Hola! Uff! Me siento emocionada de poder decir que por fin publico esta bella historia que tenía planeada desde hace ya un mes y me parece que van a ser al menos uno capítulos (Eso digo, nunca me crean)

Y va dedicado a una amiga de FB, llamada Daniela (no recuerdo el resto de su nombre XD)

Bueno aquí va, espero que les guste :3

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"A veces las cosas no pueden salir más mal, ¿verdad?"

Esa fue incógnita que me hice antes de arruinar todo en mi vida.

Con algo parecido a la suerte, pero de forma contraria había logrado perder a mi mejor amigo y a la vez la persona más importante para mí, perdí la pequeña y gran posición que tenía dentro de la Academia Karanase y por último perdí a mi familia.

Tal vez ninguno de esos puntos es válido si haces las cosas mal desde el comienzo.

Recuerdo como sucedió todo exactamente.

Las vacaciones de invierno habían acabado y mi mejor amigo, Reiner, caminaba conmigo camino a casa, los suburbios en San Francisco eran demasiado tranquilos como para andar a mitad de la calle sin que nadie te dijera nada; en nuestro caso andábamos por la acera apresurando el paso para refugiarnos del frío que hacía.

Definitivamente era una muy mala idea salir a la plaza cercana en estos días.

El frío corría contra nosotros y nos golpeaba de lleno en los rostros, intentábamos cubrirlos con las bufandas que traíamos pero no ayudaban de mucho.

Cuando por fin llegamos a la casa de Reiner, caímos rendidos en la entrada mientras recuperábamos el aliento y el calor corporal que nos hacía falta. Él fue el primero en ponerse de pie para ir a la pequeña cocina de su hogar y hacer un poco de chocolate caliente mientras yo me ponía de pie e iba también a la cocina para llenar un bowl con las galletas que habíamos traído de la plaza.

Con el tazón lleno de galletas, ingresé a la sala y me deje caer en el sillón para empezar a devorarlas, encendí la pantalla que estaba al fondo de la estancia y elegí un canal al azar.

Reiner llego a mi lado con dos tazas de chocolate y colocando la suya en la mesa, me entrego la mía y se adueñó del control remoto, cambiando los canales para al final detenerse en una serie de acción que tanto le gustaba.

Empezó a hablar y yo en realidad no le prestaba la atención necesaria para mantener una conversación del todo buena; mi concentración se había ido por otro camino en la carrera que habíamos tenido hace unos minutos, pues al parecer me apetencia más tener un acercamiento más corporal del que me hubiera permitido nunca con mi mejor amigo.

Por años me había negado los sentimientos que guardaba por él y por fin en los últimos meses, después de que iniciará el segundo año de preparatoria, mi cerebro y conciencia perdieron la batalla contra mi corazón y caí ante esos sentimientos tan frágiles y fuertes, que no supe que hacer.

Solo seguir con esa gran amistad.

Mi cerebro no lo pensó mucho y cuando menos lo espere, estaba sobre mi amigo intentando besarlo.

Por supuesto que él me había detenido al ver mis intenciones, pero el problema se agrandó cuando aún era una gota de agua en un vaso, al habernos encontrado tanto a Reiner como a mí en aquella situación tan embarazosa su hermano mayor.

Roger Braun, el famoso quarterback de la Academia Karanase, nos había encontrado.

Maldije mi suerte y al hecho de que Roger es el homofóbico más conocido del suburbio, de inmediato me quito de encima de su hermano y me hizo una bronca de tamaños colosales.

El impacto de su puño contra mi rostro fue lo último que escuché, me había quedado inconsciente.

Desperté en mi casa, mi madre me veía con una cara de total decepción al ser muy religiosa ella, todas las expectativas que tenía sobre mí se derrumbaron y pronto supe que el rumor de lo que había hecho llego hasta la escuela.

Al parecer Roger se había encargado de ello y ahora todos me miraban con miradas despectivas, despreciativas e incluso con asco.

