Capítulo I
Le despertaron entre tiernos empujones en la cama de su casa.
-¡Papá, papá!- unas pequeñas manos mecían su pecho, un mar de luz inundó sus ojos, pestañeó un par de veces y ahí estaba su pequeña Johanna, tan guapa como su madre e igual de tierna. No pudo evitarlo, la cogió y abrazó. Cerró los ojos un instante sintiéndose el hombre más afortunado del mundo.
-¿Que tal cariño?.-
-Tenemos que ir a patinar hoy, me lo prometiste, mamá también va a venir, me lo ha dicho.- El padre sonrió abiertamente, y empezó a tocarse la mejilla
-Ya sabes lo que tienes que hacer si quieres ir a patinar- Johanna Castle fue a besar a su padre, pero este apartó la mejilla.
-Esta vez te costará más pillarme.- Por sorpresa empezó a hacerle cosquillas, la risa de la niña inundó toda la estancia, cuando paró la pequeña rodeó con sus brazos el cuello y le besó la mejilla. Bajó las escaleras con Johanna en brazos. Como siempre ella estaba esperándole bebiéndose un café con la mejor de sus sonrisas preparadas antes de irse a trabajar. Besó a su esposa y acomodó a su pequeña en la silla para que desayunase.
-He de admitir Kate, que es más guapa que su madre, aunque la verdad es difícil.- dijo mientras la abrazaba por la espalda, olió su pelo en el que tantas noches se enredaba mientras la besaba y acariciaba en la cama.
-¿Sabes que tienes otra hija, acaso?- protestó Alexis con una sonrisa.
-¡Oh! ¿Con que tienes envidia de tu hermana?-
-He de irme al instituto, Nathan estará esperándome.
- ¡¿Cómo?! ¿Quién es ese Nathan?-
- Oh, es un chico del instituto monísimo del instituto, ah y tiene una moto-
-Alexis como...- un codazo le interrumpió la frase y el flujo de aire – Que tengas un buen día cariño- finalizó con una sonrisa forzada y Alexis salió por la puerta. -¡Una moto!, a saber que lluvia de hormonas rebeldes intentarán indecencias con mi hija.- miró con reproche a Kate
– Yo en tu caso, me preocuparía si Alexis fuese la mitad de irresponsable que tu-
-Touché-
-Por cierto, que haces todavía en bata, ¿hoy no vienes a la comisaría?
-Verás, quiero quedarme escribiendo y cuando me harte, que será pronto jugar con Johanna-
-Como sigas sin ir, Expósito y Ryan van a tener que coger la baja por depresión.- Kate cogió a su hija y la besó mientras se despedía de ella, Rick no pudo evitar quedarse embobado mirando a su mujer y su hija. Mientras se acercaba a Kate para despedirse de ella le confesó
– Creo que este es el final de Nikki Heat-
-¿Cómo?- preguntó Kate extrañada.
-Verás, el hecho de ser el hombre más feliz del mundo me impide pensar en asesinatos, homicidios... y discúlpame por decirte esto antes de que tengas que irte a trabajar, aunque si quieres puedes llamar a Montgomery y decirle que estás enferma en cama con el novelista de misterio más guapo del país.- Kate agitó la cabeza mientras ponía los ojos en blanco. Le dió a Johanna un beso
– Oye esta noche sabes que tenemos que ir a patinar.- le recordó Kate mientras le daba un beso
-Si, la pequeña secretaria me lo ha recordado nada más levantarme-. La besó una vez más y le dijo
- Ten cuidado-
-Siempre- y Kate lo despidió con la mejor de sus sonrisas. Apenas le dió tiempo a darle el primer sorbo al café que Kate le había dejado cuando Martha abrió la puerta
- ¿Dónde está la cosa más bonita de esta casa?-
-¡Abuela!- Mientras dejaba a su hija en el suelo Rick dijo
– Hombre ya que preguntas estoy aquí tomándome un café.- su madre le reprochó ese comentario con la mirada.
-Ojalá la niña no salga ni la mitad de engreída que tú- una radiante sonrisa de la abuela se dibujó mientras alzaba a su nieta al aire.
-¿Te importa quedarte con la pequeña mientras me cambio?-
- Si, no me importa- contestó Martha
- Si, no me importa Rick.- dijo por lo bajo imitando a su madre.
- Te he oído... oh cariño cada día estás más guapa te pareces tanto a tu abuela.-
-Abuela hoy voy a ir con papá y mamá a patinar...- Rick subió la escalera y se metió en su cuarto, antes de empezar a desvestirse cogió el móvil. Llamó a la editorial. Quince minutos después bastante harto de aguantar improperios Rick quería dar la conversación por finalizada
– Sabes me da igual, si tengo que escribir otros tres libros por contrato los haré de auto-ayuda si hace falta, Nikki Heat ha terminado.- Se sentó en la cama y respiró hondo, nada puede amargarme este día pensó.
-Esto es lo que he soñado esta noche, que todo lo malo se acababa, que todo era fácil y estábamos juntos, que tú no estabas... así.- Dijo Castle entre lágrimas, le acababan dejar pasar para ver a Kate después del balazo, dobló el papel donde había apuntado el sueño. Pensó que quizás ese pequeño relato podría ayudarle aunque estuviese inconsciente. Le besó tiernamente en la frente y salió de la habitación del hospital, no sin antes mirarle una última vez, de lo que Castle no se dio cuenta es que de los ojos de Kate Bekett se precipitaban unas lágrimas a la almohada.
"Abrió los ojos. "Cri, cri, cri, cri" ¿Quéera aquello? Un dos tres y cuatro grillos. ¿O tal vez uno sólo que había cantado una, dos tres y cuatro veces? La curiosidad desveló a la pequeña y curiosa niña. No pidió permiso para salir. Se destapó y salió de la cálida cama. El suelo estaba frío, por esto tuvo que deshacer uno, dos, tres y cuatro nudos y se puso sus zapatos. Dio más de cuatro pasos para salir de su habitación, bajó más de diez escalones para llegar al salón. Sus pequeños pasos le encaminaron a la salida de la casa. Sus manos giraron el pequeño picaporte." Kate se despertó sobresaltada. Había tenido un sueño muy extraño.
