Capitulo 1
Una cálida luz llena de paz y seguridad, comenzó a brotar de una figura enfrente de Leticia que se encontraba rezando en un santuario apartada de todo contacto humano.
El santuario era una vieja iglesia en ruinas, sin techo y con la naturaleza a su alrededor invadiendo cada grieta y espacio de una estructura olvidada por el tiempo.
Ella estaba vestida con un viejo vestido azul, remendado por todas partes, con el cabello rubio atado en forma de trenza, tan largo que tocaba el suelo hecho de piedra.
Leticia podía sentir con sus ojos cerrados que la luz era santa y a la vez humilde, tranquila y tan acogedora que Leticia no pudo evitar sentir que algo dentro de ella despertaba, como una sensación de realización, como si ya hubiera vivido esto y era la raíz de todos sus sueños y arrepentimientos.
Viejos recuerdos comenzaron a inundar su mente, de valor, de tristeza, de lucha y sacrificio. Ella sabía quién estaba delante suyo, porque esta no era la primera vez que Él se aparecía delante de ella.
"Señor, no merezco su presencia, porque esta sierva le ha fallado" Leticia comenzó a llorar, sintiendo la pena de una vida pasada, donde ella había jurado cumplir una misión santa, pero en contra de toda su fe y toda su voluntad, había terminado fallando y muriendo a manos de la propia gente que había prometido salvar.
"Jeanne, hija mía. Tu nunca me has fallado. Estoy orgulloso de todo lo que hiciste, porque nunca perdiste la fe en mi" la voz hablo con calma y tanto cariño, que Leticia no pudo evitar sentir como el vacío de su corazón comenzaba a desaparecer y las lágrimas poco a poco dejaron de brotar, porque al igual que cualquier hija con su padre, ella estaba feliz de ser felicitada, a pesar de que sabía inconscientemente en alguna parte de su ser, que no merecía este cumplido.
"Señor, yo jamás le daría la espalda. Yo…" Leticia o Jeanne como hace siglos era llamada, comenzó a tartamudear, porque la culpa y la agonía de ser quemada viva le impedían hablar, al recordar esa sensación de soledad y aquellos momentos donde su fe fue puesta a prueba y ella solo podía aferrarse a su creencia de que todo tenía un significado, en que todo era voluntad del señor, a pesar de todo su dolor y de todo el llanto que sintió cuando era castigada enfrente de una muchedumbre que lloraba y la despreciaba al mismo tiempo.
Jeanne no pudo evitar sentirse indigna, al recordar que hubo ocasiones en las que dudo y que sentía que el señor la había abandonado. Es por eso que ella no podía hablar, porque no quería mentir, porque sentía que había fallado.
"Jeanne. No tienes que culparte de nada. Está bien tener dudas, porque es a través de la dificultad que el espíritu es puesto a prueba y este puede crecer y brillar. No te juzgo por cada caída que hayas tenido en el camino, sino que me enorgullezco por cada vez que te levantaste y te negaste a rendirte" la voz hablo con orgullo, casi como si estuviese llorando, pero ya que la luz no tenía forma ni ojos, esa sensación solo podía sentirse al escuchar la melancolía y la pena en cada palabra.
"Señor, le agradezco que piense tan bien de mí, pero esto es algo de lo que no puedo perdonarme. Falle más de lo que cualquiera haya fallado, dude más de lo que necesitaba hacerlo y perdí más de lo que podía perder. Es por eso que en esos últimos momentos cuando me sentía tan sola, sentí que todo había sido para nada, que yo solo era una loca, una simple campesina que se imaginó a su Dios hablando con ella. Es por eso que mi más grande arrepentimiento no es haber perdido, ni ser traicionada, ni haber muerto por herejía, sino haber dudado de mi fe en usted. Es por eso que hoy que tengo esta oportunidad, quiero prometerle que, aunque el mundo esté en mi contra, yo siempre creeré en su palabra" Jeanne hizo un voto de fe que llevaría consigo para siempre.
"Jeanne, Hija mía. No necesitas disculparte, porque soy yo quien te fallo, soy yo quien te abandono y soy yo quien te puso a prueba. Lamento haberte hecho eso hija, pero necesitaba creer en ti, necesitaba saber que no estoy equivocado poniendo toda mi fe en ti. Es por eso que, si me perdonas, quiero ser yo quien te diga que, aunque el mundo esté en mi contra, yo siempre creeré en ti." La voz hablo tomando forma de un joven sonriente de cabello blanco y ojos tan azules y profundos que era como si el universo estuviera siendo contenido en esos orbes. Arrodillándose junto a la joven santa, la figura que desprendía luz, la abrazo con cariño expresando todo su arrepentimiento y tristeza por la hija a la que había hecho sufrir.
"Señor, yo…" Jeanne no pudo evitar aceptar desesperadamente el abrazo y llorar por todos sus arrepentimientos, y a la vez que el llanto florecía, Jeanne no se sentía perdida ni avergonzada, porque se sentía aliviada y reconfortada de saber que su señor creía en ella a pesar de que ella no siempre había creído en el. El solo hecho de saber esto, le dio a Jeanne la fuerza para cerrar todas sus heridas y tener la fuerza de enfrentar cualquier dificultad que viniera en el futuro.
"No hay nada que perdonar padre, gracias por creer en mi" Jeanne sonrió de felicidad y se permitió perderse entre el perdón y el afecto. Su padre la abrazo llorando, desprendiendo tanto cariño y amabilidad que Jeanne no sabía que podía sentir tanto sin explotar. Mientras Él le frotaba la espalda y le cantaba en susurros, ella podía sentir que estaba en la verdadera felicidad y no quería acabar con ello. A pesar de que una parte su mente la regañaba por su actitud infantil, ella no quería terminar este momento, esperando que durara para siempre.
Sin embargo, todo tiene un final, por lo que Jeanne tomo parte de su renovado valor y con resignación y tristeza se fue separando lentamente de la figura que le sonreía y lentamente ambos fueron levantando hasta estar listos para las siguientes palabras.
"Jeanne, una vez más estoy frente a ti y una vez más tengo que pedirte que luches. Sé que es egoísta de mi parte pedirte esto, pero el mundo te necesita." la voz hablo con seriedad, como si el destino del universo estuviera puesto a prueba en este momento.
"Padre por favor. No necesita convencerme. Aceptare cualquier misión porque creo en usted. Creo en su justicia y creo en su amor. Es por eso que, aunque tenga que llorar y sufrir, con gusto me sacrificare por el bien del mundo" Jeanne hablo con resolución.