Los últimos meses de mi segundo año en la preparatoria se fueron como agua, pero no fueron sencillos al tener que soportar el desprecio de los que me rodeaban. Reiner por su parte, se alejó de mi por órdenes de su hermano, entonces perdí a mi mejor amigo.

Al final mi madre me dijo que tendría que mudarme, era un hecho que todos en aquel suburbio ya sabían mi orientación sexual y al mismo tiempo me habían tomado odio por ser homosexual. Sin más porque quedarme y al graduarme de ese curso me iría, me mudaría con unos primos en Nueva York; por supuesto mi madre se había quedado y si fuera por ella me negaría hasta el final de sus días. Si eso haría, preferiría negarme antes que admitir que su hijo era gay.

La mudanza había sido sencilla y sin tanto revuelo. Tome mis cosas más valiosas, las acomode en una maleta, fui a la terminal de autobuses y así como había llegado, subí al camión que me llevaría a la ciudad que sería mi nuevo hogar.

El viaje duro un par de horas, las suficientes para que se me entumiera el trasero y aun así lo soporte. Cuando llegue mis primos me esperaban, Marion y Cain eran hermanos y ambos estudiaban la universidad.

Ambos sabían sobre mi situación luego de que mi madre les contará por teléfono, pero no me recibieron de mala gana mí se mostraron sorprendidos; Marion me contó que ella tenía novia y ninguno de sus padres se había puesto en contra o habían armado un jaleo por ello, ellos creían que solo era una etapa y que cuando terminará ella se olvidaría de querer ser lesbiana.

Según ella no sería así.

Llegamos sin mayor percance al departamento en el que vivían, Marion estudiaba cerca en la universidad una carrera de criminología mientras que Cain estudiaba una licenciatura en arquitectura y a la vez mantenía un trabajo en un bar cercano al parque que estaba a unas cuadras del edificio en el que vivían.

El departamento era cómodo y tenía tres habitaciones por lo que no tendría que compartir con Cain.

Tanto Marion como Cain, me dejaron instalarme en paz y cuando me mostraron mi habitación y el piso rápidamente se fueron para dejarme solo. Desempaque las pocas cosas que traía en la maleta y me tumbe en la cama.

Y aquí me encontraba, pensando en cómo había pasado todo.

Me pregunto: ¿En serio fui muy tonto como para intentar algo con mí mejor amigo? Al parecer si lo era, por ello había tenido que mudarme y alejarme de mi madre, que era lo único que tenía como familia en San Francisco. De mi padre poco sabia ya que mamá siempre me rehuía del tema, al paso de los años le reste importancia y lo olvide, pero hoy había recordado que seguía sin saber quién era mi padre.

Escuché como tocaban mi puerta y de permiso de entrar, era Marion.

-La cena esta lista Bertholdt, ven cuando estés preparado –mi prima me sonrió y salió de mi pieza.

Me levante sin muchas ganas pero tenía hambre, salí de mi cuarto y camine a la cocina donde ya estaban mis primos sentados en unos bancos altos justo frente a la barra que usaban como mesa.

-Siéntate y come –me indicó Cain sin mucho ánimo, aunque él era así siempre.

Le hice caso a su indicación y me senté en uno de los bancos libres, Marion me tendió un plato vacío y me sonrió.

-Sírvete, aquí nadie le sirve a nadie.

Asentí y mire lo que había en la barra; una sopa de vegetales y un menjurje de color morado o rojo, sin dudarlo me serví sopa.

Agradecí mentalmente la comida y empecé a comer con ellos, Cain comía con un especial agrado la sopa o crema morada y Marion la sopa de verduras.

-Es crema de papa con mermelada de zarzamora –me dijo de repente Cain –Si no sabes que es, mejor pregunta; es de mala educación quedarse viendo a las personas de esa manera.

Me quede perplejo, más por saber de qué era la rara mezcla que por la amonestación que me hizo Cain al haberme quedado viéndolo fijamente por algunos minutos.

-Lo siento, no era mi intención –me disculpe de inmediato y él me sonrió.

