Volvió a alzar la copa y dio un gran trago.
- Y aquí estamos Rode…- al albino no le hacia nada de gracia tener que aliarse con Roderich pero sus jefes así lo habían predispuesto y aunque rió a carcajada limpia cuando se lo comunicaron, no puso pegas, quien sabe quizás seria divertido y todo.
- Idiota…esto es por el bien de los dos espero que no se te olvide quien es ahora el enemigo.
- Ja! Claro que no! Dinamarca esta ahora en el punto de mira…- este quería el ducado de Schleswig* y a Gilbert no le gustaba nada que alguien pretendiera quitarle algo posiblemente suyo en un futuro, lo más próximo que se pudiera para más inri*2.
(*wiki power: En 1864, Austria y Prusia se aliaron en la Guerra de los Ducados contra Dinamarca
2* Aun así ambos ya daban vistos de confrontación por dominar la Confederación Germánica)
El austriaco solamente bufó mientras cortaba el bistec. Hubiera preferido comer aparte pero tenia que ser educado, por mucho que el otro no mostrara la mínima intención de serlo. La tensión era palpable, siempre lo había sido entre ellos. Después de acabarse el segundo plato el castaño se limpió cuidadosamente la boca con la servilleta. Miró al pruso y su rostro dibujó una mueca de desagrado.
- Gilbert…eres realmente insoportable… haz el favor de usar la servilleta después de comer...- No es que quisiera fijarse en su boca pero era difícil no hacerlo cada vez que emitía aquel graznido que él creía tener por carcajada.
Odiada como reia, era descortés, escandaloso y exagerado.
No había forma mejor de describirle que escucharle reír.
- ¡Bah! Yo soy demasiado genial para este trapo…- lo cogió por una punta claramente fingiendo asco- que tu haces llamar servilleta, roce siquiera mis ilustres labios.- dicho esto volvió a reír haciendo que el austriaco reprimiera su evidente enfado.
- Todos sabemos lo genial que eres.- dijo suspirando, no quería fallar a sus jefes así que intentaba ser condescendiente con el egocentrismo del pruso.
- ¡Pues claro!¡Tsche veo que nuestra alianza te ha hecho mucho bien Rode!- se levantó con la felicidad estampada en el rostro hasta el asiento que ocupaba el austriaco, al otro extremo de la mesa. Apoyó el brazo sobre el cabezal y en ese momento entraron a recoger los platos.
- ¿Les servimos el postre?- preguntó educada una joven con atuendo de criada.
- No. No hace falta, hemos acabado ya.
El austriaco se giró a mirarle indignado.
"¿Qué se creía opinando por mi?" sus palabras no llegaron a salir de su boca pero el albino pareció captar el mensaje.
- No te pongas así, Rode, voy a darte un postre mejor.
- Idiota...- se levantó- Muchas gracias.- dijo a las, ahora, tres criadas que trabajaban limpiando la sala.
Ya era de noche y por los pasillos tenían que llevar candelabros para poder moverse. Gilbert lo sostenía mientras canturreaba, Roderich se había quedado atrás hablando con uno de sus altos cargos, dentro de dos días debían partir a batallar. Cuando el pruso escuchó pasos tras él se giró con tanto ímpetu que la llama se extinguió.
- Eso te pasa por bruto, idiota.- dijo a unos metros de distancia el castaño.
Gilbert solo podía distinguir el foco de luz, al acercarse ya pudo ver el rostro del otro mirándole con el ceño fruncido.
- Acércalo- ordenó el castaño a lo cual el albino solo inclinó levemente el candelabro, en unos segundos la vela volvió a prender en contacto con la de Roderich.
Gilbert sonrió ampliamente y besó una de las mejillas del austriaco.
- Tomaré eso como un gracias.
- Tómatelo como quieras.- le respondió dándole la espalda volviéndose a encaminar a la habitación.
- ¿Por qué querría entrar a tu cuarto?
- Kesesese! ¿No te dije qué te daría yo el postre?
Roderich alzó una ceja.- No veo la conexión
- Pues no hay que ser muy listo.
Tsch- emitió ofendido.
- Hahahahaha- Gilbert se acercó a él admirando su rostro bañado en dorado gracias a la luz tenue de la vela, rodeó su cintura con el brazo que tenia libre y ambos candelabros tintinearon al contacto. – Para una vez que no me meto contigo
- ¿Eso debería alegrarme?- dijo mirándole a los ojos intentando sacar en claro aquel repentino buen trato para con su persona.
- Depende…- viendo que el austriaco no tenia intención de contestarle prosiguió- depende de lo que tú creas que quiero de ti.
- Parece muy claro lo que quieres de mi, pero… ¿Y si yo no quiero?
- Hay dos modos…- Gilbert acercó su rostro hacia el otro haciendo que a cada palabra su aliento rebotara contra los labios del castaño- … los dos llevaran a lo mismo, pero uno te encantará y el otro…mejor no quieras saberlo.
Roderich sonrió levemente.- No darás tu brazo a torcer, eh, grandísimo idiota…
El pruso presionó sus labios contra los suyos en un contacto fugaz.
- Entremos.- dicho esto cerró la puerta.
