Resumen: El encuentro furtivo de Draco con un desconocido le dará un respiro de aire fresco al Slytherin para regresar a su vida en el mundo mágico.
Rank: Nc-17 o M (y lo digo en serio)
Este es un fic fuerte, con alto contenido sexual.
—Estúpido Longbottom y su idea de vamos a invertir en América, vamos a una ciudad del interior, Cincinnati es perfecta. Idiota. Y yo soy más idiota aún por hacerle caso. —Draco miró por tercera ocasión el GPS de su coche y bufó molesto.
Odiaba tener que mezclarse con muggles. Llevaba años haciéndolo pero aun así le era molesto. Desde que Longbottom decidió que su compañía tenía que expandirse, de eso hacía más o menos siete años, había tenido que soportar ese infierno. Por lo regular, Draco intentaba mantenerse lejos de las negociaciones, pero ahora Longbottom estaba en Japón y a él le había tocado cerrar el trato en Cincinnati, Ohio.
Menuda mierda. Sabía que algún día se iba a arrepentir de su sociedad con Longbottom. Aunque debía admitir que el imbécil Gryffindor tenía tres talentos: explotar calderos, hacer dinero y follar de maravilla. Claro que esto último parecía ser requisito indispensable para estar en la casa de los leones, porque Draco conocía de sobras al león por excelencia y tenía el mismo tipo de habilidades.
Una sonrisa burlona se instaló en su rostro casi sin quererlo. Era curioso como se habían iniciado las cosas con los Gryffindors que ahora rodeaban su vida. El primero con el que tuvo un acercamiento fue con Neville. En plena guerra, Longbottom se había decidido a ser el sucesor de Potter en la resistencia de los alumnos de Hogwarts, y Draco presenció más de una vez las golpizas que los hermanos Carrow le daban. Fue durante una de ellas cuando Draco se decidió a ser un aliado desde dentro.
Una noche, Alecto Carrow perseguía a Longbottom después de haber descubierto un lindo mural anti-Voldy en una de las antiquísimas paredes del castillo. Cuando Draco se dio cuenta, no dudo en ayudar a Longbottom escondiéndolo de la mujer. Unos meses más tarde, le ayudó a salir del castillo a través de la sala multipropósito; nadie conocía ese lugar mejor que él. En ese momento Neville se dio cuenta de dónde estaban las lealtades de Draco. El rubio quería salvar a su familia y lo hizo a pesar de todo, incluso de ellos mismos.
Cuando la guerra terminó, Longbottom declaró sobre la valiosa ayuda de Draco para su supervivencia en Hogwarts. También le ayudó mucho que durante la batalla final Draco decidiese luchar en contra de los mortífagos; no asesino a ninguno, pues a pesar de todo eran los padres o hermanos de sus amigos, pero sí colaboró en su detención. Así fue como salvo su cuello, el de su madre y, de paso, el de su padre, que terminó necesitando mucha terapia para reponerse de todo lo sucedido durante la guerra.
Al terminar el colegio, Draco ya se podía contar entre los amigos de Longbottom y, casi por añadidura, de Potter y los lastres que lo acompañaban. Justo un mes después de salir del colegio, Neville había pronunciado la palabra que cambiaría el curso de las cosas: reconstrucción. Neville y él se dedicaron a reconstruir el mundo mágico. Otorgaron créditos, levantaron tiendas y luego empezaron a rentarlas, hicieron departamentos que vendieron a base de créditos… Y, de pronto, estaban ganando más galones de los que cabían en sus cámaras privadas.
Durante sus días de trabajo Draco no pudo evitar iniciar un romance con Neville. ¿Para qué desaprovechar lo bien que se veía Longbottom después de la guerra? La pasión se desbordaba entre ellos y las noches siempre se hacían demasiado cortas para agotar toda la lujuria que se despertaba después de cada primer beso. Sin embargo, el interés terminó unos meses después; ni Neville ni él estaban verdaderamente listos para tener una relación seria. Entre ellos existía la chispa del deseo pero nada más. Quedaron como buenos amigos, mejores socios y, con los años, se volvieron inseparables. Draco nunca admitiría que quería a Neville como algo suyo, como una constante en su vida, pero sabía que el Gryffindor estaba consciente de esa pertenencia. Tanto como sabía lo que sucedía entre Harry y él.
