Cuando estamos solos

Capítulo 1: Fiebre.

Comenzó a temblar en la cama y se movió, hacía mucho frío para salir pero demasiado calor como para estar en la cama y envolverse en las cobijas que durante la noche su hermano le había alcanzado. Suspiró y giró su cabeza para ver como las gotas de lluvia golpeaban el ventanal. No debía pasar de la una de la tarde cuando al fin decidió levantarse.

¡Que maldita desdicha! Un sábado lloviendo torrencialmente y él, apenas y podía caminar de lo mareado que se encontraba. Fiebre. De nuevo había caído enfermo a pesar que trató por todos los medios de cuidarse luego de la fuerte gripe que había tomado hacía unos días, pero más bien pareciera que el tiempo estaba empeñado a hacerlo quedarse en su cama marinera.
Abrió la puerta y se deslizó hacia el living donde su padre se encontraba tomando té con su hermano mayor, sus mejillas estaban completamente rojas y sus ojos más caídos de lo normal. Inmediatamente Yuta se levantó de su asiento y se acercó a él para medirle la temperatura con la mano.

–Mmm, mamá, Yuki tiene fiebre –habló el mayor.

–¿Fiebre? ¿Hoy? Que mal, hemos estado planeando el viaje al templo desde hace dos meses –murmuró la mujer secándose las manos con su delantal y apoyándola encima de la cabeza de su hijo menor–. ¡Pero si estás ardiendo! Vuelve a la cama.

–Vamos a ir al templo, no puedo dormir, la cama empeora… –intentó avanzar dos pasos pero casi cae al suelo sino fuera por Yuta quien lo tomó.

–No señor, usted se quedará en la cama ¿qué haremos? –mira a su marido y éste niega con la cabeza.

–Pues, no podemos llevar a Yuki.

–Pero tampoco lo podemos dejar sólo en la casa querido, tiene 17 años pero está ardiendo de fiebre ¿qué pasa si empeora? Tiene que haber alguien cuidándolo, si quieren vayan ustedes y yo me quedo con él –habló la mujer.

–No mamá, vayan ustedes, haz esperado tanto para ir al templo, además no te preocupes yo haré todo lo posible para que Yuki coma bien y duerma –habló Yuta, la mujer hizo un gesto de negación pero su esposo se levantó del suelo y apoyó la mano en el hombro de la mujer.

–Yuta es muy responsable, dejémoslo a cuidado de su hermano.

–No soy un niño, no necesito que me cuiden –habló Yuki pero al avanzar dos pasos volvió a marearse y fue tomado en brazos nuevamente por Yuta–. Diablos.

–Está decidido, Yuta te quedas a cuidar de tu hermano, pero ¿no te molesta?

–En lo absoluto, somos gemelos.

Una frase extraña que ni el señor Asaba ni su mujer entendían del todo bien, pero de algo estaban seguros, sus gemelos podían leerse la mente y tener una extraordinaria empatía entre sí, eso sólo pasaba por la forma rigurosa de criarlos. Ellos, solían juntarse a pesar que los padres intentaban separarlos y hacerlos independientes, pero era difícil cuando no se tenía el dinero suficiente para comprar una casa con una habitación para cada uno.
Muchas veces, la señora Asaba entró al cuarto de los gemelos para llevar cobijas y observó que dormían en la misma cama, muy a pesar de tener dos; también su padre noto que instantáneamente Yuta tomaba un rol mucho más maduro que Yuki a la hora de establecer roles y pautas para que "la parejita" funcione. Aun recordaba aquel día donde ambos se habían peleado por la limpieza, Yuki se fue de casa a la de Kaname pero poco después volvió cuando su hermano lo fue a buscar; o también aquel día donde sin querer Yuta rompió uno de los mangas favoritos de Yuki y éste salió corriendo bajo la lluvia llorando, Yuta fue a buscarlo y le compró un tomo nuevo. Eran inseparables y más aún, plenamente reconciliables.

–Yuta, los números de las ambulancias están en la nevera –habló la mujer desde la puerta, Yuta se encontraba en el cuarto exprimiendo un pañuelo para luego colocárselo a Yuki en la frente–. Y la comida está en la estantería, cocínala a fuego lento o se quema.

–Cariño, Yuta sabe cocinar, anda vamos.

–Llámanos cualquier cosa, mamá los ama –murmuró la mujer, Yuta suspiró y su marido la tomó del brazo–. Vendré enseguida, ¿quieres que me quede? Mejor me quedo.

–¡Por amor a dios mujer! Déjalos solos.

–Sí, bueno, nos vemos chicos –la mujer al fin salió cerrando la puerta tras de sí.

Yuta se levantó y caminó hacia la cocina para preparar el almuerzo, Yuki inmediatamente estiró su mano y tomó un volumen de manga que se encontraba cercano a él. Intentó leerlo pero no podía, los mareos eran cada vez más fuertes.

–Yutaaaaaa.

–¿Hm? ¿Pasa algo? –el mayor se asomó por la puerta.

–No puedo leer manga, léemelo tú.

–Pero Yuki, ese manga lo has leído tantas veces que dudo que no te lo sepas de memoria –el muchacho volvió a la cocina para ver como marchaba la sopa.

