Marinette ama oír el ruido de la lluvia chocar contra los cristales de su ventana o que las gotas gélidas empapen sus mejillas. Porque con solo cerrar sus ojos viene la imagen donde Adrien le entrega su paraguas, revive el sentimiento de amor que nació por él, sintiendo los latidos de su corazón incrementados.
Fue la primera vez que amo la lluvia.
Y no fue la última.
Descubrir sus identidades como confesar sus sentimientos. Todo sucedió mediante un día de lluvia. Su primer beso, su primera cita. Todas y cada una de sus primeras veces. Estaba lloviendo.
También cuando Adrien le fue a pedir matrimonio a Marinette, todo parecía indicar que iba a hacer un día lindo con el sol radiante y de forma inesperada cuando Adrien se arrodilla, empieza a llover.
El día de su boda también llovió.
Parece que todos los hermosos recuerdos con él, estaba la lluvia presente. Por supuesto hubo bellos recuerdos en presencia del sol o de las nubes o nevando.
Pero lo días que llovía son los que más se marcaron en su mente.
¿Casualidad? Quizás.
Los nacimientos de sus tres hijos también llovían. Lo único factible que podía decir que cada vez que llovía presagiaba algo bueno. Por eso, tal vez, cuando Adrien murió había sol.
Ya eran viejos, sus hijos ya habían crecido y estaban rodeados de hermosos nietos. Adrien cuando se fue no tuvo nada de que lamentarse, lo único que de seguro lamentaba era dejar a su esposa atrás.
Y Marinette lamentaba no haberse ido con él.
En el día de hoy estaba lloviendo y Marinette con su paraguas. Se dirigió al cementerio. Le gustaba visitarlo los días de lluvia, a pesar de que lo visitaba todos los días. Los días de lluvia eran especiales.
Iba a paso lento, ya que con su avanzaba edad le dificultaba caminar. Esta iba cubriéndose con un paraguas, llevando colgado por su antebrazo otro paraguas y con su otra mano llevaba una rosa roja.
Abrió el otro paraguas y cubrió la lápida dejando la rosa debajo de ella. Sonriendo al ver la flor porque ahora es ella la que le entrega rosas. Se quedó minutos ahí contemplando la rosa y recordando momentos que vivió con su marido.
No dijo nada porque no había nada que decir, lo visitaba cada día que algunas veces no tenía nada nuevo que contar, pero siempre cuando se iba siempre le decía lo mismo.
— Espero poder estar a tu lado pronto.
Y volvía por el mismo camino que vino.
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Meses después...
Marinette no despertó aquella mañana, su corazón dejo de latir mientras dormía siendo, al parecer, un hermoso sueño ya que una sonrisa esbozaba, entretanto la lluvia chocaba contra el cristal de la ventana.
Siendo por fin el día en que ella estaría por fin junto a Adrien.
