La pelea que nos unió

No había pasado mucho tiempo desde que habíamos llegado al futuro. Un futuro que no prometía nada bueno para nuestra aun joven e inexperta familia en lo que respectaba al mundo de la mafia. Todo lo que se avecinaba era tristeza y dolor. Me sentía enfermo de solo estar en ese escondite. Impotente, sin poder hacer nada. No podía aceptar que hubiera otra familia más fuerte que la Vongola y mucho menos que el Juudaime estuviera muerto junto con todos los Arcobaleno ¡No! ¡Eso sí que no! Haría todo lo que estuviera en mis manos para cambiar ese futuro que se avecinaba a nosotros. Todo era demasiado confuso. Nunca antes había escuchado de la familia Millefiore y mucho menos de su líder, Byakuran. Necesitábamos volver a nuestro tiempo y al parecer el único que tenía la llave para volver era un tal Irie Shoichi, el más fiel de sus súbditos.

Casi no teníamos información acerca de ellos y sin embargo ellos sabían casi todo de nuestra familia. Averiguaron lo suficiente para poder ser capaces de cazarnos. Pero… ¡Maldición! Este solo era uno de los tantos problemas que rondaban por mi cabeza. Habían pasado tantas cosas desde que habíamos llegado.

Pero para ser sincero esto no era lo que más me preocupaba. Tal vez me escuche cruel o egoísta, pero mi mente ya no se sentía tan preocupada por todo lo anterior mencionado. Mi preocupación solo estaba en algo o más bien dicho en alguien. Mi mente aun divagaba en lo que había pasado el día de ayer. Imágenes tortuosas aparecían en mi mente de solo recordar… La pelea contra Gamma. Pelea que hubiera deseado cambiar. Tal vez si hubiera podido cambiar esa pelea, ella… ella ahora no estuviera debatiéndose entre la vida y la muerte…

-¡Tsuna-San!-exclamo la mujer estúpida al momento en que entraba a la sala de reuniones del escondite.

-¿Haru?

-Yo.-saludo alegremente la idiota del béisbol.

-Justo tenías que aparecer.-bufe molesto al ver a la chica que entraba con cara de preocupación.

-¡Hay un problema!

-Ya lo sabemos.-se anticipó a decir la beisbolista.

-Estábamos discutiendo sobre Hibird…- Juudaime no pudo terminar de explicar ante la interrupción.

-¡No!...-se apresuró a decir.-… ¡Kyoko-Chan no está!-grito desesperada. La menor de los hermanos Sasagawa había decidido salir a pesar de nuestras advertencias sobre los peligros que había a fuera en esta época que no era la nuestra. Solo había dejado una nota donde nos decía que necesitaba ir a su casa por lo menos una vez más. Juudaime fue el primero en desesperarse, después de todo Kyoko era la chica de la cual estaba enamorado.

-¿Que deberíamos de hacer?-se preguntaba así mismo Juudaime.

-¡Cálmate Sawada!-grito Lal Mirch.-Aun está el hecho de la señal de SOS, de la ave del guardián de la nube.-explico.- Debemos de pensar de manera racional lo que haremos.

Reborn-san estuvo de acuerdo con todos, respecto a que lo más importante era traer de vuelta a esa chica y también en dar con el ave de Hibari y empezar a investigar. Era importante no tener que enfrentarnos con el enemigo, odiaba admitirlo, pero todavía no estábamos lo suficiente capacitados para pelear con personas así.

Se acordó que para la misión iríamos en dos equipos. Uno iría por Sasagawa y el otro en busca de Hibird. Todo respaldado por Juudaime. Empezaríamos la misión al mismo tiempo.

-Bien, ya lo haz decidido.-dijo Reborn-san dirigiendo su mirada a Juudaime

-Explícanos Sawada ¿cómo serán los equipos?

-Lal Mirch y yo iremos por Kyoko-chan.-hablo de manera firme.-Quiero que Gokudera-kun y Takeni-chan vallan en busca de Hibird.

Esa noticia me cayó como balde de agua fría. No quería tener que soportar a la idiota del béisbol quien no dejaba de sonreír como siempre.- ¿Con Yamamoto?- pregunte. Aún tenía esperanzas de que Juudaime cambiara de opinión.

-¿Esta mal?-me pregunto nervioso con gotitas bajando por su cabeza.

-N-No.-tartamudeé y mi mirada se oscureció.-Si son las órdenes del Juudaime…- mi voz no salía.-…Estaré feliz.

