Como héroes ficticios muchos tuvieron, en su infancia y pubertad, a: Goku, Naruto, Ben 10, u otros tantos innumerables. A mí me tocó tener a Jason Bourne en ese puesto; dedico este fanfic a quienes hicieron posible su aparición (aunque a ninguno de ellos les importe XD). Pues de él aprendí a no confiar en los "buenos" y a tratar de entender a los "malos".
Copiaré el estilo de algunos autores y reutilizaré alguna que otra banda sonora en este fanfic. Pondré el título entre corchetes para denotar que puede introducírsela al leer determinado párrafo y también cuando ya no sea necesario. Sin aburrirlos más, empezamos.
[John Powell - Goa]
El frio calaba en los huesos de la yegua, el color azulado de la luz se reflejaba en el extraño objeto que tenía portado, cargado, asegurado; no sabía definir con exactitud la forma en la cual lo sostenía. Insólito, quizás esa era la mejor palabra para hacerlo.
- Agente Sweetie Drops, tiene una orden.
Escuchaba atentamente la instrucción; sin embargo, sus patas estaban entumidas. Tragaba saliva para tratar de recuperar el control de su cuerpo. Pero era inútil. Sus ojos alertas ante cualquier cambio brusco esperaban una señal, la que fuese…
Sabía bien lo que ese objeto extraño hacía, no era la primera vez que lo utilizaba; aunque bajo esas circunstancias, incluso ella se sentía como una completa novata.
Los gruñidos de la bestia no eran indicio suficiente para que activara el mecanismo de palanca que accionaba el objeto. Por más que, de forma salvaje tratara de atacar a uno de los agentes. Pronto la percepción cambió, la amenaza era clara, la reconoció inmediatamente; pero su casco no se movía.
- ¡Agente Drops! – Ni siquiera el grito de su superior lograba espabilarla.
Sin más tensión que la provocada por la decisión: accionar o no accionar el mecanismo, la yegua parecía completamente inmutable, imperturbable; como si solamente ella y la criatura existiesen.
Por el pequeño telescopio del objeto, lograba ver a la perfección lo que ocurría. El agente se refugiaba detrás de una celda pequeña, sus cascos posteriores hacían fuerza para que la criatura no lograse abrir la puerta; esta, se limitaba a golpear la puerta de barrotes de acero, mientras sus intentos de tratar de tomar las patas del equino de rápidos reflejos no surtían efecto alguno más que enfurecerlo y elevar los nervios de los pocos que todavía estaban en la habitación.
¿En qué momento había salido de su jaula? ¿Cómo lo había logrado? Esas preguntas cruzaron fugazmente la cabeza de la agente que, con un rostro sumamente frio, apuntaba a la bestia… al menos así le decían todos en el lugar.
- ¡Agente Red Tail! – Gritaba su superior.
Fue entonces que la yegua reaccionó.
- ¡Teddy, aléjate! – Gritó, conocía el nombre de la bestia porque ella se lo había puesto.
Pero la criatura solo rugió.
- ¡Teddy aléjate de Red Tail! – Gritó con todas sus fuerzas la yegua, lista para accionar el mecanismo.
Cuando oyó el grito de dolor del corcel, accionó la palanca. El estruendoso sonido del objeto, así como la patada que sintió en el pecho lograron que cerrara los ojos.
Los abrió. Sintió la suavidad de su cama, el ardor en la frente, y sus cascos adormecidos… Se levantó de inmediato. Eran las cuatro de la madrugada. Habían programado lluvia para Ponyville durante toda la noche. No importaba. La yegua se levantó de inmediato, hizo su cama y salió afuera.
Evidentemente, el caudal del rio se vio incrementado; los rayos a lo lejos no eran impedimento para que la yegua hiciera su rutina de ejercicios diarios. Los había hecho en peores condiciones en épocas pasadas. Sus cascos ingresaban en el lodo, el rugido constante del rio hacía imposible oir sus pasos en estos, aunque sentía cómo sus cascos tenían constante contacto con este.
