Capítulo 1: Ruptura

Mi respiración era rápida y temblorosa. Estaba empapado en sudor. Mi dedo resbalaba sobre el gatillo del arma con la que apuntaba a la cabeza de quién en un momento había sido mi mejor amigo. La sangre cubría mi ropa. El frío helaba mis pensamientos, los adormecía. Luego de la furia que me había inundado, ahora me asaltaba la duda. Pero la duda desapareció en un instante cuando volví a mirar a los ojos a aquel bastardo enfrente de mí. Sus ojos no mostraban arrepentimiento, tristeza, odio o miedo. No mostraban nada de nada…sinceramente, hubiese preferido detectar al menos un atisbo de sentimiento, sin importar cuál fuese. Solo estaban fijos en mi, ausentes. Apretando los dientes, jalé el gatillo. Un estallido retumbó en el callejón en el que me encontraba.

Es increíble como la vida de una persona puede cambiar tanto en tan poco tiempo, ¿No creen? Un instante. Solo un momento. Hoy al despertarme era un estudiante normal, con alguien que me importaba y a su vez le importaba yo a ella, amigos y sin ninguna preocupación mas allá de mis calificaciones y resultados deportivos. Y en éste momento, mi cuerpo estaba vacío, hueco, mientras las lágrimas caían por mis mejillas: Enfrentaba la muerte cara a cara, después de perder todo lo que alguna vez había querido, con mis sueños destruidos y mi confianza en todo aniquilada. Nunca nada volvería a ser igual para mí.

Ese instante del que hablo…mi antes y mi después…me gusta llamarlo ruptura. Pues bien, mi ruptura comenzó a la salida del Instituto el 3 de noviembre de 1999. Debía encontrarme con Sayuki, mi novia desde hacía más de un año. Estudiábamos en lugares distintos, y teníamos como punto de encuentro una parada del autobús a medio camino entre ambas escuelas. Al llegar Sayuki no estaba. Me llamó la atención, pero no me preocupó realmente.. Decidí ir a su colegio, pensando que quizás se hubiera retrasado por algo. Fue a los pocos minutos que todo se fue al demonio. Estando a pocos metros del lugar, una amiga de Sayuki, con la que había hablado unas pocas veces me interceptó. Estaba muy roja, tenía lágrimas en los ojos y tierra en su ropa. Miraba alrededor desesperadamente.

- ¿Toshiko-san? ¿Estás bien, pasó algo malo? – le dije. Mi voz pareció sobresaltarla. Me miró como si no entendiera mis palabras ni supiera quien era yo.

- Sayuki…- susurró – Sayuki, tiene a Sayuki, ¡Ese hijo de puta se llevo a Sayuki!

Esto último lo grito tan fuerte que mis tímpanos dolieron. Pero no me importó. Un escalofrío recorrió mi espalda como una descarga eléctrica.

-¡¿Qué?! ¿Quién? ¿¡Donde están, Toshiko-san!? – Aullé aterrado. Sentí como mi cara perdía el color y mi corazón latía cada vez más rápido.

- Akita-kun , Genji Akita se la llevó. Estaba armado. – Otro escalofrío, aún mas intenso sacudió mi cuerpo. Genji era mi mejor amigo. – Sayuki estaba conmigo. Dijo que no me atreviese a seguirlo o me mataría.

- ¿¡A dónde se la llevo!? ¡Dime de una vez! – grité sumido en un horrible caos mental. Toshiko solo señaló a un callejón a unos 60 metros. Inmediatamente mi cuerpo comenzó a correr furiosamente hacia aquel lugar, aunque mi mente estaba paralizada. A los pocos metros de entrar en aquel callejón escuche un grito de una dulce voz conocida. Un grito de miedo. Al poco tiempo otro grito cortó el aire…esta vez uno de dolor.

- ¡¡Sayuki-chan!! ¡Déjala en paz, Genji!

Cuando llegué al origen de los gritos, mi estómago se contrajo del horror. Genji, aquel con el cuál había reído tanto en el pasado, estaba de pie mirando un cuerpo inmóvil, sentado frente a una pared. La cabeza del cuerpo estaba torcida en un ángulo extraño. Una gran mancha de sangre manchaba la pared detrás del cuerpo. Era Sayuki, y estaba muerta.

- ¡¡Hijo de puta!! ¿¡Que has hecho!? – grité ahogándome con mis palabras

- La muy zorra no se dejaba. Tuve que calmarla. – Genji me miró. No se parecía en absoluto a mi amigo. Su expresión era más la de un demente. – Me gustó el sonido que hizo su cabeza – Aquellas palabras salieron de su boca con un suave tono de voz, la voz de un psicópata.

Grité. Las lágrimas empapaban mi rostro. Apretaba los puños, me cortaba las manos con mis uñas. Un calor interno quemaba todo mi ser. Deseaba venganza. Deseaba matar. Deseaba destrozar a aquel hombre, sin importarme nada. Sin pensarlo, salté sobre él con un bramido. Aparentemente, Genji no esperaba semejante reacción y no tuvo tiempo de alzar el arma que sostenía en su mano izquierda. De un cabezazo le rompí la nariz, e inmediatamente forcejeé por arrebatarle su arma. En menos de 10 segundos ya tenía su arma en mi poder. En un arrebato de furia descargue un brutal culatazo sobre su cabeza. Con un crujido, cayó de rodillas en silencio, agarrándose la cabeza. La sangre salía a chorros de la gran herida que le había provocado. Una inesperada satisfacción me llenó.

- Te mataré. ¡¡Te mataré, escoria, te mataré!!

Si tuviera que elegir un momento central para mi ruptura, indudablemente sería éste. Aquel momento en el que alcé la pistola hacia la cabeza de lo que había sido mi mejor amigo y, apretando los dientes, jalé el gatillo. No una, ni dos veces Vacié todo el jodido cargador en el inerte cuerpo de Genji. Y luego arremetí contra él usando mis puños. Golpeé hasta que el horror y el llanto reemplazaron la furia. No quedaba casi nada de Genji Akira. Me arrodillé en el suelo y me arrastré hacia el cuerpo de Sayuki. Tenia la mirada perdida y la expresión congelada…una expresión de puro miedo. Abracé y bese aquél cuerpo ensangrentado. No tengo idea cuanto me quedé ahí, ni cuánto tiempo pasó hasta que noté que Toshiko estaba mirándome en silencio. Cuándo tomé conciencia de esto, también tomé conciencia de las sirenas de policía que se podían escuchar a lo lejos. Toshiko debió haberlas llamado. Tras echar una última mirada a Sayuki, huí del callejón, dejando mi alma atrás.

Menos de una hora después me encontraba en el techo de un edificio de residencias, el único lugar dónde había conseguido intentar esconderme. Escuchaba los poderosos pasos de los policías subir las escaleras hasta dónde yo me encontraba. Mirando el cielo, subí a la cornisa de la terraza. Pensé nuevamente en Sayuki y en Genji. Levanté los brazos, formando una cruz con el cuerpo. Una lejana parte de mi mente escuchó el grito de "¡No lo hagas!" proviniendo de algún lugar detrás de mí. Pero ese gritó, la persona que lo había dicho y todo lo demás ahora formaba parte del pasado. Un mundo que deseaba olvidar y al cuál ya no quería pertenecer. Un mundo al que ahora odiaba. Con unas últimas lágrimas, me dejé caer al vacío. Mi nombre es Joichiro Nishi, y ésta es mi historia.