-No te preocupes, es normal que me suceda; a todos les sorprende que coma este tipo de cosas –sonrió algo raro y luego me miró –pero yo no creo que sea raro ponerle mermelada de zarzamora a una crema de papa, es más bien, algo innovador –Cain sonrió con travesura y cuando menos lo espere me metió una cucharada llena de su "crema" a la boca.

El sabor dulce de la mermelada me inundó el paladar y luego un golpe del sabor de la papa y la sal, me incitaron a querer vomitar. La "crema" tenía un sabor por demás raro, era desagradable; me levante del banco y corrí a la tarja para escupir la horrible comida de mi primo.

-Vamos, no seas dramático –me grito Cain – Solo fue una cucharada, te aseguró que no te vas a morir –dejo salir una carcajada y unas pequeñas lágrimas por la risa se arremolinaron en sus ojos.

-Tu comida es asquerosa –le dije mientras tomaba mi asiento de nuevo – No sé cómo es que aún no mueres por ella –señale su plato con algo de crema en él.

-Es sencillo primito mío, solo yo puedo comerla sin intoxicarme o terminar con un problema digestivo –Cain río de nuevo.

-Lo haces sonar sencillo, supongo que para ti lo es.

-Y sí que lo es, lleva cerca de cinco años comiendo ese tipo de cosas y aun no muere –comento Marion, que llevaba todo ese rato en silencio.

-Rezare para que no mueras –fue lo último que le dije a mi primo, asintió feliz y al parecer agradecido.

Terminamos de comer y compartimos una taza de café juntos, no iba a ser tan malo después de todo vivir con ellos.

Lave todos los trastos sucios mientras mi prima se duchaba y Cain veía la pantalla que tenían en el living del departamento.

Seque todo y fui a sentarme con mi primo, vi un minuto el programa y luego lo vi a él. A decir verdad era la primera vez que lo observaba tan detenidamente; era muy alto, al menos tanto como yo y toda nuestra familia , su piel era pálida, su cabello oscuro y sus ojos grises. Sí, mi primo era muy apuesto.

-Sé que eres homosexual y lo respeto Berth, pero si te enamoras de mí, tendrás un pequeño idiota sobre ti golpeándote para que no te atrevas a mirarme de esa forma de nuevo –Cain me miró y sonrió –Mi novio es muy celoso.

Me sorprendí por su confesión, no esperaba que él también fuera gay.

-¡Oh! No tienes que preocuparte por eso, no quiero causar inconvenientes aquí, ni a ti ni a Marion; además yo ya tengo a alguien especial o lo tenía.

Que Reiner me rechazará aun me tenía cabizbajo pero antes de irme de San Francisco habíamos arreglado las cosas entre los dos y quedamos como amigos, aunque parecía una amistad algo forzada y falsa; ya nada iba a ser igual.

-No te preocupes primito, si las cosas no salieron como esperabas es probable que él no era para ti –Las palabras de Cain guardaban una gran verdad y solo asentí.

-Supongo que tienes razón Cain, gracias.

-No hay nada que agradecer Berth, solo vive la vida como tú quieres que sea.

Marion salió para avisarnos que alguno de los dos se podía duchar, le cedí el lugar a Cain.

Ese día mientras veía la pantalla, me di cuenta de que mis primos eran realmente buenos conmigo. Cain no era quien te hacía creer que era, él era una persona con una personalidad muy hiperactiva y no se parecía en lo más mínimo al chico reprimido que conocí cuando era más pequeño. Marion por su parte, era como la hermana mayor que nunca había tenido y agradecía tener como prima.

Al final de la noche, mis primos y yo compartíamos un tazón lleno de palomitas mientras veíamos una película de terror. Ya me había duchado y tenía sobre mi cabeza la toalla que había usado para secar mi cabello.

Marion de vez en vez gritaba, Cain y yo nos asustábamos más por sus gritos que por el fantasma que salía.

