Hola... vengo aquí con una nueva historia, la cual prometo no será muy larga ya que no quiero extenderme mucho, estoy muy corta de ideas en estos días.

Todo el mundo sabe que Naruto pertenece a Masashi Kishimoto, lo único que es mío aquí es la historia ^^

Advierto que habrá lemmon, además de volcabulario obseno.

Bueno las advertencias están dadas, este es un fic con contenido para mayores de edad, así que si posees menos de 18 años abstente a las consecuencias XP

Por otro lado, esta historia solo será publicada en dos páginas, esta y deviantART.


No se lo digas a nadie

Había sido el típico día clases en donde, como siempre, era atacada por las preguntas bien formuladas y un tanto confusas del maestro de anatomía, Kakashi Hatake, un holgazán y poco dedicado hombre que siempre llegaba tarde a clases y para colmar sus impuntualidades se excusaba tontamente con pretextos estúpidos y poco creíbles, sin embargo, con todo eso, seguía siendo un muy buen maestro de anatomía.

Caminé por los largos pasillos del colegio para llegar a mi siguiente clase. Era esta la que más me gustaba, ya que aquí, de cierto modo, siempre podía ser "yo", me encerraba en las notas musicales de los violines y el piano a conjunto, sintiendo un relajante "Do" "Re" "Mi" repetitivo pasear por mis oídos como la suave brisa del viento primaveral sobre la piel… lo que yo no entendía era porqué los alumnos de mi aula no les gustaba la música, es decir, es tan hermosa y… relajante.

-Sakura – san - me llamó la maestra – es suficiente por hoy, lo has hecho muy bien, como siempre… me tengo que ir, he dejado a Mayu en casa de una amiga y tengo que recogerlo, lamento no poder quedarme hoy contigo para practicar los extras… pero no te preocupes, lo haremos en otra ocasión. – aseguró saliendo por la puerta del salón sin antes despedirse con un ademán de su mano y una sonrisa.

Esa mujer era increíble. Cuidaba a un niño, su hijo, siendo soltera, sin la ayuda de alguien que pueda colaborar con su situación económica, pero supongo que en este colegio pagan muy bien, ya que es uno de los colegios más prestigiosos de todo Osaka.

En fin…

Decidí quedarme un momento más practicando, y sin darme cuenta, las horas habían pasado volando, quizás todo el alumnado ya había desaparecido y yo como estúpida me había quedado ahí…

Alisté mis cosas, metí el violín en su funda y lo guardé, caminé en dirección a la salida sin antes pasear mis dedos por las teclas del piano y emitir un sonido escalofriante, como de aquellas películas de terror.

Al salir, un sonido extraño llamó mi atención. ¡Dios! Juraría que parecía una gata en celo la que gritaba.

Mi cara ardió de vergüenza al imaginarme que aun había alguien en la escuela haciendo quien sabe qué.

Corrí desesperada, los gemidos de esa loca se escuchaban más fuertes y de pronto… se apagó, ya no la escuchaba.

Ah. Suspiré con más calma.

Continué caminando con serenidad cuando de repente la puerta del aula 5-A se abrió de golpe y de ahí salió un muchacho alto de tez clara y cabellera negruzca y desordenada. Paré de golpe y vi como él torcía el cuello y sacaba un cigarrillo, para luego prenderlo y jalar un poco del chicote. Al momento que expulsó el humo divisé la figura esbelta de una pelirroja. ¡Por Dios! Si esa era Karin, la porrista del colegio… ahora entendía el porqué de todas las indirectas directas que le enviaban aquellos muchachos.

Karin le sonrió al joven y luego se marchó muy contenta moviendo el rabo como un pato.

Me mordí el labio inferior y decidí continuar con mi camino, simulando que no sabía nada, pero justo cuando iba a dar un paso la mirada de aquel muchacho me paralizó.

Dos posos oscuros me observaban escrupulosamente y no pude evitar sonrojarme, es decir, parecía que me comía con la mirada y mi sonrojo parecía haberlo encendido ya que, extrañamente, pude percibir en sus ojos oscuros un brillo caluroso que definían sus ideas lúbricas.

Asustada, me di la vuelta y me eché a andar, casi a correr.

-¿A donde crees que vas? – jadeé aterrada al sentir sus labios rosar el lóbulo de mi oreja.

