Three shot: Inesperado

Sinopsis: Bella Swan, una adolescente licántropo tiene un accidente con su coche y cuando despierta en el hospital lo primero que ve es el rostro de un hombre, un perfecto rubio de ojos dorados llamado Doctor Carlisle Cullen.

Bella se imprimara en él sin pensarlo dos veces, pero Carlisle esconde un oscuro secreto. Él no es humano.

Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer. Fiction Rated M (+16)

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Capítulo 1

Bella POV

-¡Pero yo no lo amo! –exclamé llena de rabia.

-Es tu deber, debes casarte con él… debemos mantener la pureza de la raza, él te ha elegido –mi madre me tomó del brazo con fuerza.

-¿No comprendes? ¡No lo amo! –grité empujándola.

-¡Isabella! ¡Vuelve aquí inmediatamente! –me subí al coche y aceleré alejándome de mi madre que comenzaba a ponerse furiosa.

-No lo acepto, no lo haré ¿acaso creen que son mis dueños? –susurré nerviosa.

Me sentía impotente, no quería casarme con Sam, no deseaba ser su esposa… no lo amaba y no me importaba si él se había imprimado en mí.

-¡Los odio! ¡Los odio! –grité golpeando el manubrio.

De repente me paralicé, un ciervo se cruzaba por la carretera.

-¡Joder! –exclamé intentando esquivarlo, pero el coche comenzó a dar vuelcos –Ahhhhhhhhh –grité hasta que se detuvo.

Intenté quitarme el cinturón de seguridad, me costaba demasiado, tenía el brazo roto.

-¡Ayuda! Por favor –sollocé entre lágrimas.

-¡Oye! ¿Estás bien? –un coche frenó detrás de mí y una mujer se me acercó.

-A-ayúdame –tartamudeé perdiendo la conciencia.

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-Señorita –me despertó una voz masculina.

Abrí los ojos, un hombre de cabello rubio y ojos dorados estaba frente a mí.

Miré sus ojos fijamente y no pude evitarlo, me imprimé en él, era perfecto, era como sentir la gravedad, de pronto no era la tierra la que me sujetaba. Haría cualquier cosa por él, protegerlo, amarlo, cuidarlo. Sería cualquier cosa que él necesitara. Una amiga, una esposa, una protectora.

-Mire la luz, por favor –susurró alumbrando mis ojos con una linterna pequeña.

-¿Cómo se llama? –pregunté atónita por su belleza.

-Dr. Carlisle Cullen –se presentó sonriendo –Dígame su nombre señorita, tuvo un accidente –aclaró luego.

-Bella… Isabella Swan –tosí.

-Dime Bella ¿tienes familia? –preguntó ayudándome a incorporarme.

Cuando me tocó sentí algo extraño, había algo en él, algo que no estaba bien.

-Mi… m-madre –tartamudee.

-¿Recuerdas su número telefónico?

Asentí y le dicté el número.

-No se vaya –supliqué agarrándolo de la mano –Ah –jadee en cuanto sentí su piel helada como el mismísimo hielo.

-¿Sucede algo? –me sostuvo con cuidado.

-Su piel, es tan… tan…

-¿Tan?

-Fría –susurré fijando mis ojos en él, parecía confundido.

-Iré a llamar a su madre –me soltó la mano bruscamente y se alejó con rapidez.

-¡Carlisle! –exclamé estirando mi mano.

-Tranquila, el doctor volverá luego –una enfermera me obligó a recostarme.

Me sentía confundida, su piel se sentía como… ¡no, imposible! No podría imprimarme en un chupasangre ¡jamás!

Mi cabeza daba vueltas, y tenía un dolor inmenso, mi brazo izquierdo estaba roto.

Una hora más tarde

-¡Hija! –exclamó mi madre sacudiéndome.

-Señora, por favor, la lastimará –la enfermera la frenó a tiempo.

-Por dios, madre, me duele todo, no hagas eso –susurré.

-¡Oh mi niña! ¡Estás bien!

-Ella estará bien, no se preocupe, quedará en observación dos días –explicó una mujer.