Correr desde Ponyville hasta el lecho de la catarata desde donde nacía el rio que unía Canterlot con Ponyville era la primera parte de sus ejercicios diarios. La montaña se hacía cada vez más y más grande, hasta que, al llegar a sus faldas, Canterlot desaparecía por encontrarse en los picos de la colosa.
Al llegar al punto donde la cascada daba nacimiento al rio, el velo nocturno todavía cubría los cielos; como siempre, había cumplido con el tiempo establecido. Ahora debía regresar.
[Fin de banda sonora]
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El sonido matutino de algunas avecillas, el movimiento de algunas carrozas fuera, el agradable olor de diferentes tipos de desayuno, provenientes de un restaurante cercano. Sí, al establecerse allí, la yegua de pelaje menta había tomado una gran decisión. No tardó en percibir el ruido de la ducha de su baño. Al principio fue algo extraño; pero con el tiempo se acostumbró a la perfección a que Sweetie Drops usara su ducha.
- Lyra, dónde pusiste tu shampoo. - gritó la yegua desde el otro lado de la puerta.
- Está sobre el lavacascos. Es de avena; te encanta comerla, así que… quizás sea buena para tu pelaje. – Gritó por su parte la yegua estirándose para bajar las escaleras hasta la cocina.
- Genial. – Fue la única respuesta de la equina de ojos Celestes.
Los pocos minutos que le llevó a su amiga tomar una ducha, el desayuno estaba preparado, unas cuantas manzanas con alfalfa y unas margaritas. Todo en conjunto era sumamente apetitoso. Y aunque no lo admitiera, a ella le encantaba darse ciertos mimos en el paladar.
No tardó en presentarse en el comedor la yegua de pelaje todavía húmedo y la melena con un brillo particular y con menos volumen del habitual.
- Wow Lyra, te luciste.
- No es nada, ¿Cuál fue tu tiempo hoy? – Cuestionó la de pelaje, menta, sentándose para degustar el excelente desayuno.
- cuatro horas y media. De ida le gané al tren de carga. – Se alabó impresionada la de pelaje crema.
- Siempre me pregunto ¿Cómo puedes aguantar un maratón así cada día por medio?
- Era parte de la preparación física. – Entonces observó al miembro bastante nuevo de S.O.N.R.I.E. [S.M.I.L.E.] saboreando gustosamente una porción bastante grande de alfalfa con un bocado bien grande de una de las manzanas. – Aunque no todos los agentes pasan por el entrenamiento básico y el de especialización. – Admitió, al entender la indirecta; Lyra sonrió, dejando salir un poco del jugo de manzana por la boca de manera intencional. Provocándole una sonrisa a Sweetie Drops
- Agente Lyra Heartstrings para servirle, señora. – Levantando un casco en alto, la de pelaje menta nuevamente bromeaba. Haciendo reír a su amiga.
- Ya basta agente Heartstrings o le daré tres días de arresto. – Amenazó en medio del juego la yegua de ojos celestes.
Luego de un desayuno más del mejor par de amigas que había visto Ponyville, rivalizante en este sentido con Dj-pon3 y Octavia; pasaron el día realizando algunas actividades sin planificar. Cuando la amistad es verdadera, dicen algunos, cualquier cosa puede ser disfrutada, incluso un momento malo. El día pasó pues con una celeridad inestimable y para cuando ambas dieron cuenta de la hora, eran ya las cinco de la tarde.
- Apúrate Lyra, quiero ir al mercado.
- Hey, dijiste que querías comprar algo, cómo compraríamos algo sin alforjas.
- Las podría llevar atadas en mi lomo como en la vieja usanza. – Respondió algo irritada la de cabello enrulado.
- Dirás la antiquísima usanza; mírenme, soy una yegua de las cavernas, todavía no descubrí las alforjas… uga buga. – Añadió Lyra bajando torpemente las escaleras. Afortunadamente, las benditas alforjas estaban sostenidas en su boca.