"Jeanne, Hija mía. Ya has sufrido demasiado y no mereces nada más que una vida plena, una vida de felicidad y de paz. No hay nada que me duela más que pedirte que cumplas esta misión, porque será larga y dolorosa. Es una vergüenza como padre que no pueda proteger a mi hija, pero lo hago porque confió en ti, Jeanne. Porque de todos mis hijos e hijas eres tú la que más se parece a mí, eres tú la hija de la que estoy más orgulloso. Es por eso que aunque sé que el futuro será difícil y turbulento, también sé que contigo protegiéndolo, el mundo será un lugar mucho mejor y cada sonrisa, cada santuario de felicidad se deberán a ti, porque eres tu quien protegió ese camino." La voz del joven, hablo con pena como si se estuviera reprendiendo así mismo.
"Padre, por favor, permítame aceptar esta misión" Jeanne respiro y sonrió mientras recordaba algo "padre, a mí siempre me ha gustado rezar. Lo hago todos los días ya sea en mi casa o en el campo. Muchos me preguntaron porque lo hacía y yo siempre les dije esto. Rezo para que mi padre este bien, porque a pesar de que hay muchos males en este mundo, alguien debe preocuparse por él, así que rezo para que talvez la pena y el lamento de Dios por el bien de sus hijos disminuya, aunque fuera un poco" Jeanne se sintió un poco avergonzada y a la vez orgullosa, porque ahora podía hacer algo más que rezar.
"Yo…Gracias Hija" el joven le sonrió y no pudo evitar derrumbarse un poco mientras la culpa y la melancolía impedían que volviera a levantarse ya que parecía un esfuerzo tan grande que no sabía si tenía fuerzas para hacerlo.
Sin embargo, su hija lo recibió y esta vez fue ella quien lo consoló, abrazándolo fuerte y haciéndole llegar toda su fe y amor.
El joven de cabello blanco no pudo hacer nada más que dar un enorme suspiro y agradecer la bondad de su hija. Sin embargo, el no pudo evitar sentirse culpable porque lo que tenía que decir, sería muy dolorosa para su niña.
"Hija, odio decirte esto, pero hay una razón por la que ya no puedo protegerlos, hay un lamento por la que ya no puedo salvarlos y hay un motivo por la que ya no puedo ser su esperanza. Mi vida en este universo hace mucho llego a su fin y ahora solo queda una última luz que se niega a morir" El joven se lamentó y lágrimas de remordimiento comenzaron a salir de sus ojos.
"….." Jeanne se negó a estas palabras, abrazando a la figura y negándose a soltarla convenciéndose a sí misma de que con su abrazo no dejaría que su padre desaparezca.
"Hija,…. la mayor parte de mí ya ha desaparecido. Solo soy una pequeña parte de lo que alguna vez fui, buscando desesperadamente que alguien cumpla mi testamento. No hay salvación para mí, solo arrepentimiento. Es por eso que hoy estoy aquí, porque mi tiempo se ha acabado y el mundo te necesita. A pesar de que nunca quise abandonar a mis hijos, ahora necesito que alguien los proteja"
Jeanne había perdido muchas cosas a lo largo de su vida. Su familia, la oportunidad de amar y ser amada. La oportunidad de ser feliz y vivir con tranquilidad. Su orgullo, su futuro, su vida. Y ni todo eso junto podría compararse a perder lo que siempre la había animado a levantarse cada día. Como podría querer seguir viviendo sabiendo que Dios había muerto. Como podía seguir respirando con el vacío que tenia dentro. Era tan injusto y tan triste que Jeanne no sabia como demostrar tal dolor. No había expresión, ni palabras, ni lagrimas que pudieran hacerle justicia al dolor que sentía. Es por eso que Jeanne solo pudo mentirse a si misma, porque la verdad era demasiado dolorosa para soportar. Ella creería pase lo que pase. Incluso si el universo se lo niega, ella nunca dejara de creer. Ni la muerte ni el destino, evitarían que ella crea. Su padre era más que solo un Dios. El representa el amor a la humanidad que nunca perdió. El representa justicia y perdón. El representa esperanza. Y eso jamás podrá morir, no mientras vivan las personas. Es por eso que Jeanne solo pudo tragarse todo ese dolor y asentir a su padre. Ella lo daría todo por sus hermanos. Su felicidad, su vida y su alma.
Su padre entendió todo esto y comprendió que había elegido bien. A pesar del dolor y la tristeza, el amor parecía superarlo todo. Incluso ante un vacío infinito que no tenia fondo, la fe su hija en la humanidad era suficiente para seguir adelante.
"Hija. No soy perfecto y no creo que nadie lo sea. Yo mismo he pecado de orgullo declarándome omnisciente y omnipotente a pesar de que al final termine muriendo sabiendo que mi muerte traería sufrimiento y un desequilibrio al mundo. A pesar de eso, no me arrepiento ya que el mal al que me enfrente, amenazaba con borrarlo todo en el universo y eso era algo que no podía permitir"
Jeanne aun aferrada a los brazos de su padre, solo pudo alzar la cabeza y mirar con asombro la cara de su padre al saber que el universo estuvo a punto de ser destruido.
"Padre, ¿cómo?" pregunto Jeanne con asombro.
"La bestia del apocalipsis, Trihexa. Un ente demasiado poderoso para que incluso yo la elimine. Es por eso que use casi todo mi poder en sellar a la bestia, pero temo que el sello no durara para siempre, por lo que es inevitable que escape en el futuro" El joven respondió con resignación a una verdad amarga que carcomía su existencia.
"Entonces, ¿estamos perdidos padre?" pregunto Jeanne con miedo.
"No hija. A pesar de que la bestia una vez fue la criatura más poderosa de toda la existencia, mi sacrificio la debilito lo suficiente para que ya no sea invencible. Ahora puede morir, aunque temo que no será tan fácil" Declaro el joven de cabello blanco, dándole esperanza a Jeanne quien acepto esto como una prueba más de que su señor siempre los había cuidado y nunca los había abandonado.
"Lamentablemente en aquel tiempo, hubo una guerra entre las tres facciones. Ángeles, Ángeles caídos y Demonios. Los cuatro gobernantes del inframundo, Lucifer, Belzebub, Leviathan y Asmodeus sintieron mi debilidad y aprovecharon ese momento para atacar con todo lo que tenían, ya que era bien sabido que conmigo gobernando los cielos, éramos la facción más propensa a ganar la guerra. Desafortunadamente para mí y a pesar de que sabía que moriría si me enfrentaba a ellos en ese estado debilitado…. tuve que luchar, ya que no podía permitir que ellos sobrevivan y esparzan su oscuridad sobre el mundo"
"Padre, yo creo en el perdón. Pero no creo poder perdón esto…creo que me he roto" Jeanne declaro con odio.
"No hija. No te hagas esto por favor. Fue mi orgullo quien me impidió perdonarlos también, algo de lo que siempre estaré arrepentido, porque a pesar de que ellos viven ligados al pecado, han hecho mucho por la humanidad. A pesar de sus errores, ellos han crecido y ahora ayudan a la gente, la protegen de sus momentos más oscuros" Declaro el joven con arrepentimiento ya que no quería que su hija corriera por el camino de la venganza.
