Disclaimer: Este fic participa del Reto Temático de Marzo "Los Merodeadores" del foro "First Generation: The story before books".

Advertencia: Ligero slash. Muy muy ligero.

Amo a Sirius Black. Y todo es de Rowling. Espero que les guste!

El Por qué Sirius Black es mujer

James lo había descubierto. Lamentablemente, su mejor amigo… era mujer.

Lamentablemente, ese día, era ese día. El viernes trece. El que te levantas con el pié izquierdo. En el que descubres una desalentadora verdad.

Aquella fría mañana de noviembre, cuando tuvo que maldecir a Sirius -por encerrarse en el baño- con cualquier tipo de palabra malsonante. Gritando por encima de sus estridentes notas musicales. Golpeando la puerta hasta que los nudillos se tornaron rojos. Pateándola hasta que sintió los latidos de su corazón en los dedos adoloridos de sus pies. Aullando de dolor, sobrepasado por la intensidad de la ira dirigida hacia su mejor amigo…

Aquella fría mañana de noviembre, cuando finalmente se vio acobijado por la imperiosa necesidad de reventar la madera con un colérico bombarda, había comprendido dos cosas. Una de ellas, de suma importancia.

La primera. Ese era el inicio de un mal día.

¿La segunda?

Sirius Black es mujer.

¿Cómo no pudo darse cuenta?

Primera prueba: El baño

No existía hombre en el universo que tardase media hora en el baño, solo las mujeres se daban ese lujo, hasta el punto de hacerlo llegar a creer que lo hacían apropósito, solo para conservar algún ridículo título. Él, por ejemplo, contaba hasta tres con la cabeza bajo la ducha, se enjabonaba, volvía a contar hasta tres, y salía del baño. Un hombre ejemplar. Sirius, por otro lado, había comenzado a pisar la línea del sexo opuesto desde el segundo día de clases, cuando tuvo que tardar quince minutos en escoger la camisa del uniforme que mejor le quedaba.

¿Qué no eran todas iguales?

Y no solo eso, con echarle una ojeada a la cómoda que compartían los cuatros en el baño, su terrible secreto quedaba al descubierto. Estaba ocupada en su ochenta por ciento por las pociones y peines de Canuto, mientras que el otro veinte solo eran los cepillos de dientes de Remus, Peter y él. Y el desodorante claro. Parecía la invasión de alguna fémina a la intimidad masculina. Solo que esta vez, los productos de belleza eran exclusivos de magos.

-James ¿tenías que llegar a tanto?- Escuchó la voz, aun adormilada y pastosa, de Remus Lupin, refiriéndose al reciente estallido- McGonagall hará sopa contigo.

-Cállate, Lunático- Gruñó, a pesar de saber que tenía toda la razón.

Definitivamente no había sido buena idea eso de la puerta. Sobre todo porque tuvo que ver el culo peludo de su amigo y darse cuenta de que un perro era el animal que le quedaba perfecto.

-Joder, James, ¿No sabes tocar?

¿Qué no sabía tocar? ¡Había estado reventando a golpes la puerta desde hace media hora! Pero aquel animal pulgoso cantaba tan alto -solo para escuchar el sonido de su propia voz- que olvidaba todo a su alrededor.

Cuando por fin se fijó en lo que realmente Sirius había estado haciendo, durante aquella valiosa media hora, no pudo evitar enrojecer a causa de una creciente frustración.

-¿Todo este tiempo estuviste, solo cagando?-

El Black se quitó los pantalones completamente, que antes habían estado retenidos a la altura de sus tobillos, y el tuvo que presenciar el desagradable espectáculo de ver su polla flácida colgar entre sus piernas.

-Estoy estreñido- Aclaró él, con una sonrisa traviesa.

-¿Y por qué coño tenías la llave de la ducha abierta?

Sirius se rascó la cabeza.

-Hombre, mis pedos son tan sonoro, ¿sabes? Me avergüenza que me escuchen.

