Título: Descubriendo pasajes desconocidos
Autoras: Frida & Keru
Pairing: Harry/Draco (slash)
Rating: Empieza K+ pero al final subirá a T~M (*cof*obviamente*cof*).
Éste es nuestro segundo fic conjunto y nuestro primer Drarry, esperamos que os guste ;)
Capítulo 1: Duelo en el aire
En una calurosa pero plácida tarde de primavera, después de las últimas clases del día, los estudiantes de Hogwarts se dispersaban por el castillo para realizar diferentes actividades: terminar tareas, empezar algunas nuevas, comentar el día con los compañeros, entre otras cosas. Harry, acompañado por sus inseparables amigos Ron y Hermione, charlaban en el Gran Comedor, intentando acabar los deberes de Historia de la Magia.
Harry y Ron, agotados, se desplomaron sobre la mesa y suspiraron, mientras Hermione ponía los ojos en blanco.
-Es imposible, Hermione. Estoy tan cansado que ahora mismo ya no sé ni lo que escribo en mi pergamino...- comentó Harry.
-Pues mi cabeza va a explotar como intente pensar en algún hechizo más. ¿No podrías dejarnos descansar ni que fuese unos minutos, Hermione?- se quejó el pelirrojo, después de haber terminado un arduo día de clases.
Hermione les echó una mirada fulminante y respondió:
-Haced lo que queráis, pero luego no me vengáis llorando con que os han suspendido. Yo no pienso irme hasta que termine esta redacción.
Ambos chicos bufaron. Sabían perfectamente que Historia de la Magia era una de las asignaturas preferidas de Hermione y, precisamente por eso, se le daba especialmente bien. Gracias a ella, conseguían que aquel tostón de asignatura les resultase más llevadero. Si decidían no hacer la tarea en el momento, después ella se lo reprocharía y sería más complicado que les ayudase. Sin embargo, Harry desistió. Enrolló su pergamino, guardó su pluma y tintero y se levantó de la mesa.
-Lo siento, Hermione. Necesito tomar el aire. Si no consigo despejar la cabeza, esta redacción sobre... nosequé conjuros ni autores va a acabar siendo la narración sobre cómo me aburro durante el verano con mis tíos y mi primo Dudley.
Ron estaba dispuesto a seguir los pasos de Harry e intentó sacar alguna excusa parecida:
-Pues yo como siga escribiendo...- pero Ron enmudeció al momento al ver como Hermione lo miraba fijamente- Como siga escribiendo... ¡me voy a convertir en escritor, Harry! No sé cómo, pero seguro que mis redacciones también serán publicadas en los libros de Historia de la Magia. Después de las de Hermione, claro...
Hermione omitió ese cumplido final de Ron, y replicó:
-Lo último que usted hará, señor Ronald Weasley, es convertirse en escritor, y menos con esa letra. -La chica echó un vistazo a su pergamino lleno de líneas torcidas-. ¡Por favor! ¿Qué pone ahí? -Señaló con el índice-. ¡Has escrito que DUMBLEDORE murió en 1879! ¡Y que era de Hufflepuff! ¿Se puede saber dónde tienes la cabeza? Mira, si Harry quiere irse, que lo haga. Pero tú te vienes conmigo a la biblioteca, a ver si así te concentras más.
-¡¿A la biblioteca! - Ron exclamó horrorizado, pero al ver que Hermione recogía sus cosas y que no había vuelta atrás, dejó escapar otro suspiro el cual casi parecía un llanto
-Sí, ¡Yupi! A ver si me concentro...- corrigió su horror con fingida alegría. Después, miró con odio a Harry y le susurró-: No sé a quién odio más: a ti por poder escabullirte o a ella por secuestrarme. Te lo juro, un día mataré a alguno de los dos. Ya hablaremos luego...-le soltó, finalmente, como advertencia a su compañero mientras acababa de recoger sus cosas.
Harry, que estaba tan cansado que ni siquiera pudo preocuparse o reírse por los comentarios de su amigo, se despidió de ellos y salió del comedor. Caminó lentamente por los pasillos, sin rumbo alguno, mientras se frotaba la sien, relajando su mente.