No sé como hizo para alcanzarme tan rápido, no sé como quedé acorralada entre él y la pared mientras apretaba mi cintura, casi asfixiándome, no sé porque comenzó a ronronearme por le cuello, susurrando cosas que no llegaba a comprender muy bien del todo, ya que el pánico de ser violada por este tipo habían nublado mis sentidos y sobre todo, no sabía porque de tantas chicas a mí me tenía que pasar esto.

-Por… favor… suéltame, te… lo… ruego. – supliqué al borde de soltar el llanto pero, ni con esas, ni con mis sollozos y ruegos me soltó, es más, apretó su cuerpo contra el mío y gemí al sentir el duro concreto impactarse con mi espalda.

Al escuchar un jadeo ronco proveniente de su garganta apreté los ojos porque supe que se había excitado… sus manos aterciopeladas comenzaron a levantar mi falda hasta esconderlas por debajo de mis bragas, estrujando mis nalgas cuan almohada rellenada de felpa se tratase.

La desesperación apañaron mis ojos e imágenes de cómo terminaría todo me abrumaron… ¡No! ¡No quería ser violada!

-Shhh – siseó contra mis labios – no te voy a violar si es lo que piensas Sa-ku-ra. – mis cinco sentido se activaron, mis nervios se desbordaron y la duda se asió en mí.

-C-cómo…

-¿Se tu nombre? – una sonrisa se curvó en sus labios, lo que fue para mí escalofriante.

-Yo…

-Lo sé, no sabes nada de mí…

-Suéltame – quise que la voz me sonara autoritaria, fuerte pero… sentía el miedo en la garganta y yo solo podía articular gemidos y susurros. Atrapé sus hombros tratando de empujarlo mientras aplastaba el trasero para que quitara sus manos de mí. Todo era en vano, en cuanto más me resistía mas se adhería a mí.

-¿Qué haces aquí, eh?... supuse que ya no habría nadie. Lamento que hayas escuchado lo anterior…

-¡Sólo quiero irme! – chillé golpeando su pecho y un nudo repugnante se instaló en mi garganta.

Sus labios golpearon los míos y yo sentí morir… rasgó la piel de mi boca, obligándome a abrirla con su lengua, sin embargo no permití que eso pasara, sus manos por fin se despegaron de mí pero… en un instante me levantó de los muslos y abriéndolos se acopló entre ellos empujando su erección contra mi cuerpo.

Gemí contra el beso y su lengua erudita exploró mi cavidad bucal, acariciando mi paladar y de vez en cuando los incisivos.

El contacto se perdió y yo bajé la mirada.

El temor golpeó otra vez mi cuerpo con fines de hacerme gritar, sus labios acariciaban la blanca piel de mis mejillas y yo… yo no quería permitírselo pero lo hacía, las fuerzas me abandonaban y el llanto se apiñaba de nuevo en mis pupilas.

Apreté los ojos y cedí, ya no tenía alternativa, y justo cuando imaginé que me haría algo…

-Te veré luego – dijo y me soltó sin antes dejar otro beso en mi boca, mas lo extraño fue que… sus labios apenas me rosaron, fue más parecido a una caricia.

Caí de rodillas al suelo y lloré. Lloré por debilidad, por el escalofrío que sentí al recordar sus caricias y besos.

La cabeza me dio vueltas y la confusión descompuso mis ideas, más de las que ya estaban.

Me levanté de forma temblorosa, parecían que mis piernas no me podrían sostener el suficiente tiempo para llegar a casa.

Para mi suerte, mamá no estaba, eso era bueno, ya no tendría que darle la excusa de mi tardanza, lo menos que quería era preocuparla.

Entré a mi habitación y llené la bañera, tenía planeado quedarme sumergida en las tibias aguas hasta hacerme olvidar, de alguna forma u otra, lo sucedido en la tarde.

Me quedé dos horas bajo el agua, mi piel ya tenía la apariencia de una pasa pero no me importaba… en esas horas había tratado de recomponerme, de poner las ideas claras, de esfumar cualquier rastro de terror… para cuando lo logré, de cierto modo, una única pregunta divagó por mi mente.

¿Quién era él?


Sólo espero que haya sido de su agrado, aun estoy tratando de adaptarme a esta página, se me hace muy complicado debido a que está en inglés.

Quisiera pasar todos los fics de aquí pero realmente creo que eso no se podrá hacer. Bueno, sin nada más que decir, me tengo que ir.

Saludos.