-Tu cara no luce feliz.-dijo mirándome la friki del béisbol. Yo solo la mire con cara de pocos amigos, ella en cambio me sonrió y empezó a reír.-Esta será una misión larga.-dije para mí mismo.

-Gokudera y Yamamoto irán al santuario por la salida B.-ordeno prácticamente Lal Mirch.-Sawada y yo iremos a la residencia Sasagawa por la salida D.-La transmisión podría ser interrumpida por el enemigo. Por esa razón no nos podremos comunicar. Así que no esperen ayuda, estén conscientes de eso.-dijo mirándonos a mí y a la idiota del béisbol.

-Si.-asintió Yamamoto mientras dejaba su sonrisa de lado y su mirada se ponía seria.

-¡Vamos!-dije yo a manera de respuesta.

-Eviten peleas para ahorrar tiempo, pero si un evento inevitable ocurre, hagan sus propias decisiones sobre cómo llevar a cabo la situación.-fue el consejo de Lal, y con eso ultimo cada equipo se dispuso a salir por la entrada que le correspondía.

-Si todo marcha bien, Hibari estará en nuestro equipo ¿Eh?-soltó con inocencia Yamamoto.

Por alguna razón desconocida me molesto que estuviera tan interesada en que el friki de la disciplina estuviera de nuestro lado.- ¡Cállate!-fue mi molesta respuesta.

No tardamos mucho en llegar al santuario que nos había indicado Lal Mirch. Nos escondimos detrás de unos árboles que tenían una vista perfecta a la entrada del santuario. No había cambiado mucho en estos diez años.

-¿Aquí fue donde desapareció Hibird?-me pregunto.- ¿Esto no te recuerda al festival de verano?-ignore sus preguntas.-Me pregunto si este lugar tiene alguna conexión con Hibari.

Sus preguntas me hartaron y decidí empezar a buscar por mi cuenta. Ella me siguió.

-Oye, si esa pelea inevitable que Lal menciono sucediera, ¿Qué deberíamos hacer?-volvió a preguntar y una vez más la ignore.- Cuando llegue el momento, hay que atacar juntos.-dijo poniendo una de sus características sonrisas.-Juzgando por nuestras armas yo estaré en la línea frontal y atacare primero, así tu…-Me pare en seco, gire, la tome por el cuello de su blusa y la estrelle contra el árbol más cercano. Su sonrisa se desvaneció al instante y pude ver como se tensaba. Tuve que bajar un poco mi cabeza para que nuestras miradas pudieran verse fijamente, después de todo, la idiota del béisbol era del tamaño de Juudaime.

-No malinterpretes. La razón por la que estoy contigo hasta ahora es por el Juudaime. No tengo intención de hacer un equipo contigo por ninguna razón.-dije de la manera más fría posible.

Aun así ella volvió a poner esa estúpida sonrisa suya que tanto odiaba. Espere un insulto o algo, pero nada. Odiaba esa sonrisa. Siempre me hacía sentir incomodo, me hacía sentir raro, de una manera que no podía describir. Y eso es lo que más me molestaba y me hacía rabiar, el no saber porque mi cuerpo tenía esas sensaciones tan extrañas cada vez que esa idiota del béisbol sonreía.

-Parece que soy más odiada de lo que imaginaba.-decía sin dejar de sonreír.

-¡Por supuesto!-le grite.-Una despreocupada y feliz fanática del béisbol…las idiotas como tu son el tipo de personas que nunca escucharían a nadie.-la sujete más fuerte y me acerque más a su rostro. Ante esa acción rápidamente dejo de sonreír y puso una cara que no pude descifrar mientras un fuerte color rojo se apoderaba de sus mejillas.-Ni siquiera quiero estar en la misma área que tú.-escupí lo último.

-Tú…-la idiota del béisbol iba a decir algo, pero pudimos sentir como los enemigos se habían dado cuenta de nuestra presencia, así que decidí soltarla.

-Entonces que cada quien valla por su lado.-dijo volviendo a poner su estúpida sonrisa mientras se ponía su anillo y quitaba la cadenita que impedía que lo detectaran. Yo imite su acción.

Dos hombres vestidos con el uniforme del Black Spell aparecieron ante nosotros. Fueron los primeros en atacar. Sin embargo sus ataques eran muy débiles. Basto solo un golpe del Shigure Soen Ryu de Yamamoto y un ataque de mi Flame Arrow.

-Estuve entrenando como loco en mi pelea contra los Varia. Si tengo un anillo y estamos en las mismas condiciones, no perderé.-afirme.