Aquella yegua tenía un sentido del humor bastante oportuno para evitar conflictos; afloraba solo en determinadas circunstancias; algo que Sweetie Drops adoraba de ella; el tiempo había hecho del carácter frio con el cual un agente de S.O.N.R.I.E. manejaba la situación, una forma irritable de dirigirse frente a los pormenores. Lamentablemente era un hecho del cual era consciente pero que no lograba superar por sí sola y, afortunadamente, la tenía a ella para ayudarla en ello.
- Bueno, ¿Nos vamos? – Le preguntó la de pelaje menta, ajustándose las alforjas.
Como siempre, el mercado de Ponyville a esas horas tenía cierta concurrencia, materia prima de diferentes sectores del Equestria, madera del noreste, Marfil , piedras preciosas, piedras decorativas, material para escultura del noreste; algunos cuantos implementos para otras tantas vocaciones venidos desde el sur. Algunos de inmediaciones de Ponyville; sin embargo, poco accesibles por encontrarse en el interior del bosque Everfree. Si bien se encontraban en el centro, lo que más les interesaba a ambas yeguas estaba en la periferia del mercado. En realidad, era una buena forma de separar a los productores de los consumidores, quienes buscaban materia prima se dirigían al centro y el resto podía darse un paseo por el exterior.
- Niña, estos refuerzos de alforjas harán que puedas llevar una mayor carga con toda seguridad y también suavizará todo el peso. – Anunciaba una anciana experta ya en las artes de la venta y el intercambio.
Ganándose la atención de la yegua de pelaje menta. Quien observaba el puesto, tenía pinta de estar allí por mucho tiempo. Constituido en base a cuatro puntales de dos metros de largo y que debían estar hundidos al menos a medio metro de tierra, se desplegaba un techo circular con varias vigas de madera, de al menos cinco centímetros de grosor; sobre ellos se fijaba un techo de lona café, dejando un espacio de treinta centímetros; pues dentro existía una fogata; los objetos estaban alejados del centro; por lo cual eran expuestos en mostradores dispuestos en cada esquina y en las paredes, donde, los que podían estar colgados, exponían sus dotes.
Sweetie Drops dio cuenta al instante de que aquella poni anciana, se especializaba en mercancías provenientes del suroestes y afueras de Ponyville, pues los objetos que vendía provenían de naciones como los búfalos y otras tantas que no recordaba bien. Había además, en el fondo, un mostrador de cristal con varias plantas y especias extrañas, algunas de ellas en macetas y con sus envases individuales; en la repisa superior habían varias velas alrededor de algunas plantas.
- ¿Cuánto por ella? – Preguntó casi de inmediato, mostrando su interés.
- Cinco bits mi niña, no te arrepentirás, la calidad es sumamente buena y además, por el material puede usarse en cualquier lugar.
- ¿Será lo mismo en desierto que en tundra? – Cuestionó de pronto la de ojos violeta.
- Pues claro que sí, usted puede llevarlo fuera de un abrigo y si tiene la vestimenta adecuada, podrá llevarlo en un viaje por medio del desierto. Los fabricantes la han probado en distintos puntos de Equestria y da resultados óptimos.
- Me parece bien… me la llevo. – Advirtió Lyra sacando una pequeña bolsa de tela con varias monedas dentro. – Tenga. – dijo al momento de vaciar cinco monedas sobre su mostrador.
Bastó ver a Zecora pasearse por el lugar, para darse cuenta de que acostumbraba aquel sector. El par de amigas levantó el casco en señal de saludo, a lo cual, la cebra respondió con una inclinación de cabeza.
- Quieres algodón de azúcar. – Le preguntó la de pelaje menta, poco después de salir del aquel sector del mercado.