"Pero padre. Como puede ser posible que no los odie si es por ellos que…" Jeanne se negó a terminar la frase, era demasiado doloroso para aceptarlo "como podemos confiar en ellos y cómo es posible que sean buenos, si su propia naturaleza es hacer el mal" Jeanne negó con la cabeza, negándose a creer que esas criaturas fueran necesarias.
"Hija. En el momento en que luche con los 4 señor del inframundo, sabía que iba a morir, pero también sabía que me desharía de ellos y sin su influencia animando a los demonios a conquistarlo todo, los habitantes del inframundo pasaron por una revolución, una guerra civil donde se enfrentarían los viejos y los nuevos demonios quienes, a pesar de su naturaleza, también querían vivir en paz"
Jeanne solo pudo abrir la boca con asombro, sin saber cómo procesar el hecho de que los demonios, esas existencias corruptas y ligadas al mal, podían querer la paz.
"Al final, los demonios más civilizados ganaron su guerra civil y con ello, una nueva mentalidad comenzó a prosperar, ligando su destino a la humanidad"
"¿Como?" pregunto Jeanne confundida.
El joven de cabello blanco no pudo evitar sonreír y acariciar infantilmente a su hija curiosa.
"Después de dos guerras, los demonios estuvieron a punto de extinguirse. Y ya que tienen una baja tasa de natalidad, si no hacían nada, era inevitable que su raza terminara en unos cuantos siglos. Es por eso que uno de sus científicos más brillantes, creo un sistema por el cual podían reencarnar el alma de otros seres, como humanos, espíritus e incluso ángeles, en demonios, y de esta manera aumentar sus números"
"¿De verdad ellos pueden manipular nuestras almas para transformarnos en demonios? ¿No es eso malo?" pregunto Jeanne con preocupación.
"Bueno hija. Para que comprendas mejor, deberías de saber que a pesar de que yo mismo no cree a los demonios, ellos son descendientes de Lucifer y de Lilith, los que alguna vez fueron mis creaciones. Es por eso que los demonios no son tan diferentes a los humanos e incluso a los ángeles, ya que son sus ancestros. Obviamente al abrazar la oscuridad, se volvieron existencias ligadas al pecado, pero eso no significa que sean malos solo por eso. Es simplemente que su naturaleza, los hace más propensos a ser cegados por sus deseos. Es por eso que no es tan difícil convertir ángeles, humanos u otras criaturas descendientes de estos, en demonios, ya que comparten su origen." Explico el joven con paciencia.
Jeanne asintió, entendiendo eso. Aunque aún tenía dudas al respecto, ya que no le parecía bueno que los demonios ganaran números a costa de otras existencias.
"Obviamente yo sabía esto, así que mientras yo gobernaba el sistema del cielo que es un programa que cree para controlar y cuidar la creación, esta opción no era permitida. Recuerda que en ese entonces estábamos en guerra, por lo que no podía permitir que los demonios hagan esto. Sin embargo, uno de los inconvenientes de mi muerte es que los otros dioses, que siempre habían temido represalias de mi parte, ahora podían actuar con casi total libertad, hasta el punto en que podían manifestarse libremente de las restricciones del sistema celestial y crear un avatar disminuido para hacer lo que quisieran en la tierra. A estos dioses se los conoce desde entonces como dioses hetericos, ya que su sola existencia desestabiliza el sistema del cielo, creando muerte y destrucción solo por diversión"
Jeanne no pudo evitar desprenderse del joven de cabello blanco con preocupación. Si esto era así, y sin Dios para que los defendiera, ¿quién podía proteger a la humanidad de estos dioses hetericos?
El joven sabia la causa de la preocupación de Jeanne por lo que tomo sus manos y le hablo con fe.
"Es por eso que antes de morir, deshabilite la opción que impedía que los humanos se transformaran en ángeles o demonios. Porque sin mí en el cielo ya no podía haber ángeles nuevos y los demonios tarde o temprano terminarían desapareciendo… A pesar de que ellos son existencias a las que una vez aborrecí, ahora son existencias ligadas al futuro de la humanidad. Es por eso que ahora ellos se han transformado en sus defensores, y son los primeros en luchar contra estos dioses hetericos, a los que solo les importa vivir sin consideración alguna de los mortales ya que, para la mayoría de ellos, los mortales no valen nada"
Jeanne entendió esto y a pesar de que la idea de tener a demonios como su primera línea de defensa era difícil de aceptar, ella comprendió que Dios los había perdonado y ahora eran un mal necesario.
"Desde entonces, los demonios se comportan menos como los demonios de antaño y más como simples humanos, ya que la mayoría de ellos, lo fueron alguna vez. Ya no negocian por almas y ahora lo hacen cumpliendo deseos ya que de esa manera se vuelven mas poderosos. Lamentablemente como dije al principio, nada es perfecto, por lo que aún hay demonios que se niegan a convivir con estos nuevos demonios reencarnados e incluso roban almas humanas para hacerse más poderosos." El joven se lamentó sintiéndose culpable.
Jeanne miro con tristeza los ojos melancólicos de su padre y solo hizo lo único que podía para consolarlo. Abrazarlo. Quizás era egoísta de su parte, pero quería gravar en lo más profundo de sus recuerdos, la sensación de abrazar y de cuidar a su padre quien había hecho tantos sacrificios por ellos.
"Gracias Hija" El joven la abrazo con igual cariño ya que él no era ajeno al sentimiento de fracaso y resignación, por lo que tener a alguien con quien confiar era algo invaluable para él.
"Padre. Entiendo que los demonios ya no son lo que eran antes, pero ¿qué pasa con los ángeles y ángeles caídos?" pregunto Jeanne temiendo la respuesta, ya que no quería creer que los demonios estaban haciendo más que aquellos a los que respetaba y trataba como héroes.
"Bueno…cuando cree a los ángeles, los hice demasiado inocentes, demasiado buenos y demasiado ingenuos. Es por eso que desde que mi muerte fue promulgada, la mayoría de ellos perdió su espíritu de lucha y han estado lamentándose desde entonces. No los culpo por ser así, ya que el reino de los cielos, necesita seres inocentes y llenos de bondad para guiar y cuidar a las almas que siguen el rito de la reencarnación. Es por eso que, a pesar de su amor por la humanidad, ellos no pueden luchar tan abiertamente contra los dioses hetericos ya que, debido a mi muerte, se han vuelto muy pocos y están en grave peligro de desaparecer. Sin embargo, aun actúan en las líneas traseras y son ellos quienes dan bendiciones y reparten mis engranajes sagrados a aquellos humanos escogidos para luchar contra el mal" respondió el padre, quien, por cada palabra derramada, sentía tristeza por sus queridos ángeles.
"está bien padre, lo entiendo" respondió Jeanne quien entendía que no todos podían seguir el camino de la lucha. Ella misma había renunciado a una vida de paz y amor con su familia cuando había decidió liberar a Francia de la tiranía, y entendía que no era algo que todos podían hacer, porque el mundo necesitaba que haya gente amable y alegre para compensar toda la tristeza y dolor que aquellos con sangre en sus manos dejaban en su camino hacia la libertad.
