Como en los viejos tiempos...
-Tengo
hambre ttebayo-decía un rubio.
-Qué te crees ¿qué yo no?
-Lo
único que hemos estado probando es basura-apuntó uno con cabellera
larga, sedosa, en pocas palabras, hermosa.
-¡¡Sí!!-chillaba al
borde del colapso el más escandaloso.
-Hmph...
-En este
encierro encontrar comida es difícil…casi imposible-bufó el de
mirada impasible.
-Cazarla-corrigió otro.
-Lo de que no
podemos salir de aquí jode-se quejó uno sin darle mucha
importancia.
-Sasuke-san…déjame probar tu sangre, he oído que
la sangre de los Uchiha es inusualmente deliciosa-dijo el rubio en un
tono más sombrío.
El nombrado sabiendo la desesperación de, a
su pesar, amigo, quiso jugar un poco con él; se mordió la muñeca
levemente dejando gotear algo del liquido carmesí que, en un segundo
empezó a perturbar los sentidos de sus acompañantes.
-¿Quieres
esto?-dijo provocándolo lamiendo la herida, dejando a la vista una
pequeña parte de sus colmillos. La verdad él también se moría de
hambre, aunque claro, tenía más control sobre sí mismo que
cualquier otro, era de admirar.
-Que cruel eres Sasuke-san.
-Mira, ahí tienes un voluntario, su sangre es deliciosa, dímelo
a mí ¿No es cierto Hyuga?-decía picadamente.
Lo cierto era que el clan Hyuga y Uchiha eran familias nobles en la sociedad, por lo tanto su sangre no podía ser derramada; quedaban pocos de ellos y ésta no podía ser probada por cualquiera. Los pocos que lo habían hecho llegaban a la misma conclusión: era deliciosa, casi adictiva. Y en estos momentos de encierro y desesperación se agotaba todo: la comida en primer lugar, la amistad y hasta la cordura. ¡Por Dios que no eran criminales para que estuvieran sufriendo así! Los tenían casi por un mes sin consumir nada de sangre humana, habían llegado a tal punto de ser solidarios y consumir sangre de su misma especie mientras que se alimentaban de comida normal. El caso de estas dos familias que por entonces solo estaban en aquel lugar estas dos personas, no era diferente pero sí un poco especial; puesto que no todos podrían probar su sangre y de por sí tenían un paladar un tanto exigente, habían optado como ultimo recurso "prestarse" sangre entre ellos y pues de vez en cuando habían voluntarios esperando el ser mordidos por estos individuos, probaban algo diferente.
-Vete
al infierno-carraspeó molesto por el comentario-prefiero la sangre
femenina.
El azabache sonrió complacido.
-Son un
incordio-bufó el más perezoso.
-¡Presumidos!-chilló mientras
le salían unas lágrimas-S-Sakura-chan…-le llamaba para que lo
"rescatara".
-¿Cuándo traen la sangre médica?
-En unos
días, eso me dijo nii-san-dijo entrando en el salón en donde se
encontraban los demás una persona pequeña, un niño, tenía el
aspecto de tener por lo menos 12 años.
-¿Otra vez entrando sin
avisar?
-Es inevitable, dejan la puerta abierta-dijo junto con
una de sus habituales sonrisas.
-¿Qué vienes a buscar?-preguntó
secamente el azabache.
-Nada en especial.
-Mocoso, deberías
irte-dijo el de ojos blanquecinos.
-No, gracias-dijo de nuevo con
una de sus sonrisas cínicas y vacías.
-Que niño más
maleducado-dijo el de coleta.
-S-Sakura-chan….Sakura…chan,…quiero
a mi Sakura-chan…-seguía lloriqueando el rubio.
-Deja de
llorar Naruto-kun, mira, aquí hay algo para ti-dijo el pequeño
dejando a la vista su blanquecino cuello.
-¿E-Enserio?-dijo el
rubio dejando de llorar, mirando con deseo al niño.
-Sai, deja
de molestar a Naruto.
-Pero si iba enserio.
-Hagan lo que
quieran pero no aquí-advirtió el pelirrojo.
-Lastima
Naruto-kun, yo que estaba siendo generoso, en otra ocasión será-dijo
volviendo a su postura habitual.
-¡M-Malos!-dijo el rubio
saliendo del lugar, llorando.
-Que infantil.
-¿Se habrá
quedado estancado en esa etapa?-dijo irónicamente el niño.
-Hmph…
-"Hmph" aquí, "hmph" allá. ¡Cierra la puta boca si
solo vas a decir eso!-decía molesto el chico perro.
-Hmph…
El
pequeño rió.
-Kiba-kun…te ves muy enérgico hoy.
