Este fic es una serie de drabbles sobre los Santos Dorados, inspirados en los siete pecados capitales. Algunos serán ubicados dentro de puntos muertos de la serie de televisión o la saga de Hades. Gracias por su cordial atención.
Advertencia: Saint Seiya y sus personajes, son propiedad de Masami Kurumada/Toei Animation. Usados por la autora en estos fics, sin ánimo de lucro.
IRA
Deathmask regresó de su visita a la Montaña de los Cinco Picos. Su plan para acabar con el Antiguo Maestro y su discípulo Shiryu, rebeldes contra el Santuario, resultó ser todo un fracaso. No sólo había subestimado en fuerza al santo de bronce, sino que, cuando iba a usar su carta de la victoria y enviarlo a Yomotsu, Mu apareció sorpresivamente para detenerlo, como si anticipadamente se hubiera enterado de sus planes. No teniendo más remedio que detenerse, utilizó un pasaje interdimensional el cual Yomotsu era el puente, para volver no sin antes amenazar a los presentes.
Cuando logró llegar a su casa, vio como una rosa blanca se dirigía contra él a toda velocidad, pero logró esquivarla a tiempo, clavándose la misma en una de las columnas.
- Ah, eres tú – dijo aburrido cuando vio el origen del ataque.
- ¡Deathmask! – exclamó el santo de Piscis, Aphrodite, que estaba completamente furioso - ¡Eres un imbécil e imprudente!
- ¿Qué? ¿Te dijeron lo de mi visita a Cinco Picos?
- Precisamente. Y estaba dispuesto a acompañarte para aniquilar al Antiguo Maestro y al dragón Shiryu, como se lo dijiste al Patriarca. ¡Pero no me esperaste!
- ¿No fue suficiente lo que hiciste con Milo en Isla Andrómeda? Además, le advertí al Patriarca que yo actuaría solo. No necesitaba a nadie más.
Aphrodite rechinó los dientes, pero decidió cambiar de arma. Sus facciones se suavizaron, revelando una sonrisa irónica.
- Bueno, como tú quieras… Pero dime, Deathmask… ¿Lograste tu cometido?
- Yo… - el santo de Cáncer no supo que responder.
- El que calla, otorga, amigo mío. No me digas que ese santito de bronce te superó porque me parto de risa.
- ¡Claro que no! ¡Ya estaba a punto de enviarlo a Yomotsu! – replicó Deathmask con una mueca de rabia – Pero tenía que aparecerse el necio de Mu para detenerme… ¡Maldición! ¡Justo cuando ya tenía a Shiryu bajo mi control y enviarlo al otro mundo! ¡Y de seguro el Antiguo Maestro lo sabía y le avisó a su amiguito el muy cobarde! ¡Malditos sean!
El santo de Cáncer no pudo contener su rabia y dio un puñetazo contra una de las columnas, quebrándola en consecuencia.
- Ya, tranquilízate, guarda tus energías – le dijo Aphrodite con suavidad – Era inevitable. He oído que los santos de bronce junto con su supuesta Atenea están en camino. Y si ellos logran sobrevivir en las casas de Tauro y Géminis, cosa que dudo que suceda, tendrás tu revancha…
Deathmask suspiró burlonamente. Luego empezó a caminar hasta la entrada de la casa, seguido de cerca por Aphrodite.
- Bueno, si Shiryu va a Yomotsu antes de llegar aquí, personalmente me encargaré de torturarlo antes que su alma caiga al abismo. Pero si la suerte lo favorece, no me conformaré con hacerlo pedazos a él solamente. ¡Después iré por Mu y el Antiguo Maestro!
- Como quieras – suspiró el santo de Piscis, comenzando a retirarse – Espero que todo salga bien. Y si después de las batallas tienes algo de tiempo, te invito a un café en Villa Rodorio. Sin embargo, ten en cuenta un consejo: no cometas el mismo error que en Cinco Picos.
- ¿Y cuál es ese error?
- Subestimar a tu enemigo.
Cuando Aphrodite se fue, Deathmask volteó y vio la rosa blanca clavada en la pared. La arrancó de un tirón, para después contemplarla por unos instantes. Después, la despedazó.
- Idiota – murmuró.
