Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer.

Claim:Leah/Jacob

Summary: Se acerca y lo besa de manera suave. De manera inesperada, él le corresponde. Tal vez, si los lobos existen, los milagros navideños también.

Notas: Para el reto Palabras Para El Recuerdo, del Foro LOL. (Palabra clave: Navidad)


Milagros Navideños

Hace frío y nieva. La navidad se acerca y la gente sale a comprar sus regalos a último momento.

Starbucks está a rebosar de gente, sin embargo desea un confortante y caliente café. Espera unos cuantos minutos antes de ser atendida. Y es ahí cuando lo ve, sí justo ahí, detrás de ese mostrador con un pequeño cartel con su nombre enganchado en su delantal. No sabe qué hacer, cómo actuar, pero la cola avanza y justo cuando piensa en retirarse del lugar están frente a frente.

Lo mira a los ojos y se siente un tanto avergonzada. Él parece reconocerla. Le dedica una media sonrisa y le pregunta por su pedido. Ella se queda sin habla, tartamudea un poco, pero al final termina pidiendo lo mismo de siempre, un Café Mocha.

No hace falta que él pregunte su nombre para ponerlo en el vaso, simplemente escribe un "Leah" suavemente y pide a sus compañeros que preparen el pedido, para luego entregarle el ticket con el cambio.

Se está por marchar a retirar su café cuando escucha el suave "Espérame un momento, no te vayas Leah" que Jake emite. No sabe porqué pero le hace caso. Él habla con un par de compañeros y pronto está sin su delantal, con una sonrisa de oreja a oreja, parado justo a su lado y con su café en la mano.

Se sientan en unos sillones. Ella se siente un tanto incómoda, él sólo sonríe. Los dos tienen tantas dudas, tanta incertidumbre. Sus cabezas llenas de preguntas, sus corazones corriendo una carrera desenfrenada, sus manos picando por la ansiedad de tocar la piel del otro.

Muchos años han pasado desde que lo vio por última vez y está alarmada. Sin embargo cuando él la abraza y le susurra lo mucho que la extrañó en todo ese tiempo algo hace click en su cabeza.

Se acerca y lo besa de manera suave. De manera inesperada, él le corresponde. Sus labios encajan perfectamente, como si fueran piezas de un rompecabezas, como si estuvieran hechos para estar juntos.

Se separan y ambos sonríen. Él tiempo pasó y curó las heridas. Ya no existe un "Sam" que se interponga entre ellos. Tal vez, si los lobos existen, los milagros navideños también.