Draco se había acostado con Harry por primera vez durante un evento de beneficencia del ministerio cinco años después de terminada la guerra. Tras trece años de compromiso, rupturas y regresos, toda la sociedad mágica esperaba que el jefe Potter por fin diera el paso y se casara con su novia de toda la vida, Ginny Weasley. Lo que la sociedad mágica no sabía era que Potter no se había casado con su chica porque, en realidad, le iban mucho los chicos, en especial los rubios llamados Draco Malfoy.
Potter y él tenían nueve años de amantes con derecho a otros roces que Draco aprovechaba muy bien. No existía la exclusividad, Draco se lo había dejado muy claro desde el principio. Poco después, cuando se enamoró de Harry y se lo dijo, le avisó de que, a pesar de eso, seguiría sin existir exclusividad. Harry se lo reprochó el día que él también se dio cuenta de que amaba a Draco, pero el Slytherin le recordó que para que existiera exclusividad él debía dejar a Ginny Weasley para siempre, cosa para la que el león por excelencia no estaba preparado, y para la que probablemente nunca lo estaría.
Tengo una deuda con los Weasley. Ellos me aceptaron como su hijo y su mayor deseo es verme casado con Ginny.
Draco podía entender eso; de hecho, Draco lo entendía muy bien, pero el que parecía no entenderlo era Harry. Draco no podía vivir a expensas de un amor escondido. Él necesitaba compañía, sexo, deseo, pasión, y Harry no siempre podía darle eso porque estaba muy ocupado fingiendo ser el eterno novio perfecto. Así que Draco buscaba en la calle lo que Harry no podía darle. ¿Tan complicado era para que Harry no lo entendiese? Por lo visto sí, porque Potter acabó por arruinarlo todo. No conforme con romperle el corazón al no terminar con Ginny Weasley, iba y le decía que terminaba con él definitivamente para casarse y porque no podía soportar más toda esa situación. ¡Gryffindor imbécil! Draco siempre supo que no debía enamorarse de él.
Draco decidió seguir concentrado en conducir. Ya no necesitaba recuerdos tontos sobre Harry Potter. Sabía muy bien que Potter regresaría, que siempre lo hacía y que ésta no sería la excepción. El rubio giró el volante a la derecha y, de inmediato, dio una dura frenada, pero aun así no pudo evitar golpear levemente a un muggle que cruzaba la calle sin la debida precaución.
—Genial, lo que me faltaba para terminar el día.
Draco bajó del coche para observar a la persona que prácticamente se había arrojado al capó de su Mercedes Benz SL 500 AMG. Se sorprendió al notar que el muggle no era más que un chico no mayor de veinte años a pesar de que se le notaba la sombra de una incipiente barba. Estaba fornido; parecía un jugador, quizás de algún deporte de contacto hipermegaviolento de esos que tanto gustaban a los muggles.
El chico se tambaleó un poco al levantarse y Draco notó lo alto y masculino que se veía. Además, gracias a los faros del coche, pudo ver que tenía unos bonitos ojos verdes, tal vez no eran de un verde esmeralda pero sí de uno más claro; pero en ellos se reflejaba el miedo. Podía ver que ese chico tenía miedo de algo, no por nada Draco experto en miedos.
—¿Estás bien? —Draco intentó ayudar al chico pero éste se resistió apartándose de él.
—Yo… —El chico tragó saliva, parecía un animal asustado, un gran oso Grizzly asustado. Tenía gracia. —Estoy bien. —Intentó apoyar su peso sobre la pierna que había recibido el golpe pero de inmediato su fuerza en la extremidad se fue.
—Creo que necesito llevarte a un hospital para que te revisen. —Draco se acercó de nuevo al chico.
—¡No, estoy bien! —Draco no puedo evitar que se le escapase una pequeña sonrisa ante el arranque del chico. Él conocía muy bien esa sensación de no quererse verse débil. —Sólo necesito descansar un poco. —La voz del chico era varonil, cosa que cautivaba aún más al rubio.
