Había pasado un año, las chicas volvían a la torre de Tokio y vislumbraban el nuevo Céfiro, reconstruido por completo sin un pilar que los gobernara y del cual dependieran, Lucy deseaba volver a ahí y vivir la época del nuevo Céfiro.
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En ese momento la misma luz de hacía un año las envolvió, todas se miraron sorprendidas, si no había problemas cómo era que regresaban a Céfiro, ¿por qué?
Al verse de nuevo en ese cielo azul esplendoroso se sintieron felices, pero preocupadas, como en veces anteriores por un segundo quedaron suspendidas en el aire pero después comenzó el descenso estrepitoso, todas enloquecieron un poco, las otras ocasiones amigos de Clef acudieron en su auxilio, pero habían descendido mucho y nada pasaba y nadie llegaba por ustedes.
Y cuando creían que se estrellarían y morirían la enorme mano de un águila sujeto a Marina mientras que Anaís volaba en el lomo de una ave de dimensiones inmensas, la única que no estaba ahí era Lucy, quizá ella si se hubiese estrellado, voltearon a todas partes y no la vieron en ningún lado, comenzaban a preocuparse cuando una esfera de color morado apareció con su amiga dentro de ella, estaba inconsciente pero parecía sana y salva.
Llegaron relativamente rápido al castillo de Céfiro, estaba totalmente reconstruido y a la entrada las esperaba una gran comitiva, Marina y Anaís iban muy preocupadas por Lucy, no despertaba de su desmayo y parecía muy débil de repente, descendieron muy lentamente tanto del águila como del ave mientras Lucy seguía flotando a una altura considerable del suelo.
A la cabeza de todos se encontraban Guruclef, Presea, Ráfaga, Caldina, Ascott y París, estos últimos al verlas descender corrieron hacia ustedes, las bestias les pertenecían, Presea veía preocupada a Clef y a Lucy pero él parecía muy tranquilo, momentos después la burbuja de Lucy descendió y su amiga quedo en el suelo dormida aún.
Marina y tú se soltaron del abrazo de Ascott y París para ir a ver como se encontraba su amiga, se veía tan débil, Guruclef les dijo que no se preocuparan que ella había usado toda su magia para llamar a las bestias de sus amigos y creo esa burbuja protectora con la última energía que le quedaba.
Ustedes se intentaron mostrar tranquilas, pero ¿cómo era posible que Lucy pudiera hacer todo eso?, era muy extraño y necesitarían hacerle muchas preguntas a Clef antes de que se dieran por satisfechas.
Entre todo el alboroto y la preocupación por Lucy habían pasado por alto la ausencia del espadachín mágico, al principio ustedes habían creído que sus amigos eran los que habían convocado a las bestias para que fueran a su rescate y que Latís hizo esa esfera para Lucy, pero era todo lo contrario había sido Lucy la responsable de todo.
Aunque estaban muy ansiosas por hacer mil preguntas aceptaron irse a descansar a sus alcobas en lo que Lucy recuperaba el conocimiento, estos nuevos acontecimientos las tenían muy consternadas, no era normal que Lucy tuviera toda esa magia sobre todo si tomaban en cuenta que acaban de llegar a Céfiro.
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La noche llego a Céfiro antes de que Lucy despertara, ustedes decidieron tomar algo antes de ir a cuidar a su amiga, el viaje las había agotado un poco y además la comida cefiriana era deliciosa.
Cuando despertaste viste a Marina y Anaís dormidas a orilla de tu cama, no tenían una posición muy cómoda y te sentiste culpable por ello, seguro las habías preocupado y decidieron verla tu sueño, mientras te recriminabas mentalmente deseabas que en ese momento ellas pudieran descansar en suaves camas, entonces paso algo muy extraño dos camas hermanas se situaron alrededor de la tuya y las chicas repentinamente yacían durmiendo plácidamente en ellas.
Saliste con mucho cuidado de tu cama y decidiste tomar un paseo para tomar un poco de aire, las estrellas brillaban de una manera tan particular esa noche como si todos en Céfiro estuvieran felices y entonces tú te pusiste feliz. La noche era clara y fresca, el viento soplaba y mecía tu cabellera que decidiste soltar para que sintiera el aire.
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Ella había llegado a Céfiro hoy, tenías un año sin verla pero ahora no querías hacerlo, ahora Lucy era el pilar de Céfiro y tú no estabas dispuesto a morir por amor como tu hermano Zagato, no ibas a cometer el mismo error.
Decidiste salir a los jardines del castillo tu sitio preferido desde que la princesa Esmeralda vivía, aunque era un lugar que te traía recuerdos era apacible y siempre lograba calmar tu alma.
Caminabas despacio disfrutando de la bella noche, una noche que todo el pueblo le brindaba al pilar quién había arribado hoy, no soportabas la idea de que tu Lucy fuera el pilar, la amabas demasiado pero no te pensabas sacrificar como él, nunca darías tu vida por una causa tan pobre.
Tus pasos al fin te condujeron al lugar que tanto querías, pero antes de que entraras una figura iluminada por la fría luna te hizo detenerte rápidamente.
Era ella, lucía ropa de dormir nada abrigadora pero parecía no importarle, su figura había cambiado un poco en el año de ausencia, era más alta pero seguía siendo muy bajita, su cuerpo era un poco más maduro, sus formas estaban más definidas y su cabello suelto al viento completaban el cuadro de la creación más hermosa.
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No podías dejar de pensar en el por qué de su regreso al planeta, todo parecía en paz y tranquilo, obviamente no te molestaba en absoluto estar ahí, verías de nuevo a todos los chicos y sobre todo lo verías a él, podrías estar con Latís y ahora no desaprovecharías el tiempo, sabias que él te quería y tú a él así que todo estaba dispuesto.
De pronto sentiste una presencia, una mirada fija en ti, al principio te pusiste nerviosa y tensa pero después supiste, no sabías como, que era Latís el que estaba cerca de ti, viéndote.
Volteaste para poder verlo por primera vez después de un largo año y lo que te encontraste fue nuevamente esa mirada fría y seria de un inicio.
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No podías evitar verla fijamente y eso hizo que volteara, cuando sus ojos se encontraron trataste de parecer lo más frío posible, no dejarías que notara lo mucho que aún la amabas, sería como al comienzo, en un inicio tú no la querías cerca de ti y ahora sucedía algo parecido, querías alejarla de ti.
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Caminaste hacia él lentamente mientras no le quitabas la vista, no se movía ni parecía inmutarse, incluso jurarías que tu presencia le incomodaba, avanzaste más rápido a medida que te acercabas y él no hizo nada.
Lo abrazaste cuando la distancia que los separaba era mínima y no reacciono sólo puso sus manos en tus hombros y te separo de él.
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Se acerco a ti y te abrazo, ella te seguía amando lo sentiste en ese gesto pero debías alejarla y rápido.
No es adecuado que el pilar este solo y a estas horas, será mejor que regrese a su alcoba princesa.
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¿Pilar? De qué estaba hablando Latís. ¿Princesa?
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Te pasaron mil ideas por la cabeza, le habías dicho pilar y princesa en una sola oración, su cara de desconcierto te revelo que aún Guruclef no hablaba con ella ni con las otras niñas, habías cometido un grave error.
