PIEL DE ÁNGEL
- "No puedo creerme que otra tarde esté aquí esperando a que ella baje, a escaparnos del mundo. Siempre me digo que esto está mal, que ella es tu amiga, tu mejor amiga, y que Ron, tu mejor amigo está enamorado de ella… que todo esto no puede seguir así. Si os tenéis que esconder tan bien no debe estar lo que hacéis. Pero, ella con solamente una mirada puede hacer que pierdas la cabeza, cambias de opinión con que ella sólo te dé un absurdo argumento, ella te controla, y eso ella lo sabe, sabe que la amas y que no vas a poder acabar con todo esto, porque aunque duele no tenerla más que tres horas al día, por esas tres horas das la vida. Durante ese tiempo sois vosotros dos solos, dos almas que se aman, que se unen, que son una."
Hoy, como mañana y como siempre
y de enero a diciembre,
una cama blanca como la nieve
será nuestro refugio de seis a nueve,
de seis a nueve.
- "Ya baja, parece una princesa, está deslumbrante."
Hermione no dijo anda, sólo miró a Harry y le sonrió. No tuvo que hacer ningún gesto más, sobraban, el ojiverde se levantó y fue hasta ella. Él quiso besarla pero ella lo paró.
- Harry sabes que aquí no, espera sólo unos minutos.
Unos minutos, unos minutos decía, eso eran siglos para Harry, un segundo sin tocarla, sin besarla, sin amarla, era la peor tortura de su vida, pero sabía que si la quería tener debía ser así.
Los dos jóvenes subieron hacía la Sala de los Menesteres, la cual se convirtió en una acogedora habitación. Parecía como de una suite de un lujoso hotel. Entraron y cerraron la puerta. Harry no resistió más y se apoderó de esos labios que tanto ansiaba besar.
Tiempo de amor, amor a oscuras
que tan solo un cigarrillo
de vez en cuando alumbra
ese amor que vive en penumbra,
que vive en penumbra.
La comenzó a desnudar, tan suavemente como la primera vez que lo hizo y con casi los mismos nervios. No dejaron de expresarse el amor que sentían con caricias, besos y delicadeza.
De repente Harry paró. La castaña lo miró sorprendida buscando una respuesta en las dos esmeraldas que tan loca la volvían.
- Harry¿qué pasa?
- Herms, yo no puedo seguir así, te quiero, te amo con toda mi alma, estoy locamente enamorado de ti, pero esta situación me está matando amor. Yo no puedo seguir así, prefiero no tenerte nunca que tenerte unas horas y después tener que hacer como si esas horas nunca hubiesen sucedido. Estoy seguro de que sufriré menos.
- Pero…
- Lo siento Mione, pero es que no puedo seguir así, no puedo. Todo esto me está destrozando.
- Harry ya sabes que aún no podemos decir nada, sabes que está Ron, el que dirán, y sobretodo está Voldemort.
- Lo sé, lo sé, pero…
- Por favor Harry, no me dejes, por favor, yo… yo… te quiero.-se miraron intensamente y el ojiverde supo que no iba a poder dejarla, que aunque fuera de aquella manera, no podía perder la posibilidad de estar con ella. La volvió a besar y continuaron con lo que hacía un rato había iniciado.
A escondidas tengo que amarte,
a escondidas, como un cobarde,
a escondidas, cada tarde
mi alma vibra, mi cuerpo arde
a escondidas, cada tarde
te siento, piel de ángel.
Somos conversación predilecta
de gente que se cree perfecta,
somos de esos amores
prohibidos a menores,
por ser como son.
Hermione dormía un ratito sobre el pecho de Harry, quedaba escasamente cuarto de hora para tener que irse y volver a aparentar ser sólo amigos, pero el ojiverde disfrutaba al máximo del calor de su amada mientras pudiera. Sabía que al día siguiente volvería a pasar, que la volvería a tener, y ya le daba igual que aquello estuviera mal o no, la amaba y del modo que fuera iba a estar con ella.
- Tranquila Hermione, no te voy a dejar nunca, porque yo también te quiero.-le dijo Harry al oído apartándola un mechón del encrespado pelo. Hermione pesé a estar dormida dibujó una hermosa sonrisa en su cara.