A la media noche los tres nos dirigíamos a nuestros respectivos cuartos y cuando toque el suave colchón, caí como tronco y me quede profundamente dormido.

En la mañana, cuando desperté y fui a la cocina para preparar el desayuno; no encontré a ninguno de mis primos y lo único que encontré fue una nota en la mesa de la sala.

"Bertholdt, Cain y yo salimos a trabajar. Prepárate de desayunar y no olvides dejar limpio lo que uses. Más tarde te ayudare a elegir una preparatoria.

Con cariño, Marion"

Realmente no estaba sorprendido, ellos eran mayores que yo y tenían que mantener sus estudios por sí mismos.

Desayuno, limpie y me dispuse a buscar una escuela, faltaban al menos una semanas para que iniciarán las clases pero yo debía de llevar mis documentos antes.

Buscando en Internet encontré una preparatoria cercana al departamento, estaba a solo siete manzanas y podría ir caminando.

Revise los requisitos y sin dudar me fui al plantel para inscribirme.

Cuando llegue había un gran revuelo, los de primer año se están inscribiendo; tuve que esperar pero cuando por fin pude entrar choque contra otro muchacho.

Él vocifero una grosería y continuó su camino.

La inscripción fue rápida y sin muchos percances, la secretaria había sido amable.

Cuando salí me sentí perdido, no recordaba cómo había llegado; sabía que el departamento estaba cerca pero no hacía que dirección.

Camine hacia el lado de la calle que me pareció familiar, pero cuando llegue a un parque supe que definitivamente estaba perdido, ese no era el parque que estaba por casa.

Gire para regresar pero nuevamente choque contra un chico.

-¡Maldición! ¡¿Es que en esta ciudad todos son igual de idiotas?! – grito el chico con el que había chocado, me miró y grito – ¡Es que acaso no piensas quitarte! ¿O qué?

Mierda, era un chico menor que yo y con una lengua muy mal hablada; me moví de mi lugar y deje que continuará con su camino. Él retomó su andar pero antes de alejarse, se giró y me miró.

-Espero que algún auto de arrolle –hizo una mueca parecida a una sonrisa y se fue.

Sonreí por su gran bendición hacia a mí y retome el camino correcto a casa, anduve a paso lento y sin prisa; seguramente mis primos aun no volvían y yo no quería estar solo en el departamento.

Camine sin querer llegar a un punto específico, en ningún momento me aleje de la calle que me llevaba a casa; pero si me aleje lo suficiente como para ver los alrededores.

Sin embargo algo no estaba bien y lo sabía, sacudí mi cabeza para sacarme esas ideas y regresé al departamento. Cuando llegue Marion ya estaba ahí y al parecer buscaba algo.

-¿Buscas algo? –le pregunte.

-¡Berth! ¿Dónde estabas? Te estoy buscando desde hace media hora.

Le conté sin muchos detalles que había ido a inscribirme a la preparatoria que se encontraba cerca, ella se molestó pero al final me agradeció que tomara la iniciativa. Eso era bueno.

El resto de la tarde se pasó sin muchos problemas o detalles para ser especiales, solo el hecho de que Cain comía otro menjurje extraño de color azul.

Y así como los días se pasaban rápido, las vacaciones acabaron.

Algunas personas dicen que el primer día de clases es el más sencillo, pero eso no es cierto y más cuando eres el nuevo espécimen que recién llega de otra ciudad porque tuvo que mudarse, aunque muy en el fondo hubiera preferido que me prestaran atención por ello y no por lo que paso el primer día de clases.

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Dicen que las cosas deben pasar porque deben de pasar y que las coincidencias no existen, solo lo inevitable pero... ¿Cuánto de esas frases es cierto?

Supongo que no lo sabemos hasta que cada uno lo experimenta por sí mismo.

Yo lo experimente aquel primer día de clases que tal vez para muchos era bueno, para otros malo o quizás aburrido pero para mí fue un día ¿impactante? ¿Sorprendente? ¿Increíble? No lo sé, pero algo cambio y era más que seguro.

Agosto 4.