"Con respecto a los arcángeles, ellos son los que mantienen al cielo en funcionamiento. Ahora que no estoy con ellos, alguien tiene que controlar el sistema del cielo y ellos son los más capacitados para hacerlo, ya que, si nadie lo hace, el mundo se llenara de caos y la vida como se la conoce podría verse severamente afectada. Los ángeles caídos por otro lado están divididos entre reiniciar la lucha entre las tres facciones y aquellos que solo quieren vivir en paz. No participan activamente en las batallas contra los dioses hetericos, pero algunos de sus líderes lo hacen cuando ven la necesidad de hacerlo, ya que sus territorios son invadidos o sus existencias son amenazadas por estos mismos dioses"
"Es un poco difícil de creer que sean los demonios quienes nos defiendan del mal, pero una parte de mi también se alegra de ello. Porque eso significa que todos tienen salvación, incluso aquellos ligados a la oscuridad" reflexiono Jeanne quien ahora entendía un poco mejor la situación del mundo y eso la hizo agradecer a su padre, quien había confiado estos secretos a ella.
"Si Hija. A pesar de que no son mis hijos, puedo considerarlos mis nietos y estoy feliz de que se hayan ganado su lugar en el mundo" contesto el joven de cabello blanco quien sonrió al saber que una vez más se había equivocado y que el orgullo es algo indigno de un Dios que debería aceptar a todos.
"¿Por cierto padre, que son los engranajes sagrados?" pregunto Jeanne quien necesitaba saber más acerca de esta lucha. Ella era una guerrera y necesitaba saber cómo defender a los inocentes.
"Son milagros, bendiciones y poderes sagrados que materialice en forma de herramientas para que los humanos puedan defenderse. Lamentablemente son muy pocos y los elegidos no siempre despiertan su potencial o los usan para el bien, por lo que es difícil que los humanos puedan enfrentarse a los dioses hetericos" respondió el joven de cabello blanco con pena.
"Pero, aunque sean pocos aquellos de mis hermanos que puedan luchar, existen, ¿verdad?" pregunto Jeanne con fuego en sus ojos.
"Si Hija, de entre todos los engranajes sagrados hay algunos orientados a la lucha e incluso hay unos capaces de matar dioses. Aunque debes comprender que un arma por más potente que sea, no significa nada si quien la porta, no está preparado para luchar"
"Lo entiendo, padre. Aunque es bueno saber que no estoy sola y que hay humanos que luchan por un futuro mejor" sonrió Jeanne, sintiéndose más relajada sabiendo que su lucha no sería solitaria, ya que había compañeros con la misma misión que ella.
"De hecho Hija. Aunque son muy pocos, existen aquellos humanos que han superado todas las expectativas y lograron un milagro por sí mismos, al matar a un dios contra todas las probabilidades. A esos pocos elegidos se los llama Campione y son seres que han trascendido la humanidad y abrazado el lado divino" declaro el joven quien dijo esto con calma y cautela con un poco de disgusto en su voz.
"Campione, ¿son ellos nuestros faros de esperanza, padre?" pregunto Jeanne quien también estaba sorprendida por esto. Ella esperaba que hubiera humanos que lucharan, incluso si fuera difícil, pero no sabía que la humanidad contaba con seres divinos para protegerlos.
"Hija. Primero déjame decirte que no todos los dioses son malos. Aunque es verdad que la mayoría no respeta o quiere a la humanidad y los tratan como simples cultivos de fe, hay unos cuantos que tratan de vivir en paz escondidos en la sociedad o incluso hay quienes luchan contra estos mimos dioses hetericos ya sea por beneficio propio o en algunos casos raros, en beneficio de la humanidad. De entre estos pocos casos, hay tres en especial que tienen mucho cariño por lo que representa la humanidad y su potencial infinito. Ellos son Pandora, Epitemeo y Prometeo."
"así que no estamos solos después de todo" sonrió Jeanne con resignación.
"No lo están, hija. Incluso si yo no estoy con ustedes, aun cuentan con dioses que los respaldan. Recuerda que nada es verdaderamente blanco o negro, por lo que siempre habrá una oportunidad para cambiarlo todo"
"Si, padre. Lo recordare siempre" prometió Jeanne.
"Bien hija. Como estaba diciendo. Prometeo fue un dios que renuncio a su inmortalidad al regalar el fuego a los humanos. Fue visto como traidor y castigado por ello. Pandora y Epitemeo también se sienten responsables por la humanidad ya sea por influencia de Prometeo quien es hermano de Epitemeo o porque Pandora desato sin saberlo, males en el mundo atrayendo oscuridad al corazón de las personas. Sea como sea, ellos crearon un ritual por el cual podían traspasar parte de la divinidad de un dios heterico, al ser humano que lo derroto y de esta manera ganar parte de sus poderes y superar los límites humanos al hacerlo"
"¿Así que ahora son dioses?" pregunto Jeanne con miedo en su corazón. Ella sabía que el poder era fácilmente corrompible y aquellos manchados en sangre eran propensos a ser egoístas y solo pensar en ellos mismos.
"No, no lo son. Pero puedes considerarlos semidioses. El hecho es que cada vez que matan a un dios heterico, hay una posibilidad de que ganen parte de sus autoridades, lo que los hace inmensamente poderosos. Eso causa que el equilibrio entre dioses, ángeles, humanos, demonios y seres sobrenaturales, se mantenga muy débilmente unido, ya que estos campiones pueden girar la balanza hacia un lado u otro."
"Así que son peligrosos, incluso si nos defienden del caos que representan los dioses hetericos" Dedujo Jeanne con pena, ya que la situación parecía volverse sombría de nuevo.
"Son comodines. Hay algunos abiertamente malos que hacen lo que quieren sin que les importe destruir ciudades o sacrificar a aquellos desafortunados que se encontraban cerca de sus batallas. Aunque también hay otros que se preocupan por la sociedad y hacen su parte para equilibrar las cosas. Los campiones solo pueden ser humanos y como sabes, ellos pueden ser luz u oscuridad. Tienen el potencial de ser lo que quieran ser."
Jeanne asintió de acuerdo, aunque una parte de ella se sentía mal, al saber que aquellos que deberían protegerlos eran tan egoístas o propensos a caer en sus propios intereses. La humanidad merecía alguien que la proteja sin importar nada, y con Dios muriendo, parecía que el futuro no deparaba nada bueno.
"Ese es el motivo por el que vine a verte Jeanne, porque necesito que te conviertas en Campione y protejas a la humanidad de los dioses y de sí misma" declaro el joven con tristeza y a la vez esperanza en que la joven frente a él, aceptara esta pesada carga que la hará caminar por un camino lleno de lucha y sufrimiento.