¿Pedos? ¡Si él era capaz de lanzárselo en medio del salón, para que todos los escucharan! Ese era uno de los rasgos varoniles del cual se sentía orgulloso. Como eso de eructar fuerte y claro, esperando escuchar el "iuk" de las chicas, o rascarse las bolas a toda hora bajo sus miradas inquisitivas; Además de que realmente le molestaba la ropa interior.

¿Acaso Sirius era uno de esos tristes casos perdidos?

-¡Mierda Black! ¿Eres mujer?- Gritó a todo pulmón, controlando sus manos que picaban por las ganas de querer golpear el pálido cuerpo- Después de escuchar a Colagusano, no creo que haya algo peor.

-Que pinto yo en todo esto- Se escuchó la voz ahogada de Peter desde el fondo de la habitación.

-¿Me has dicho mujer?

-Claro y raspado, chucho pulgoso-

-Eh, podrían calmarse, por Merlín- Esta vez escuchó la voz de Remus más cerca y ladeó el rostro lo suficiente como para encontrar su cabeza asomada por el marco de la puerta- Sirius… ¿Podrías taparte?-

-¿Qué? ¿Me vas a decir que no soy sexy?- Añadió Sirius, parado con las piernas abiertas y los brazos en jarras.

-Merlín- Vio las mejillas de Remus enrojecer y su cabeza desaparecer- Te lo dejo todo a ti, James.

-¿No quieres un poco para ti, Lunático?- Sugirió Sirius, a todo pulmón, sonriendo burlón. James le dio un pequeño empujón en el hombro, a modo de reprimenda- Oye James, tampoco es para que te pongas celoso.

-Puta madre, haz logrado sonrojar a Remus- Había susurrado, tratando de que las palabras no salieran del cuarto de baño para que el otro no se diera cuenta- ¿Te has dado cuenta que ni Linda Vane pudo hacer eso? Eres todo un puto, hombre. Tienes exactamente lo que es una hormona por cerebro, no sé si envidiarte o llorar por ti.

-¿Pero qué? ¡Solo estoy desnudo!- Arrugó la boca- Deberíamos comenzar a caminar desnudos en la habitación ¿sabes? Para quitarnos esa ridícula vergüenza.

-No me gustaría ver un show de pollas pequeñas.

Sirius alzó la ceja y mostró una extraña sonrisa llena de superioridad y de un no sé qué. De esos de: yo- sé-algo- que- tú- no.

Bueno, tenía que admitirlo. Sirius había ganado unos cuantos puntos con eso de mostrarle la polla. Había que ser valiente para estar parado desnudo, con piernas abiertas, frente a tus compañeros de cuarto y tenerla pequeña. Toda una osadía.

-Eh, es tamaño estándar James, a ver, muéstrame la tuya.

-Dame un segundo y verás el cielo, Black.

-¡Los estoy escuchando, por Merlín!- La voz de Remus sonó ahogada- Hagan lo que tenga que hacer de una buena vez.

-Lo has vuelto a hacer, Canuto.

-¿Sonrojarlo?-

-Record anual, sin duda.

-Record anal, es lo que tengo yo.

La situación empeoró cuando el perro decidió tomarse una hora más en la ducha. ¡Una hora más!

Cuando finalmente pudo salir, tomar un apresurado desayuno y caminar, o mejor dicho, correr lento, hasta las mazmorras para una torturante clase de pociones con Slughorn, fue que los recuerdos se agolparon en su cerebro, llegando como llamados por su nueva e insaciable curiosidad y deseos de dilucidar todo aquel extraño asunto de una mujer metida en el cuerpo de un hombre. O para decirlo mejor, Sirius en el lugar equivocado.