—Bien, mira, ¿qué tal si nos sentamos en esa pequeña banca de allá? —Draco señaló una banca metálica ubicada en la acera.
El Slytherin, con un movimiento fluido, se acercó al chico y le pasó uno de los brazos por la cintura, notando en el proceso los músculos de su espalda. Luego, colocó el brazo bastante bien torneado del chico sobre sus hombros. El muchacho se sonrojó pero no dijo nada más, simplemente se dejó guiar hacia la banca.
Draco se sentó al lado del muchacho sin hablar, sólo miraba al frente. Por experiencia, sabía que nunca se debía hostigar a un animal salvaje molesto. El rubio decidió que era un buen momento para un habano. Del bolsillo interior de su chaqueta tomó la cigarrera, la abrió y le ofreció uno al chico.
—No fumo, muchas gracias. —Draco se encogió de hombros y encendió uno de los habanos. Estuvieron en silencio hasta que Draco percibió que el muchacho se había relajado lo suficiente como para hablar. —Entonces, ¿te llevo a casa? —El chico suspiró pesadamente y luego habló con voz profunda.
—No, mi casa no está por aquí. Soy de un lugar llamado Lima, Ohio. —El muchacho hablaba con pesar.
—Y, ¿de qué estas huyendo entonces? —El varonil muchacho intentó negar pero Draco lo miró intensamente para evitar la mentira.
—De mí. —Fue casi un susurro pero Draco lo escuchó a la perfección.
—¿Hiciste algo muy malo en Lima? —Draco pudo percibir como el chico empezaba a tensarse de nuevo pero él tenía las palabras precisas para calmarlo. —Vamos, grandote, estamos a kilómetros de tu casa, no me conoces y no te conozco pero, por lo que percibo, necesitas hablar con alguien. Puedes inventarte un nombre si quieres. —Por primera vez en la noche, el chico sonrió un poco y Draco decidió que valía la pena intentar algo más con él si podía lograr que sonriera más veces.
—No puedo ser yo, tengo miedo de serlo allá y he lastimado a una persona que quiero por tener tanto miedo. —Draco evito sonreír. No podía creer su suerte. ¿Qué mejor que un adolescente confundido para llevarlo por el buen camino? Si las cosas salían bien esa noche haría su buena obra del año educando a un pobre chico desesperado.
—¿Lo lastimaste? ¿Cómo? —Draco no podía imaginar que un chico tan asustado pudiera lastimar a alguien de verdad. Ese chico estaba pidiendo a gritos que alguien lo ayudara a salir de su miseria.
—Hice de su vida un infierno, le robé un beso y luego lo amenace con matarlo si le contaba a alguien lo sucedido. —Draco negó divertido y le dio una gran calada a su habano.
—No pensaste lo que le decías, ¿cierto? —El chico asintió y bajó la mirada avergonzado. Draco sonrió de nuevo para luego disfrutar un poco más del habano que tenía en la mano. Dejó salir el humo poco a poco mientras se preparaba para hablar. —En mi colegio había un chico. —De inmediato notó que tenía la atención del muchacho a su lado. —Lo odiaba por ser malditamente perfecto: era bueno, inteligente, cándido, amable, se metía en líos pero nunca recibía un castigo… Yo lo odiaba, de verdad que lo hacía. —Draco guardó silencio por un momento perdiéndose en sus recuerdos. —Insultaba a sus padres muertos, denigraba a sus amigos y no amenacé con matarlo, intenté matarlo varias veces. —La cara del chico a su lado era un poema. —En serio, no te miento. Pero entonces, un buen día, descubrí que en parte mi interés por él no era odio. Sin embargo, ya era tarde para cambiar: éramos enemigos. Luego, algo muy serio sucedió, algo que me hizo tener miedo, un terror paralizante, y tuve que luchar contra eso para poder sobrevivir. Y sólo cuando vencí el miedo pude ser libre. Tiempo después lo tuve a él, nos enamoramos. —Por primera vez en la noche el chico miró fijamente a Draco y éste el regresó la mirada.
—¿Dónde está él? —Draco sonrió socarronamente.