No sabía realmente qué hacer, pero, sin pensarlo, acabó dirigiéndose al estadio de quidditch. Seguramente, y de manera inconsciente, su cerebro pensó que pasar un rato con la escoba sería el mejor remedio. Y era cierto: montar en la escoba y sentir el aire rozándolo mientras volaba era una de sus actividades favoritas.
Así pues, se dirigió a los vestuarios. Ni siquiera había pasado por la sala común de Gryffindor para dejar sus libros, así que los dejó en un banquillo, se quitó la corbata, se arremangó las mangas de la camisa, y cogió una escoba cualquiera y la snitch para practicar un rato.
Al principio, simplemente montó en la escoba, rodeó el campo volando sobre ella e hizo algunas piruetas, observando el paisaje. Cuando se cansó, sacó la snitch y habló para sí:
-Bueno, vamos a divertirnos un rato.
Por los alrededores del campo, un alumno de Slytherin iba rumbo al castillo. Miró hacia el cielo y vio sobre el estadio una sola escoba volando. Le costó distinguir los colores de la corbata para saber a qué casa pertenecía el alumno, pero sin duda, por la forma en la que se movía tras la snitch, sólo podía tratarse de...
-Potter.
Malfoy frunció el ceño y decidió acercarse al campo.
Harry volaba concentrado tras la snitch hasta que, por culpa de un golpe de aire, le entró algo en el ojo. Maldiciendo, pestañeó varias veces e intentó recomponerse. Había perdido por completo la pista de la snitch, así que suspendido en el aire, observó atentamente los alrededores para ver si la encontraba. Sin embargo, algo le hizo despistarse de nuevo y alejar la vista de allí por donde podría encontrarse la diminuta pelota.
Vio como alguien avanzaba hacia el campo. Un punto rubio platino. No hizo falta esperar a oír su voz para saber quién había hecho acto de presencia.
-¡Eh, Potter! ¿Descargando tensiones en el aire? ¿Se te ha desmontado el peinado o qué? -gritó Malfoy desde el césped.
-¡Lárgate de aquí, Malfoy, si no quieres que tu perfecto pelo repeinado y engominado acabe siendo una maraña de pelos imposibles de desenredar!- le gritó Harry desde la escoba. No quería que la presencia del rubio le incordiase en aquella tarde tan agradable.
Malfoy no pudo evitar reprimir una risa.
-Dudo mucho que fueras capaz de tocarme un pelo, Potter. Que sepas que no eres el único que sabe volar en escoba.
Harry sabía perfectamente que si le seguía la corriente acabarían peleándose, como siempre, así que decidió que lo mejor sería ignorarle si no quería que el momento se tornase un infierno.
-¿Quién querría tocar tu pelo acartonado? Estúpido - pensó en su fuero interno, y continuó buscando la snitch en silencio, dejando que el viento acariciase su cuerpo.
A Malfoy le irritaba que Harry pasara de él, dejándolo con la palabra en la boca, así que se coló rápidamente en los vestuarios, agarró la primera escoba que vio y voló hacia el centro, hasta estar unos metros sobre el campo.
-¿Crees que no soy capaz de ganarte, Potter?
El rubio sentía una extraña necesidad de sobrepasar a su eterno rival, fuera cual fuera la razón.
Harry miró de soslayo a Malfoy y bufó, dejando claro con esa expresión que era totalmente imposible que él consiguiese ganarle en su especialidad: cazar la snitch.
-Ya te gané una vez, ¿quieres quedar en ridículo de nuevo? - le vaciló el moreno.
-Guárdate tu optimismo para otra ocasión. -el rubio se inclinó con la escoba, y avanzó como un torpedo rozando a Harry.- ¡A ver quién la caza primero! -gritó ya desde la lejanía.
Harry vio como el rubio volaba ágil sobre la escoba. Parecía haber mejorado algo desde la última vez que compitieron. Después de todo, aquello podía ser más interesante que dedicarse él solo a buscar la snitch. Decidió aceptar el desafío en silencio, aunque, al contrario que hacía su rival, Harry se dedicó a observar cada uno de los rincones del estadio buscando la bola dorada.
