Originalmente esta historia iba a ser un one-shot nada más pero como me salieron muchas páginas mejor lo dividí en 2 caps. porque sino iba a quedar muuuuuy largo e iba a ser aburridisimo. En fin, esta historia es para salir de lo mismo y variar un poco, me sorprende que en la lista de personajes de ff no aparezcan ni Islands, Penwood o Arthur :/ pero en su lugar si aparecen Laura, Helena e Incognito del anime, puff.

Por otro lado, este fic lo hice porque me encanta el ending (creo que es el mejor ending) de la ova donde salen los 3 amigos, si mal no recuerdo es la ova 5 (?) y me dio curiosidad por saber como serían esos tiempos en que eran jóvenes y bellos... bueno no tan bellos (aunque Islands de joven no estaba mal XD) ojalá que Hirano continue con the dawn :/. Yo quería poner de portada esa imagen de Arthur abrazando a los otros dos pero debido al espacio de la imagen de portada no cabía, y otras imagenes de los tres salían cortadas, así que puse esa imagen de los tres tarros, es más simbólica creo (además de que es la única que cabía)

También había pensado en publicarlo hasta que actualice la historia de mi querida fraulein, pero como no veo para cuando actualizar, decidí publicarla primero, sirve que reanimo mi cuenta que había estado muerta por mucho tiempo.

En fin, los dejo para que lean


Los Tres Mosqueteros

Arthur, Hugh y Shelby, los tres nobles ingleses que se hicieron amigos en el colegio para hombres a los trece años y desde entonces serían inseparables; ya se habían conocido en fiestas o reuniones de sus padres, pero no se habían dirigido la palabra sino hasta que compartieron salón en la escuela. Pero ¿cómo es que un chico libertino, uno estricto y otro torpe lograron ser amigos? Ni ellos mismos lo saben. Todo empezó cuando unos chicos molestaron a Penwood y él no hizo nada por defenderse, era un cobarde que temía de los abusadores, Arthur estaba fumando a escondidas cuando vio lo que pasaba y defendió al chico que estaba en suelo hecho bolita, siempre le habían molestado las injusticias y si hubiera visto que Shelby M. se defendía o que también buscara pelea no se hubiera metido, pero estaba llorando tirado en el suelo, simplemente no pudo tolerarlo.

Se enfrentó contra los tres abusadores, y Arthur que además de saber fumar sabía pelear le hizo frente a los tres que resultaron ser unos simplones aprovechados de que su víctima era un miedoso. —Ay Penwood, debes aprender a defenderte, sino cualquier imbécil va a molestarte—. Le decía Arthur intentando calmar a Penwood una vez que se fueron los otros chicos y lo levantó del suelo.

—Pero… pero… es que… me da miedo… ¡soy un cobarde! Mi padre se avergüenza de mí—. Decía llorando.

—No le hagas caso, los padres así son: nunca se les tiene contentos, yo soy un brabucón y mi padre se avergüenza de mí, sólo que a mí me importa un carajo desde hace siglos. Mira hagamos un trato: si tú haces mis tareas yo te enseño a defenderte, no para que tengas contento a tu padre, sino para que sepas cuidarte, ¿de acuerdo?

—Bueno… está bien.

Y así estaban los dos, "entrenando" cuando Hugh Islands, el delegado del salón de clase y el mejor promedio de la escuela, iba caminando por allí con unos papeles en mano cuando vio a los dos chicos tirando puños. —Alto ahí ustedes dos, ¿qué creen que hacen? Está prohibido pelear, les haré un reporte de inmediato.

—Relájate Hugh sólo le estoy enseñando a pelear.

—Peor aún, es de barbaros aprender semejantes actos denigrantes, sólo los animales y gente vulgar hace ese tipo de cosas.

—Ay por dios, hablas igual que mi padre, escuche señor Islands, unos tipos golpearon a Shelby, y le estoy enseñando a defenderse solamente.

—En ese caso, lo que se debe hacer es ponerle un reporte a esos tipos, dime Penwood ¿cómo se llaman? Ahora mismo hago el reporte—. Sacó una hoja y una pluma.

—¿Estás loco Islands? Si aquellos tipos se enteran que Shelby los acusó lo van a querer matar, y apenas lo estoy entrenando. No, él necesita defenderse.

—No, necesita solucionar esto de manera correcta, la violencia sólo genera más violencia.

—Y un reporte va a generar su muerte, si lo sabes ¿no?

—Los maestros se encargaran de evitar que eso suceda.

—Ellos no van a hacer nada, Islands.

—Te equivocas, ellos saben qué hacer.

—Sí lo haces y me entero que golpearon a Shelby yo te golpearé a ti.

—¿Ah sí? ¿Y tú piensas que te voy a dejar hacerlo?

—¿Qué vas a hacer, niño presumido, ponerme un reporte?

La discusión había subido de tono, incluso Hugh había dejado los papeles a un lado para hacerle frente a Arthur, él sabía kick boxing pero sólo lo practicaba como deporte, para ejercitarse, nunca para practicarlo en la calle, eso era barbárico, pero se estaba molestando, odiaba que lo amenazaran. Arthur sabía de peleas callejeras. Shelby por su parte se había sentado en el suelo, esperando que las cosas no se complicaran, hablaban de él y tomaban decisiones por él sin preguntarle lo que él quería.