- Claro, yo te espero aquí, hay unas cuantas cosas que me están llamando. – Aseveró la yegua, dándose la vuelta sobre un puesto con retratos enmarcados; pudo percatarse, en uno que estaba expuesto a la altura de los cascos, de la figura de un sujeto que las venía siguiendo desde hace varios minutos.
Era un poni de aproximadamente su edad, quizás unos cuantos años mayor; no importaba. No era un poni común y corriente, de eso estaba completamente segura, su forma de andar, también de observarla. Quizás podría ser un changeling. Quizás otra cosa; como fuere…
De un momento a otro la figura desapareció en la multitud, fue cuestión de contar unos segundos hasta que finalmente se apareció detrás de ella, trató de tomarla por uno de sus cascos; pero de forma sorpresiva, opuso fuerza en sentido contrario al poni, lo tomó por el casco y lo acercó a ella.
- Quién eres y qué es lo que quieres. – Le preguntó, observando el perímetro. Para ver a Lyra, como suponía, había una fila para el algodón de azúcar.
- Vengo en son de paz Drops solo… solo quiero hablar contigo, eso es todo.
- ¿Cómo sabes mi nombre? – Cuestionó la yegua sin dejar de apretar el casco del corcel, esta vez, contra el piso. Y si era lo suficientemente listo, debía saber que no se debía subestimar la fuerza de un poni terrestre,
Agazapado por la forma en la cual, la yegua lo atrapó, el corcel observó también el perímetro.
- Escucha, hay problemas en S.O.N.R.I.E.
- Qué tipo de problemas. – Cuestionó la yegua, presionando más al corcel capturado.
- No lo sé con exactitud, todo allá es confuso. Están comenzando a llamar a toda clase de reclutas y también a los ex agentes, a todos… simultáneamente. Sospeché en un inicio e investigué.
- ¿Qué más?
- Todos allá están siendo puestos en misiones estratégicas por toda Equestria, algo extraño está pasando. Jamás tuvimos este tipo de actividad antes. Traté de sacar toda la información que pude. Pero está desperdigada; ni siquiera los superiores regionales saben qué está pasando con exactitud.
- ¿Espiaste a la propia agencia? Eso es…
- Traición, lo sé… pero averigüé que nuestros nombres figuran dentro de una lista… no tenía más detalles y estaba completamente oculta en una caja fuerte del director de la región de Canterlot; algo serio está pasando Drops… y vienen por nosotros. De eso estoy seguro.
- Estás demente, si nuestros nombres figuran en una lista es porque estamos despedidos.
- Drops… debes salir de aquí inmediatamente, vete con tu amiga a otro lugar, sal de Equestria, es todo lo que podemos hacer… algo terrible está pasando.
- ¡Sweetie Drops! ¡Capture a ese ladrón! – Esa era la voz del jefe del sector de Fillydelphia.
Por una milésima de segundos, la yegua perdió la concentración, unos gramos de fuerza menos en su agarre, fueron suficientes para que el corcel aquel se quebrara el casco al momento de empujarla en un mostrador y comenzar a galopar con tres patas en dirección de quien sabe dónde.
Todo pasó demasiado rápido, en cuestión de segundos escuchó varios cascos a toda velocidad galopando detrás de aquel sujeto extraño.
Y sin embargo. Hubo un hecho todavía más importante. De la nada se apareció Lyra, con una expresión de pánico.
- ¡Mi casa se está quemando! – Expresó con un grito desesperado.
Con toda prisa, la yegua de melena azul y rosa, siguió a su amiga en dirección a su hogar.
Prometí publicar este fic desde hace dos meses atrás; lamento esta demora. Pero nunca me esperé estar tan cargado de trabajo. Espero haberlos dejado picados. Por cierto, la traducción de S.M.I.L.E. por S.O.N.R.I.E. la saco de los libros traducidos en Equestrianet, a quienes tantos autores debemos nuestra materia prima en temas del canon. Nos leemos pronto y que tengan un feliz fin de año.