Esa mañana Marion me despertó, se me había hecho tarde o ese me repetía mientras desayunaba un poco de pan tostado con mermelada de zarzamora. Era recién las 6:45 am y mis clases empezaban a las 7:30 am.

Al final por lo que me apresuraba Marion, salí del departamento antes y llegue a la preparatoria igualmente temprano.

Al parecer era de las pocas almas a las que sus padres, hermanos o primos apresuraban para que no lleguen "tarde".

Camine sin prisa a una de las bancas que tenía el jardín de la escuela, el sol aún se levantaba y unos de sus rayos me alcanzaban, calentaron mi ropa y mi piel.

Era muy grato ese tiempo, pero como todo momento relajado y tranquilo cambia en un instante y se vuelve caótico y escandaloso.

Los pocos alumnos que habían llegado se juntaron al otro lado del jardín y empezaron a gritar, el tumulto de personas no me dejaba ver desde mi posición pero le reste importancia; no quería tener problemas en mi primer día de clases.

Sin embargo cuando escuché que un chico le gritaba a otro: " Aléjate de mí, maldito homosexual de mierda", algo se activó en mí y sin meditarlo me acerqué.

El tumulto se quitó conforme pasaba entre el, era obvio que lo que menos querían era meterse con un tipo de casi dos metros de altura y molesto. Empuje a cuanto chico no se apartaba y cuando llegue al centro, vi como un chico se encontraba en el suelo y con una mano en la boca; un poco de sangre resbalaba de su labio.

Gire mi cabeza para ver al causante, era un chico parecido a Reiner; de cuerpo musculoso, alto pero de cabello castaño y ojos oscuros. Volví a mirar al chico en el suelo y me acerqué a ayudarlo.

-Si sabes lo que es mejor aléjate de esa maldita escoria –me dijo el muchacho castaño, lo ignore y puse de pie al otro chico – ¿Es que acaso no oyes? Te estoy diciendo que te alejes de esa basura

Me giré para encararlo, lo mire a los ojos y le dedique una mirada hostil.

-Si es basura o no, yo lo decido y si quiero ayudarlo también lo decido yo, así que hazme y hazte el favor de quitarte.

El chico río y no se movió ni un solo centímetro, seguramente ofendería más al otro.

-¡Oh! Disculpa Jean, supongo que necesitas que tu noviecito venga a defenderte; dime ¿eres tú el pasivo? ¿O lo es él? – nuevamente río – ¿Sabes qué? Mejor no me respondas, seguramente tú eres la puta de este grandote que parece gigante.

Su carcajada se detuvo cuando el chico que había ayudado se arrojó sobre él y lo tumbó, lo golpeó repetidas veces en el rostro y en la cabeza, la sangre empezó a salir de su nariz y de su labio roto.

Con dificultad pero rápidamente quité al chico de nombre Jean del castaño que había quedado inconsciente. Nadie dijo nada ni hizo nada, los gritos de un adulto nos hicieron fijar la mirada a otra dirección y vimos como un par de maestros se acercaban. Suspire mientras retiraba mis manos de los hombros de Jean, los problemas me buscaban o yo los buscaba; lo que fuera estaba de más, ahora estaba en un grave problema.

Cuando los maestros hicieron su acto de aparición, lo primero que hicieron fue alejarnos del castaño y tanto a Jean como a mí nos llevaron a la enfermería para curar sus heridas, luego nos llevaron a la dirección.

Estaba sentado en la silla de las sentencias capitales y tenía a mi lado a un chico que recién conocía, por él que me había metido en problemas y que recordé como el chico grosero del parque el día que me inscribí a la preparatoria.

¡Qué buena suerte la mía!

Por una puerta anexa a la dirección, entro un hombre mayor de piel canela, cabello oscuro y corto; vestía un elegante traje gris, sus zapatos estaban perfectamente lustrados y mantenía una sonrisa socarrona en los labios.

Sabía a la perfección quien era aquel hombre, era mi tío Nile. Suspire derrotado y sin más me recosté contra el respaldo de la silla en la que me encontraba.