—Oigan chicos… chicos…. ¡Chicos!—. Alzó la voz Shelby para hacerse escuchar.

—¡¿Qué?!—. Preguntaron los dos molestos.

—Bueno pues…. pues… ya dejen de pelear, Arthur tiene razón… debo defenderme y ser valiente—. El aludido puso cara de satisfacción. —No quiero que hagas un reporte Hugh.

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Ese día Hugh no levantó el reporte, pero pasó el tiempo y otra vez volvieron a molestar a Penwood, este, animado por las "clases de defensa personal" se atrevió a tirarle un puñetazo a uno de sus agresores, pero este se enojó más y lo golpeó más fuerte junto con sus otros dos amigos. Arthur empezó a preocuparse porque Shelby no había llegado a su clase de hoy y lo buscó por toda la escuela. Se encontró, por desgracia para él, a Hugh. Le preguntó de todos modos si no había visto a Shelby, este le contestó que no y ambos se preocuparon temiendo lo peor.

—Si hubieras entrado a clases sabrías que después del receso ya no regresó al salón.

—Precisamente a esa hora es el entrenamiento, me quedé esperándolo y no llegó, por un momento pensé que había entrado a clases.

Discutían mientras corrían hacia el patio trasero donde estaba el garaje del jardinero, allí los chicos se iban a fumar, beber y pelear. No estaba ahí y fueron a la bodega donde votan los pizarrones, butacas y escritorios inservibles. Ahí lo vieron tirado en el suelo nuevamente siendo terriblemente golpeado por tres rufianes. —¡Ustedes tres deténganse!, llamaré a los maestros inmediatamente—. Advirtió Hugh.

—Genial Hugh, que inteligente eres, los has hecho temblar de miedo—. Ironizó Arthur.

—Mira nada más quien está aquí, el riquillo Hugh y el vago de Arthur, tú ya nos las debías gusano.

—Si no dejan en paz a Shelby se las verán conmigo—. Amenazó Arthur.

—¿Qué van a hacer estúpidos niñitos de papi?

Arthur se fue sobre puñetazos contra uno de ellos y entonces otro empujó a Hugh para provocarlo y efectivamente, eso funcionó para hacerlo participe de la pelea.

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Después vino el regaño por parte de los maestros, que llamaron a los padres de los seis chicos involucrados en la riña. Hugh, Arthur y Shelby eran nobles muy ricos no podían expulsarlos, pero los otros tres brabucones, cuya fortuna era inferior recibieron un castigo más severo y fueron expulsados, alegando que ellos habían sido los responsables de todo; y aunque sí era verdad ese no fue el motivo principal por el cual el director decidió correrlos, pues temía que el padre de Hugh, (el más rico de los alumnos) sacara a su hijo del colegio y dejara de recibir sus generosas donaciones. En cuanto a los tres nobles, los castigaron con escombrar la bodega, aunque en realidad no hacían nada pues todo era inservible.

Sin embargo el regaño en casa no se hizo esperar:

*Casa Penwood*

—Me llaman al trabajo diciéndome que mi hijo estuvo en una pelea, voy corriendo y ¿de qué me entero? Arthur peleando, Hugh peleando ¿y tú? Tú estabas llorando como niña. ¡Qué vergüenza, dios mío!

Shelby miraba al suelo, incapaz de sostenerle la mirada a su padre, apretando los puños y esforzándose un mundo por contener las lágrimas.

—Y mírate ahora, ya quieres llorar, ¡los hombres no lloran!

*Casa Islands*

—No puedo creer que hayas hecho esto, entiendo que Arthur lo haga, ¿pero tú? ¿Tú? No puedo creer que hayas caído tan bajo como para pelearte con esos mequetrefes de clase inferior.

—Papá, esos tipos estaban golpeando a Shelby, quise amenazarlos diciéndoles que les iba a levantar un reporte pero me agredieron y no pude quedarme con los brazos cruzados.

—Entiendo que tu orgullo sea grande, es de familia, pero no por eso debes dejarte cegar por él; los Islands no actuamos como tontos, somos miembros de una noble casta y nuestro apellido no puede verse machado porque mi hijo ha decidido caer provocaciones propias de gente vulgar. ¿Pero qué hacías asociándote con Arthur Hellsing para empezar?

—Él y yo estábamos buscando a Shelby porque no aparecía, tenía que dirigirle la palabra.

—No tengo nada en contra de su padre, es un hombre respetable y honorable, pero su hijo es un indeseable tarambana, pobre John lo compadezco al igual que todo el mundo, no quisiera que a mí me compadecieran también porque mi hijo se comporta como un salvaje; tienes prohibido relacionarte con Arthur Hellsing.

Hugh no respondió, él solo miraba a otro lado con los brazos cruzados, estaba molesto, no soportaba que lo compraran con alguien más y menos si se trataba de Arthur.

*Casa Hellsing*

—Es el colmo Arthur, otra vez me llamaron por una riña tuya, tengo que dar donaciones generosas para que no tengan que expulsarte ¿y así es como me lo pagas? Eres el futuro líder de la Organización Hellsing y en tu espalda estará la responsabilidad de proteger a Inglaterra de amenazas sobrenaturales que la aquejan, ¿cómo piensas llevar a cabo tan digno deber si eres un vago insensato e irresponsable pendenciero? Eres una vergüenza para la familia Hellsing…

Bla, bla, bla, bla ¿a qué hora pensará callarse este señor?