-¡¡Y a
ti qué!!-dijo molesto el nombrado.
-No te molestes conmigo, no
quiero meterme en problemas, solo que me parecía-dijo sonriendo, de
nuevo.
-¡¡Tú!!Deja de sonreír así!
-Ya….Cálmense
todos-dijo el perezoso.
-Va siendo hora de las clases, por favor,
no quiero retrasos-dijo el Hyuga.
-Tiene razón, debemos irnos a
alistar-dijo el Uchiha, parándose del asiento dirigiéndose a las
escaleras hacia su habitación. Al momento todos imitaron su acto.
-Hime-sama no debería, ya sabe…su salud-trataba de
persuadirla.
-Estoy bien-sonrió-Además…ya he tomado una
decisión.
-P-Pero-decía preocupada.
-Ya está decidido,
esta noche partiré.
- La echaré mucho de menos-dijo al borde
del llanto.
-Pero qué dices, si tu también vienes-dijo
sonriéndole.
-¿E-Enserio?-dijo a lo que se enjugaba las
lágrimas con el brazo.
-Claro que sí, no podría dejarte aquí,
te sentirías muy sola ¿no es así?
-¡Gracias!-dijo, se le
acercó a la muchacha y dejó que acariciase su cabeza.
-¡Tarde!
¡Se nos hace tarde, chicas!-gritó al saber de la hora una joven con
cabellera rosa.
-¡Sakura-chan tiene razón, es
tardísimo!-secundó una castaña.
El dormitorio femenino era un
completo caos, todas revoloteaban por el lugar, ya que a los maestros
no les gustaba la impuntualidad y los castigos eran crueles; todas
tenían miedo a ellos y sobre todo a la mente siniestra que los
planeaba. Simplemente aterrador. Cada una iba por toda la mansión
buscando sus pertenencias, para así poder vestirse rápidamente.
Alrededor de quince minutos después todas estaban andando bajo la
luz de la luna hacia las aulas.
-Miren ahí
vienen las chicas-dijo alegre un rubio, ya que había divisado a su
Sakura-chan-¡¡Hola Sakura-chan!!
Al estar ya chicos y chicas
juntos, la nombrada un poco sonrojada y enfadada por la imprudencia
del rubio, se acercó amenazante y le dio un golpe en la cabeza,
dejándolo semiinconsciente.
-S-Sakura…chan-se le dificultaba
el habla.
-Te lo merecías-aún con el puño en alto.
-Eres
mala-se quejó e izo un puchero mientras se ponía en pie y caminaba
junto con los demás.
-He escuchado que hime-sama
viene a este lugar.
-¿Dónde te has enterado?-preguntó el de
ojos de luna.
-Eso no importa, pero es verdad ¿no?
-Sí,
pero no veo qué tenga que ver contigo.
-Más de lo que
crees-dijo más para sí, rozando sus labios con su dedo índice.
-¿Qué planeas, Uchiha?-susurró.
-Nada, nada en realidad.
-Ella, la existencia mas pura y benevolente entre
nosotros, ella, la única capaz de reprimir sus ansias de sangre, la
reencarnación de la diosa de la luna. Tenemos el placer de recibirla
en este lugar.
-¡¡P-Pero, ella… ¿Ella no está acaso alejada
de todo y de todos?!
-Es verdad que por su propia seguridad no
se le ve casi nunca, pero ha sido su propia decisión el venir a este
lugar, una decisión irrefutable.
-Dígame ¿usted la ha visto?
-Una sola vez.
-y… ¿cómo es?
-Es la más bella flor
de entre todas, su aura es distinta a cualquiera de nosotros, cuando
la veas la reconocerás enseguida, así nunca la hallas visto-dijo
cerrando sus parpados despacio, dejando atónita a la otra persona.
-¿De verdad no hay nada que cambie su
decisión?-preguntaba un hombre mayor arrodillado ante una presencia
femenina cogiendo su mano.
-Por favor padre, no seas tan formal,
te siento más lejano, me pone triste.
-Lo siento, no era mi
intención, pero no veo como mas tratarle, es usted una eminencia.
-La que lo siente soy yo, pero ha de ser imposible, siempre ha
sido así-dijo con una sonrisa melancólica.
-No ponga esa cara,
me rompe el corazón. No merezco que alguien como usted se disculpe
con alguien tan insignificante como yo.
La joven no lo resistió
más, se puso a la altura de su progenitor y se lanzo a sus brazos,
apretándolo contra sí; el hombre estaba desconcertado, pero desde
siempre había querido abrazar a su hija así que no la rechazó.
-Este es un adiós ¿no es así?
-No llore princesa.
