Sacrificios por un Imperio

Disclaimer: los personajes de Sakura card captor no me pertenecen, le pertenecen a… bueno… a quien lo creo.

¡Disfrútenlo!


Miro con recelo al hombre frente a él. Sabía que tenía que hacerlo por su Imperio, pero…

¿Sacrificar su libertada?

Mordió su labio inferior para evitar soltar un sollozo, ella aún no se quería casar, quería seguir hiendo con sus amigas a fiestas, conocer chicos, ¡vivir su vida como toda adolecente de 16 años!

Sin embargo, sabía que no importara cuan fuerte fuera su deseo de ser libre, simplemente no se podía dar el lujo de renunciar a poder tener una alianza entre el Imperio de la luz y el de la oscuridad. Era una oportunidad única, y para poder hacerlo, la hija de los reyes de la luz debía contraer matrimonio con el hijo de los reyes de la oscuridad.

En resumen:

Tomoyo Daidouji y Eriol Hiraguisawa debían casarse.

No es que no le agradara, al contrario. Eriol era como todo un príncipe de cuentos de hadas; Amable, caballeroso, gentil, atractivo, listo y… ¿Por qué no?, gracioso y divertido. El sueño de cualquier princesa, solo le faltaba el caballo blanco. Y debía decir que en lo poco que lo conocía, le había agradado lo suficiente como para aceptar su compromiso.

Si, aceptaba el compromiso, pero eso no quería decir que quisiera casarse. Aún tenía la pequeña esperanza de que hubiera otra forma de arreglar las cosas. Por eso, los dos se encontraban sentados uno enfrente del otro en la gran sala del Palacio de Jade, donde sus padres intentaban arreglar las cosas con el consejo de ancianos de ambos reinos.

- Y, dígame… princesa Daidouji… ¿Cree que nuestros padres puedan arreglar las cosas? – pregunto el pelinegro, tratando de romper el incómodo silencio que los rodeaba.

- No lose.-suspiro mirando a la gran puerta de madera con inscripciones en plateado.- pero siendo sinceros, espero que si.- murmuro más para sí que para él.

El pelinegro la observo fijamente antes de volver a hablar.

- Si en la posibilidad de que nuestros padres no lo lograran… ¿estaría dispuesta a contraer matrimonio…conmigo? - pregunto con un deje de curiosidad.

La amatista suspiro.

- Si, estaría dispuesta a hacerlo, pero siendo sinceros no quiero hacerlo.- confeso.

Eriol la miro con intensidad, logrando que la amatista se pusiera incomoda.

- N-no es que no me agrade joven Hiraguisawa, es solo que no me siento…. Lista… para casarme y dirigir un Imperio siendo tan joven.-explico lo mejor posible.

No solo dejaría su libertad, si no también tendría que convertirse en reina y dirigir todo, y ella no tenía ni la madurez, ni la experiencia suficiente para hacerlo. Estaba segura de que sería un fracaso total, y no quería dejar en ridículo el honor de su familia.

- No se preocupe princesa Daidouji, yo tampoco quiero contraer matrimonio.-tranquilizo mientras le dedicaba una sonrisa encantadora, la cual provoco un leve sonrojo en la joven princesa. – yo tampoco me siento listo para ser rey, temo que siendo tan joven y sin la madurez ni la experiencia necesaria, llegue a ser un total fracaso.- rio con una sonrisa nerviosa.

Tomoyo lo miro entre sorprendida e incrédula.

- ¿Cómo…?

- Sencillo, tu mirada refleja parte de tus emociones, además de que los dos nos aremos responsables de los imperios siendo muy jóvenes, por lo cual no es difícil adivinar sus pensamientos.- explico tranquilizando a la pelinegra.

Tomoyo suspiro aliviada, antes de reír levemente.

- ¿Sabe joven Hiraguisawa? Es bueno saber que no soy la única que piensa así.- comento con alivio.

