Los personajes no me perteneces, pero la historia si, y esta es la ñrimera vez que publico aqui espero y les guste :3

_

Era una tarde fría anunciando que el invierno se aproximaba, me encontraba caminando por esa solitaria avenida pensando en el trabajo que tenía que enviarle a mi jefa llegando a mi departamento. Mis botas resonaban de manera solitaria por el piso de ese lugar.

Había salido a comprar comida para pasar lo poco que me quedaba de tarde, ya que me había concentrado en el trabajo y había olvidado comer.

Además de que el frío se estaba empezando a sentir con fuerza, entrando hasta mis huesos. Y no traía mas que unos pantalones de mezclilla rasgados con una simple camisa de manga larga rojas acompañada de cuadros negros.

Iba caminando sin notar si chocaba con alguien o no, además era cosa que no me importaba. Me detuve un poco ya que a la bolsa donde traía la comida se empezó a romper y una lata de refresco salió rodando.

Genial lo que me faltaba.

Perseguí la lata que iba a ser un desastre cuando la abriera.

La lata siguió rodando hasta llegar a unas zapatillas de color blanco.

Me apresure maldiciendo no quería agradecerle a nadie el haber recogido mi estúpida bebida.

La dueña de las zapatillas blancas tomó la lata en sus pequeñas manos y se levantó a entregarmela.

Me acerqué más hasta quedar a unos cuantos centímetros de ella.

Miré detenidamente a la chica, traía un vestido blanco haciéndole juego a sus zapatillas, además de que estaba acompañada de un abrigo color beige, cubriendo su blanca y suave piel del cambio de estación.

La seguí mirando hasta dar con una melena dorada, ese cabello suave y brillante como el sol.

No podía ser.

Caí en su cara, esos labios pequeños y finos, pero los más encantadores que había visto, esa pequeña nariz respingona y por último; esos ojos azules, esos jodidos ojos azules que me habían hecho caer a sus pies desde el momento en el que la conocí.

—Y...Ymir—dijo la chica mirándome con sorpresa. Sus ojos se estaban empezando a cristalizarse.

—Historia—le respondí con tristeza.

Historia soltó la lata que había recogido y se lanzó hacia mis brazos.

La recibí con el mayor dolor y alegría revuelta dentro de mí.

Y ahí estaba de vuelta ese maldito fuego quemandome por dentro, tal y como lo hacía cuando estábamos en la preparatoria.

De todas las personas.

¿Porque tenía que ser ella?

Mi primer y último amor esta ahí abrazándome haciéndome caer nuevamente ante ella.