Segunda Prueba: La paja

La cuarta vez que pasaron vacaciones de verano juntos, que fue durante su sexto año, Sirius había pillado a James en todo su esplendor, cuando se hacía una paja en el cuarto, contemplando una fotografía. Para ese entonces, James fue lo suficientemente intuitivo y veloz como para desaparecer la evidencia antes de que Sirius supiera quién era la afortunada dueña de sus fantasías sexuales. Era de esas épocas en la que James era tan estúpido como para no asegurar la puerta de su cuarto cuando tenía visitas en su casa.

Casi lloró cuando vio el afiche de la bruja del momento, Melinda Rose, rajado desde la cabeza para abajo, luego de la pelea entre ambos por la obtención del pequeño cuadro fotográfico que guardaba con recelo.

Y que, vergonzosamente, usaba para sus pajas.

-Estoy seguro que vi algo rojo- Sirius y su bocota. Recordó sus ojos brillantes de malicia, y luego su mirada posándose en varios trozos de papel rasgado, esparcidos por el suelo- Eran lindas tetas- Había dicho Sirius, recogiendo uno de los pedazos más grandes del suelo - Lástima que aun no podamos hacer magia para repararlas.

No. Mejor dicho, si lloró cuando vio como sus tetas viajaban a través de la ventana una vez que Sirius hubo proclamado al afiche como caso perdido.

-Pillo, eres todo un pajizo- Canturreó Sirius todo hilarante, luego de la trifulca por el asunto de la foto- Se escuchaban tus gemidos hasta en el pasillo.

Ese comentario había logrado que un nuevo golpe se estampara en la mejilla del muchacho.

-Eres un hipócrita, como si nunca lo hicieras- Masculló James, luego de que ambos hubiesen terminado de recoger todo el desastre que provocaron en su cuarto.

-No Jamie, jamás.

Él lo había mirado boquiabierto y estuvo a punto de ensartarse en otra lucha -solo por sentirse usado al ser interlocutor de otra de las mentiras de su amigo- de no ser porque él golpe que le dio Sirius en el ojo realmente le dolió y no estaba de ánimos como para ganarse un morado gratis en el ojo sano.

Fue así, en medio de distantes y difusos recuerdos, que consiguió otra base para sostener aquella teoría que había surgido desde temprana horas de la mañana. ¿Qué hombre puede vivir sin hacerse una paja? ¡Es prácticamente imposible! Él, para no ir muy lejos, no podía aguantar el dolor que le daba una buena cojonera cada vez que duraba dos meses sin darle un cariño al otro ser entre sus piernas. No tenía que ser muy seguido, ¡pero debía de hacerlo!

Sirius era toda una mujer, por una o por otra razón. Porque si realmente no se hacía la paja, es que no tenía leche en las bolas, y eso sería realmente desagradable y anormal, sería como tener una polla que no es polla. O, por otro lado, porque si negaba que se la hacía, solo por la timidez de revelarle su intimidad, entonces volvía a ser mujer. Porque ellas siempre dicen que no hacen nada, cuando medio mundo conoce la verdad.

-Cuando tienes tanto sexo, una paja no hace falta.

Esa parte del recuerdo, que lo asaltó tan veloz que lo dejó ensimismado, no era agradable. había echado abajo todas sus resueltas suposiciones y de paso le había recordado lo miserable que se sintió al estar frente a todo un dios del sexo, como lo era Sirius Black, siendo él un pobre diablo que tenía que vivir solo a base de estúpidas pajas, o muñecas inflables.

A la mierda la segunda prueba.

Volvió en sí, justo cuando Sirius salía de un salón, que estaba seguro, no era el de pociones. Estaba sonrojado y su pecho subía y bajaba con rapidez. Las gotas de sudor volvían brillante su cuello y sus pupilas parecían más dilatadas que nunca. Pero lo más increíble eran sus relucientes ojos y aquella ridícula sonrisa de niña dibujada en su rostro.

-¿Sirius?- Preguntó acercándose a él- ¿Acaso no puedes follar en un baño?

Él alzó una ceja. James maldijo. Ese día no estaba de humor como para calarse uno de sus comentarios sarcástico. ¡No era exactamente común descubrir que su amigo era mujer! Y lidiar con ese tipo de mierda era de todo menos relajante.