-¿Dónde está el doctor Cullen? –interrumpí.

-Yo seré tu doctora, Cullen no podrá atenderte, tiene mucho trabajo.

-No, no, quiero al doctor Cullen –insistí.

-Cariño ¡no seas mal educada! –mi madre me regañó.

-Mi nombre es Irina Denali, si necesitas algo, solo debes pedirle a la enfermera, se ocupará de ti. Mañana a primera hora vendré a verte –aclaró luego y se retiró.

-¿Quién es ese tal Cullen? –mi madre preguntó ansiosa.

-Un doctor –expliqué sin más detalle.

Si le decía que me había imprimado en él, me mataría.

-¡Bells! –gritó Sam ingresando a la habitación.

-¡No! ¿Qué hace él aquí? –lo señalé furiosa.

-¿Estás bien? –me acarició el cabello.

-¡Aléjate! –grité desesperada.

-¡Isabella! –mi madre me regañó nuevamente –No seas así con Sam.

-No deseo tenerte cerca, Sam –susurré cerrando mis ojos para dormirme.

-Yo… esperaré afuera –respondió con tristeza.

Sam me perseguía por todos lados, se había imprimado en mí y me tenía harta. Mi madre deseaba que me casara con él para mantener el linaje, pero yo no lo amaba, y menos ahora que me había imprimado en alguien más.

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Carlisle POV

Esa niña sabe lo que soy, o al menos lo sospecha. Cuando toqué su piel sentí que algo no estaba bien en ella.

-¿Por qué llegaste tan temprano? –preguntó Jasper asomándose.

-No fue un buen día –aclaré quitándome la chaqueta.

-Estoy ansioso por viajar a Canadá –comentó Jasper.

-La semana próxima iremos, ya arreglé todo para el traslado.

-¿Por qué estás tan apresurado? ¿Sucedió algo?

-¿No querías ir a Canadá pronto?

-Pues sí, pero no creí que ya fuéramos a irnos… Creí…

-La semana próxima nos iremos –respondí.

-Hoy salí de cacería –susurró.

-¡Jasper!

-Lo sé, lo lamento… tenía hambre. Encontré un venado cerca de la playa, era un gran venado, tenía tanta sed que hasta pensé en comerme a una persona –explicó.

-Debes controlarte mejor, Jasper.

Asintió –Ví un lobo, un gran lobo en los alrededores de la playa.

-¿Un lobo?

-Era un alfa, pude olerlo.

-¿Alfa? ¿Lobos? ¡Eso es! ¡Ella era una mujer lobo! ¡Su olor! ¡Lo sabía!

-¿De qué hablas?

-Una joven llegó al hospital luego de un accidente automovilístico y sentí algo extraño en ella cuando la toqué, y ella sintió algo en mí ¡lo sabía!

-Perfecto, hay una manada de lobos en Forks y vendrá por nosotros –puso sus ojos en blanco.

-Mañana la enfrentaré.

-Mañana deberíamos irnos, Carlisle –Jasper comenzaba a ponerse nervioso.

-Calma, yo me ocupo de esto. Una semana más y estamos disfrutando en Canadá.

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Bella POV

Al día siguiente

-Isabella –la voz de Carlisle me despertó.

-¡Oh, Carlisle! –exclamé entusiasmada por oír su voz.

-¿Qué sabes de mí? –preguntó de forma agresiva.

-¿Disculpa?

-¿Qué sabes?

-¿Acaso eres…? –pregunté y sus ojos se volvieron negros –¡Lo eres! ¡Lo eres! –grité desesperada.

¡Carlisle era un vampiro, me había imprimado en un vampiro! ¡Si la manada lo descubría, estaba muerta!

-Si le dices a alguien, te mataré –me amenazó furioso.

-Yo… p-pues –tartamudee.

-¡Te mataré! –repitió y luego se alejó.

Al rato llegó mi madre –¿Cómo te sientes hoy?

-Bien –mentí aun temblando, tenía miedo de que mi madre descubriera lo que había hecho, me había enamorado de un vampiro ¡sacrilegio!