Como futuro líder de Hellsing tu deber es escuchar los regaños de tu padre y sentirte mal por ello—. Alucard le habló en la mente en tono burlón.

Se rió. —Tú cállate Alucard.

¿Quién ganó?

Yo, naturalmente.

Pues no lo parece, ¿ya te viste ese ojo morado?

El otro tipo quedó peor.

Alucard se rió.

—¡¿Me estás poniendo atención?!

Arthur bostezó ruidosamente abriendo la boca tan grande como podía. —¿Ya terminaste viejo?—. Se fue a su habitación dejando a su padre con los nervios crispados.

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Al día siguiente los tres cumplieron con su castigo y fueron a la bodega a ordenar las butacas y pizarrones descompuestos, en realidad sólo fingían trabajar, no había nada que hacer, era un castigo tonto y los maestros lo sabían sólo fue un pretexto para "demostrar" que también ellos habían sido castigados ante los demás. Ahí se pusieron a platicar cómo les había ido con sus padres y empezaron a hacerse amigos, para molestia del padre de Hugh.


Años después fueron a la universidad juntos, nuevamente compartían salón y dormitorio. Arthur se aplicó en las clases, Hugh seguía invicto siendo el promedio más alto de la facultad y Penwood era buen alumno pero seguía siendo miedoso, pero contaba siempre con que Arthur lo defendiera y él por su parte le pasaba las respuestas del examen.

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Pasaron los años, y por fin había llegado el momento de su clausura, Hugh estaba preparando el discurso que diría mañana pues siendo él el alumno más destacado lo habían elegido para dar el discurso de despedida a los estudiantes, había trabajado en el por mucho tiempo, tenía en su cesto muchas hojas arrugadas de borradores de su discurso que no terminaban de convencerle.

—Relájate Hugh sólo improvisa, di lo que te salga del alma—. Dijo haciendo un gesto teatral.

—Cierra la boca Arthur me distraes.

—Estás muy estresado, necesitas una cerveza—. Dijo sacando de debajo de la cama un paquete de seis cervezas.

—¿De dónde diablos has sacado eso?—. Preguntó alarmado Hugh. Shelby se levantó corriendo y cerró la puerta con seguro. —¿Sabes qué pasará si alguien se entera que has traído eso a la escuela? Me van a quitar el honor de decir el discurso y elegirán al idiota de Robertson. ¿Te imaginas lo que dirá mi padre?, él estudió en esta misma escuela y fue el alumno más destacado y lo eligieron para dar el discurso. Yo no puedo ser la deshonrosa excepción.

—Eres muy contradictorio Hugh, muy inconsecuente con tus actos.

—¿Qué demonios dices?

—Te molesta que tu padre te compare con nosotros dos, ¿entonces por qué dejas que te compare con él mismo? Tú eres tú, no deberías tratar de ser el clon de tu padre.

—Hasta pareciera que hablas con sensatez—. Dijo Hugh.

—Por supuesto, yo siempre hablo con sensatez. Además tendré cuidado de que nadie se entere, tú déjamelo a mí. Ten toma una cerveza para inspirarte en tu discurso—. Le extendió la botella pero Hugh no la tomó. —Vamos ya eres mayor de edad, disfruta tu adultez y que dirás el discurso celebrando con una botella, sólo una.

—Sólo una.

—Sí, sólo una.

—Chicos, yo creo que mejor sería que nos deshiciéramos de eso—. Dijo Shelby tronándose los dedos con nerviosismo.

—Tú no empieces Shelby, estás viendo que me costó trabajo convencer a don perfecto de tomarse una sola cerveza. Tú al igual que Hugh deberías ser más arriesgado, necesitas una cerveza para ser más valiente.

—¿Con esto seré valiente?

—Naturalmente, cuando has visto un borracho que le huya a la pelea, ellos la provocan incluso.

—La cerveza no te hace valiente, te hace estúpido—. Protestó Hugh.

—Y la estupidez te da valentía, ándale toma un trago—. Animó a Shelby.

Shelby no podía decirles que no a sus amigos y le tomó un trago a la cerveza destapada que le entregó Arthur. —Agh sabe horrible.

Arthur se rió.

Hugh tomó un trago por curiosidad y al principio le había dado asco al igual que a su amigo pero después se fue acostumbrando a su amargo sabor y se terminó la botella, se empezó a sentir un poco mareado y ni siquiera notó cuando su amigo le extendió otra botella ni notó cuando él siguió tomando. Una botella, dos, tres, cuatro, cinco, ni siquiera supieron de dónde sacaba Arthur tantas cervezas.

A la mañana siguiente, se despertaron sólo porque olvidaron correr las cortinas y el sol entró de lleno en la habitación. Con mucho trabajo Hugh abrió los ojos, sentía un dolor infernal en la cabeza, después sintió una arcada, tenia nauseas, se levantó corriendo al sanitario y empezó a vomitar.

Arthur y Shelby se despertaron por el ruido que hizo al vomitar su amigo, Shelby también se sentía con nauseas y vomitó en el lavabo, el único al que no le afectó la resaca, y eso porque ya tenía experiencia, fue Arthur. —Felicidades chicos esa fue su primera borrachera.

—Esta es la última vez que te hago caso Arthur Hellsing—. Le reclamó Hugh, siempre decía el nombre completo cuando estaba enojado. Pero en ese momento se acordó de algo importante. —Oh por Dios, la graduación, mi discurso, ¿qué hora es?

