Disclaimer: Fire Emblem no me Pertenece

Nota de autor: Regalo para Onmi, lo dije antes, pero espero que te guste y que F!Robin me haya quedado bien uvu

Advertencias: Posible OOC.


La estratega caminó de un lado a otro dentro de su tienda, estaba nerviosa; no iba a negarlo, ¡pero es que no sabía que hacer! Todavía recordaba cuando Chrom le había dicho que de femenina ella no tenía nada y aunque no le dolía el comentario (pues era totalmente cierto) ahora ese mismo defecto le hacía morderse las uñas.

—No debería preocuparme por esto —murmuró mirando los mapas que debía revisar y las infinitas de estrategias que tenía por hacer, no podía perder el tiempo con tonterías como ella lo hacia. Se golpeó ambas mejillas para refrescarse y decidió enfocarse en su trabajo, aún quedaba tiempo para decidir que hacer.

Esa noche Robin no pudo dormir.

A la mañana siguiente, realmente temprano pues no habían siquiera rastros de las primeras luces del alba; la chica se levantó con pasos de gacela hasta donde se encontraba la cocina y tomó unos cuantos instrumentos pidiéndolos prestados mentalmente y jurando que iba a devolverlos ni bien terminara su plan.

Sin embargo, no contó con que alguien siguió su trayectoria sin dejar de verla y murmurar cosas para si. Fue entonces que la persona se dirigió a la tienda de quien sospechaba podría saber que estaba haciendo Robin.

—Lissa.

La rubia de coletas casi pegó el grito en el cielo cuando vio a Tharja parada aún lado de su cama con una mirada perdida y su delgada mano extendida en su dirección.

—Dioses, no me asustes así— habló cuando estuvo segura que ningún chillido saldría de sus labios—, ¿que sucede?

—Robin hará una maldición—murmuró y la rubia tuvo que esforzarse para entender.

—¿De que estas hablando, Tharja? —Se rió sin poder evitarlo, más la morena no le siguió el juego; lo que le preocupó.

—Se dirigió al bosque con cosas —siguió hablando en ese tono bajo y Lissa se levantó al fin de su cama —, su expresión era sombría; mi Robin no hace esa expresión.

La princesa dejo pasar ese «mi Robin» concentrandose en lo más importante. Se cambió tan rápido como pudo (aún con Tharja ahí, difícilmente la chica no la había visto desnuda antes) y salió con la otra hasta el bosque.

La escena frente a ella era la más cómica que podía haber visto en su corta vida, Robin estaba cubierta de una extraña mezcla marrón y su pelo blanco parecía haberse teñido con aquello, sin mencionar que sus ropas estaban llenas de porquería también.

—Robin, ¿que estas haciendo?

Ante la pregunta, la estratega se quedó quieta una fracción de segundo antes de tratar de ocultar lo que hacía en un vano intento, pues Lissa se había aproximado hasta ella con una sonrisa tranquila.

—Nada.

—Robin, mi preciosa Robin va a maldecir a alguien.—Tharja dijo levantando una de las cacerolas con aquella cosa extraña.

—No voy a maldecir a nadie, Tharja —las mejillas de la estratega se colorearon de rosado debido a sus palabras—, intentaba cocinar.

Lissa y Tharja compartieron una mirada antes de que la rubia tocara la frente de Robin y después la suya.

—Bien, no hay temperatura y no puedo ver que te vayas a enfermar —dijo notando que el ceño de la peliblanca se fruncía—. Espera, ¿estas hablando en serio?

—¿Por qué es tan difícil de creer? —preguntó ofuscada.

«¡Porque eres tú!» La rubia pensó más no lo hizo en voz alta, su cuñada era alguien que las bromas las tomaba muy en serio cuando se trataba sobre su escaso lado femenino.

—Robin puede hacer lo que se propone— Tharja le sonrió, haciendo que la chica le regresara el gesto más que feliz que alguien creyera en sus capacidades—. Pero necesitas ayuda.