-¿Qué sucede, cariño? Estás temblando –me frotó con sus manos.

-Estoy bien, bien –repetí.

-Doctora –mi madre saludó a Irina.

-¿Cómo te sientes, Isabella? –preguntó revisando mis pupilas.

-Me siento bien –respondí a secas.

-Tu pulso está muy acelerado ¿sucedió algo?

-No –mentí.

-¿Segura?

Asentí.

-¿Ya puedo irme a casa?

-Mañana por la mañana podrás irte –aclaró.

Mordí mi labio inferior –¿No podré irme hoy? Me siento bien, de verdad.

-Aún no lo creo prudente.

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22:45 pm.

Estaba quedándome dormida cuando unas pisadas llamaron mi atención.

Me levanté nerviosa y asustada, mi madre no estaba en la habitación ¿A dónde habría ido?

-¡Nos has traicionado! –exclamó Sam empujándome.

-¡Sam!

-¡Traidora! –gritó Paul repugnándome.

-No… perdón, lo lamento. ¡No sabía! ¡No sabía! –grité desesperada.

-¡Morirás como una traidora! –Quil me pateaba con fuerza.

-¡No, Quil! ¡Detente! –supliqué adolorida.

-¡Asquerosa traidora! –mi madre ingresó en la habitación y me tomó del cabello.

-¡Nooo! ¡Por favor! –sollocé intentando zafarme.

-¡Morirás, Bella, morirás! –Sam me dictó la sentencia de muerte.

-¡Bella! –de repente desperté, mi madre estaba sobre mí con el rostro confundido.

-¿Mamá?

-¿Qué sucede? ¿Qué sueñas? ¿Por qué gritas así? ¿Acaso soñaste con el accidente? –preguntó preocupada.

-Sí –mentí con el corazón a mil.

-Calma hija, calma –posó su mano en mi pecho.

Asentí cuando una lágrima recorrió mi mejilla.

-No llores, estás bien, estoy aquí contigo –me abrazó.

Era una traidora y tarde o temprano la manada se enteraría.

Tenía mucho miedo, no quería morir.

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07:00 am.

-¿Ya puedo irme? –le pregunté a la enfermera ansiosa.

-La doctora llegará en unos minutos y te dirá cuando puedes irte –respondió.

Me dolía la cabeza, tenía flashes de Carlisle cada tanto, lo imaginaba, no podía evitarlo, lo amaba aunque rompiera todas las reglas de la naturaleza.

-Bien, Isabella, ya puedes irte –la doctora Denali ingresó con buenas noticias.

Me vestí con ayuda de mi madre, tenía el brazo izquierdo enyesado –Es muy incómodo –me quejé.

-Pronto sanará –intentó consolarme.

Sanaría pronto, lo sabía, desde que me había convertido, toda herida sanaba más rápido de lo normal.

Cuando llegué a casa me crucé con Billy, esposo de mi madre.

-Hola –lo saludé.

-¿Cómo te sientes? –preguntó ayudándome a sentarme en el sofá –Sam vendrá a verte luego para la cena –comentó y me cambió el humor.

-No deseo verlo.

-Lo verás –mi madre interrumpió.

-¿Acaso no me dejarán en paz? ¿No les alcanzó con lo que sucedió la otra noche?

-¿Es una amenaza? –Billy me enfrentó furioso.

-¡Isabella! ¡No le hables así a tu padre!

-Él no es mi padre –susurré furiosa.

Mi padre había muerto por causa de un enfrentamiento con vampiros.

Billy se había casado con mi madre luego de que quedara viuda para cuidarla y cuidar de mí. Me había criado como su hija, pero no lo era.

-¡Ve a tú habitación! –gritó Billy enfurecido.

Me dirigí a mi habitación como un torbellino.

-¡Los odio! –gruñí cerrando la puerta con fuerza –Ouch –me quejé luego del brazo, me dolía.

Horas más tarde

-¿Bells? –Sam ingresó a mi habitación.

-¿Qué quieres? –pregunté evitando mirarlo a los ojos.

