.. Título: Juegos ..
.. Autora: Annie-chan Diethel ..
.. Categoría: Drama
.. Summary: Pequeño drabble de los pensamientos de Edo acerca de la niñez.
.. Disclaimer: Si Edo y/o Aru me perteneciesen, no estaría escribiendo fanfics sobre ellos xD ..
.. Notas de Autora: A veces, cuando pienso en que me faltan apenas dos meses para ser mayor de edad, recuerdo que yo nunca quise ser mayor. Y, pues, de ahí salió el fic :P Espero que les guste Reviews onegai! ..
Últimamente hace unos días muy hermosos, cálidos y agradables, y me entristece no tener ocasión de disfrutarlos. Mi hermano y yo caminamos por las calles de un nuevo lugar al que he sido destinado para una misión indefinida por cortesía de su excelencia Roy-Capullo Mustang. Otra pérdida de tiempo.
Nos detenemos en lo que parece ser un puesto de bebidas y compro un refresco. Lamentablemente, sólo uno: Alphonse carece de necesidades como beber. Nos quedamos aquí descansando un rato, observando algo que me llama la atención.
Niños. Jugando.
Es evidente que entre ellos y nosotros no hay mucha diferencia de edad, a pesar de lo que físicamente podamos parecer. En mi interior, la envidia me corroe y me duele en el recuerdo porque ellos pueden jugar, disfrutar de su niñez. Yo no.
Juegan despreocupadamente sin tener que detenerse a darse cuenta de que hay cosas más importantes que hacer en la vida, sin tener que inventar excusas baratas para sentirse niños. Aún lo son. Juegan a juegos sin malicia, con inocencia, con alegría. Me doy la vuelta y sigo mi camino, exasperado, con las manos en los bolsillos y la mirada fija en el suelo. Los momentos que pasamos junto a Nina relampaguean ahora con mucha frecuencia en mi memoria, vestidos de la última vez que fui niño.
Y entonces me doy cuenta: yo también juego.
Juego a que soy un adulto, a ser un gran hermano mayor responsable y protector, casi pretendiendo ser el padre que Al nunca tuvo. Juego a fingir que perdí unos sentimientos que aún me comen las entrañas, o a que soy un pobre huérfano que lucha con valor por recuperar lo que causé que perdiera mi hermano por egoísmo. Me juego la vida todos los días, exponiendo a la vez la de mi hermano, quien no tiene la culpa de que yo sea un perdedor renegado que no quiere dar su brazo a torcer. Mi hermano, tan dulce, enclaustrado en un cuerpo metálico que hace las veces de prisión para su alma gracias a mis absurdas pretensiones. Simples juegos de mentiras para ocultar lo cobarde que fui al no dejar morir a mi hermano por la conveniencia de no quedarme sólo.
He visto cómo Al ha vuelto la mirada hacia atrás para echar el último vistazo a los niños. Siento un escalofrío al pensar que ambos podríamos ser como ellos de no ser por mi estúpida manía de revolver las cosas que no se ajustan a mis intereses. Es todo culpa mía.
En cierto modo, no quiero jugar nunca más.
