HOLA, PERSONAS DE FANFICTION.

Vaya, hace bastante que no he subido historias aquí y esta a decir verdad surgió de las más locas ideas que he tenido, espero lo disfruten y se rían con las pendejadas que se me van ocurriendo e iré añadiendo. Pues…¿Qué más puedo decir?, es lindo en parte estar de vuelta, ahora comenzando de nuevo desde /Cero/ en Fanfiction aunque manteniéndome en las historias de Kuroshitsuji, ¡¿Quién no amaría tener a Sebastian Michaelis?! ¡Por Dios! Aasdasdsdfdfdsf.

Bueno, ya detengo mis fangirleos locos y les dejo con el fic, aclarando con anticipación que probablemente le de cierto toque más malvado a Sebastian, pues lo haré desde mi perspectiva y análisis del personaje, tratando de mantener al máximo su personalidad cómo Yana Toboso lo ha creado.

OOOOTRA COSA.
Sólo aquí será en donde subiré el prólogo y en la descripción que haré una vez el capítulo será donde deje el Link dónde iré cargando los demás capítulos por ciertas cosas que me han dicho por ahí, por mera decisión mía, subiré Roleplayer y futuras historias en Wattpad.

Ahora si XD.

Ninguno de los personajes aquí utilizados me pertenece, sino a su respectiva dueña y creadora Yana Toboso.

¡AL PRÓLOGO!. (?)

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PRÓLOGO.

La línea que divide la realidad de la ficción es muy frágil, tanto tú cómo yo sabemos perfectamente que así son las cosas, Tracy.— Tenía tanta razón que el sólo hecho de tener que leer el cómo me lo restregaba en la cara me hacía sentir deseos de tenerle en frente para ahorcarlo, pero al mismo tiempo agradecía estar detrás de una pantalla estableciendo una "conversación" con alguien a quién ni siquiera he tenido la oportunidad de conocer su rostro o escuchar su voz…toda la información que ha accedido a darme es su primer nombre que podría ser una mentira, una charla no es el término correcto que debo utilizar para referirme a él.

Hice una pequeña mueca antes de acercar mis manos al teclado, apenas rozando las letras que utilizaría para destrozar su frase tan aplastante y…dolorosa.

Lo dices cómo si yo fuera alguien que se niega a aceptar su propia realidad y busca encerrarse en un mundo de fantasía que podría no existir. — ¿No era acaso así precisamente cómo me sentía? La realidad cada vez me resultaba mucho más decepcionante, sin alguna emoción por vivir o aventuras dignas de contar a futuras generaciones que se reunirían sólo para poder escucharlas. Algo demasiado corriente y aburrido, sin mucho que explorar o batallas en que pueda encontrarme conmigo misma, sentir la adrenalina recorrer hasta la más mínima fibra de todo mi cuerpo. — No me gusta el rumbo que está tomando esta charla, Sebastián.

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Soy normal y eso me aflige, jamás tengo cosas interesantes que contar a los que me rodean, muchos dicen que exagero y que son sólo pequeños conflictos internos por la etapa de mi vida que estoy pasando en este momento, que debo dejar de ser una completa dramática y tomar una postura mucho más positiva ante todo lo que hay a mi alrededor, nada puede ser tan horrible cómo lo describo.

¿Es que es mucho pedir que mi vida de un giro tan dramático e inesperado que apenas pueda ser capaz de asimilar todo lo que está sucediendo?.

Fue esa la pregunta que hice hace tan sólo unos meses por mi resentimiento hacia el mundo que estaba escondido ante mis ojos y nunca fui capaz de ver más allá, porque para esconderse era muy bueno y el destino no fue capaz de hacerme esperar ya mucho tiempo. Lo irónico es la forma en que se presentó, por el medio en que yo jamás pensé que sería posible: El internet.