-Que antigénico eres Cornamenta- Habló el muchacho, acomodándose una corbata- ¿Quién querría oler la mierda mientras tienes sexo?-

-Chúpamela, Sirius.

-¿Qué nos pasa hoy, eh? Estás exageradamente agresivo- Sonrío- Sé feliz.

-¿Contigo cerca hoy? - Farfulló mientras se pasaba la mano varias veces por el cabello- Tu hiciste que me levantara con el pié izquierdo y que de paso...

-¿Podríamos movernos?- Interrumpió y James observó extrañado la urgencia con lo que sus ojos grises parecían viajar desde la puerta hasta él.

-¿Te has agarrado a tu prima?

-¿A Bella? ¿Estás loco? – Exclamó con un tono de voz más alto de lo normal –No, solo quiero irme porque Slughorn aseguró que nos quitaría puntos si llegábamos tarde.´

-¿Solo por eso?

-¿Por qué no empiezas a mover ese culo y dejas de preguntar tanto?-

Pero no pudo. Remus se interpuso en ese instante en su campo de visión. Mejor dicho. Remus saliendo del mismo cuarto de Sirius, con una apariencia similar, se apoderó de toda su atención. El muchacho empalideció casi instantáneamente y la lengua de Sirius parecía haberse vuelto de plomo, porque su boca estaba abierta a más no poder.

Sonrió.

Joder. Qué bien se sentía eso del sabor de la victoria. Tan malditamente dulce. Por primera vez en la vida, no le importó ser el pajizo sin sexo. ¡Ja! Pajizo.

El pulgoso se lo tenía bien escondido.

-Con que record anal, ¿no Sirius?- Sonrío, todavía con la mente nublada por la exaltación- No sabía que era de ese tipo de record ¿eh?

El permaneció un rato callado, y Remus no podía hacer más nada excepto mirar el suelo, que parecía tener algo muy interesante.

Solo por ser Lunático el pobre sujeto implicado, se abstuvo de comenzar la guerra campal verbal contra Sirius. De verdad no planeaba burlarse de Remus, incluso se sentía mal de solo hacerlo, él solía ser la voz de la conciencia de ellos cada vez que una de sus bromas rayaban el límite de lo exagerado y esta vez que no podía darse el lujo de ser esa vocecita, James no tenía consigo la señal de stop.

Entonces sucedió.

El puto Sirius sonrío.

-Ya, tienes razón- Se encogió de hombros- Soy toda una mujer.

James pegó un gritito triunfal, y Remus suspiró, como liberando toda la tensión que pudo haber acumulado en cuestión de cinco segundos.

-Lo sabía, pequeña niña en celos- Soltó un suspiro- Hoy, precisamente, me siento feliz.

-De nada- Ironizó Sirius, rodeando a Remus por los hombros y susurrándole algo al oído.

- Eh eh ¿Qué haces? No frente a mí.

-Lo siento, no era mi intención- Sirius se acomodó el morral en la espalda y caminó en dirección contraria a ellos- Necesito ir al baño, los alcanzo en pociones.

Y desapareció por la esquina del pasillo.

James observó, retraído, el sitio en donde Sirius debió haber estado hace unos segundos. No podía creer cuánta razón había tenido desde el principio y lo poco que había tardado en darse cuenta. Mas bien, el tiempo no pareció ser una barrera lo suficientemente dura, como para proteger el secreto del Black, y esta parecía una victoria por la cual se regodearía durante largo tiempo. A pesar de que jamás supo cuando inicio la competencia.

¿Por qué James no reaccionaba ante el hecho de que sus amigos eran…gays?

Mientras, Remus se balanceaba sobre sí, variando el peso de su cuerpo entre cada pierna. Lanzó una mirada analítica a su amigo, escrutando cualquier posible reacción. Aquella no había sido la manera en que había previsto que se enterará del no-se-qué entre él y Sirius. Siempre planeó alguna forma más… sutil. Suerte que Sirius tenía cojones y había enfrentado la situación en menos de lo que tardas en decir Rumplestikin.