"Pero, padre, yo no puedo…" Jeanne perdió la fuerza para decir algo más. Ella sabía las implicaciones de esta declaración y se negaba rotundamente a aceptarlas.
"Lo siento hija. Pero tú eres mi elegida. Un protector debe ser amable, humilde, honesto, puro, lleno de fe y ante todo, debe entender el valor del sacrificio. Tu hija mía, eres todo eso y más. Lamento haberte puesto a prueba, pero necesitaba asegurarme de que mi heredera era todo lo que represento. Necesitaba saber que lucharías y que nunca perderías la esperanza. Estoy orgulloso de ti Hija mía. Y aunque lamento tener que darte esta tarea tan pesada, eres la luz que el mundo necesita. Así que por favor Jeanne, acepta mis poderes y protege a tus hermanos. Este es mi último deseo y mi más grande esperanza" El joven de cabello blanco hablo perdiendo su elegancia y hablando con tanta pasión y fe que Jeanne sabia sin duda alguna que no podía negarse a este deseo, incluso si ella quería negarlo con todo su ser, ya que esto representaba para ella, un pecado que jamás podría perdonarse.
"Pero padre, yo no puedo hacerlo, yo no puedo…. matarlo" Jeanne se derrumbó, perdiendo su compostura y sintiéndose desesperada ante tal abominación. Como podría ella pensar incluso en acabar la única luz que quedaba de Dios en este mundo. Era imperdonable, era impensable y la vez ella sabía que tenía que hacerse, por lo que no pudo evitar llorar con tanta desesperación y dolor que su corazón parecía querer romperse en dos.
"Lo siento hija mía. Siento que tengas que sufrir por esto. Siento que no haya podido hacerlo mejor. Siento que tenga que ser así. Siento que tengas que hacer algo que no quieres. Siento que un padre tenga que decirle a su hija más amada que tiene que matarlo. Pero es lo que quiero Jeanne, porque confió en ti, creo en ti… Sé que será doloroso, pero también será esperanzador, porque podre confiarle el mundo a mi hija mas querida. Porque a pesar de no poder verlo por mí mismo o de poder hablarte, consolarte o abrazarte, siempre estaré contigo. Siempre será una parte de tu ser…. Es por eso que, aunque sea egoísta de mi parte, te lo imploro Jeanne, cumple mi deseo y vive como tú misma…. "El joven detuvo su discurso y mirando los ojos violetas de su hija, el trato de darle toda su fuerza y cariño porque era lo único que podía hacer por ella "Te conozco hija y sé que nunca podrás decepcionarme, porque eres lo más cercano a mí… no, eres alguien mejor que yo… y es por eso que solo puedo acudir a ti en este momento de necesidad" el joven se derrumbó llorando e implorando a su hija abatida, porque este era el único camino que el conocía. No podía confiarle sus poderos a ningún otro Campione o incluso a sus ángeles, porque ninguno estaba preparado para luchar por el mundo que el quería.
"Padre…" Jeanne solo pudo abrazarlo y llorar hasta que sus ojos estuvieran secos y más porque la resolución para aceptar esto era difícil de reunir al saber que su señor, su padre, desaparecería de este mundo por sus propias manos.
"Lo se Jeanne, lo siento hija" El joven padre, solo podía aceptar este dolor y tratar de diluirlo en un abrazo cálido lleno de amor y esperanza.
El tiempo paso y aunque el joven de cabello blanco sabía que era peligroso quedarse demasiado tiempo, ya que habría gente detrás de su poder que intentaría matarlo, no pudo evitar dilatar tanto como fuera posible este momento ya que era la despedida de un padre y su hija.
Jeanne sintió que habían pasado horas o días, ella ya no estaba segura. No sabía si era su propia fortaleza o la de su padre, pero ese abrazo que parecía eterno se llevaba todo su dolor y pena, haciendo que poco a poco fuera reuniendo fuerza para aceptar este destino. Ella no defraudaría a su padre. Ella cumpliría con gusto el deseo del ser al que más había amado en esta y su anterior vida.
"Mh,.. yo,.. Lo hare padre" Respondió Jeanne liberándose del cómodo abrazo y hablando con toda la resolución y fuerza de voluntad que podía reunir.
"Gracias hija... Estoy orgullo de ti" respondió el joven padre sintiendo que una enorme carga se liberaba de sus hombros.
Los dos simplemente se miraron. Para uno era el fin de su vida y para el otro era el comienzo de una nueva. Una final y un comienzo. Sus destinos estaban unidos.
Jeanne sabía que, aunque el camino que estaba por recorrer sería difícil y lleno de dudas y tristeza, estaría acompañada en espíritu, del Dios que siempre estuvo con ella. Del padre que la reconoció y del amigo que nunca la abandonaria.
"Que debemos hacer padre" hablo Jeanne con inseguridad. A pesar de que ella estaba decidida a hacer esto, ella no quería pensarlo mucho ya que sabía que su fuerza estaba pendiendo de un hilo a punto de romperse si se le daba la oportunidad.
"No tenemos mucho tiempo hija. A pesar de que me hubiera encantado estar contigo un poco más o ayudarte a comprender los nuevos poderes que tendrás, me temo que será peligroso ya que hay otros seres que sienten mi presencia y no dudaran en matarme o quitarme mis autoridades si les damos la oportunidad" respondió el joven de cabello blanco animando a su hija a levantarse.
"Lo entiendo padre. Yo, … no lo defraudare" respondió Jeanne quien acepto el gesto de su padre y se levantó junto a él.
"Antes de que hagamos esto hija, debo recomendarte un par de cosas y advertirte sobre algunas personas peligrosas" explico el joven de cabello blanco con un poco de temor en su voz.
Jeanne asintió, poniendo toda su atención en cada palabra.
"El objetivo de esto, de todo esto, es romper el ciclo. Los dioses hetericos seguirán apareciendo siempre, incluso si son detenidos y derrotados, ellos seguirán viniendo, ya que no hay nadie que les impida hacerlo. Incluso si técnicamente heredaras mis poderes, no puedes reemplazarme en ese sentido, por lo que mi plan es evitar que esto siga pasando" Explico el joven a su hija.
"Lo entiendo padre. Aceptare cualquiera que sea su plan. Juro que daré todo de mi para proteger este mundo" Contesto Jeanne que sabía lo que aquí estaba en juego.
"Gracias hija. Como lo había dicho anteriormente, solo los humanos pueden ser campiones, y cada vez que matan a un dios, existe la posibilidad de robar parte de su poder. Sin embargo, esto no soluciona nada. Incluso un Campione con 10 o 100 autoridades puede caer ante un dios heterico o incluso ante otro humano o existencia, ya que, a diferencia de los dioses, los campiones no son inmortales. A pesar de ser inmunes a casi la mayoría de la magia externa, hay muchas formas de afectarlos internamente y además de esto, tienen una debilidad fatal que les impide usar todo su potencial, a diferencia de un dios heterico quien controla sus autoridades por instinto"
"¿cuál es esa debilidad padre?" pregunto Jeanne con inquietud.