Después de que Robin les contara el plan, Lissa le había sonreído prometiéndole que traería artillería de la mejor calidad para superar su reto; lo que la estratega no imaginó siquiera era quienes estaban mirando lo que había hecho; Sumia, Cordelia, Olivia y Maribelle (la última sin duda lo que menos le interesaba era ayudarla, sino pasar más tiempo con Lissa) habían palidecido tres tonos hasta lucir como un pergamino mojado sin atreverse a verla a los ojos.

«¿Tan mala pinta tiene?» Robin se preguntó mirando su comida (poco comestible) convertida en piedra una vez que se enfrió.

—Robin, no lo tomes a mal— Sumia dijo con un sonrojo en las mejillas—, pero...¿fue tu mejor intento?

La estratega asintió, sintiéndose decaída de repente y Sumia lo notó.

—Quiero decir, lo siento, eso fue rudo de mi parte. —Balbuceó torpemente intentando reparar su error.

—Cualquiera lo hace fatal la primera vez — Cordelia ayudó a la castaña, pero el rostro de Robin se oscureció.

—Es la quinta vez que lo intento.

Tharja les dedicó una fea mirada antes de acercarse a Robin y con su usual tono de susurro habló:

—Mi primer maldicion fue terrible, terminé convirtiendo a mi víctima en ratón y yo quería un cuervo.

La estratega empezó a reír con ganas al imaginarse a la chica con el ratón entre las manos murmurando que quería un cuervo y de repente se sintió mejor, porque podía intentarlo una vez más.

Era mediodía cuando Olivia se había dado por vencida diciendo que tenía que practicar su baile, aunque era mas que obvio que solo quería no terminar embarrada de comida extraña otra vez; todavía ninguna encontraba una respuesta del porque Robin parecía explotar todo a pesar de seguir sus instrucciones.

«Empiezo a temer por Chrom», Sumia pensó esquivando lo que parecía ser un pedazo de carne convertido en carbón. «Al menos descubrimos otro talento de Robin para la batalla».

La estratega quiso golpearse la frente en el árbol más cercano, aquello no estaba yendo a alguna parte; debía darse por vencida y buscar otra alternativa para festejar a Chrom.

Cordelia contó mentalmente, solo un tres, dos... cuando su cerebro dijo uno, su cuerpo ya se había agachado y el arma mortal voló por sobre su cabeza.

—Es suficiente. — Robin dijo dejando el cucharón de lado—. No continuaré.

—Cordelia aun tiene un arma secreta— Maribelle murmuró con una pequeña sonrisa, la aludida torció ligeramente los labios.

—No puedo obligarlo.

Sumia ya la veía con ojos de cachorro, intentando trasmitirle su temor por Chrom. Tal vez había dejado sus sentimientos románticos por su capitán, pero su seguridad aun le importaba mas que la propia.

—Le preguntaré.

Ni bien desapareció, la castaña fue golpeada por un proyectil perdido haciéndola tropezar.

—¡Lo siento!

—Hay que seguir— dijo con una sonrisa, aunque sus dientes estaban apretados intentando no gritar del dolor.

No había pasado mucho tiempo cuando la persona que seria la salvación entró en el bosque encontrándose con las mujeres que tanto temía las cuales estaban luciendo completamente molestas y llenas de comida carbonizada.

—Lon'qu —Maribelle sonrió haciendo que Lissa saliera de debajo de un mantel.

—¡Lon'qu! —Dijo mas que feliz de verlo, aunque aquello causó una incomodidad que se notó en el rostro varonil.

—Lo siento— Robin se disculpó sabiendo de antemano todo el esfuerzo que el hombre estaba haciendo, sobre todo por Cordelia.

—No importa. Solo no me toques— contestó más hostil de lo que pretendía, pero la estratega estaba acostumbrada así que no le dio importancia—, ¿lista?

—Ni un poco, pero vamos a intentarlo.

Lon'qu se compadeció de su tono, como si estuviera diciendo ¿qué otra cosa puede salir mal? Antes de tomar los ingredientes y realizar lo mismo que llevaba haciendo toda la mañana.