—Fingiendo ser algo que no es. Tiene miedo de que su familia adoptiva sufra cuando se entere de que no se casará con su hija menor.
—Él tiene un novio que es perfecto, raya en lo increíble, pero en realidad existe y odio pensar en lo que tienen, en lo que yo jamás podré tener con él. Y tú hablas como si no te importara lo que sucede con… —Draco colocó una de sus manos en el amplio hombro del chico.
—Me importa, pero no dejó que me afecte, no tengo miedo de lo que ocurra. ¿Entiendes cual es la clave de todo esto? El miedo: él tiene miedo de causar dolor y por eso estamos separados, y tú tienes miedo de que no te acepten tal y como eres, temes no encajar en Lima, Ohio. —El chico tragó saliva y su mirada vaciló un poco. —Si tan sólo dejaras de sentir ese miedo tal vez descubrirías que puedes lograr mucho más de lo que crees, que te puedes mostrar sin reservas. —Intencionadamente, Draco se acercó al chico. —Hagamos un experimento: estás aquí, a kilómetros de tu casa, en una calle vacía, ¿eres capaz de vencerlo? —Draco se acercó un poco más y su mano cayó delicadamente sobre el antebrazo del muchacho.
—Yo… Nunca… Sólo lo he besado a él. —Draco sonrió con ternura y acarició con su mano libre la mejilla sin afeitar del chico.
—Los seres humanos somos como los animales, olemos el miedo, la soledad, la necesidad, y justo ahora creo que tú necesitas deshacerte de todo eso para poder enfrentarte a tu chico sin tantas cadenas. ¿Por qué huiste de casa?
—N.. no —La voz del chico se entrecortó cuando Draco empezó a acariciar su mejilla. — huí. Mis padres están de viaje y yo sentía que en Lima me ahogaba, por eso conduje sin sentido hasta llegar aquí. He dejado mi coche en el hotel y he salido a caminar. —Draco levantó una de sus cejas y observó al chico, quien no hacía ningún movimiento para apartarse de él.
—Y luego nos encontramos. ¿Y ahora? ¿Crees que puedas hacerlo?
El chico pasó su lengua por el labio inferior. Draco se inclinó lo suficiente como para quedar a centímetros de su boca y se detuvo esperando que el chico se alejara, pero no lo hizo. Entonces, Draco lo besó. Al principio el chico no respondió pero pronto empezó a hacerlo mostrando un lado posesivo que dejó al rubio con la satisfacción de haber elegido bien. Cuando se separaron, los ojos del muchacho estaban completamente dilatados. Draco le dio una última mirada. El deseo por ver ese cuerpo masculino completamente desnudo hizo que su polla diera un respingo.
—¿Sería muy atrevido por mi parte invitarte a mi hotel? —El rubio notó un segundo de titubeo y luego una semisonrisa del chico. Ambos se pusieron de pie.
—Me llamo Dave, Dave Karofsky —dijo al chico mirando a Draco.
—Draco Malfoy, y no acepto bromas sobre mi nombre. —El chico sonrió genuinamente y Draco intentó mantener a raya su libido. —¿Conoces la ciudad?
—Sí. —Draco le arrojó las llaves del coche.
—Bien, tú manejas.
Draco entró a su habitación seguido por Dave. El chico había estado callado durante todo el camino. En la recepción del hotel había estado nervioso y tenso, y ahora no parecía mejor, aunque Draco tenía una idea de qué podría calmarle. El rubio arrojó su chaqueta gris al suelo y luego se deshizo de su camisa negra para mostrarse con el torso desnudo. Dave sólo lo observó sin saber qué hacer. El Slytherin se acercó al chico, lo tomó de la mano, lo llevó hasta los pies de la cama y luego lo encaró.
—¿Estas nervioso? —Dave asintió. —No tienes por qué estarlo. Esta noche nos olvidaremos de todo. Aquí sólo estamos tú y yo.