"Es simple hija, un Campione tiene restricciones ante el uso de su poder y además debe recitar un aria para hacer uso de la autoridad. Es por eso que si muere en un ataque sorpresa, sin posibilidad de prepararse para defenderse, de nada servirá que tenga poderes sobrenaturales. No es tan fácil hacer esto, pero existen seres que pueden hacerlo, ya sea un arcángel o un Mao del inframundo, incluso un héroe con algún arma de clase Longinus pueden matar con un solo golpe si se preparan lo suficiente"
Jeanne reflexiono sobre esto y entendió que ningún poder era todo poderoso, por lo que tendría que recordar siempre, nunca confiarse de ellos.
"Es por eso que quiero que rompas el ciclo. Tu serás la única Campione que no robara sus autoridades a estos dioses hetericos, porque a diferencia de los demás campiones, no los eliminaras, sino que a través del sistema del cielo que podrás activar gracias a mi poder, los anexonaras al sistema de reencarnación para que sus almas no regresen al reino inmortal, sino que se queden ancladas aquí en este mundo. Aquellos seres corruptos y que representen un peligro para la vida y su equilibrio serán encerrados en engranajes sagrados y mandados a convivir con humanos hasta que aprendan el valor de la vida y del amor. En contra parte, aquellos que no sean tan peligrosos, podrán acceder al sistema de reencarnación y vivir una vida como humanos. Ellos olvidarán sus recuerdos en lo profundo de su alma y solo podrán liberarlos si una situación de vida o muerte lo exige. Mantendrán sus poderes de forma inconsciente, aunque limitados a su cuerpo mortal, por lo que jamás podrán representar una amenaza seria para el mundo entero. Ese es el camino que puedo darle a estos dioses, ya que, de esta manera, podrán aprender a convivir y usar sus autoridades para el bien de este mundo"
"Eso es muy amable de tu parte, padre" sonrió Jeanne con orgullo.
"Tú sabes que habrías hecho lo mismo hija. Todos necesitan una oportunidad para redimirse" declaro el joven de cabello blanco con sinceridad.
"Lo hare padre. Los salvare a todos" declaro Jeanne con resolución.
"Hija. Si algo he aprendido en todo mi tiempo, es que nunca puedas salvarlos a todos. Pero no te diré que no lo intentes. Solo prométeme que te cuidaras y no te sacrificaras a menos que sea la única solución. Recuerda que ahora debes pensar por el bienestar de todos los seres y no solo unos pocos. Además, no quisiera verte repetir mis mismos errores" recomendó el joven padre, esperando que su hija tomara estas palabras y entendiera su significado.
"Yo… tendré que pensar mucho en eso. Pero lo entiendo padre. Recordare sus palabras, cada vez que sienta una duda o mi fe sea puesta a prueba" declaro Jeanne que sabía que su vida de ahora en adelante, no sería una vida tranquila y falta de sacrificio, tanto de su cuerpo como de sus ideales.
"Eso es suficiente para mí, Hija mía. Con respecto a las entidades a las que debes mantener mucho cuidado son dos dioses dragones. Ellos a diferencia de los dioses hetericos, son dioses que están fuera del alcance del sistema del cielo, por lo que nunca podrán ser anexados ya que representan el infinito y los sueños. Ophis, el dios dragón del infinito, existe para que la magia en este mundo exista. Si ella muere, muchos seres dependientes de la magia morirán y la magia como se la conoce desaparecerá de este mundo, por lo que considéralo si alguna vez sientes que su vida está bajo amenaza. El otro dios dragón, es el Gran rojo y él es el guardián de este universo, el que impide que otros seres interdimencionales, entren a este universo y lo consuman. Sin él, es posible que otros seres primordiales del tamaño de planetas se atrevan a entrar a este universo, consumiéndolo y matando todo a su paso" explico el joven padre con el conocimiento de que esto era información muy importante para compartir.
"Wow, así que ellos no deben morir pase lo que pase" declaro Jeanne con temor en su voz al considerar amenazas planetarias.
"Hay universos que no cuentan con estos seres y aun así sobreviven, pero son muy caóticos. Así que yo espero que ellos vivan tanto como sea posible, aunque todo tiene una final, incluso los dioses inmortales." Declaro con respeto el joven de cabello blanco.
"Lo entiendo padre. Los tratare con cuidado y los ayudare si me es posible ayudarlos" respondió Jeanne.
"Además de esos dos seres, hay un demonio llamado Rizevim Lucifer, que solo quiere ver el mundo arder. Por lo que debes ser muy cautelosa con él y eliminarlo si crees que es necesario. Solo recuerda, que es un ser muy inteligente y siempre tiene planes sobre planes por lo que nunca será fácil de derrotar" El joven advirtió con cautela.
"Lo entiendo padre. Tendré cuidado con el" respondió Jeanne. Ella no era el tipo de persona que actuaba por impulso, así que mantendrá un cuidado especial para ese nombre y cualquier asociado a él.
"Además de él, hay tres seres reencarnados que vinieron de otros universos. Ellos tienen conocimiento del futuro o poderes extraños e intentaran cambiarlo todo ya que no desean vivir la vida a la que están predestinados. No puedo saber si serán buenos o malos, pero no hay duda en que aprovecharán todo su conocimiento para su propio beneficio, por lo que debes de tener cuidado. Uno de ellos es Raiser Phoenix, un demonio de clase alta, quien estaba destinado a ser vencido por el Dragón Emperador Rojo, por lo que no me sorprendería si intenta cambiar ese destino. El otro ser reencarnado es Kusanagi Godou, quien estaba destinado a ser un Campione, pero ya que tu intentaras sellar a los dioses hetericos, puede que te enfrentes a él, ya que puede molestarse por el hecho de que no podrá acumular todo el poder al que una vez estuvo predestinado. De hecho, debes de tener mucho cuidado con todos los campiones, ya que, si alguno se entera del nombre del dios al que mataste o de lo que pretendes hacer, se convertirán en enemigos ya que los campiones generalmente son personas que viven para las batallas y para hacerse más poderosos" advirtió el joven de cabello blanco.
"Entiendo que debo de tener cuidado, pero no entiendo la parte de que sean seres reencarnados de otro universo" pregunto Jeanne quien quería saber más sobre sus posibles enemigos.
