Hola a todos y bienvenidos a mi primer fic! Espero que os guste, comentad tanto las cosas buenas como las malas, para que así pueda mejorar.

Pd: Perdon por las faltas de ortografía, el teclado es inglés y no hay tildes ni nada, solo el corrector y ya sabéis como es…

Pd2: Diabolik Lovers no me pertenece, solo Akari y Nyu

Capítulo 1: Un gato negro y una chica roja.

- Parece que hoy habrá una tormenta, ¿verdad, Nyu?- dijo una chica envuelta totalmente por una raída capa roja, que cubría por completo su cuerpo y cara. La prenda era vieja y estaba sucia, pero ella nunca se la quitaba, nunca ensenaba su rostro a nadie. No podía. No debía.

Le daba miedo asustar a los demás con su rostro.

La joven sonrió dulcemente y abrazo a su peludo amigo, que se encontraba acurrucado entre sus brazos. A pesar de todo, aquella chica solitaria de quince años llamada Akari siempre sonreía.

La verdad, era una humana extraña.

La chica había vivido en las calles durante cinco años, más o menos. Y ahora, aunque se encontrara hambrienta y sin dinero, en la cima de aquel edificio abandonado, con la única compañía de un gatito negro llamado Nyu, aprovechaba cada oportunidad posible para sonreír. Sin embargo, era fuerte e independiente, y solo le agradaba la compañía de Aki, que había estado con ella desde que tenía memoria. Se las habían ingeniado muy bien estos últimos años, aunque muchas veces tuvo que hurtar para poder comprar algo de comida. Sin embargo, nunca pidió limosnas y siempre se escondía, ya que le daba miedo que, al ser menor de edad, la llevaran a un orfanato. Su ropa se componía de unos vaqueros rajados y de una camiseta que le quedaba extremadamente ancha, además de la capa roja, que hacía a la ropa invisible. Al cuello llevaba un grueso collar ajustado negro. Del collar, colgaba un cascabel que se mecía y resonaba suavemente con el viento.

Lentamente, el sol se fue ocultando en el horizonte, para dar paso a una noche con una brillante luna creciente. Akari se puso en pie, y en acto reflejo, olfateó el aire. Si, definitivamente habría tormenta. Pero antes de ponerse en marcha y encontrar un sitio para resguardarse de la lluvia, se apartó levemente la capa y se dio el lujo de que la luna acariciara su blanca piel. Y es que sólo podía ser acariciada por la fría luz de la luna, ya que la luz del sol podía dañarla. Y es que había algo que caracterizaba a Akari, y era el hecho de que era albina.

Su piel era tan blanca como la nieve, y su cabello ondulado, muy largo y de un tono rubio casi blanco, estaba recogido en una modesta trenza que le llegaba hasta la cadera. Algunos mechones de cabellos enmarcaban su cara, pero su pelo era prácticamente invisible, ya que lo llevaba por debajo de la capa.

Sin embargo, las puntas de su cabello eran rojas. Rojas como la sangre. Akari se las corto una vez, pero inexplicablemente volvían a teñirse de rojo.

Era una chica esbelta y de ágil andar. Además, había aprendido tantas cosas de Aki que podía fundirse con la noche con escalofriante facilidad. Había aprendido a comprender a los animales gracias a sus gestos y sus expresiones, y sabía moverse con la maestría de un gato.

Lentamente, echo hacia atrás la caperuza que cubría su rostro, y lo alzo hacia la luna. Fue entonces cuando su cara se iluminó. Aquella cara tan odiada y temida por todos los que la veían. Su boca era pequeña y dulce y sus mejillas eran algo rosadas, y su rostro tenía algunas imperfecciones propias de la edad. Todo eso era normal, incluso bello. Pero cuando la miraban al rostro, nadie se fijaba en eso.

Volvió a cubrirse rápidamente, por si alguien la veía. La roja prenda cumplía otra función, aparte de protegerla del sol y ocultar su rostro. Y era que muchos la confundían con un chico. Sus pechos, que empezaban a crecer, se encontraban cubiertos por medio de varias cintas que la chica ataba todo lo fuerte que podía, para así poder ocultarlas y frenar el crecimiento. Akari no era tonta: la vida en las calles era peligrosa y más si se era chica. Además, no podía permitirse el lujo de comprarse un sujetador.

- Vamos, Nyu. Sé que te aterran las tormentas. Encontremos un sitio para pasar la noche.

El pequeño felino trepó por las ropas de Akari, y en el hueco que quedaba entre ambos pechos (que al estar apretados por las fuertes ataduras se mantenían estables) se acurruco. Así era mucho más fácil llevar a Nyu, y lo mantenía calentito y seguro.

Sin más dilación, Akari emprendió la carrera entre las calles oscuras, pero no encontraba ningún sitio para resguardarse, y la lluvia ya la mojaba sin descanso. Nyu estaba nervioso, y ella lo notaba. Clavaba sus pequeñas garras en la suave carne de Akari, y su pelaje se erizaba y crispaba.

Fue entonces cuando un relámpago iluminó el cielo y un trueno retumbó. Instintivamente, Nyu salió del pecho de Akari y huyó, completamente asustado.

- ¡Nyu, para!- gritó Akari en vano, y emprendió la carrera tras el gato. No podía estar lejos de Nyu, no podía perder a su amigo. Corrió y corrió tras él, jadeando de cansancio por la intensidad de la carrera. Fue entonces cuando Nyu se coló en una enorme mansión, oscura y tenebrosa. Akari vio a través de la reja que protegía el solar, con impotencia, como su único amigo desaparecía tras haber escalado y haber entrado por la ventana del primer piso.

Todo el mundo había oído los rumores de aquel lugar, chicas que entraban y no salían más, gritos y risas por la noche. Pero Akari podía percibirlo perfectamente. El olor a miedo era presente incluso aunque se encontrara a aquella distancia. Pero para la joven no importaba ya nada, tenía que recuperar a Nyu y salir de allí en el mínimo tiempo posible. Con el corazón en un puño, se dispuso a allanar el lugar que nunca nadie habría elegido entrar por voluntad propia.

La mansión Sakamaki.

Esto es todo por hoy! Y ahora me voy a la cama que es muuuy tarde. Pronto subiré la segunda parte, ya que esto era la introducción de Akari y Nyu, y como llegaron a los Sakamaki. Comenten y disfruteen!