó hacia el saco que daba la impresión de estar vacío y lo tomó.

—Tal vez Sasuke y Naruto no tienen que salir a repartir obsequios, parece vacío—.

—No, tía Hinata—negó el pelirrojo—está bastante lleno, aunque no lo crean—.

— ¡Claro que está lleno! ¡Es Santa! —Exclamó divertida la pequeña rubia.

—Lo mejor es que se den prisa, ya se acerca el amanecer—. Los apresuró Sakura que le quitó el saco al pequeño y se lo pasó a su esposo—. Descuiden, estarán bien—.

Continuará…

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Ah, siempre quise poner eso al final ¿Qué les ha parecido hasta ahora?

Posiblemente mañana, subiré la segunda y última parte.

TODO DEPENDE DE USTEDES.

Dejen un review si lo merezco. Feliz Navidad atrasado y Feliz Año Nuevo.

Pasen por mis demás historias, gracias ^n.n^