Lar personas caminaban con prisas en el centro de la ciudad, la luz del día ya comenzaba a morir y los faros comenzaban a iluminar calles y callejones. En la azotea de uno de los pocos edificios de departamentos, una joven miraba a las calles casi vacías.

Pensaba en cómo había sido su semana… su vida en general. Los últimos días no habían sido más que una confirmación de lo que era su vida para todo aquel que la rodeaba: una decepción, un estorbo, un lastre, una inútil, o algunos incluso llegaron a creer que sería una idiota para un acostón fácil.

En eso piensa mientras cruza la baranda del techo para pararse en la delgada cornisa. A pesar de cómo la llamaban todos sus supuestos pretendientes, ella jamás había tenido contacto sexual, pero ahora no le perecía tan malo el haber estado con alguien; al menos así habría sentido algo de cariño, aunque a la mañana siguiente la echaran. Pero en cuanto vio la vacía calle a 5 pisos más abajo se alegro de nunca haberlo echo, no le abría gustado que todos comenzaran a referirse a ella como una puta, la habrían echo sentir mucho peor de lo que ya se sentía.

Bueno, como sea que haya sido, todo estaba a punto de terminar. Pronto no tendrían siquiera que acordarse de ella y eso si es que en algún momento la habían notado.

Ahora ya nada de eso le importaba, ahora solamente estaba concentrada en la calle que se encontraba vacía, a excepción de uno que otro auto que pasaba. Decir que no sentía miedo habría sido mentira, pero ya no tenía fuerzas para seguir viviendo y fingir una sonrisa a todo el mundo, fingir que no le afectaba. Ahora solamente quería terminar con eso.

Ya había soltado la baranda y estaba a punto de dar su último paso cuando escucho el timbrar de su teléfono. Estuvo a punto de ignorarlo y simplemente terminar lo que había empezado, pero su curiosidad fue mas fuerte y contestó.

-bueno-

-bueno… ¿Isabel? -se escuchó la voz somnolienta de una joven del otro lado de la línea-. Habla Mariana. ¿Qué crees? Jeje.

-Fffhhh… estás en una fiesta y estás tan borracha que no puedes regresar sola -suspiró después de unos minutos.

-jijiji -aquella risita boba aclaró las pocas dudas que le quedaban-. ¿Puedes venir a por mí?

-Ahora estoy ocupada. ¿No puedes pedírselo a alguien más? -dijo mirando de nuevo a la calle, como pidiéndole que espera un poco más.

-No puedes dejar eso para mañana por fis, tú eres en la única que confío para ayudarme, no seas malita -le respondieron en un tono suplicante.

-Está bien. Pero es la última vez que voy por ti -dijo mirando de nuevo la calle antes de pasar de nuevo por la baranda y caminando hacia las escaleras- En verdad que es la última vez.

-Sí, sí. De veras que no vuelvo a emborracharme, pero por favor apúrate. Estoy en la casa del búho -se apresuro a contestar.

-Bueno, no tardo. Espérame -dijo colgando y guardando el teléfono.

"Bueno, tal ves mañana" pensó volteándose en la orilla de la azotea, para luego bajar.