—Son las 9:40.

—Tengo poco tiempo para terminarlo, tengo que arreglarme, huelo fatal, dios mío, tenemos que deshacernos de esto, pronto subirán los maestros a hacer revisión, te odio Arthur Hellsing—. Se agarró la cabeza con desesperación.

—Relájate Hugh tienes tiempo suficiente, tú encárgate de tu discurso, Shelby y yo nos desharemos de todo—. Arthur vació su mochila y la de Shelby y allí echaron las botellas, salieron por la ventana y luego corrieron al basurero, fijándose que nadie los viera. Por fortuna, tanto maestros y conserjes estaban tan ocupados preparando el auditorio y todo para la clausura que no les prestaron atención y ni fueron a hacer revisión a los dormitorios.

Hugh estaba tronándose los dedos porque no se le venían ideas a la mente, sólo podía pensar en que no debió hacerle caso al más irresponsable del grupo. —¿Dónde estuvo mi cabeza? ¿Qué va a decir mi padre si se entera? Dirá que soy igual que él—. Y en eso como una epifanía se le ocurrió una idea, las comparaciones, Arthur dijo que él es él y que no debía ser como su padre. Inspirado, terminó su discurso siguiendo esa idea.

Se bañó rápidamente en cinco minutos y luego corrió hacia el auditorio con su hoja en mano, el pelo mojado y vestido con la toga y el birrete, debajo llevaba un traje formal medio arrugado por las prisas. Arthur y Penwood corrieron a su dormitorio donde se asearon y se vistieron con lo primero que encontraron. Llegaron a tiempo para escuchar a su amigo decir su discurso.

El discurso de Hugh trató sobre el hecho de que todas las personas eran diferentes y que cada quien tenía sus propias metas que no debían estar determinadas por sus padres o por cualquier otra persona y que como todos eran diferentes no había cabida para las comparaciones. El padre de Hugh sólo dio una palmada cuando su hijo terminó su discurso, mientras que sus amigos aplaudían de pie, pues no se esperaban que Hugh el más ético de los tres diera semejante discurso.

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Al terminar la entrega de documentos hubo una celebración en el patio de la escuela. Hugh estaba con su padre. —Mi discurso fue sobre el honor y el deber, y el tuyo sobre las comparaciones, que ridiculez.

—Tu discurso es tu discurso y este fue MI discurso—. Con todo el porte altanero de un Islands se alejó de su padre y fue a buscar a sus amigos.

Arthur estaba con su padre. —Vaya, terminaste la universidad, no pensé que lo lograrías; es la primera vez que me llevo una sorpresa agradable contigo.

—No lo hice para complacerte quiero que sepas—. Se alejó de su padre y se fue a reunir con sus amigos.

Al mismo tiempo Hugh y Arthur se encontraron con Shelby que estaba sentado solo en las mesas del bufete. —¿Qué haces aquí solo? Creí que estarías con tu padre—. Preguntó Hugh.

—No pudo venir, dijo que tuvo que atender un asunto urgente de Estado, pero envió a su asistente en su representación.

—Ah que bien, el asistente—. Ironizó Hugh.

—Mejor así, yo hubiera preferido que no hubiera venido mi padre—. Se quejó Arthur. —Chicos vámonos de este lugar, los invito a una verdadera fiesta.

—No, no, no, ya no te voy a hacer caso en tus locuras Arthur.

—Ay no te pongas pesado Hugh, ni siquiera sabes a donde vamos, siganme yo los invito.

Shelby y Hugh se miraron dudando de si debían acompañar a su aventurero amigo; Shelby haría lo que sus dos amigos decidieran así que la última palabra la tenía Hugh.

—Vamos chicos, les prometo que a las nueve ya están de regreso en sus casas—. Insistió Arthur.

—Ayer dijiste que sólo tomaríamos una cerveza y terminamos tomando…. No sé, perdí la cuenta pero fueron muchas más—. Protestaba Hugh. —Así que ya no te creo.

—Bueno, a las 10 u 11 por muy tarde, sólo vamos a celebrar que ya terminamos la universidad y que tu discurso fue todo un éxito, y hasta te aplaudimos de pie ¿viste?

—Sí, los vi.

—¿Y bien?

—Está bien, pero a las 10 yo me voy, si ustedes quieren seguir en la fiesta allá ustedes, yo los dejo.

—Sí señor Islands.

Así, los tres se fueron caminando hacia el lugar donde los llevaba Arthur, que por cierto nunca les dijo a sus amigos dónde era, no querían que los acompañaran ni choferes ni guaruras, por eso decidieron irse caminado. Hugh sólo veía que pasaban de la zona elegante, los restaurantes lujosos y clubes que frecuentaban los jóvenes de su edad y posición social.

—¿A dónde vamos?—. Preguntaba Hugh cada tanto.

—Ya casi llegamos, pareces un niño pequeño e impaciente.

—Es que nos estamos alejando mucho de la zona céntrica.

—Bueno es que no vamos a un lugar muy concurrido, sólo los clientes frecuentes lo conocen, es… es… es un poco peculiar.

Caminaron entre callejones y las personas los veían como si fuesen seres de otro planeta, tres jóvenes bien vestidos con trajes formales caminando entre callejones solitarios donde estaban personas pobremente vestidas.

—Arthur… —. Llamaba Hugh algo angustiado por el lugar.