-¿Sabes? Siempre había querido hacer esto, pero no había
tenido el valor.
-P-Princesa.
-L-Lo hice, por que quiero
recordar este momento todos los días de mi vida, por lo menos hasta
volverte a ver…padre.
-No lo merezco, no merezco estar en este
momento tan importante para usted, no lo merezco-decía el hombre al
borde del llanto.
-Pero yo lo quiero así-dijo, para abrazarlo
con más fuerza.
Se separaron y se pusieron de pie mirándose el
uno al otro.
-Por favor límpiese las lágrimas, no estaría bien
mostrarse así ante los demás.
-Está bien padre…Gracias-dijo
en un susurro, antes de irse en dirección a la puerta, volver su
mirada al hombre y abandonar el lugar.
-Que
problema. El que llega retardado es él, no nosotros-se quejaba la de
cabellos rosas.
-No te preocupes Sakura-chan, así podremos
seguir en nuestros asuntos- dijo seductoramente el rubio
acercándosele peligrosamente a la chica, al estar cerca, le
desabrochó la americana y sus colmillos no demoraron en salir a la
luz, pero para su desgracia fue interrumpido:
-No es momento para
eso chicos, vais a excitarme y a todos los demás también-dijo un
hombre con cabellos como la plata, llevaba un libro en mano y una
expresión indescifrable en la cara-sería un problema-suspiró,
cerrando sus ojos. Se acercó al escritorio y depositó el libro
allí.
-Maldito Kakashi-maldecía al hombre por interrumpir su
momento.
-Idiota, eres un idiota Naruto-decía por lo bajo la
sonrojada pelo chicle, apuntándose la americana.
-Buenas noches
Kakashi-sensei-saludaba la coqueta Yamanaka besando la mano del
hombre sensualmente.
-Buenas noches. Por favor, todos a sus
lugares-dijo esto, dando inicio a la clase.
-¿En
cuánto llegaremos?
-En la mañana, por favor duerma hime-sama,
para que amanezca repuesta.
-¿Cómo me pides que concilie el
sueño si tanto tú como yo somos seres de la noche?
-Eso es
cierto, pero tan solo se lo estoy pidiendo, es por su bien.
-Ya
te lo he dicho, todos me mimáis demasiado-dijo acomodándose en el
asiento con los ojos cerrados.
-Eso es por que la queremos-dijo
en un pequeño susurro, fijándose en una efímera sonrisa que
afloraba en la persona a su lado.
-Naruto…despierta,
eres el único que falta-intentaba despertar al rubio, quien tenía
un sueño muy pesado. Pero de tanto intentar de buena manera se le
agotaba la poca paciencia que tenía el pelirrojo.
-¡¡Idiota
perezoso, despierta de una jodida vez!!-gritó exasperado. No le
quedaba de otra, tendría que acudir a la forma más cruel para uno
de su especie. Rápidamente y procurando el no encontrarse con la
luz, abrió la cortina dejando que los rayos de luz se topasen con el
rubio, haciéndolo despertar alterado.
-¡¡Cierra eso, quema, quema!! ¡¡ ¿Intentas matarme Gaara?!-gritó paranoico el somnoliento rubio. El nombrado volvió a dejar la habitación en penumbra y anuncio al Uzumaki del repentino llamado mañanero a todos los estudiantes del plantel y se retiró de allí, dejando al rubio solo para que se cambiara.
Estaban tanto estudiantes como maestros en la entrada principal del lugar, extrañados por el repentino llamado matutino; esperando algo o a alguien. Todos estaban ansiosos, debía ser una persona importante para que los hubiesen reunido con tanta urgencia.
-Hemos
llegado hime-sama.
-Gracias por avisarme ¿a qué
esperamos?-preguntó ansiosa.
-No se impaciente, sé que es muy
curiosa pero solo esperamos a que abran la puerta-dijo sonriéndole,
su hermana si que era curiosa, parecía una cría.
La joven rió.
-Es de nacimiento, siempre he sido así, parece que nunca se me
va a quitar ese mal hábito.
-No se preocupe, todos nacemos con
uno o dos defectos. Pero vea, ya están abriendo el portón.
-Estoy
muy ansiosa.
En un segundo el portón se vio completamente
abierto, dando acceso al carruaje; este se adentró a paso lento,
hasta detenerse ya dentro del lugar. Lo siguiente que se vio desde el
exterior fue a una joven saliendo de él ayudando a bajar a otra
joven, la cual llevaba encima una capa negra. Enseguida todos
sintieron una presencia que no se asemejaba a nadie, una presencia
extraña, eso era lo que desprendía el aura de aquella misteriosa
chica que les ofrecía una hermosa sonrisa.