Eriol iba a decir algo, mas fue interrumpido por el sonido de la puerta que se habría lentamente. Tomoyo se paró con rapidez de su asiento, esperaba con el alma que sus padres pudieran arreglar las cosas.

De la puerta salieron Sonomi daidouji junto a Hikaru Daidouji, un hombre alto y apuesto de cabello negro, con ojos violetas claro y tez blanca.

Detrás de ellos, Clow Reed junto a su esposa; Tsukiko Hiraguisawa, una mujer de estatura media, cabello plateado largo hasta sus tobillos, ojos dorados brillantes y tez blanca.

- Tomoyo… – llamo su madre

La pelinegra sentía su corazón palpitar fuertemente, un mal presentimiento comprimió su pecho.

- ¿Pu-pudieron... arreglarlo? – pregunto casi con miedo.

Sonomi negó con la cabeza. A Tomoyo se le paro el corazón, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos amatistas. Sin poder evitarlo, miro levemente al pelinegro, este tenía la mirada gacha y una mueca de tristeza en su rostro, su cuerpo temblaba levemente por el esfuerzo de no llorar.

Y es que ninguno de los dos quería casarse, ¡simplemente no estaban listos! ¿Es que acaso no lo entendían? Ellos querían vivir su vida, aprender de sus errores, ganar la suficiente experiencia y madurez para hacerse cargo del Imperio, casarse con quien ellos amaran y subir al trono cuando estuvieran listos.

Tomoyo sentía que el aire se hacía más pesado y no llegaba a sus pulmones. Su cuerpo se hacía más pesado que de costumbre y la necesidad de llorar se hacía cada vez más fuerte y desesperante.

- Y-ya veo...- balbuceo mirando al piso que, en esos momentos, era lo más interesante del universo para ella.

- Tomoyo, lamentamos que esto sucediera pero… no podemos hacer nada. Los del consejo son los que tomaron la decisión y ya no la van a cambiar.- explicó Hikaru viendo a su hija con tristeza.

- N-no se preocupen, lo entiendo.- murmuro por lo bajo.

- Tomoyo…

- Si me disculpan... – interrumpió la pelinegra a su padre. - …iré a tomar aire fresco. Con su permiso.- hizo una reverencia a sus padres y luego a los padres de Eriol.

A paso lento salió del palacio. Una vez que la puertas se cerraron detrás de ella…

Corrió.

Corrió como nunca antes lo había hecho en su vida.

Finas lágrimas caían por sus mejillas, pero eso poco le importaba. Tampoco le importaba el hecho de no ver hacia donde iba. Lo único que quería era…

Correr.

Solo correr a algún lugar donde pudiera desahogarse, donde nadie la juzgara por llorar, donde nadie le dijera que hacer, donde podría disfrutar de su libertad.

Siguió corriendo por unos momentos más hasta que llego a un pequeño lago en medio del bosque.

Exhausta por su carrera, se acercó al lago para beber un poco de agua. Sin embargo, al ver su reflejo en el agua su expresión cambio a una mueca de espanto y dolor.

Su imagen reflejada no era la de ella con el vestido que traía…

Era ella con un vestido de bodas.

Con sus manos tapo su boca, con el fin de apaciguar sus sollozos. Cerró los ojos mientras más lágrimas corrían con fluidez por sus sonrojadas mejillas.

Sabía que solo era una sucia imagen que su mente le hacía, mas no podía evitar sentir dolor al verse en un vestido de bodas. Ella no quería casarse ¡No quería! ¡¿Por qué no lo entendían?

Sin fuerzas callo de rodillas en el césped. Lo único que se podía oír en el silencio de aquel bosque, era el llanto de la desdichada princesa que pronto, muy pronto, estaría condenada a unirse en matrimonio con alguien a quien no quería.

A quien no amaba.

.

.

.

Eriol Hiraguisawa suspiro al no poder encontrar a la princesa dueña de su desdicha.