Fue en medio de esos pensamientos, que recordó la palabra que Sirius le había susurrado al oído.

Miente.

Solía ser muy perceptivo, pero Sirius exageraba en cuanto a las ideas entrelineas. ¿En qué demonios tenía que mentir?

En ese momento, realmente odiaba lo salido del paso que Canuto podía llegar a ser.

-Lunático, ven acá y dime una cosa- James lo sacó de su pequeño momento de divagación y le sonrío pícaro. Remus se preguntó qué demonios estaría pensando esa cabeza tan parecida a la de Sirius

-Bueno…si puedo.

-Claro que podrás, mi querido lobo – Rodeó sus hombros y lo acercó a él- Entonces…¿Quién de ustedes…?- Remus volvió a sonrojarse- Vaya hombre, no es para tanto, mira que no estoy acostumbrado a verte de ese color.

- Es lo que sucede cuando…

-Tampoco quiero saberlo- Interrumpió él, con una sonrisa que Remus que no supo descifrar- Solo…¿Quién es el activo?

Esta vez, un rojo furioso se apoderó de las mejillas de Remus y James se preguntó si estaba siendo realmente cruel a preguntarle eso. Se apartó de él y arrugó la boca, a modo de descontento. Había dicho desde un principio que no metería a Remus en su extraña manera de hacerle pagar a Sirius por su mal día, pero se lo había llevado en el camino. Debía disculparse, sin duda alguna él.

Remus barbotó algo y James aguzó el oído, intentando comprender lo que había dicho. Nah, seguro se lo había imaginado. Remus tenía la larga lista de principios necesaria para ocultar perfectamente ese tipo información, además de contar con la cabeza más centrada de los cuatro. Seguramente, ese fue un sonido producto del nerviosismo de la situación y de la…

-He dicho que yo, joder.

Esta vez fue la mandíbulo de James que cayó, sin poder subir. Pero solo durante un segundo, porque enseguida una sonrisa sustituyo ese gesto de sorpresa.

Tercera Prueba: (Al diablo la primera y el pobre intento de segunda prueba) a Sirius le daban por el culo.

-Mil. Veces. Mierda, lo sabía- Sus ojos estaban llenos de júbilo- Ese es toda una mujer- Le lanzó una mirada furtiva a Remus- No vuelvas a decir joder, voy a creer que se te está comenzando a pegar todo lo malo.

-¡James por Merlín! He dicho joder desde que estamos en tercer año.

-Excusas- Comenzó a caminar hacia la mazmorras- Y yo que pensaba que hoy sería un mal día- Lanzó una carcajada al aire- Toda una nenaza.

Remus lanzó un suspiro, nuevamente estresado, mientras reanudaba su marcha, siguiendo a Cornamenta. Pero una pregunta surgió en su mente tan rápida que no sabía si era que había estado oculta en su subconsciente.

¿Por qué Sirius había querido que mintiese? No tenía sentido alguno. El mentir sobre algo así era arruinar su reputación frente a James Potter y ganarse una tortura verbal basada en insultos de doble significado que podría durar toda la vida. Conocía muy bien a James, no cedería ni porque Sirius descubriera su mejor secreto y amenazara con publicarlo en la cartelera de los Slytherin.

¿Por qué Sirius había querido arruinar su reputación frente a su mejor amigo? Era totalmente ilógico e incompresible. Un acto de escaso sentido común.

-Las mujeres son súper complejas- Había dicho Lily una vez en que él le preguntó porqué no desistía con el juego de ignorar a James y ella no supo que responderle.

Sirius es súper complejo.

Remus frunció el ceño.

No quiso verse incluido en el extraño jueguito que James había empezado desde la mañana, pero fue casi imposible.

Porque, sin lugar a dudas, Sirius era una mujer.