"La suerte es para los buenos", escuché que una voz me decía, pero... ¿Es que acaso yo no soy bueno? ¿Qué debo de hacer para ser bueno? ¿Cuándo seré lo suficientemente bueno?

Mi vida se está yendo por la borda del barco en el que jugaba a vivir. Suspire nuevamente y fije mi mirada en la silla café que estaba detrás del escritorio de pino que tenía enfrente a mí.

El padre de Marion y Cain, el tío Nile o el director de la Preparatoria María era en este momento mi verdugo.

Recordé sutilmente que cada que visitábamos su casa, mi madre y yo, sonreía como si no hubiera un mañana pero al tiempo todo se vino abajo y por Marion me enteré que mi tía y mi tío se habían divorciado. Al parecer mi tía había encontrado in-fraganti a mi tío mientras este le ponía el cuerno.

Mi tío no lo negó, pero tampoco lo acepto y sin armar tanto jaleo ya que mis primos eran mayores, se separaron.

-Buenos días jóvenes –nos saludó tranquilamente, primero me miró a mí y luego a el otro chico – Veamos, con que se pelearon con el señor Ral.

-Eso es mentira, él inicio la pelea –respondió el castaño igualmente tranquilo.

-Oh, con que así fue y dígame señor Kirschtein ¿porque fue la pelea? –la mirada afilada se fijó en el muchacho que tenía a mi lado.

-Porque el muy idiota de Ral me ofendió llamándome "Mariquita" y cuando pase a su lado para no escuchar sus ofensas, me golpeo en el rostro con la excusa de que lo había tocado -el llamado Kirschtein simuló imitar la voz del chico al que le había roto la nariz pero el efecto fue chillón y con una muestra clara de molestia, me reí suavemente – además ofendió al grandote que me ayudó –me señaló ligeramente con un movimiento de su cabeza.

El director fijo su mirada ahora en mí y luego la poso sobre él de nuevo.

-Bien señor Kirschtein, puede irse; su tutor le dirá sobre su castigo y usted señor Fubar tendrá que quedarse más tiempo...

Mi tío ni término de decir que haría conmigo cuando fue interrumpido por Jean.

-Director, no se ofenda pero ya le había dicho que él solo me ayudó y si piensa castigar a alguien, debería de ser a mí ya que yo le rompí la nariz a Ral...

-Joven Kirschtein, me parece que le había dicho que se fuera –el director lo miró de forma severa y con un gesto molesto le indicó que se marchará –Su tutor se encargará de informarle sobre cuál es su castigo y si no desea que el castigo del joven Fubar sea tan malo como el de usted, le recomiendo que se vaya.

Jean me miró dubitativo, intentó replicar de nuevo pero mi tío por detuvo con un ademán.

-Joven Fubar sea consciente de que si el joven Kirschtein insiste en quedarse, su castigo será peor y en este momento mi consideración de tenerlo una semana en detención ha aumentado a dos semanas y una semana de limpieza en su aula.

¡Joder! Mi tío sí que era un cabronazo, pensaba castigarme por todo el año escolar si es que el castaño idiota no se largaba. Mire al chico y luego a mi tío de nuevo, sabía que cumpliría con su palabra.

Nuevamente Jean intentó ayudarme y el castigo llego a tres semanas en detención y dos de limpieza en el aula. Kirschtein por fin se había ido y mi tío de inmediato fue al grano.

-Tu madre hablo conmigo al respecto de lo que paso en San Francisco y me pidió que te vigilará –eso no me sorprendió, sabía que mi madre era capaz de eso y más –Pero la verdad no tengo el tiempo para estarte siguiendo a todos partes así que has lo que quieras y ten cuidado de donde andas, no quiero que metas en problemas a mis hijos.

Mi tío me miró de forma reconfortante y grata, con eso supe que podía confiar en él.

-Gracias tío, supongo que su cuidado en la escuela será más que suficiente –sonreí y lo mire –Creo que debo irme, las clases comenzaron y yo aún no sé cuál es mi salón.