"Bueno hija, es tal como suena. Son seres que murieron en otro universo, pero que debido a un error en el sistema de reencarnación fueron trasladados a otro universo donde usurpan el cuerpo de seres con destinos importantes. Normalmente el gran rojo es quien se encarga de espantarlos o de destruirlos si es necesario, pero a veces algunos pocos se escapan y reviven en seres de este mundo o en el peor de los casos usurpan cuerpos ya maduros y roban el cuerpo de sus víctimas. Esto es difícil de entender, pero el sistema del cielo guarda un registro de todo lo que pasa y de todo lo que puede pasar, de la manera más segura posible y esa es enviando esa información al inconsciente colectivo de otros universos donde es inaxesible para que los seres de este mundo lo lean o lo cambien. Se hizo de esta manera ya que de lo contrario, si un dios o incluso un humano tuviera una pequeña parte de este registro en su poder, tendría el poder de cambiarlo todo, pasado, presente y futuro. Es por eso que la información se guarda en otros universos. Algunas veces los pueden ver en sus sueños, pero ya que es información que siempre está cambiando, los recuerdos desaparecen por lo que casi nadie puede recordar sus sueños, a menos que sea un evento muy común en todos los universos" Explico el joven de cabello blanco a su pupila, para que entendiera las implicaciones de estos seres que pueden alterar el balance del universo.
"Así que los sueños son información de lo que pasa o pasara en otros universos. Es increíble" Declaro Jeanne con asombro.
"Si, en su mayoría se dan en forma de sueños, aunque hay casos en donde esa información comienza como inspiración, por lo que la gente lo escribe o lo representa como historias ficticias, a pesar de que son sucesos que están sucediendo en otros universos. Es por eso que la gente que escapa de la vigilancia del gran rojo es peligrosa, ya que ellos tienen conocimiento ya sea a través de un libro, de videos o incluso una canción, sobre los acontecimientos que suceden o sucederán en este universo. No lo saben todo, pero es posible que si sepan las partes más destacadas. Además, debido a que no pasaron exitosamente por el sistema de reencarnación, conservan todos sus recuerdos, por lo que pueden crear hechizos que desequilibren el balance de este mundo y ya que no están registrados en el sistema de este universo, pueden explotar todas las restricciones que normalmente atan a los seres de este mundo. Es por eso que son tan peligrosos"
"Lo entiendo padre. A pesar de que entiendo el peligro que representan, no los atacare, a menos que sus actos lo requieran. Aunque aún falta uno por nombrar padre. ¿Es este diferente?" pregunto Jeanne con algo de precaución y curiosidad acerca del tercer miembro invasor.
"El tercer individuo se llama Tatsumi Nakimori. Al contrario de los otros dos, dudo que el tenga conocimiento de este universo ya que viene de un lugar muy lejano. No sé cómo hizo para llegar hasta aquí, pero sin duda se debe a alguna clase de poder extraño que lo trajo a este universo. A diferencia de los otros dos que usurparon cuerpos que ya tenían almas en ellos, Tatsumi reencarno en este mundo como cualquier otra persona, aunque debido a la anomalía que tiene en su interior, sus recuerdos aún siguen intactos. Sin embargo, debido a que paso por el sistema de reencarnación de este universo, no tiene la libertad para explotar las restricciones a diferencia de los otros dos individuos. Aunque me temo que el poder que tiene en su interior es extraño y no puedo descifrar si es bueno o malo para este mundo. Solo podemos darle el beneficio de la duda" respondió el joven de cabello blanco con cansancio.
"Lo entiendo padre. Recordare todos sus nombres. Y tendré mucho cuidado" respondió Jeanne para aliviar a su padre que se veía agotado ante la perspectiva de lo difícil que será mantener este mundo en paz.
"Por último, me gustaría darte un par de recomendaciones. He visto partes de los posibles futuros y en la mayoría casi todos los eventos importantes se llevarán a cabo en Japón. Por lo que te recomiendo que como Campione, reclames ese territorio para ti. Sé que no deseas que te traten de manera diferente y no quieres gobernar, pero créeme cuando te digo que hacer eso te ayudara a mantener a todos a salvo, ya que, reclamando a Japón como tu territorio, podrás moverte con mayor libertad y podrás acceder a la asociación de magos de ese país. Ellos te ayudarán a mantener a las personas a salvo en el momento en que tengas que luchar. También es importante que lo hagas ya que, si alguno de los dos reencarnados humanos se convierten en campiones y reclaman a Japón como su territorio, te será muy difícil mantenerte en Japón ya que todos te consideraran hostil"
"Mmh, lo entiendo padre. A pesar de que no me gustara hacerlo, entiendo porque debe hacerse" Jeanne respondió un poco abatida pero feliz de que su padre se preocupe tanto por ella.
"Mi segunda recomendación es que salves a una chica que está sufriendo mucho y que lleva un importante engranaje sagrado en su interior, el Santo Grial. Debido a que usarlo consume su alma y erosiona su mente, la joven se encuentra en muy mal estado y con una familia que la desprecia, ella no tiene a nadie a quien acudir para ser salvada. Es por eso que me gustaría de ser posible que la ayudes." Pidió el Joven con pena, ya que él le había fallado a la joven dándole ese engranaje sagrado maldito. Era un poder demasiado peligroso y muchas veces se arrepintió de haberlo puesto a disposición del mundo.
"Por supuesto padre. Hare todo lo posible por salvar a la chica. Aunque sería bueno saber su nombre y donde podría encontrarla" respondió Jeanne interesada y feliz de poder salvar a alguien que la necesitaba.
"Por supuesto Hija. Gracias por hacerlo. Su nombre es Valerie Tepes y ella se encuentra en Rumania, en el castillo de la familia Tepes. Ellos son vampiros y Valerie es una Dhampir. Debes de tener cuidado con su padre, aunque si te presentas como Campione, es posible que puedas negociar su salida sin la necesidad de luchar"
"Está bien padre. La salvare pase lo que pase. Si no puedo hacerlo de manera pacífica, intentare hacerlo de la manera difícil" Prometió Jeanne quien no dejaría que un alma en pena se consuma en la soledad.
"Confiare en ti para ayudarla hija. Mi última recomendación es que te unas al Peerage de la demonio Rias Gremory. Haciendo esto, podrás pedirle que te ayude a capacitarte ya sea en lucha o aprendiendo magia ya que, como hermana de un Mao del inframundo, sus recursos son bastos y no dudara en ayudarte a desarrollarte y entrenar. Además de eso, la mayoría de los sucesos significativos pasaran a su alrededor, por lo que tener el respaldo de los principales combatientes contra los dioses hetericos será importante. Por otra parte, debes juzgar con tus propios ojos el estilo de vida que los demonios de hoy viven y actuar en consecuencia." Recomendó el joven de cabello blanco con algo de culpa ya que sabía que Jeanne no lo tomara muy bien.
"Pero padre. ¿De verdad tengo que hacerlo? No quiero ser un demonio y mucho menos estar ligada al pecado y a la oscuridad. Por favor padre, ¿no hay otra manera?" pregunto Jeanne un poco molesta, pero con la esperanza de que no fuera estrictamente necesario.
"Hija, como lo dije antes, es solo una recomendación. Tu deberás ser quien juzgue si debes hacerlo o no. Sé que no eres orgullosa por lo que espero que esto no te impida actuar de la mejor manera. Además, el cambio será solo temporal. A diferencia de cualquier otro ser donde el procedimiento es permanente, tu serás inmune a toda influencia en tu alma ya que mi poder no aceptara a otro que no seas tú misma. Es por eso que, si te unes a su Peerage, el proceso solo se sentirá como ponerse una capa de ropa o un anillo. En el momento en que desees, puedes quitártelo y volver a estar limpia de cualquier influencia." Explico el joven padre, para la felicidad de su hija.