Draco colocó sus manos sobre los duros pectorales de Dave para luego acariciarlos por encima de la tela. Sus manos pasaron por los hombros fuertes y tensos y luego bajaron por los brazos bien formados acariciando el fino y oscuro vello que cubría los antebrazos del chico. Cuando por fin tomó las manos de Dave entre las suyas, las sintió grandes y ásperas, y contrastaban bastante con las suyas propias. Eso lo hacía aún más excitante. El rubio llevó las manos de Dave hasta su cadera y miró con deleite como el chico cerraba los ojos en un claro signo de pasión. ¡Joder! Todo era tan caliente en ese momento.
Draco empezó a desabotonar los vaqueros del chico, que abrió los ojos de inmediato para encontrarse con la pesada mirada de Draco. El Slytherin no quería perder contacto visual con su compañero, quería que Dave sintiera todo el deseo que en ese momento despertaba en él. Los pantalones de Dave cayeron, junto con su ropa interior. Draco se arrodilló de inmediato tomando la polla de Dave entre sus manos. El rubio sonrió satisfecho en cuanto vio el miembro de Dave, no cabía duda de que sus proporciones tan perfectas le encantaban. Dave Karofsky definitivamente era un big boy y Draco no podía esperar a tenerlo dentro. Aunque todo llevaba su proceso y él lo sabía muy bien.
Dave gimió guturalmente cuando la mano de Draco bombeo un poco su polla. Draco pasó su lengua por toda le extensión de la semierección de Dave, que de inmediato se convirtió en una erección dura y completamente antojable. Draco deslizó entonces sus húmedos labios por cada centímetro de la polla de Dave.
—Joder. —La voz de Dave había sido varonil pero en ese momento se escuchaba muchísimo mejor.
Draco abrió su boca y capturó la polla de Dave para poder sentirla pesada y dura encima de su lengua. El chico emitió un sollozo y Draco supo que no duraría mucho, así que empezó a mover su lengua sobre el glande de Dave y luego chupó esa deliciosa polla. Unos minutos después Dave se aferró a los hombros del rubio.
—Estoy… Me voy a… ¡Joder! —Draco se alejó en el momento justo en el que Dave se corría; un fuerte chorro de semen salió disparado de la polla del chico y el gemido salvaje que emitió se quedó guardado entre las paredes de la habitación.
Draco no esperó a que el muchacho se recuperara, de inmediato se desnudó y luego se dedicó a desabotonar la camisa de Dave. En cuanto vio el torso del muchacho, Draco suspiró excitado. Así, desnudo y después de haber tenido un orgasmo, Dave Karofsky parecía todo un hombre. Draco no encontraba rastros del chico asustado que había visto en la banca. El pecho de Dave era fuerte, musculoso y una elegante capa de vello oscuro lo cubría. Hacía tiempo que Draco no compartía su cama con un hombre con esas características y lo necesitaba tanto. El rubio colocó sus manos sobre el pecho de Dave para sentir su vello y acarició los pezones oscuros, que resultaron ser muy sensibles porque se endurecieron en cuanto Draco pasó su lengua por uno de ellos. Entonces Dave pareció recobrar la conciencia.
Dave lo miró con pasión incontenible. Colocó sus grandes manos en ambos lados de la cadera de Draco y lo levantó del suelo para poder besarlo. El rubio enredo ágilmente sus piernas en la cintura de Dave y gimió cuando los fuertes brazos del chico rodearon su cuerpo con facilidad. Las manos de Dave viajaron por toda la espalda de Draco y luego llegaron hasta las nalgas de rubio, quien gimió cuando esas grandes manos las separaron y los dedos le rozaron la piel del culo.
Dave lo elevó aun más sin dejar de besarlo. Por lo regular, Draco no dejaba que sus ligues de una noche lo besaran pero, por alguna extraña razón, con Dave se sentía diferente. El chico lo besaba con ganas de más, con deseo, con pasión. Era como si en esa simple e intima acción Dave quisiera encontrar la aceptación para lo que sentía. Los labios de David se despegaron de la boca de Draco dejando un rastro de saliva. El chico empezó a besar el cuello del rubio, luego el hombro derecho… Draco gimió cuando Dave reajustó su agarre para alcanzar sus pezones. ¡Joder! El chico era un portento y él necesitaba más de eso.