—Ya casi llegamos, tranquilo.

Al final del callejón había una puerta roja adornada con luces navideñas. Arthur la abrió e invitó a sus amigos a bajar las estrechas escaleras. —Tú primero—. Dijo Hugh.

Al final de las escaleras estaba una taberna pequeña: una barra y pequeñas mesas redondas con diferentes tipos de sillas y sillones, estaba iluminado débilmente por un par de focos y muchas series de luces.

Se sentaron en unos sillones al fondo de la taberna. —¿Qué clase de lugar es este Arthur Hellsing?

—Tranquilo señor Islands, es sólo un pequeño barcito en el que se puede beber muy a gusto y aunque no lo creas, muchos nobles y gobernantes vienen a este lugar, con decirte que vi una vez aquí a sir Brown bebiendo muy tranquilamente con una morena… aunque no estoy muy seguro de que haya sido una mujer, pero bueno, ya ebrio hasta se le pierde el asco.

—¿De qué demonios hablas Arthur?—. Se escandalizó Hugh.

—Sólo digo que muchos nobles y ricos se vienen aquí porque están lejos de la prensa y demás y pueden beber tranquilos sin miedo a dañar su imagen.

Una mesera rubia vestida con una minifalda y una blusa con un profundo escote se acercó a ellos. —Hola Arthur, veo que traes compañía, ¿no me los presentas?

—Desde luego que sí Candy, él es Hugh Islands y él es Shelby M. Penwood, compañeros de la universidad, estamos celebrando que ya terminamos.

—Vaya que bien, me alegro por ustedes, yo quería estudiar actuación… y terminé de camarera… en fin, ¿qué van a tomar chicos?

—Tráenos tres cervezas por favor Candy.

—Muy bien, enseguida llegan.

—¿No es adorable?—. Les preguntó a sus amigos una vez que la chica se fue.

—Es una prostituta—. Rezongó Hugh indignado.

—Shhh, a las chicas no les gusta que les digan así, son meseras o damas de compañía, nunca la palabra con "p".

—Pues a mí me pareció bonita y simpática—. Respondió Penwood.

—¿Verdad que sí? Tú eres de los míos, sencillo y sin prejuicios, no como el petulante Islands.

El aludido sólo bufó.

Al poco tiempo Candy llegó con las cervezas, Hugh y Penwood que ya se empezaban a acostumbrar a beber cervezas no les desagradó tanto como ayer el sabor de esta. Después de otras dos cervezas Candy y otras dos amigas, se acercaron a la mesa de los tres chicos. —Ya que Arthur fue tan amable de presentarme a sus dos apuestos amigos yo les quiero presentar a mis dos mejores amigas, ella es Mindy—. Señaló a una chica pelirroja de pelo rizado vestida con un cortísimo y entallado vestido negro. —Y ella es Liz—. Señaló a la chica de pelo castaño vestida con una minifalda y un top. Las tres chicas eran sólo un poco mayores, pues mientras ellos ya tenían 20 o a punto de cumplirlos, ellas ya tenían 23.

Mindy se sentó a un lado de Hugh y Liz a un lado de Shelby. —Tú pareces ser un chico tierno, adoro a los chicos tiernos—. Hacía la observación Liz con respecto a Shelby y lo abrazó acercando su voluptuoso pecho a la cara de él y este enrojeció de inmediato, conteniendo la respiración. —Pero respira cariño—. Shelby exhaló ruidosamente y Liz sonrió. —Eres tan adorable—. Le dio un beso en la mejilla y se puso más rojo aún, aunque parezca imposible.

—Hacen una bonita pareja—. Alentó Arthur.

Mindy no tuvo tanta suerte, ella intentaba acariciar su cabello y Hugh muy sutilmente le retiraba la mano. —Señorita por favor no es prudente tanta cercanía, todavía no nos conocemos—. Arthur y Mindy rodaron los ojos.

—Llámame Mindy, no me hables de usted, me haces sentir vieja.

—Lo siento señorita… Mindy.

Después de beberse otra cerveza en compañía de las chicas, Arthur dio un golpe en la mesa y dijo: —Muy bien chicos, este día es su día, hoy van a probar las delicadas caricias de una bella dama.

Hugh se sorprendió tanto ante la declaración de su amigo que inevitablemente escupió el trago de cerveza en la cara de su amigo. —¿Qué… qué… qué has dicho?

—¡Ay Hugh!—. Arthur se limpió la cara molesto.

Liz en ese instante se puso de pie y llevó de la mano a Shelby. —Sígueme cariño.

—¿A dónde?—. Preguntó con timidez.

—Tú síguela y déjate querer—. Instó Arthur. Shelby la siguió muy obediente.

—No, espera—. Lo detuvo Hugh. —Shelby M. Penwood ¿qué demonios se supone que haces?

—Pues la sigo.

—¿Te das cuenta de lo que vas a hacer?

Shelby se quedó mudo, pensando.

—Te vas a costar con ella—. Explicó Arthur.

El color rojo intenso parecía ser ya el color natural de la cara de Shelby.

—Vamos cielo—. Llamó Liz.

—Ve con ella/ No vayas—. Arthur y Hugh parecían las voces de su conciencia.

Arthur suspiró, estaba claro que no podían hablar a gusto delante de las chicas o Hugh podría llegar a ofenderlas con sus comentarios moralistas. —Bueno parece que esto tenemos que hablarlo en privado, vamos al baño. En seguida volvemos chicas, no te impacientes Liz.