Por otro lado, Draco tenía que ganar a Potter fuera como fuera, así le haría callar de una vez por todas. Nadie se metía con un Malfoy. Aunque el rubio, en el fondo, sabía que Harry Potter era uno de los mejores jugadores de quidditch del colegio.
Éste siguió a Harry con la mirada. Parecía tan perdido como él. El Gryffindor, al menos, entrenaba con regularidad, pero el Slytherin hacía meses que había dejado el equipo de quidditch y estaba un tanto oxidado. De todas formas, intentó dar con la snitch lo antes posible.
Un destello dorado apareció en una de las torres más cercanas a él y, sin dudarlo, salió disparado hacia ella. Harry, que se había girado a ver qué hacía Draco, fue tras él sin pensarlo dos veces.
-¡No me la quitarás esta vez, Potter!
Harry, tras escuchar estas palabras, apretó con fuerza la escoba, lo cual aumentó su velocidad. Draco cada vez estaba más cerca, con el brazo estirado, intentando atrapar la snitch y, Harry, sin calcular bien la distancia, chocó con el rubio por el costado.
Ambos se desestabilizaron de las escobas, y Draco fue el primero en caer al vacío tras el fuerte golpe.
El moreno, en cambio, consiguió acomodarse sobre la escoba rápidamente y, para cuando quiso darse cuenta de lo que acababa de ocurrir, Draco estaba ya a pocos metros de chocarse contra el suelo. Sin pensarlo dos veces, Harry se inclinó sobre su escoba y voló todo lo rápido que pudo. Con la punta de los dedos consiguió agarrarlo de la camisa antes de que cayese al suelo, pero no pudo hacer mucho más: al intentar frenar, por culpa del peso de ambos, la velocidad y el sudor que resbalaba por las manos, cayó de la escoba también y los dos impactaron y rodaron por el suelo arenoso del estadio. Por suerte, no sufrieron más que algunos arañazos, aunque Harry sintió un dolor punzante en la muñeca por el esfuerzo de frenar la escoba.
Draco tosió un par de veces e intentó incorporarse.
-Pero... ¿¡de qué vas, Potter! ¿Intentabas matarme o qué? -gritó Malfoy al mismo tiempo que se lanzaba contra Harry, dispuesto a hacerle una cara nueva.
Harry le empujó, y tras unos cuantos golpes de brazos, ambos desistieron y se separaron.
-¡He intentado salvarte, idiota!
-¿Salvarme? ¡Pero si me has tirado de la escoba! ¿Así es como juegas ahora a quidditch?
Harry enmudeció unos segundos. Por supuesto, aquello había sido un accidente y quedaba lejos de haber sido un acto de malicia contra él. Inevitablemente, se sintió culpable por lo sucedido, pero era incapaz de decirle sinceramente a Malfoy un "lo siento". Mientras miraba al suelo y se sacudía la arena de la ropa, le contestó secamente:
-Ha sido un accidente.
Draco abrió la boca para replicar, pero no contestó. En su lugar, se levantó del suelo, y ofreció una mano a Harry, sin decir nada. Harry, sorprendido, dudó unos instantes, pero se agarró y Malfoy le estiró del brazo hacia él, dejándolo sólo a un palmo de su cara. Con una mirada fría y característica, susurró:
-No vuelvas a tener accidentes conmigo, Potter. La próxima vez lo lamentarás.
Y dicho eso, le soltó el brazo con fuerza, dio media vuelta y se dirigió hacia el castillo en silencio.
Harry se quedó allí plantado, viendo como Malfoy se alejaba de espaldas a él. Aquella reacción le había sorprendido sobremanera. Supuso que había aceptado, de algún modo, su disculpa. Sin embargo, ahora tenía una extraña sensación. Frunció el ceño. Se mordió el labio inferior. Repitió varias veces la escena en su mente y, finalmente, cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, sacudió la cabeza, se rascó la nuca un poco nervioso y volvió a montar la escoba. Debía encontrar la snitch y volver al castillo también, pues ya estaba empezando el atardecer y tenía que ducharse y partir al Gran Comedor.