—La cama. Llévame a la cama —jadeó Draco al sentir como los dedos de Dave rozaban una y otra vez la piel de su culo.
Dave lo besó profundamente una vez más y lentamente lo llevó hasta la cama sin ningún esfuerzo. Draco no era un crío, y a pesar de ser delgado tenía los músculos bien definidos, pero Dave Karofsky lo sostenía sin apenas esfuerzo. Ambos cayeron en la cama sin separarse. Dave se frotaba sobre él y Draco gemía ante la sensación de ambas pieles. ¡Vaya besos del niño Karofsky! Draco no podía creer lo caliente que eso le estaba resultando.
La cadera de Dave se movía rítmicamente mientras sus manos acariciaban todo el cuerpo de Draco. La lengua del chico dibujaba círculos húmedos sobre sus pezones para luego morderlos ligeramente. La deliciosa polla de David se restregaba en el culo y las nalgas de Draco y éste ya no lo soportó más. Los preliminares se habían acabado; necesitaba mostrarle a Dave la maravilla del último acto. Entendía muy bien que Dave estuviera ocupado explorando por primera vez un cuerpo masculino ajeno pero también él tenía necesidades que quería saciar con el fogoso chico que tenía encima.
—Muy bien, grandote, es momento de ir por el evento principal. —Dave se separó del cuerpo de Draco, lo miró un poco confundido y luego trago saliva. Draco no quería que el chico regresara a su estado de ánimo inseguro, por eso le sonrió lascivamente y habló con una voz sedosa y sensual. —Te necesito dentro de mí. Desde que te vi supe que me darías una follada de ensueño.
—Yo nunca… —Draco recorrió con sus manos el cuello y los hombros de Dave y las terminó colocando sobre pecho de David mientras los pulgares acariciaba los suaves pezones del chico.
—Lo sé, lo sé. Pero me tienes aquí para enseñarte el camino y cómo hacerlo placentero para los dos. —Dave sonrió y Draco juraría que la polla del chico dio un ligero estirón.
Por lo regular al rubio no le gustaba hacer ese tipo de cosas a lo muggle, eran contados los amantes con los que había compartido eso, pero Dave valía la pena. Además quería que Dave tuviera toda la educación posible sobre el tema. Le picaban las manos para usar su varita y con un hechizo rápido prepararse y lograr que Dave se hundiera dentro de él. Draco respiró hondo y luego sonrió a Dave.
—Dentro del cajón de la mesita está lo que necesitaremos. —Dave se apartó de él para abrir el cajón y sacar el tubo de lubricante y la caja de condones que el Slytherin cargaba siempre por si encontraba a un muggle decente con el que pegarse un buen polvo. —Muy bien, Dave. Ahora empezaremos .—Draco abrió las piernas descaradamente y sonrió cuando Dave gruñó de pura excitación. —Primero usaremos el lubricante. ¿Tienes idea de cómo? —Dave asintió mientras perdía su mirada entre las nalgas de Draco. Esparció una generosa cantidad de lubricante en su mano y luego en la abertura del rubio. Draco gimió ante la sensación. —Bien. —La voz de Draco era baja y necesitada. —Ahora usa tu dedo índice para trazar círculos sobre… ¡Sí, así! —Dave aprendía rápido y era lógico, cosas que Draco apreciaba en la gente, porque de inmediato empezó a trazar círculos con el dedo sobre la piel que lo necesitaba.
—¿Intento…?
—Oh, sí. —Dave empujó su dedo gimiendo al mismo tiempo que Draco. —Gíralo un poco. Ahora para el otro lado. —Draco empezó a acariciarse lentamente. —Otro más. —Dave utilizó un poco más de lubricante cuando introdujo el segundo dedo. En realidad Draco no lo necesitaba pero le divertía lo cuidadoso que estaba siendo Dave. —Ahora ábrelos dentro de mí, como si fueran unas tijeras. Muy bien. Sí. Lo estás haciendo de maravilla, big boy. —Draco miró al chico, que exudaba excitación. Tenía el cuerpo tenso y los músculos se veían completamente contraídos. —Eso es todo. Ahora te necesito a ti. —La respiración de Dave se aceleró un poco más; retiró los dedos del interior de Draco, se colocó un preservativo y extendió una capa de lubricante extra sobre su polla cubierta de látex. Finalmente, colocó la punta de su miembro en el culo de Draco pero éste lo detuvo sujetando sus brazos. —Esto tienes que hacerlo un poco fuerte para mí, ¿sabes? Ya tengo cierta experiencia y sé que me gusta así. —Dave humedeció su labio inferior y sonrió tenuemente.