–Quiero leerlo de nuevo y no puedo porque estoy mareado.

–Pues ahora estoy ocupado, más tarde.

–Ahora.

–No Yuki.

–Quiero que me lo leas –nuevamente intentó convencerlo, pero si de algo es consciente Yuta, es que aquello no le serviría a Yuki.

–No.

–¿Por qué?

–Estoy ocupado Yuki, cuando termine de hacer la sopa te lo leo, pero mientras tanto –no terminó, pues era obvio a lo que se refería.

Silencio. Ese aterrador silencio que a Yuta le paralizaba los nervios, intentó hacerse el desentendido y continuar con la comida pero le perturbaba pensar que Yuki no estaba haciendo absolutamente nada, existían dos posibles respuestas: O se había quedado dormido o estaba tramando algo.
Giró su cabeza y encontró a su hermano parado en el lumbral de la puerta, caminando lentamente mientras se sostenía con la pared.

–Yuki, vuelve a la cama.

–No quiero, sabes que no puedo dormir ni estar tranquilo sino estas a mi lado –susurró bajando la cabeza, fue ahí que Yuta entendió, era una excusa lo del manga, sólo quería estar junto a su hermano.

El mayor se acercó lentamente y le tomó con los brazos, guiándolo, hacia la mesa. El contacto personal era lo más preciado para los gemelos, más que nada porque, desde el vientre, nunca habían perdido ese deseo de permanecer unidos aun ante la adversidad. La cabeza de Yuki cayó desmedidamente en el hombro de Yuta y ahí quedó, parecían estarse abrazando durante un largo periodo, pues Yuki no se movía y lo único que sentía Yuta era el respirar en su cuello.

–Yuki….

–¿Hm?

–Se va a quemar la sopa.

Yuki se separó suavemente y le miró a los ojos a su hermano, éste simplemente lo obligó a sentarse en una silla y caminó hacia la cocina para atender la sopa que estaba lista. Apagó el fuego y comenzó a servir mientras el menor jugaba con sus dedos e intentaba no pensar en lo sucedido anteriormente.
¡Mierda! Estaban solos, completamente solos y aun así Yuta actuaba tan indiferente ¿habría sido por lo de Takahashi? Ya le había pedido disculpas pero Yuta era un árbol difícil de roer.

–¿Estás enojado conmigo? –preguntó Yuki.

–¿No lo sientes? –contestó con otra pregunta.

–¿Lo estás?

–Siéntelo ¿crees que estoy enojado? –Murmuró acercándose con los dos platos de sopa, extendiéndole uno a su hermano y sentándose frente a él–. ¿Qué sientes cuando me miras?

–Quiero….

–¿Qué?

–Besarte.

–Mmm, yo también –murmuró mientras continuaba bebiendo del contenido del bol. Yuki baja la mirada y observa la sopa, pero no tiene apetito.

–No tengo hambre.

–Come Yuki, estás enfermo –murmuró Yuta, el chico negó rotundamente y alejó el plato–. No seas quisquilloso.

–No lo soy, no tengo hambre.

–No me hagas hacer lo mismo que cuando éramos niños para que comas la sopa, era asqueroso.

–¿hm? ¿Qué cosa?

–Te lo daba de la boca.

–Eso no es asqueroso.

–Si, de boca en boca.

–Aaaaghm ¿eso hacíamos? –un gesto de asco inundó sus hermosas facciones.

–Lo único que me gustaba de eso era besarte, porque el resto era horrible….–rió bajo, era la primera vez que Yuta reía frente a él, ninguno de los dos era discípulo de la risa, pero ahora, eso contagió al menor.

–Tal vez si me besas me dará hambre.

–Yuki, tú sabes que pasará, si te beso no pararemos más, la comida se enfriará y despertaremos al oír a mamá llegar, no puedo arriesgarme a eso nuevamente, ya sabes cómo es ella, no nos deja solos un segundo y siempre regresa temprano, la última vez no sé cómo se creyó la mentira tuya.

–¿Cuál? La que le conté, esa que dice: "es que estaba por meterme al baño pero Yuta me ganó", bueno, no le podía decir que salía de bañarme, no tenía el pelo mojado.

–Si lo tenías, bueno, un poco.

–Iba a darse cuenta, ¡estaba sudado! –musitó y bajó la mirada.

–Come.

–No tengo hambre…. ¿Me lees el manga?

–Si no comes no te leo el manga.

–Búscate una excusa mejor.

–Si no comes, no te besaré más y tendrás que morir sólo y desahuciado acompañado por miles de gatos en un departamento de soltero.

–¡Oye! Puedo casarme ¿sabías?

–Ja, claro que no, con tu carácter….

–Te conseguí a ti, es suficiente… –inmediatamente un ruido se escucha, un golpe en la mesa y Yuta estaba besándole.

Yuki por alguna extraña razón lo sabía y se preparó, eran gemelos, lo sentía, podía percibir levemente como pensaba su hermano, lo que no sabía era que el acalorado beso duraría un rato más.

Continuará.

Este fic tiene dos capítulos, el siguiente es lemon, prepárense.