-Buenos días. Siento
tan repentina visita. Los rayos del sol son molesto ¿no?-soltó la
chica sin dirigirse exactamente a nadie.
-Hime-sama, no debería
hablar tan despreocupadamente-le susurraba al oído su acompañante,
en un tono de regaño.
-Cariño, me tienes sorprendida. Has hecho
lo que nadie en toda mi vida-dijo en un tono indignado, fingido,
soltando una risita.
-Lo siento, no era mi intención-se disculpó
al darse cuenta de su imprudente acto.
La joven seguía riéndose,
con su mano en el rostro, tratando de acallar la inevitable risa.
-N-No te preocupes, solo me burlaba de ti-confesó, tratando de
no reírse más.
Los presentes solo escuchaba la divertida conversación de las recién llegadas, aún si saber exactamente quién era la misteriosa chica con buen sentido del humor y hermosa sonrisa que se encontraba en frente. Lo único que tenían claro era no se trataba de una persona normal, no, esa persona no era común, desprendía una extraña sensación con el solo hecho de respirar.
-Hime-sama, siento interrumpir su
animada conversación, pero deseaba saludarla-se aventuró el Uchiha
haciendo una reverencia y tomando la mano derecha de la chica con la
suya, besándola.
-Cariño, me sorprendes, has crecido bastante,
que guapo estas.
-Hime-sama, usted también está rebosante de
salud, eso me alivia.
-Sasuke-kun que formal eres, me pone
triste, pero creo que me voy haciendo a la idean-sonrió.
-Suéltale
la mano a la princesa, es molesto-musitó enfadado el Hyuga.
-¿Qué
si no quiero?-dijo provocando al de cabellera larga.
El Hyuga
hizo que soltara bruscamente la mano, la chica advirtiendo lo que iba
a hacer éste, la retiró.
-Cómo te atreves Hyuga-dijo
indignado.
-Me atrevo, por que soy más cercano a ella que tu.
Hubo algo que los hizo detener. La chica se estaba riendo, se
estaba burlando de ellos.
-¿Qué es tan gracioso?-preguntaron al
unísono, viéndose con odio al terminar la frase, haciendo reír aún
más a la muchacha.
-Nada, nada. Lo siento, es solo que me
recuerda al pasado-suspiró-Como en los viejos tiempos.
Tal
comentario les hizo sacar una sonrisa a los dos.
-Como en los
viejos tiempos-repitieron juntos.
En ese momento los tres rieron,
siendo más notoria la sonrisa femenina.
Todos los demás,
miraban la escena atónitos ¿De qué se conocían esos tres?
Pero
este no era el caso de la otra recién llegada, sabía perfectamente
de qué iba tal conversación. Ellos eran amigos de infancia. Los
únicos amigos que había tenido su hermana, y al separarse había
quedado un gran vacío en el corazón de esta. Se alegraba por ella.
-Chicos, siento tantas molestias, pero ¿podríamos a ir a un
lugar un poco más oscuro?
-Es verdad, vamos al dormitorio-dijo
el Uchiha.
-¿Vais a llevarme al dormitorio de chicos? Que guay,
nunca he entrado a uno-decía emocionada.
-Pero está prohibido
el ingreso de mujeres allí-recordó el de ojos blanquecinos.
-Y
eso qué, para todo hay excepciones.
-Sí, sí, Sasuke-kun tiene
razón-decía apoyando al azabache, por que la curiosidad podía con
ella.
-Qué más da, vamos-dijo vencido ignorando a todos los
demás, al igual que los otros dos.
-Un momento, esperen-se
escuchó una voz femenina algo madura.
Los tres se volvieron
atrás y se detuvieron, esperando una palabra de parte de la rubia
con exuberantes pechos.
-Primero que todo, debo hablar con la
princesa sobre su estancia aquí y…-fue interrumpida por otra
fémina.
-No se preocupe, puede hablar conmigo de ese asunto,
estoy enterada de todo; déjeles ir, hace mucho no se ven, debe
entender-dijo la chica joven.
Ésta se lo pensó muy bien.
-Está
bien. Señorita, por favor acompáñeme a mi despacho, sígame-dijo
ya andando, siendo seguida por la otra chica.
Así los otros tres
siguieron su camino.
Los demás se quedaron ahí de pie, un poco enfadados y otro poco desubicados ¡¿Para qué los habían llamado?! No lo entendían, si era para el recibimiento de esa mujer extraña, ya lo habían hecho personalmente esos dos, que de por sí, por primera vez se les veía reír de tal manera. Nunca se les hubiera podido ocurrir que fueran amigos de infancia, si al caso se veían como conocidos, por la forma hostil en la que se trataban.