—Ok.
Dave entrecerró los párpados, contrajo la mandíbula y se empujó con firmeza en Draco, dándole una fuerte embestida, hasta estar completamente dentro de su cuerpo.
—¡Mierda! —jadeó Dave enterrando su cabeza en el hueco entre el hombro y cuello de Draco.
—Ok, ok. —Draco respiró profundamente. —Lo has hecho genial. Ahora necesito que te concentres en mi voz, ¿bien? —Draco estaba listo para que Dave se moviera pero sabía que si el chico lo hacía corría el riesgo de venirse sin remedio.
—Esto… Eso… —Dave tragaba saliva e intentaba recuperar algo de autocontrol.
—Lo sé, lo sé. Necesito que respires lentamente. Toma aire. —Dave inspiró todo el aire que sus pulmones podían mantener. —Ahora suéltalo despacio, muy lento. —Dave se fue relajando poco a poco. —Listo, muy bien. ¿Crees que podrás…?
—Sí. —Una última respiración y Dave se retiró casi por completo del interior del rubio.
—¿Sabes cómo lo quiero? —Dave asintió. —Mueve un poco el ángulo. —Dave lo hizo cuando embistió de nuevo a Draco. —Sí, bien. Otro poco más. —Dave lo hizo de nuevo provocando que Draco gimiera fuertemente. —Justo ahí, big guy. Hagas lo que hagas no te olvides de ese lugar. —Dave bajó los parpados una vez más y se tomó un segundo antes de continuar.
Las embestidas fueron profundas y fuertes hasta que Draco empezó a pedir más, más rápido, y Dave lo hizo. Movía su cadera justo como el rubio se lo pedía sin dejar a la vez de besar la piel de Draco, su cuello, sus pezones, pero sobre todo sus labios. Draco terminó enredando las piernas en la fuerte espalda de Dave mientras con los dedos marcaba los bíceps del muchacho. Dave levantó a Draco de la cama para cambiar de posición, de esa forma el rubio quedó encima de él y se pudo mover con libertad mientras Dave lo observaba subir y bajar sollozando completamente entregado.
Draco miró el cuerpo del chico: los músculos de los pectorales y el estomago estaban tensos y firmes, los pezones estaban duros y una capa de sudor perlaba su cuerpo haciendo que los vellos que cubrían su torso se vieran aún más oscuros. Las grandes manos de Dave recorrían sin ningún pudor su cuerpo y se colocaban en su cadera constantemente para ayudarle en el movimiento. Draco se acarició rudamente, sabía que Dave estaba a punto de correrse y él lo quería hacer antes que su amante.
El contacto con los ojos de Dave lograron que Draco se corriera en medio de un maravilloso orgasmo. Un par de embestidas más y Dave Karofsky soltaba un sonido completamente salvaje mientras se corría. Los espasmos del orgasmo de Dave eran envidiables y Draco se enorgulleció de ello. Después, el rubio se desplomó sobre el chico completamente agotado mientras Dave salía de él y arrojaba el preservativo a la papelera.
—¡Joder!
—Exactamente, Dave. Esto es joder. —Ambos rieron. Draco cerró los ojos mientras acariciaba perezosamente los laxos brazos de Dave.
—¿Estuvo bien? —Draco abrió los ojos de inmediato y miró a Dave. Sabía que el chico no preguntaba por compromiso, de verdad quería saberlo. El Slytherin lo besó y luego le sonrió.
—Claro, fue genial. Y no lo digo sólo por cumplir. De verdad eres un amante apasionado, salvaje y cuidadoso. Quien este contigo jamás tendrá queja.
—No lo creo. —Y de nuevo apareció el chico tímido que no pegaba nada con el hombre que le acaba de pegar ese tremendo polvo.