Me puse de pie y camine a la puerta, la voz de mi tío me detuvo.

-Ni creas que te salvaste de tu castigo, deberás cumplir con las tres semanas en detención y las dos de limpieza.

Lo mire nervioso pero era un hecho que no se retractaría, suspire. Mi vida escolar no marchaba del todo bien.

Cuando salí de la dirección, me encontré con un hombre alto y rubio.

-Soy tu tutor, sígueme ya vas tarde para tu primer día –sonrió sutilmente, se dio vuelta y empezó a caminar hacia la izquierda –Soy Erwin Smith y también atiendo la clase de Matemáticas.

El señor Smith giro su cabeza un poco y me miro, yo asentí y continuamos caminando hasta llegar a un salón que tenía en la parte superior de a puerta el número de la clase.

Clase 3 de tercer año.

-Pasa, hablaré con el profesor a cargo y te presentas –me indicó, asentí y cuando abrió la puerta, entre sin dudar.

El maestro Smith se acercó al que parecía ser el otro profesor que se encontraba a mitad de salón, era muy parecido a mi tutor solo que su cabello era largo y lo tenía sujetado en una media coleta, usaba unos lentes delgados y traía un libro en las manos. Su cabello brillaba y sus ojos eran tan claros como el cielo de verano.

-Profesor Arlert, este chico es Bertholdt Fubar y acaba de integrarse a nosotros, tuvo un percance pero ya se resolvió y esperaba que lo dejará atender el resto de su clase.

El maestro Arlert me miró de arriba a abajo y asintió. Cerró el libro que tenía y camino al escritorio, soltó el libro y tomó un marcador, se giró hacia el pintarron y con una caligrafía perfecta escribió mi nombre.

Se giró de nuevo, miró a mis compañeros y luego a mí, asintió indicándome que podía presentarme.

-Soy Bertholdt Fubar y seré su nuevo compañero a partir de hoy –sonreí y mire a mi profesor, que me asintió.

-Puedes sentarte a lado de la señorita Blaus –el tono de voz de mi profesor había sido amable, la aludida levantó la mano y me indicó el escritorio vacío a su lado.

Asentí y camine entre los compañeros, tomé mi lugar y mire el pintarron. "Historia Universal"

La caligrafía perfecta trazaba esas sencillas palabras.

-Joven Fubar, pida a alguno de sus compañeros que le faciliten las notas que se han hecho y deberá tenerlas para la próxima clase.

Sin más el maestro se giró y borró mi nombre del pintarron, en su lugar escribo "Primera y Segunda Guerra Mundial: Ensayo de tarea"

Muchos de los alumnos objetaron pero el profesor no dio su brazo a torcer, la clase finalizó y unos minutos después llegó el siguiente. Esta ocasión era un hombre mayor; tenía una calva prominente, por no decir enorme, su cabeza no mostraba rastro alguno de cabello y solo su poblado bigote mostraba lo viejo que era, aparte claro de las tantas arrugas que atravesaban su rostro.

Su clase de Psicología había sido entretenida, cada cuanto clavaba su mirada en alguien en particular y justo cuando pensaba que le iban a preguntar algo, le hacía la incógnita a la persona que estuviera a su lado. El maestro Pixis era todo un caso y para el final de la clase, había llegado a la conclusión de que era como un viejo zorro, lleno de sabiduría, experiencia y astucia.

La tercera y cuarta clase fueron sencillas y pacíficas, descontando que Sasha había sido castigada y tenía que cumplir con dos semanas en detención, el profesor de español y digo idioma español, no lo vayan a confundir, se había encargado de ello al sorprenderla comiendo en su clase aunque no sé cómo había logrado salvarse de los demás maestros.

Lo bueno había sido que tendría con quien compartir parte de mis tres semanas de castigo, la escuela no podría ser mala luego de esto ¿o sí?

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Gracias por leer y si les gusto apoyen esta bella historia :D