Me llamo Tracy – nombre que me fue dado por mi adorada Madre cuyo fanatismo por la cultura Inglesa le llevó a llamar a su hija con un nombre que para ella sonaba elegante– tengo dieciséis años y pronto cumpliré los diecisiete, fui concebida y criada por la mujer a la que más admiro sin el apoyo de muchos. Nada en mi vida es distinto a muchas personas que he conocido, tengo un círculo social reducido, soy víctima de la sociedad y sus estereotipos por mi apariencia, mi comportamiento y todo lo que involucra ser yo, pero poca importancia le doy a eso, sólo soy algo común, nada que no se haya visto ya antes que para escapar de la rutina no está inscrita en ningún club, sino que escribe historias fantásticas en internet, para ser más específica, mi escape de esta monótona existencia en dónde narro las aventuras más inimaginables y emocionantes.

Fue cómo lo conocí luego de que me enviase un mensaje privado.

Hola, mucho gusto. Pido disculpas de antemano si es que mi mensaje ha llegado en un momento no muy prudente, pero no he podido evitar el escribirte para que sepas que me ha llamado la atención esa forma que tienes para expresarte por medio de la escritura. — De buenas a primeras, atrajo mi atención su forma de redactar y escribir, no era de todos los días que alguien mostrara iniciativa para entablar una conversación sin exigir iniciar alguna historia de por medio.

Su ortografía también era un enorme detalle que no pude dejar pasar sólo así, casi parecía no ser de este mundo ante la molestia que se tomaba para no dejar escapar ningún signo de acentuación, comas o el uso de mayúsculas y puntos. Era tan irreal que me tomó un poco de tiempo reaccionar ante la situación y para estar segura, me tomé la molestia de indagar en su perfil.

Nada era sospechoso, parecía esa clase de personas que eran extremadamente selectivas con la gente que se relacionarían al interior de este mundo, probablemente desconfiaba o no buscaba hacerse demasiado a notar, sentí envidia en cierto punto a medida que leía cada interacción, cada una de sus respuestas. Llegué al punto de cuestionarme, preguntarme qué era con exactitud lo que llamó su atención de mí siendo que era mucho mejor que yo en más de un sentido, cualquier persona con un poco de juicio lo tendría en cuenta y era lo que yo más tenía en ese momento.

Pasando el tiempo, comencé a sentirle más cercano. Sin notarlo hablar con Sebastián pasó de ser simple cortesía a volverse un hábito de todos los días apenas llegase de la escuela, aún cuando se tratara de alguien tan arrogante, cruel y sarcástico a rabiar…mostraba tener una fingida amabilidad casi innata, ni siquiera surgía para él la necesidad de tenerme en frente pues ante la distancia encontraba una forma de provocar en mí toda clase de emociones desagradables.

Era él un complejo personaje merecedor de mi completa atención.

Daría cualquier cosa sólo para poder vivir la más grande aventura de mi vida, el costo no me interesa, ¿Sabes? La rutina cada vez es más insoportable. — Recuerdo que aquel día estaba enceguecida por la ira ante la cadena de hechos que habían conspirado en mi contra, deseaba llorar ante el poco entendimiento de mi vida externa por mis problemas, resultaba frustrante el no poder dejar de ser vista como una niña que era ajena ante los verdaderos impedimentos que la vida podía causar a una persona.

Alguien no se ha levantado del lado correcto el día de hoy. — No estaba de humor para soportar sus burlas.

En realidad no, para nada. —Solté un suspiro, él no tenía la culpa de lo que me estaba sucediendo, no era justo que pagara por cosas que no había hecho. — Discúlpame…sólo, no hagas caso.

No me molesta, al contrario…tocas un tema muy interesante. — Me tomó un poco de trabajo comprender su respuesta, supuse que aclararía las cosas, pues parecía escribir algo más. — ¿Tú crees en la existencia de seres sobrenaturales? Ya sabes, hadas…demonios, ángeles.

