-Visión, ya hemos hablado de esto.

Después de decir estas palabras, Wanda y Visión se miraron y recordaron lo que había pasado un mes antes.

Wanda Maximoff se estaba vistiendo por la mañana. Estaba tan concentrada pensando en lo que haría durante ese día que no sintió una presencia detrás de ella. Estaba en ropa interior y cuando se giró a coger su camiseta, vio a Visión ahí en su habitación, mirándola fijamente.

Wanda soltó un chillido y fue a coger la camiseta para taparse el pecho. Estaba roja como un tomate y estaba segura de que Visión estaba aún más rojo de lo normal, si eso fuera posible.

-¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo has entrado? –preguntó Wanda al darse cuenta de que su puerta seguía cerrada.

-Yo, ah, he venido a ver cómo estabas. Sé que, um, has estado teniendo pesadillas de Pietro –contestó Visión. –He atravesado la pared. Pensé que no te importaría.

-¿Has visto que tenía la puerta cerrada y no se te ha ocurrido pensar que estaba haciendo algo privado? -preguntó Wanda sin aliento.

-Yo no, no sabía. Lo siento, Wanda. –Visión se ruborizó aún más.

Ambos se quedaron mirando fijamente durante un minuto. Entonces Wanda se dio cuenta de que Visión solo tenía unos meses de vida y eso también conlleva la inocencia propia de un niño.

-Siento haberte gritado, Visión. Es solo que me has pillado por sorpresa –Wanda se disculpó.

-No pasa nada. Te dejaré sola para que te acabes de vestir. Te espero fuera. –Visión se marchó de la habitación.

Wanda se acabó de vestir y pensó en cómo no le importaba tanto que Visión la hubiese visto medio desnuda. También se le ocurrió que él había ido en primer lugar a su habitación para ver cómo estaba. Nadie se había preocupado tanto por ella desde que Pietro había ido a consolarla cada noche cuando tenía pesadillas. Sintió un cosquilleo al recordar lo sucedido, un cosquilleo que nunca antes había sentido.

Cuando Wanda salió de la habitación, se encontró a Visión en el pasillo. Parecía estar regañándose a sí mismo. Wanda se acercó cuidadosamente a él y le tocó el brazo.

-Muchas gracias por preocuparte por mí, Visión. Quiero que sepas que no estoy enfadada –le dijo Wanda.

Visión la miró intensamente y se acercó más a ella. Sus caras estaban tan cerca que casi se tocaban. A Wanda se le aceleró el corazón y sintió el mismo cosquilleo que había sentido antes. En ese momento pensó en todos los momentos que Visión había estado ahí para ayudarla, todas las miradas que compartían, todas aquellas veces que se protegían en los entrenamientos, y se le ocurrió que tal vez sentía algo más que amistad por él.

Wanda apoyó una mano contra su mejilla y acercó su cara a la de Visión. Vaciló un poco para darle tiempo a apartarse por si se había equivocado al pensar que tal vez él sentía lo mismo que ella. Pero Visión, en vez de apartarse se acercó y rozó sus labios con los de Wanda.

Wanda nunca había besado a nadie, nunca había tenido tiempo ni oportunidad. En ese momento se dio cuenta de todo lo que se había perdido. Para ser alguien sin mucha experiencia, Visión sabía lo que hacía. Intensificó el beso hasta tal punto que Wanda no se aguantaba en pie y él la rodeó con sus brazos para sostenerla.

Cuando separaron sus labios, se quedaron un tiempo mirándose fijamente abrazados. Para Wanda, ese había sido el primer momento en el que fue verdaderamente feliz después de la muerte de Pietro.