Sabía que no era el único que no quería casarse, pero ¿qué otra opción había?

Ninguna.

Era la única manera de que los dos reinos se aliaran y que evitaran una posible guerra.

Pero aun así dolía. Dolía no poder estar con la persona a quien amabas, compartir tu vida junto a ella y creer en su "felices para siempre"

Y justo en ese momento, sintió envidia de su amigo Lee Shaoran.

El príncipe del clan Lee. Un poderoso clan de hechiceros de magia blanca, aliado del Imperio de la Oscuridad. Por lo cual, él y Shaoran se conocían desde pequeños.

Shaoran también estuvo comprometido con su prima; Lee Meiling. Fue una época difícil para él, sin embargo conoció a su prima.

Sakura Kinomoto.

Ella al ser hija del hermano de su padre, era la segunda heredera al trono. Por lo cual ella no tenía muchas responsabilidades como el – que era primer heredero – y podía escoger a quien ella quisiese.

Los dos se conocieron en el baile y poco a poco y con el paso del tiempo se enamoraron. Su prima con todo el dolor de su corazón, renuncio a Shaoran y los ayudo a enfrentar al consejo de su clan. Todo salió bien y ahora estaban felizmente casados.

- "qué envidia".- pensó Eriol con una sonrisa amarga.

En eso momentos, odio a su imperio por querer iniciar una guerra. Odio al consejo por obligarlo a casarse, odio a sus padres por no poder hacer nada, odio a la princesa Daidouji por ser la dueña de su desdicha, pero sobre todo…

Se odio a sí mismo.

Sabía que a diferencia de la princesa, él podía oponerse, podía haber hecho algo que para que la situación fuera diferente. Pero no hizo nada, absolutamente nada; y se odiaba por eso.

- Ya no hay nada que hacer.- murmuro con tristeza. A paso lento se adentró al bosque, y a medida que avanzaba podía oír sollozos, lamentos, maldiciones y llanto, mucho llanto.

Picado por la curiosidad, corrió hasta un pequeño lago, en donde encontró a una joven de cabellos largos y negros, arrodillada a la orilla del lago con sus manos cubriendo su rostro. Eriol se acercó a la joven con lentitud. Cuando llego a ella, puso una mano su hombro provocando que la joven se sobresaltara.

- Disculpe, yo no quería asustarla.- se disculpó.

La joven volteo a verlo. Amatista y Azul se encontraron, el tiempo se detuvo y el mundo alrededor desapareció para ellos, solo se concentraron en ver los ojos del otro, perdiéndose en sus miradas.

Tomoyo fue la primera en salir de su hipnotización.

- Joven Hiraguisawa…-musito.

- ¿Pri- Princesa Daidouji? ¿Qué está haciendo aquí? - cuestiono con intriga.

- Y-yo…- tartamudeo. Las lágrimas no dejaron de salir y los sollozos aumentaron.- N-no quiero ca-casarme.- dijo entre hipidos

- Yo tampoco…- dijo con tristeza. - ¿Por qué tenemos que hacerlo?

- Es por nuestros imperios.- contesto Tomoyo.

- ¿Sacrificarías tu libertad por una alianza? – pregunto con seriedad y mirándola expectante.

Tomoyo se quedó en silencio unos minutos.

¿Lo haría? ¿Dejaría su libertad?

-Yo…- susurro.

¿Qué se supone que debía hacer?


Notas de la autora:

¡Hola!

Si yace, ¿Por qué subo otra historia si no eh terminado las que tengo?

La idea me ha rondado por mi mente desde hace varios días y la escribí y… me gusto XD

Mi pregunta para ustedes es:

¿Les gusto?

¿Debería continuarla o borrarla?

Pucca: ¿o deberían fusilarla por no terminar las otras dos que tiene pendiente?

¡N-no! les prometo que pronto actualizare! !

¡Nos leemos!

Bye XD

¿Algún review?