Temía que descubriera que me habían imprimado de un vampiro.

-He sentido tu dolor, he sentido tu angustia –confesó.

-¿Y? –me encogí de hombros.

-Algo malo te sucede, y no tiene nada que ver con el accidente, puedo sentirlo.

-Nada, no sucede nada –negué nerviosa.

-¿Acaso te has imprimado en alguien más?

-¡Vete! –lo empujé fuera de la habitación, estaba comenzando a meterse en mi cabeza.

Al imprimarse de mí, tenía el poder de sentir lo que yo sentía.

¿Debía llamar a Leah? ¿Contarle todo? ¿Sería capaz de comprenderme?

Minutos más tarde, dando vueltas con el teléfono en mano, decidí llamarla.

-¿Leah? –marqué su número.

-¡Bella! ¡Qué alegría! ¿Cómo te sientes? –preguntó ansiosa.

-Pues me siento mejor… por suerte estoy viva –ironicé.

-Mi padre no ha querido que te visite, dice que eres una mala influencia. Por lo de Sam –susurró.

-No lo amo, Leah –musité.

-Lo sé, lo sé. Pero es un insulto para la manada que no lo aceptes.

-Me imprimé en alguien más –lo escupí sin medir las consecuencias.

-¿Qué? ¿En quién?

-Tenemos que vernos –le pedí desesperada.

-Mañana después del almuerzo iré, ahora no puedo, mi padre lo notará.

-No le digas nada a nadie, no quiero tener problemas con Sam.

-No diré nada, lo prometo.

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10:30 am.

-¡Bella! –la voz de Leah fuera de la casa me hizo despertar.

-¡Creí que vendrías luego del almuerzo! –grité asomándome en la ventana.

-¡Pude escapar! ¿Me abres?

Bajé las escaleras con cuidado y le abrí.

-¿Quién es el afortunado?

-¿Quieres un té? –le ofrecí nerviosa, intentando evadir su pregunta.

-¡Anda, Bella, dímelo!

-Lo conocí en el hospital… yo solo lo ví y sucedió. No pude evitarlo.

-Es así como sucede –comentó riéndose.

-No puedes decírselo a nadie, o moriré, Leah.

-Oye, Sam estará furioso, pero no creo que te asesine, Bella –lanzó una carcajada.

-¡Es un vampiro! –exclamé.

-¿Qué? –Leah se quedó paralizada –¿Un… un vampiro? ¿Acaso estás loca?

-No pude evitarlo. Cuando sentí su piel ya fue demasiado tarde.

-No puedo creerlo –caminó en círculos nerviosa –Sam lo sabrá, sabrá que te imprimaste en alguien más, lo sentirá y tendrás que confesarlo. Tienes razón, morirás –sollozó –¡Te matarán, Bella! ¡La manada lo verá como traición!

-Lo sé, pero necesitaba decírtelo… necesitaba desahogarme, esto me está matando.

-¿Qué haremos? –me tomó de la mano –¿Tu madre lo sabe?

-¡No! ¡Claro que no!

-Maldición –susurró –¿Él lo sabe?

-¿Quién?

-El vampiro, Bella, el vampiro.

-Ahhh… pues no, no pude hablar mucho con él. Cuando hablamos, me amenazó de muerte.

-¿Qué?

-Sé lo que es, y él sabe lo que soy, estoy segura. Me odia.

-Estás frita, amiga –respondió negando con la cabeza.

-¡Leah, que temprano! ¿Qué haces aquí? –mi madre bajó las escaleras algo dormida.

-Vine a ver como estaba Bella, pero mi padre no lo sabe, por favor señora Black, no le diga nada –suplicó.

-No le diré, ahora ve a casa –ordenó mi madre dándole un beso en la mejilla.

-Adiós, Bella –me despidió con un abrazo –Te ayudaré a resolverlo, no hagas nada y mantente callada –susurró en mi oído.

Asentí.

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14:00 pm.

Llamé al hospital –Quisiera saber dónde puedo encontrar al doctor Cullen –pregunté a la telefonista.