"Eso es un alivio. Gracias por pensar en todo padre" Jeanne abrazo al joven de cabello blanco con alegría.
"Es lo menos que puedo hacer por mi hija favorita." Respondió el joven sintiendo que era el momento de despedirse.
"Es el momento, hija. Mi tiempo está a punto de terminar" declaro el joven padre, para temor de su hija, quien había escondido en el fondo de su mente, lo que tendrá que suceder a continuación.
"Padre, ¿estás seguro que no hay ninguna otra manera?" pregunto Jeanne con lágrimas que parecían no querer secarse.
"No la hay hija. Hace mucho tiempo que la mayor parte de mi está muerto. Solo soy una última luz que buscaba con ansias a alguien que amara el mundo tanto como yo lo hice. Por favor hija, comprende que yo no tengo futuro" respondió con tristeza el joven de cabello blanco.
"Pero es tan injusto padre. Porque, porque tienes que abandonarnos. Porque no puedes quedarte más tiempo, porque tienes que desaparecer, porque el mundo es así" Jeanne no pudo evitar quejarse como una niña, a pesar de que sabía todas las respuestas.
"Lo se hija. A mi también me habría encantado estar más tiempo contigo. Pero no podía ponerte en peligro. Entiende que desde este momento serás marcada como Campione, y muchos seres te odiaran y te amaran por igual. Tu existencia y tu destino cambio en el momento en que me presente junto a ti. Es por eso que no quería hacerlo antes, porque quería que disfrutes los pocos años de niñez y adolescencia y vivas una vida pacífica y tranquila. Es por eso que no podía quitarte eso y es por eso que he llegado al límite de lo que puedo hacer. Creo en ti hija. Siempre confiare en ti" respondió con orgullo el joven padre.
"Gracias padre. Por todo. Yo siempre creeré en su palabra, en sus enseñanzas y en su misión. Juro que no lo defraudare" Declaro Jeanne con lágrimas de triste y felicidad mescladas entre sus ojos.
"Lo se hija. Tu jamás podrías defraudarme. Así que no temas actuar como Leticia. El mundo te necesita, pero no por eso debes renunciar a todo. No por eso debes renunciar a vivir días de paz y tranquilidad. No por eso debes renunciar a ti misma. Tómatelo con calma hija. Camina segura. Se tu misma. Es todo lo que puedo pedir" respondió el joven de cabello blanco limpiando las lágrimas de su hija.
"Estoy lista padre "declaro Jeanne apretando sus manos, tratando de evitar que sus brazos tiemblen por los nervios.
El joven de cabello blanco tomo la mano de su hija y materializo una pequeña pluma, una carta y un accesorio para el cabello. Todos los elementos desprendían luz y poder, pero a la vez eran elegantes y llenos de pureza.
"Quiero que guardes esto hija. Sé que será difícil contactar con el cielo, pero cuando lo hagas, dale esto a Michael. Él lo necesita si será el guardián del sistema del cielo. Además, quiero que le des el broche a Gabriel. Me habría encantado despedirme de ellos, pero no podía hacerlo ya que mi presencia en este mundo es efímera y peligrosa. Por favor, solo diles que me perdonen por no poder estar con ellos y que estoy orgulloso de su trabajo." Dijo el joven de cabello blanco con lágrimas en sus ojos.
"Por supuesto padre. Juro que lo haré" Respondió Jeanne quien tomo los artículos y los guardo en su vestido.
Por último, el joven de cabello blanco, materializo una daga dorada cubierta de letras de un lenguaje antiguo y con joyas que parecían no ser de este mundo. Su filo era tan agudo que era atemorizante estar junto a su borde, porque parecía poder cortar el espacio mismo.
"Esta es la daga del fin. Tiene el poder de cortar cualquier magia en este mundo y aunque no puede matar dioses, puede cortar sus almas e impedirles acceder al poder de sus autoridades. Normalmente esta daga no podría matarme, pero ya que no me opongo a ti, bastará con solo empujar un poco y todo estará hecho" declaro con resolución el joven de cabello blanco.
"Yo, yo …" Jeanne no pudo evitar dudar de su resolución. No quería hacerlo, pero a la vez, sabía que no había escapatoria. Su padre no quería morir a manos de otro. Quería que su legado se quedara con ella. Y Jeanne no podía negarle eso.
"Tómala Hija. Prometo que no me dolerá" Hablo el joven con la daga, extendiéndole el arma y haciendo que Jeanne la tenga en sus manos.
"Leticia Dumont, Jeanne D Ark, Hija mía. Gracias por hacer esto, gracias por ser la mejor hija que un padre pudo haber deseado. Gracias por existir y gracias por creer en mí. Te pido disculpas por toda la tristeza que te hice pasar en tu anterior vida y por todo el dolor que sufrirás en esta. He cambiado tu destino, hija mía. Te he dado todo lo que tengo, mis sueños, mis esperanzas y a pesar de que me habría encantado que muchas cosas sean diferentes, no podría haber deseado un mejor final. Porque no moriré a causa de una lucha contra demonios o cualquier otro dios, sino a causa del amor y la esperanza. Mi muerte tiene un significado. No es un error ni una burla del destino. Es mi elección. Y es mi oportunidad para remendarlo todo. Gracias hija. Gracias por ser mi hija" Sonrió el joven sujetando los brazos de Jeanne quien no parecía tener la fuerza suficiente para sostener la daga y de esta manera, el joven de cabello blanco y ojos azules camino lentamente hacia adelante con el impulso suficiente para que la daga cortara en su corazón.
No hubo sangre, ni llanto, ni dolor. Solo esperanza, ya que el cuerpo de luz del joven de cabello blanco se deshacía lentamente en innumerables partículas de luz que se dispersaban por el aire y rodeaban a Jeanne en un cálido abrazo que nunca podrá ser olvidado.
"Te amo Padre" fue lo último que dijo Jeanne como mortal. Observando sin parpadear como el cuerpo de su señor se convertía en luz mientras ella caía al suelo con delicadeza, ya que las partículas de luz tomaron su cuerpo y lo bajaron lentamente con amabilidad.
La figura de su padre desapareció y las luces lentamente la fueron dejando deshaciéndose en el cielo infinito donde parecían convertirse en estrellas, haciendo que el firmamento resplandeciera como ninguna noche en ese mundo.
Jeanne fue perdiendo las fuerzas lentamente y muy pronto se encontró perdiendo el conocimiento.
Ella lo había hecho. Ella había cumplido el último deseo de su padre.
Una pequeña sonrisa adorno su cara y aunque su alma se sentía triste y melancólica, ella sintió que esta vez no había fallado.
