La habitación estaba a oscuras, la única luz era la proveniente de las maquinarias que le rodeaban, aquellas que había intentado sin éxito alguno utilizar para distraerse. Tenía un vaso en una mano y una botella del más fuerte licor que encontró en la torre en la otra. Sentado en el frio suelo de su taller a solas, el, el licor y su dolor.

Dolía, oh cuanto dolía, se sentía como si le hubieran arrancado el reactor arc del pecho y le hubieran abandonado para morir, incluso eso seria preferible; la dulce tranquilidad de la muerte. Se había acercado a ella lo suficiente para saber cuan sereno era morir. Esto era peor, mil veces peor, ninguna herida previa ganada en batalla podría compararse a este sufrimiento .

La botella alcanzo sus labios pero ningún liquido salió de ella.

-al carajo!-grito frustrado lanzando la botella con toda su fuerza

Soltó también el vaso que sostenía con la otra mano y este ze rompió a su lado en cientos de pequeños y afilados trocitos.

Un sollozo escapo de su garganta, llevo sus manos a su boca para refrenarse pero otro sonido lastimero salió de ella, y otro, el había intentado tan duro no llorar, y entonces aquí estaba, su dolor al fin derramándose por su cara en calientes lagrimas.

Era un idiota, se había permitido amar a esta gente, él confiaba en ellos como en una familia, una familia... él que nunca había experimentado una familia los consideraba una, la suya. Y entonces todo se había ido al garete. ¡ese maldito soldado¡ se lo había arrebatado todo, su familia vieja y su familia nueva.

Cuán fácil al parecer era abandonarlo por defender a ese soldado. Ese soldado lo había llevado a una guerra, una guerra donde hubo heridos, una guerra donde hubo traición.

¿Por qué no dejaba de doler? ¿Por qué brotaban aun esos desgarradores sonidos de su pecho?. Intento levantarse, apoyo una mano en el suelo y se impulso hacia arriba, más un lacerante dolor corto sus intenciones, se había apoyado sobre los cristales del vaso roto. Detuvo su lloriqueo intrigado, ese dolor le había distraído de uno aun peor ¿no era eso maravilloso? Tomo uno de los cristales afilados y lo observo, lo apretó en su puño y dolió.

Pero no era suficiente, el dolor de su pecho no desaparecía lo suficiente. Sin detenerse a pensarlo deslizo el cristal por el interior de su antebrazo desnudo, eso estaba mejor, eso dolía menos. Repitió la acción otra vez, la sangre que broto de la herida le sorprendió, no considero eso, y no tenía nada con lo que limpiarla.

-señor, le desaconsejo que continúe...

.silencio Viernes.

El cristal se deslizo por el otro brazo, y también por la muñeca, pronto el líquido rojo le bañaba los brazos y las manos y se estaba comenzando a marear. Levanto el cristal otra vez...

-señor Stark-le interrumpió el androide rojo- por favor no continúe

-creí haber bloqueado las entradas-protesto Tony

-y así fue-concedió el androide- pero las entradas convencionales no se ajustan a mí.

Su voz era cálida, familiar, un arrullo conocido desde la infancia, sonaba a Jarvis, sonaba a su viejo mayordomo, era también su antigua IA. Pero eran los fuertes brazos de Vision quienes lo sujetaban a su pecho y le limpiaba con cuidado las heridas. Visión quien le cargaba hasta su dormitorio y le acompañaba allí.

Tony estaba mareado por el alcohol y la pérdida de sangre pero aun así podía entender algunas cosas.

-Viernes y tu están confabulados-murmuro

Vision sonrió tristemente-ya sabe señor Stark, es mi hermana. Y no podemos dejarle solo.

Y entonces Tony durmió. Aun con las dulces palabras del androide en los oídos.

Después de todo no estaba tan solo.