-El doctor tiene el día libre –aclaró la mujer del otro lado.

-¿Pero puede darme algún teléfono o dirección?

-¿Quién es usted?

-Fui su paciente ayer, estuve internada porque sufrí un accidente, tengo mucho dolor y quisiera que viniera a revisarme –mentí.

-Puedo darte su teléfono, eso es todo –susurró.

-Claro, claro, gracias –copié el teléfono en mi libreta.

Marqué su número, pero no respondió. Volví a intentarlo dos veces, pero fue inútil.

-¡Ángela! –exclamé tomando mi laptop.

-¿Estás? –le escribí en el chat.

-Bells –respondió –¿Cómo está tu brazo? –escribió.

-Necesito un favor cibernético –contesté.

-¡Dime!

-Localiza este celular por mí –le pasé el número –Sé que sabes hacer estas cosas, por favor.

-Claro, ahora mismo lo hago –respondió rápidamente.

A los pocos minutos me envió una dirección.

-De ahí proviene la señal –aclaró.

-Muchas gracias, no le digas a nadie. Más tarde nos comunicamos. Te quiero –respondí desconectándome del internet.

Ángela era un cerebrito cibernético, una gran amiga de la infancia, íbamos juntas a la escuela primaria, nos alejamos cuando me convertí, la manada no permitía que tuviéramos una vida social fuera del círculo. No sabía mi secreto, deseaba contarle, pero no quería que su vida corriera riesgo.

Me coloqué la chaqueta como pude, tomé mi bolso y caminé en puntillas de pie. Tomé las llaves de Billy, salí por la puerta trasera y me dirigí a la camioneta.

Programé el gps y conduje lentamente por la ruta hasta la ubicación de Carlisle. No sé qué intentaba demostrar o hacer, pero tenía que verlo, no podía evitarlo.

Una casa de madera en medio del bosque señalaba la dirección exacta.

Bajé del coche y caminé hacia ella con la frente en alto.

Carlisle POV

Me sentía inquieto, ansioso.

-¿Cuándo nos iremos? –Jasper insistió.

-El lunes, nos iremos el lunes –repetí rascándome la cabeza.

-¿Y si vienen por nosotros?

-Aún faltan dos semanas para la luna llena –respondí.

-¿Qué hay del alfa?

-Es tan solo uno, Jasper, no podrá con ambos.

-Creo que estamos arriesgándonos sin sentido, o ¿acaso tú deseas quedarte por alguna razón?

Ignoré su pregunta.

-Carlisle –me tomó del brazo –Ponemos en riesgo nuestras vidas.

-Todo estará bien –insistí.

Toc toc; alguien tocó la puerta.

-¿Quién podría ser? –Jasper me miró confundido.

Caminé hacia la entrada y sentí su olor, era ella, la chica lobo.

-¿Qué quieres? –abrí la puerta violentamente.

-Yo… yo –tartamudeó nerviosa.

-¿Qué haces aquí? ¿Acaso quieres morir, niña tonta?

-Yo tengo que decirte algo –jadeó.

-¿Quién es ella? –Jasper interrumpió.

-Ve adentro –ordené.

-Mi manada me matará si descubren la verdad –susurró.

-¡A mí no me interesa! –exclamé cerrándole la puerta en el rostro.

-¡Me imprimé en ti! –gritó.

¿Se había imprimado en mí? ¿Acaso estaba loca?

Abrí la puerta –¿Te volviste loca, cierto?

-Yo no pude evitarlo… no lo sé.

-Vete de aquí ¡vete! –la eché furioso.

Lágrimas recorrieron sus mejillas repletas de pecas.

-¡Vete! –repetí.

Se dio la vuelta y corrió hacia su camioneta.

Encendió el motor y antes de partir me lanzó una mirada.

Me rompió el corazón, sus ojos verdes me decían cuanto me amaba.

Desvié mi mirada apenado por lastimarla y cerré la puerta.

-¿Qué fue eso? –Jasper se acercó.

-Nos iremos hoy mismo, guarda tus cosas –aclaré dirigiéndome a mi habitación para armar la maleta.