—Por primera vez concuerdo contigo—. Respondió Hugh, y se llevaron a Shelby al baño. Las voces de su conciencia iban a deliberar sobre lo que él debía o no hacer, como siempre.

—Shelby no debes hacerlo, piensa, un hombre decente de tu categoría debe de escoger mejor a la mujer con la que va a…. a tener relaciones, esa mujer debe ser alguien decente, porque va a ser tu esposa.

—Ay no exageres Hugh, eso es del siglo pasado, mira Shelby sólo tienes que pensar ¿te gusta?—. Él asintió. —Bueno pues tú también le gustaste, entonces si se gustan ¿por qué no?

—Shelby a esas mujeres TODOS los hombres les gustan: altos, bajos, jóvenes, viejos, todos, con tal de que les paguen—. Intervino Hugh.

—Sí pero eso no importa, si tú tienes "ganas" ve con ella y conviértete en todo un hombre.

—¿Pero a qué precio? Podrías contagiarte de una enfermedad.

—Para eso existe esto—. Arthur le entregó una tira de preservativos.

—¿De dónde sacaste eso?—. Preguntó Hugh intrigado.

—Los compré para esta ocasión especial, y también tengo para ti—. Sacó de su saco otra tira y se la entregó a él.

—¿Estás loco? Yo no pienso caer tan bajo.

—Ay que aburrido eres, déjate querer por Mindy.

—No.

—¿Y bien Shelby que vas a hacer?—. Preguntó Arthur.

—Yo… bueno… es que Liz es muy bonita… y… me gusta y…. creo que…. Quiero ir con ella.

—Bien dicho—. Se alegró Arthur.

—Bueno tú sabrás lo que haces—. Hugh se cruzó de brazos.

—¡Ve con todo tigre!—. Animó Arthur.

Shelby se desapareció con Liz, y Arthur se quedó con Hugh y las chicas. Después de otras dos cervezas, Hugh había dejado de ser tan receloso y empezaba a tener simpatía por Mindy, pero justo en ese momento se quedó dormido sobre la mesa.

A las 5:30 am, Arthur y Shelby que eran los más conscientes se llevaron cargando a Hugh hasta que tomaron un taxi y de ahí se fueron a la casa del primero, el señor Islands no debía ver a su hijo así. Cuando llegaron a la mansión Hellsing, fueron al patio trasero, y Arthur sacó una llave de su saco, entraron por la puerta de servicio, y con suma cautela Arthur se asomó para cerciorarse de que su padre no estuviera en el vestíbulo o al pie del as escaleras, esperándolo, como solía hacer cuando él llegaba tarde. No estaba ahí y rápidamente subieron a su cuarto. Acostaron a Hugh en la cama, Shelby se durmió en el sofá del cuarto y Arthur en el suelo.

Al día siguiente, Arthur fue el primero en despertarse, era raro que su padre no viniera a molestarlo a las 8 de la mañana para que se despertara diciendo que debía levantarse y que él no lo mandó a desvelarse. Lo buscó por toda la casa, quería pedirle dinero, pero no lo veía por ninguna parte. Pensó que a lo mejor habría ido a una reunión y fue a su cuarto para esculcar sus cajones en busca de dinero.

Seguía acostado en su cama, algo muy raro en él que se despertaba a las 6 de la mañana. —¿Papá? ¿Estás enfermo?—. Se acercó a él y lo movió, estaba frío. No necesitó de mucho tiempo para darse cuenta de lo que pasaba. Fue a despertar a sus amigos.

—Chicos, mi padre está muerto.

—No juegues con eso—. Regañó Hugh que en ese preciso instante se le había bajado la resaca por la noticia.

Le habían pedido al padre de Hugh ayuda con los preparativos del sepelio porque Arthur no tenía idea de por dónde empezar. Sir Islands no regañó a su hijo por no haber llegado a dormir dadas las circunstancias. El padre de Shelby ni siquiera notó su ausencia. Y al día siguiente sus amigos estaban a su lado en el cementerio, muchos otros nobles y soldados de la mansión Hellsing estaban ahí presentes, dándole el pésame al heredero de Hellsing.

Después, en la mansión de Arthur, sus amigos decidieron acompañarlo en su duelo. Arthur rompió el silencio. —¿Y bien qué les parece si vamos al bar de ayer?

—Arthur por favor pero que desfachatez la tuya, ¿cómo se te ocurre proponer algo así?—. Lo regañó el correcto Hugh.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Quieres que me ponga a llorar? ¿De qué sirve eso?

—Al menos por prudencia no deberías salir a beber, no es correcto y no sería bien visto. Y si piensas salir, irás tú solo, yo no pienso acompañarte.

—Bien, iré con Shelby—. Los dos miraron a su amigo que siempre terminaba en medio entre las discusiones de Arthur y Hugh.

—Estoy de acuerdo con Hugh, no es correcto, y… y yo tampoco te acompañaré—. Concordó Shelby.

—Está bien, nos quedaremos a beber en casa, pero eso sí, al menos un whisky se van a tomar conmigo.

—Sé que no te llevabas bien con tu padre pero, de todas formas, te doy mi sentido pésame, imagino que en el fondo debes estar… ¿triste?—. Empezó a decir Hugh luego de darle un sorbo a su whisky. Este si era un whisky de categoría, no como la cerveza corriente de ayer, que al parecer era la favorita de su amigo.