—¡Oh, vamos, Dave! Mírate. Eres un chico atractivo, varonil, fuerte, top por naturaleza y, créeme, cualquiera sería feliz teniendo ese pedazo de pasión que tú tienes en la entrepierna. —Dave tuvo la buena puntada de sonrojarse. —No te avergüences por las virtudes que tienes, big guy. Sólo tienes que alejar tus miedos y podrás competir con cualquier novio sexy. —Dave elevó una de sus cejas e hizo un amago de sonrisa.
—Gracias por decirme eso. —Dave rodeó el cuerpo de Draco con los brazos. —Gracias por todo.
—No te pongas sentimental, esto no ha sido un favor. No seas tonto, prácticamente tuve una erección cuando te vi. Y eso que estabas tendido en el suelo.
—¿Sólo porque soy top por naturaleza? —Draco sonrió.
—En las relaciones, mi querido Dave, las posiciones vienen y van, lo importante es de lo que se tenga ganas en cada momento. ¿Entiendes? —Dave asintió riendo. —Bien. Ahora vamos a dormir porque mañana tengo un día muy pesado.
—Yo tengo que irme mañana. —Hubo un leve tono de tristeza en la voz de Dave.
—Bueno, entonces a dormir porque esto de dar clases me ha dejado muerto.
A la mañana siguiente Draco invitó a desayunar a Dave, quien parecía haberse quitado gran parte del peso de sus hombros e incluso empezó a bromear con él. Para Draco fue un gran descanso de sus problemas con Harry, de sus negocios, de las presiones del mundo mágico… Dave Karofsky de Lima, Ohio, y sus dieciocho años le habían dado un respiro a su vida, un polvo rejuvenecedor.
Después de comer, Draco llevó a Dave a su hotel. Al estacionar el rubio notó como cierto pesar se instalaba en los ojos del muchacho.
—¿Qué pasa? —Dave suspiró.
—No sé qué haré cuando regrese a casa. —Draco llevó su mano derecha hasta la nuca de Dave y para acariciarle.
—Tienes que dejar de actuar, eso siempre te llevará a cosas peores. Te lo digo por experiencia y tú sabes…
—Que tienes mucha experiencia. —Draco rió y luego le besó.
—Sí, la tengo, y deberías hacerme caso. No tienes porque sentir miedo, tus padres te quieren y te entenderán. Y por lo que la gente piense ni te preocupes; mándalos a la mierda. —Dave negó.
—Tú lo haces ver tan fácil. Yo no…
—Vamos, vamos. No hagas que cambie de opinión sobre ti. No te digo que llegues a tu casa y enfrentes a todo el mundo, sólo piénsalo y recuerda que lo más importante es sobrevivir y luchar por ti. Nada de miedo, Dave. Así conseguirás a tu chico.
—¿Tú crees?
—Bueno, si sonríes más no creo que él pueda decirte que no. Nadie puede decirle que no a esa sonrisa.
—Nadie puede decirle que no a tus ojos grises.
—Lo sé. Ahora baja, big guy, tienes una guerra que ganar. Pero antes dame mi beso de despedida. —Dave lo besó de nuevo con el mismo ímpetu que había mostrado durante la noche. Draco metió una tarjeta en el bolsillo de la camisa de Dave. —Llámame si necesitas algo, ¿ok?
—Lo haré. Draco, si él sabe lo que vales regresara, y si no lo hace es porque es idiota. Vales mucho más que una familia adoptiva y unos tontos principios.
Con eso, Dave bajó del coche y entró al hotel. Draco supo que había hecho un amigo pero, sobre todo, se sintió renovado para seguir luchando.
Mi primer crossover satisfaciendo mis dos obsesiones con Glee y Harry Potter y todo gracias a Xanath.
Bueno, ¿qué tal? ¿Se lo esperaban?
Este fic puede continuar si les gusto. Claro que continuaría con la historia de Draco con Harry, Neville y uno que otro personaje de Harry Potter.
Un abrazote para Xanath que me pidió esto desde hace semanas y ahora lo público porque quiero que sonrías muñeca.