Bajo el escrutinio del hombre, Robin se sentía nerviosa; eran pocas las veces que Lon'qu se acercaba donde estaban ellas y aquello le daba curiosidad tanto como le causaba cierta ternura porque sabia que anteponía sus sentimientos para intentar hacer feliz a su mujer. Ella quería poder hacer eso por Chrom, ser más mujer que estratega para él.

—Robin, estas sonriendo raro— Tharja expresó mirándola fijamente y la estratega se dio la vuelta de forma rápida, lo que ocasionó que chocara contra Lon'qu.

—Estas distraída. —Fueron sus duras palabras mientras la empujaba poco sutilmente hacia atrás—, estas pensando en el porqué, en lugar del como. No lograras nada si solo te preocupas por el resultado en lugar de intentar demostrar lo que quieres decir.

Contrario a lo que pensó, la estratega lo veía con los ojos llenos de brillo, como si hubiera tenido una revelación.

—¡Tienes razón! —Robin exclamó con el ánimo mejorado—, ¡lo volveré a hacer, solo obsérvame!

Las chicas miraron el intercambio con sudor en sus frentes, en muchas maneras diferentes; Robin era rara.

Bajo la tutela de Lon'qu, la estratega trabajó rápidamente y con precisión, casi parecía otra persona mientras cocinaba y aquello maravilló a las presentes.

—De verdad, eres sorprendente— Cordelia exclamó con una sonrisa satisfecha a unos pasos de su esposo, quien desvío la mirada avergonzado.

—No hice nada. —repuso antes de caminar un poco mas lejos—, si me disculpas.

Robin ya le había agradecido muchas veces y se sentía incómodo ante tantas muestras de ese estilo, sin mencionar que no sabia como reaccionar ante ellas. Pero si era Cordelia quien lo hacia, simplemente su corazón estaba en juego.

—Se ve muy bien— Lissa dijo con una sonrisa, pero Maribelle no se fió de aquello.

—Pruébalo.

En cuanto lo hizo, la rubia apenas y pudo controlar las arcadas; aquello sabia terrible, pero al ver la mirada de expectación de Robin no supo que hacer mas que tragarlo sin expresión.

—¿Y bien?

—Vas mejorando.

«¡Mentira!» Gritó su cerebro, pero la parte que amaba a Robin la felicitó por su respuesta.

—De acuerdo, entonces podré cocinar para Chrom ahora.

Las demás mujeres palidecieron rápido, pero la estratega ya no les prestaba atención mientras se concentraba en los platillos para la cena con el príncipe de Ylisse.

—Debemos hacer algo...

—O Chrom estará en peligro.

Robin lucia completamente nerviosa mientras guiaba a su marido hasta donde había preparado todo lo necesario para una cena romántica, mientras Chrom tenía un semblante mas que feliz a pesar de tener los ojos vendados en tanto su mujer le tomaba la mano.

—¿Que estas haciendo? —Preguntó al cabo de un momento, fue entonces que la estratega se puso tras el quitándole la venda que cubría su visión.

La decoración era una simulación de la primera vez que habían cenado juntos, solo unos cuantos troncos tumbados alrededor de una fogata y una cesta con comida para dos.

—Queria sorprenderte.— Robin dijo con un tono rosa en las mejillas y Chrom la atrajo hasta su cuerpo para besarla.

—Lo has logrado— contestó el de pelo azul invitándola a sentarse a su lado.

Ignorantes de que estaban siendo observados con horror mientras servían la cena.

—¿Quién cambio la canasta?— Sumia preguntó con horror, mirando como toda su comida había sido dejada de lado y la de Robin estaba en su lugar como si nunca hubieran hecho el trueque.

—Robin puso su amor en la comida— Tharja habló desde otro árbol con la mirada fija en la pareja—. Chrom tenía que comerla.

—¡Tharja!— Se quejaron todas en un susurro, entonces notaron que el príncipe de Ylisse estaba comiendo encantado de la vida; dejándolas con la boca abierta.

—Un cuervo siempre busca a su pareja ideal. Robin con Chrom, Chrom para Robin —siguió murmurando antes de irse pues su trabajo estaba hecho.


A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario es, como han dicho otras autoras:"como manosearme la teta y salir corriendo."

Hayden