—¿Hugh cómo te sentirías si muriera tu padre? ¿Y tú Shelby? Yo la verdad, no estoy seguro de que es lo que siento, me siento mal, pero no por su muerte sino por no haber querido nunca a mi padre y porque él no me quiso tampoco a mí. Él siempre estuvo muy ocupado en su trabajo y apenas se dignaba a dirigirme una palabra, papá discutía con todo el mundo: con mamá, con Alucard, con los soldados y cualquiera que se le pusiera enfrente. Después murió mamá, encerró a Alucard y sólo quedamos Richard y yo, pero él no fue tonto y se fue a estudiar a un colegio en Italia; yo me quedé, como futuro líder de Hellsing tenía que estar siempre aquí. Así que todo su malhumor lo descargaba contra mí. Y me junté con personas indeseables, vagos, prostitutas; a veces me perdía en la calle de tan borracho que estaba y apenas tenía 15 años, de hecho así fue como conocí aquel bar—. Sonrió ante eso. —Le di todavía más motivos para que me odiara y siempre se avergonzó de mí, una vez me dijo que desearía que yo nunca hubiera nacido, y yo le dije que preferiría ser huérfano antes de elegirlo a él como padre. Lo odiaba y me odiaba, ahora está muerto, y no sé qué debo sentir.

Arthur no lloró para nada, Hugh nunca había visto a su amigo ser tan sincero, siempre ocultaba sus sentimientos bajo una máscara de chico juerguista, ebrio e irresponsable. Suspiró, era una buena pregunta la que había planteado Arthur, supuso que estaría igual que su amigo si su padre muriera. Shelby no sabía que decirle, él nunca fue bueno hablando, así que hizo aquello que le salió del corazón, un gesto espontaneo que él no tenía pensado hacer: se levantó de su asiento y le dio un abrazo. ¿Por qué? No estaba seguro, pero Arthur no lo alejó tampoco.


Con el paso del tiempo, Arhur, Hugh y Shelby M. fueron conocidos como "los tres mosqueteros" porque eran inseparables y siempre estaban ahí para ayudarse los unos a los otros, todos decían que Arthur siempre los arrastraba al mal camino, llevándolos a beber a ese bar de mala muerte que tanto le gustaba frecuentar, "una manzana podrida siempre pudre a las demás", decían. Sin embargo a los tres les importaba un bledo lo que los demás dijeran y seguían siendo inseparables.

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Con la Segunda Guerra Mundial hubo una desmedida ola de ataques de vampiros, pero estos eran vampiros nazis con chips incrustados que los convertían en tales seres. Tuvo que despertar a Alucard pero aparte contrató a un asesino excelente, cuando lo vio por primera vez no creyó que fuera posible y pensó que su contacto lo había timado, pero lo puso a prueba y resultó ser un sujeto experto. A penas era un chico de 14 años pero era un chico muy hábil.

Mandó a Alucard y a Walter a Varsovia donde se encontraba la base de operaciones de los enemigos, al parecer era un mayor nazi que con la ayuda de un científico loco logró crear esos chips armando un ejército de vampiros artificiales. Así pues, mientras los dos agentes de Hellsing estaban en Varsovia peleando, su comandante estaba muy ocupado revisando los avances de sus dos sirvientes y… bebiendo.

—Ah sí, ese pequeño bribón es genial, he visto como descuartiza a personas en sólo segundos utilizando esos…. ¿cómo dijo que se llamaban?... Ah sí microfilamentos.

—Ya lo sé, pero aun así es un chico de 14 años que está arriesgando su vida en una misión y tú estás aquí bebiendo, al menos deberías estar preocupado por él. Sabes que al resto de los caballeros de la mesa redonda no les gustó la idea de que contratases a alguien tan joven que ni siquiera es mayor de edad. Se te irían encima si algo le pasara.

—Relájate Hugh, el se sabe cuidar solo y por si eso no fuera suficiente está con Alucard.

—Él dijo que no se haría responsable de Walter porque no es la niñera de nadie, esas fueron sus exactas palabras.

—Lo sé, lo sé, pero el vampiro no es tan desalmado como para dejarlo morir a su suerte…. no tanto… o por lo menos no es esa clase de desalmado.

Hugh bufó hastiado de la misma discusión de siempre, su amigo nunca se tomaba nada en serio, nunca se preocupaba por nada. —¿Y Shelby? ¿Ya has logrado convencerlo?

—No, aun no. Lo he invitado a beber, supongo que no tardará en llegar, me gustaría que me ayudaras a convencerlo para que acepte.

—Honestamente yo tampoco estoy muy convencido de tu fabuloso plan pero supongo que es la única forma de acabar con ese mayor loco.

Minutos después llegó Shelby y lo llevaron a la oficina de Arthur lo cual era muy extraño porque cuando se reunían a beber se iban a la sala, en la oficina sólo hablaban de asuntos de trabajo.

—Shelby, amigo, que bueno que viniste.

—¿Por qué nos reunimos en tu oficina?

—Primero lo más importante… ¿quieres vodka, ron, vino, cerveza o tequila?

—¡Arthur!—. Regañó Hugh.

—¿Qué? Yo invité a Shelby a beber, ¿y bien?

—Ehm… vodka está bien.