Bien…el giro que la conversación estaba dando hacía las cosas un tanto más incómoda, comencé a temer en serio, en ese preciso instante por la estabilidad mental de Sebastián, bien era cierto que en la mayoría de las historias que seguía día tras día se desarrollaban en esa temática y deseara más que nadie que existiesen, me costaba asumir su existencia como tal.

No sé que responder a eso. — Tecleé apenas y la frase se formaba en mi cabeza, si antes sentía ira ahora no encontraba una palabra adecuada que pudiera describir lo que estoy sintiendo. Me estremecí, encorvando los hombros mientras exhalaba, tocando apenas la pantalla táctil de mi teléfono celular. — Es muy difícil creer en lo que se oculta de la vista en el plano tan real que habitamos o no tienen el poder suficiente para atravesar la línea que separa lo que es realidad de lo que es ficción.

La línea que divide la realidad de la ficción es muy frágil, tanto tú cómo yo sabemos perfectamente que así son las cosas, Tracy.—Era difícil refutar aquello cuando lo que más eres capaz de narrar es completa fantasía, él que tuviera razón en verdad me estaba desesperando.

Lo dices cómo si yo fuera alguien que se niega a aceptar su propia realidad y busca encerrarse en un mundo de fantasía que podría no existir. — ¿Por qué tenía que tornarse todo tan serio de repente? Era una daga demasiado afilada con la que estaba atacando, deformando lo que en su momento se pudo sólo olvidar y dejar atrás sin el más mínimo problema. ¿Qué era exactamente lo que buscaba al mencionar todas esas cosas?. — No me gusta el rumbo que está tomando esta charla, Sebastián.

Vio mi mensaje, más no respondió, sabía que estaba esperando a que yo dijese algo más, lo peor de todo es que preferí darle el gusto.

Pero, de existir una criatura que fuese capaz de otorgarme el poder que me llevará a cumplir lo que tanto deseo, el costo que tenga es irrelevante. —Lo envié y dejé el aparato justo por delante de mí, también parecía haberlo visto y ahora estaba escribiendo.

¿Aún si el precio a pagar…es tú alma? — Dios santo, su respuesta me ha dejado la piel de gallina, nunca, jamás en mis dieciséis años de vida me había detenido a pensar en esa posibilidad siquiera. Atiné a jadear, manteniendo mi vista fija en la pequeña pantalla que tenía en frente, él seguía escribiendo y tardaba tanto que comencé a creer que lo estaba haciendo a propósito.

Él tenía planeado esto desde el principio, con cualquier tema que pusiese sobre la mesa él se encargaría de que llegásemos a este punto crítico de la conversación sólo para poder desesperarme, presionarme a decir lo que él sabía lo que iba a oír.

Las manos me temblaban cómo nunca antes, cómo si en verdad me encontrase frente al mismísimo demonio, sentía el sudor recorrer mi rostro e incluso el agitado latir que mi corazón producía a cada segundo, cada vez con más rapidez.

Sí, que lo pongas así no hará que logre retractarme. — ¿Acaso era yo quién estaba escribiendo eso? Dudaba, dudaba completamente de mi poco sentido de la razón y lo culpaba de todo esto, por dejarse manipular tan sencillamente por un chico que escribía bonito, que era educado y demasiado para ser real. — Es un riesgo que se debe correr, supongo. —Finalicé enviando el mensaje.

No terminó allí.

Era sólo el principio, creía que en verdad él estaba demente.

Pues entonces…si es así cómo piensas. —La intriga llegaba a exasperarme, el torbellino de emociones sólo se acrecentaba en lugar de buscar su propia paz. La palabra escribiendo no ayudaba a mis nervios a calmarse. — En ese instante que sientas a la desesperación carcomerte por completo y creas que la vida se te acaba, será cuando grites mi nombre, sólo entonces yo apareceré y acabaré con todos lo que atenten contra ti.

¿Qué?

Debía estar bromeando.