-Eso fue como un combo de ataque ¿cierto?-pregunto inocentemente.

-No digas cosas innecesarias.-le dije sin mirarla.-Lo pude haber hecho por mi cuenta.

Un extraño sonido empezaba a acercarse a nosotros. Nos pusimos alerta.

-Había escuchado que los Guardianes Vongola habían huido, en diferentes direcciones, pero… ¿Qué es lo que tenemos aquí?-pregunto un hombre rubio de tal vez más de cuarenta años, y que además flotaba sobre nosotros.-El Guardián de la tormenta y la Guardiana de la Lluvia, ¿cierto? Ambos se ven más jóvenes que en las fotos. No. Demasiado jóvenes.-el hombre empezó a descender. ¿Acaso los Vongola bebieron de la fuente de la juventud o algo así?-cuando por fin estuvo en el piso, poso su mirada en la idiota del béisbol, eso no me gusto.-Aunque debo decir que no estoy seguro de si la Guardiana de la Lluvia se ve mejor así o en las fotos.-decía sin dejar de recorrerle el cuerpo con la mirada. La idiota solo frunció el ceño. Me empezó a hervir la sangre. Estaba decidido, mataría a ese hombre con mis propias manos.-Oh bueno, pero si peleamos ahora será más un castigo que una batalla…peleando contra niños.

-Me encargare de este idiota imprudente.-le dije a Yamamoto.-No interfieras.-ella solo asintió resignada.

Empecé a correr hacia el hombre.-Aún quedan restos de la pelea anterior.-grite.-Las bombas que había dejado hace unos minutos comenzaron a explotar alrededor del sujeto y una cortina de humo apareció.

Gamma solo retrocedió lo suficiente para no ser alcanzado por mis bombas. Aproveche eso y me coloque justo detrás de él, mientras preparaba un disparo con mi Flame Arrow.- ¡No hay lugar a donde huir! ¡Muere!-exclame.

-Umm… así que el chico quiere proteger a su novia…interesante.-dijo antes de que le disparara y una nueva cortina de humo comenzara a formarse. ¿Novia? Una vez más esas extrañas sensaciones que aparecían solo cuando la idiota del béisbol sonreía se apoderaron de mi cuerpo.-un leve y molesto sonrojo apareció en mis mejillas.- ¡Bastardo!-escupí. Segundos después Yamamoto ya estaba al lado mío.

-Lo conseguí.- pero rápidamente me retracte de mis palabras al ver como se desvanecía la cortina de humo y ese hombre aprecia ante nuestros ojos sin un solo rasguño.- ¿Q-Que?

-Muy buen intento.-hablo de manera divertida.

-¿No funciono?-dijo con sorpresa.

-Eso me recuerda, aun no me presento…Soy Gamma, un placer conocerlos.-sonrió arrogante. Ese era el sujeto peligroso del cual nos habló Lal Mirch.

-Gokudera, creo que deberíamos de trabajar en equipo.-sugirió la idiota del béisbol.

-¡Cállate!-le grite y apunte con mi arma. Me miro sorprendida y tal vez con un poco de temor.

-G-Gokudera…T-Tu.-tartamudeo.

-Dije que no tenía ninguna intención de trabajar contigo. ¡Retrocede!-le ordene.

-¿Con que así es?-susurro mientras agachaba la cara y apretaba los puños.-Entonces ¿puedes encargarte de esto tu solo?

-Había planeado eso desde un principio. ¡Retrocede!-le grite de nuevo.

-Oye, oye. Tal vez me equivoque en decir que era tu novia, pero tampoco tienes que tratarla así.-hablo Gamma.-Después de todo es una señorita muy linda. –una vez más volvió a recorrerle el cuerpo con la mirada. Maldito pervertido que hacía que me hirviera la sangre. La idiota del béisbol frunció el ceño y se fue a recargar en uno de los arboles.- ¡Cállate! ¡Yo seré tu oponente!

Continuara…

¡Konishiwa!:3

Lo sé, lo sé esta historia es muy rara, pero es que la inspiración me llego a media noche y salió esto. Es como mi propia versión de la pelea contra Gamma. Además siempre había querido escribir una historia donde Yamamoto fuera una hermosa chica y estuviera enamorada de Gokudera y, pues esta fue la oportunidad perfecta.

Nota: Esta historia es muy, pero muy corta. Tal vez en el siguiente capítulo ya muestre el final o tal vez no, todo depende de la inspiración que tenga y si es que a alguien le guste este capítulo.

Sayonara n.n