Arthur sirvió tres tragos, y los repartió a sus amigos. —Ahora sí, pasemos al tema secundario; Shelby tú bien sabes cuánto odio hablar de trabajo cuando bebo con mis amigos pero me temo que esto no puede esperar. Bien sabes que envié a Walter y a Alucard a acabar con el grupo de Millennium y sus soldados vampiros nazis pero necesitamos más… recursos, por eso es que insisto con la bomba.

—¿Qué? ¿Sigues con lo mismo?

—Walter mientras tanto matará al mayor y al doctor y Alucard acabara con esas abominaciones llamadas "vampiros". Pero necesitamos la bomba para que Alucard destruya el cuartel general de esos locos y no quede rastro alguno de esos experimentos horrorosos.

—¿Porque una bomba? ¿No pueden simplemente quemarlos?

—Porque con una bomba no tendrán tiempo de ocultar nada, todo documento o experimento se perderá, no podrá matarlos porque son monstruos pero sí aniquilará toda esa información para evitar que algo así vuelva a suceder. Son más de mil soldados, mientras no los matan habrá algunos que se dediquen salvar documentos o el prototipo del chip, y toda esa valiosa información será vendida al mejor postor y habrá otro loco imitando ese plan.

—Pero… pero… ¿y la gente?

—El cuartel está lo suficientemente apartado como para que las ondas de la bomba dañen a la población, si acaso sentirán un temblor.

—No, no puedo aceptar, los caballeros de la mesa redonda se opusieron a tu plan, me prohibieron ayudarte, no puedo violar las reglas.

—Ay por favor Penwood, suena más razonable que te preocupes por la gente de Varsovia que por la opinión de la mesa redonda, ellos desaprueban mi idea por el simple hecho de que es mía: el ebrio e irresponsable líder de Hellsing, pero si el pulcro e intachable Hugh Islands la hubiera propuesto ten por seguro que la aceptarían.

—A mí no me metas—. Se defendió Hugh.

—Es la verdad—. Arthur se encogió de hombros.

—No lo sé… ellos siempre dicen que me dejo manipular por ti—. Shelby estaba confundido, odiaba que le dijeran que es influenciable, aunque en ocasiones fuera la verdad.

—Bueno pues ahora te estás dejando manipular por ellos.

—Escucha Shelby, no importa lo que diga Arthur o lo que diga la mesa redonda o lo que diga yo, piensa que es lo qué tú harías, ¿Qué crees que es lo conveniente para acabar con esta guerra?—. cuestionó Hugh.

—Tengo que pensarlo—. Le dio un gran trago a su bebida.

—Pues piensa rápido porque no podemos esperar más tiempo.

Se terminó todo el vodka de un solo trago y luego azotó el vaso en el escritorio. —Está bien, aprobaré tu petición, entiendo que es la medida más rápida para acabar con esto, ¿dónde firmo?

—Excelente, aquí tengo la orden, ten mi bolígrafo—. Arthur le extendió un documento y un bolígrafo.

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Alucard y Walter acabaron con Millennium y todos sus experimentos, y al verse frustrado el plan que haría que el imperio nazi durara todo un milenio, Alemania se rindió y el führer fue hallado muerto en su bunker. La guerra había finalizado.

Por su parte, los tres mosqueteros estaban celebrando la vitoria de los aliados en un lugar muy especial: el bar de mala muerte a donde fueron a beber cuando se graduaron de la universidad.

—¡Salud!—. Exclamaron los tres al unísono chocando sus tarros de cerveza.

—Esta es la cerveza más deliciosa que jamás haya probado—. Decía Arthur ya con varias cervezas encima, aun con su tarro en lo alto contemplando como las gotitas de agua resbalaban por los lados del tarro de vidrio.

—Debo de estar muy contento o muy mareado como para que por primera vez esta cerveza corriente no me parezca tan mala después de todo—. Decía Hugh que llevaba casi las mismas cervezas que su amigo. El detestaba el sabor de la cerveza corriente y los olores pestilentes del bar, pero tenía que reconocer que ese lugar era un tanto especial, pues cada acontecimiento importante en la vida de los tres amigos era celebrado o lamentado en dicho bar.

Así pues, tan pronto como se enteraron que los alemanes se rindieron, Arthur propuso de inmediato ir a celebrarlo. —¡Vamos al bar!—. Exclamó y los demás no se opusieron, era de ley celebrar en dicho bar.

Bebieron hasta la saciedad y Arthur se fue a los cuartos con un par de chicas una pelirroja y la otra morena, a Hugh nunca le había gustado enredarse con las prostitutas del bar así que sólo se limitó a invitarle un par de cervezas a la hermosa rubia de escote pronunciado que se sentó en sus piernas descaradamente. Shelby bebió más de la cuenta y al final sus amigos terminaron cargándolo hasta su casa, donde su gentil mayordomo lo recibió un tanto preocupado y sus amigos lo llevaron cargando hasta su cuarto.


Bueno esta fue la primera parte del fic, espero que les haya gustado :3, como tenía planeado que fuera un solo shot subiré el segundo al mismo tiempo, por eso verán que la primera parte como que quedó cortada a lo bruto XD. Aunque por otro lado, y no es mucho pedir que comenten los dos capis por separado :3 quiero saber que es lo que les gustó de cada uno (aunque es la misma historia). En fin, gracias de antemano por leer esta historia :D

Ahora sin más, los dejo para que vayan a la segunda parte...