Renuncia: toda la homosexualidad de «Free!» pertenece a Kyoto Animation.
Aviso: este fic participa en el tópico "Te reto a escribir de…" del foro Iwatobi Swim Club.
Advertencias: OOC asqueroso (¿?) LOL. Multiparejas, todas crack (excepto Reigisa, esa es más canon que el Haru/Agua).
So. Me he matado —metafóricamente— para escribir estas cuatro viñetas. Van a petición de Rikka Yamato. Me disculpo con ella por la demora, no merezco vivir lo sé lo saben ustedes. Sólo espero que le agraden. Dah.
Sousuke & Makoto.
Interactúan por accidente. Y no puede discernir qué es lo más raro de aquello. No es que el departamento de bomberos y el de policía no se lleven bien, tienden a encontrarse seguido y usualmente se prestan ayuda entre ellos en todo lo posible. Pero Sousuke jamás le ha notado hasta ahora y es la familiaridad con la que le habla la que le descoloca y le hace fruncir las cejas, pensativo.
Seguro si Rin lo ve saca algún comentario inapropiado.
(«Ey Sousuke, ¿eres consciente de que llevas mirándolo diez minutos seguidos sin pestañear y que, bueno, no digo que tener esos gustos sea incorrecto… pero es extraño para los que te rodean?»)
Y él no le prestaría atención. Claro. Por andar al pendiente del bombero. Lo que le daría la razón a Rin y muchas oportunidades para molestarle a futuro. Menos mal que hubo un robo a un par de calles y Rin fue a encargarse, dejándole a él lo de los bomberos. No es que a Sousuke le agrade que existan ladrones, no, sin embargo, está más ocupado (distraído) por una mata de cabellos castaños y ojos afables y verdes; lo que menos necesita es a su mejor amigo regocijándose a costa de sus vergüenzas propias.
— ¿Yamazaki-kun? ¿Está todo en orden?
Ah. Pronuncia su nombre y debe controlarse de que el rubor le consuma y salga huyendo a un lugar distante. Preferiblemente lejos de Makoto. Por Dios. Es la mano de la Ley.
— Tachibana. Sí.
Y la mano de la Ley nunca se ha sentido tan nervioso pese a no demostrarlo directamente. ¿Ventajas de un rostro imperturbable? Tal vez. Makoto se quita la poca ceniza en sus prendas y le sonríe tan, tan dulce. Casi tanto como los bizcochos que él compra en la repostería Nanase (que sí, están ricos, pese a que Haruka en opinión de Sousuke sea un adefesio, hombre con alma de pez).
— Se activó la alarma en la casa de Gou, casi se le queman un par de chuletas en la cocina. Pero nada de qué preocuparse —prosigue Makoto, informándole de la situación. Es incomprensible. Sousuke ya está al tanto. Es lo primero que hace al llegar.
En el fondo (muy, pero muy dentro, en los confines donde piensa que en otra vida su sueño está relacionado a la natación y no saber si Makoto no tendrá nada que hacer esa tarde en su descanso) tiene la descabellada idea de que quizá Makoto intenta charlar con él, evitando que se vaya. La desecha con velocidad. Más le inquieta. Un poco. Sólo muy poco.
— Está bien. No es tan grave.
Makoto se muerde los labios, posando la vista en la pared más próxima.
— Uhm. Ya.
Y es incómodo. Malditamente incómodo. Venga, es que de pronto las mejillas de Makoto se han pintado de rosa y oh no, no puede ser. Sousuke se siente indefenso ante tal acción. Resulta ridículo. Apenas y se conocen —lo que no es del todo cierto, Makoto es el mejor amigo de Haruka, y Haruka y Rin suelen frecuentarse; Sousuke y él por costumbre se sientan uno enfrente del otro sin mediar palabra—. Y puede decirse que ambos son la sombra de Nanase y Matsuoka, respectivamente. Pese a que no le agrada plantearlo de ese modo. Tampoco lo que Makoto le provoca.
— Así que, ha de ser todo —murmura, dándose la vuelta. Saca una libreta de su bolsillo trasero y hace un par de anotaciones, todo ante la atenta (curiosa) mirada de Makoto—. Tachibana, si me disculpas, regresé a mis deberes y–
— ¡Espera!
— ¿Uh?
— N-no. Bueno, yo, ¿hoy tienes turno nocturno? —Inquiere de pronto. Sousuke usa todo su esfuerzo para no recrearse la voz burlona de Rin a un lado.
«Esto es muy romántico, ¿no?»
Ya que no lo es. Y algo tan absurdo como el amor a primera vista (o segunda, tercera, quizá cuarta, oh vale, el número da igual. Se han visto pero jamás hablado, hasta ese día) no existe. Falacias.
— ¿Si no es así, qué?
— No sé —admite, con pena—. Es que, tuviste un accidente hace un par de semanas, el hombro… Rin me contó y… ¿quisieras tomar un café conmigo? Como amigos —añade. Sousuke guarda silencio. Lo medita. Lo medita muchísimo. Sólo él y Makoto. En un café (como amigos, se recuerda, porque obviamente dos hombres pueden salir sin connotaciones románticas de por medio ¿cierto? ¡Cierto!).
— Mi turno finaliza a las cinco. Puedes venir a la comisaría —comenta, indiferente. A Makoto el rostro se le ilumina. Y a Sousuke le es inevitable compararlo con la palabra lindo.
Maldición. Debe tener fiebre.
— Entonces, ¿quedamos, Yamazaki-kun?
— Sí. Es una cita.
Makoto ríe y Sousuke repara en lo que dijo recién.
— Eh, no, cita no.
— Nos vemos al rato Yamazaki-kun —Makoto hace un ademan con la mano y se encamina al camión de bomberos, irradiando felicidad. Sousuke gruñe.
— ¡No es una cita, lo juro! ¡Tachibana! —Grita en medio de la calle, para que le oiga. Más es en vano.
— ¡Sí, sí, es una cita! ¡Me gustan las cenas informales!
Y más de un curioso le mira. Sousuke quiere que la tierra se lo trague.
— Vaya. Su relación sí que está en llamas.
Alcanza a oír del otro lado de la acera, Kisumi asomándose desde su florería. Sousuke lo ignora olímpicamente, ahorrándose la molestia de desearle que una piedra se le cruce en el camino. Es que Sousuke es bueno y no es capaz de desearle mal a nadie, menos a una pobre piedra inocente. Prefiere cavilar en asuntos más importantes. Como lo irónico que es, que siendo Makoto un bombero, le encienda el corazón en lugar de enfríarselo.
Y fin. Sé que el romance me quedó fome. En las otras viñetas no lo es, tanto XD actualizaré a lo largo de la semana. Y se aceptan amenazas de muerte, críticas, cartas de amor y manzanas. Byes.
