Disclaimer: Pokémon no me pertenece.


A pesar del tiempo

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Para Misty, el Profesor Samuel Oak era, es y será siempre un ser muy querido para ella. Siempre la atendió con cariño cuando de niña visitaba Pueblo Paleta en sus viajes junto a Ash, a pesar de ser una completa extraña para él. Al investigador sólo le bastó saber que era amiga de su pequeño vecino para ganarse su confianza. Su trato siempre fue cordial y cercano, y aún años después, cuando ella dejó de viajar con el proyecto de futuro maestro pokémon, él continuó siendo tan amable y cortés con ella, como en un principio.

Claro, además de ser un reconocido investigador y una eminencia en lo relativo al mundo pokémon, el profesor Oak no era solo el anciano que vivía junto a su viejo compañero de aventuras, ni solo el jefe de su amigo Tracey, sino que podía calificarlo como una de sus amistades más queridas, y se convencía más de ello cada vez que los visitaba en la reserva y tomaban el té preparado por la señora Ketchum bajo el toldo de la puerta trasera del laboratorio con vista a los campos sin fin de Pueblo Paleta.

Fue precisamente por eso que dejó pasar a su nieto cuando éste apareció frente a las puertas del gimnasio con un recado de su abuelo. Claro, eso y que afuera llovía a cántaros y el chico estaba empapado de la cabeza a los pies.

Bueno, no es el mejor lugar para huir del agua, si me lo preguntan, se permitió reír ella para sus adentros.

Para ella, Gary Oak no era más que el viejo rival de Ash al que recuerda haberse encontrado unas pocas veces en las cuales él no pareció prestarle demasiada atención, salvo para emitir alguno que otro comentario desagradable sobre su apariencia de varoncito impúber. En lo que a ella respecta, su único mérito es ser el nieto del famoso y amable profesor Oak.

—Aquí tienes— le ofreció una taza de café humeante para pasar el frío—, iré a ver si tengo unas toallas y…

—No te molestes, no estaré mucho tiempo— la cortó el chico, con un tono cortés, pero a la vez tan cortante como ella lo recordaba. Hizo un mohín.

—Bueno, entonces— se sentó a su lado en el sillón de la oficina del gimnasio— ¿qué te trae por aquí, Gary?

—Mi abuelo. Él me ha dicho que, al parecer, te has vuelto una buena entrenadora de pokémon tipo agua y me pidió que te diera esto— acto seguido le entregó un paquete no demasiado grande.

Ella recibió el paquete no sin antes fruncirle el ceño. ¿¡"Al parecer te has vuelto una buena entrenadora"!? ¿Cómo que al parecer? ¡Pero quién rayos se creía él para ir y decirle semejante barbaridad? Ya era una buena entrenadora de pokémon tipo agua cuando nos conocimos hace años. Ahora no soy nada menos que la líder de gimnasio. Bufó.

La pequeña cajita tenía una carta de parte del profesor Oak en ella, que decía cosas sin importancia relativas al clima, preguntando por su salud y la de sus hermanas. Preguntaba también cuándo pasaría nuevamente por la reserva puesto que ya hacía tiempo desde la última vez que apareció por ahí. Una despedida afectuosa. Y una pequeña nota al pie de la página que explicaba la llegada de su nieto nuevamente a la zona luego de un corto viaje a Sinnoh por encargo suyo y que le había pedido que le hiciera ese favor en virtud de su imposibilidad de salir a hacerlo él mismo, debido a que la lluvia y sus viejos huesos no eran una buena combinación.

Espero que no te cause molestias, en realidad él es un chico amable, pero tiendo a creer que sufre de pánico escénico, ponía.

Misty la tomó y la leyó en voz baja frente a Gary, quien mantenía la mirada fija e inexpresiva en ella. Al terminar Misty sonrió y guardó la carta nuevamente en el sobre. Miró al chico, contrariada.

—No la he leído, si es lo que piensas— se adelantó a decirle, como si ya supiera lo que estaba pensando—, no es mi estilo husmear en la correspondencia ajena. Y si estaba en un sobre sellado, entonces no es algo que me concierna—hizo un gesto, restándole importancia al asunto, que a Misty le pareció, por lo demás, presuntuoso, pero decidió dejarlo pasar para enfocar su atención en la caja. La abrió con cuidado de no romper lo que fuera que estuviera dentro, desarmando con cuidado las piezas de cartón, y en su interior; hermosa y reluciente como sólo eso podía serlo: una piedra agua.

Misty la tomó entre sus manos, apuntándola hacia la luz y ver cómo ésta brillaba con el reflejo como la mismísima agua. No pudo evitar emitir una exclamación, asombrada de la belleza de la piedra. Gary solamente dejó la vista fija en ella, nuevamente, como si estuviera buscando algo en ella con la mirada.

—Es una piedra agua, para evolucionar a los pokémon tipo agua. Mi abuelo dijo que sabrías utilizarla adecuadamente, pero no podía venir él mismo— le explicó.

Ella contempló un segundo más la roca antes de mirar de nuevo a su viejo conocido. Le hablaba casual y desenfadadamente, aunque con ese viejo tono presumido que conocía desde hace tanto. Misty se preguntó si sería algún tipo de fallo de fábrica del que el chico no pudiese deshacerse. Rio ante la sola idea que a ella le pareció, por lo demás, cómica.

—Muchas gracias, Gary— era una dama, después de todo, si él había viajado desde Paleta a Cerulean solo para entregarle el recado del profesor, tenía que agradecerle como mínimo, aunque él no fuera totalmente de su agrado—. Aún llueve, ¿no te parece que lo mejor sería que te quedaras? Al menos hasta que escampe.

—No, gracias. Aún es temprano y tengo varias cosas que hacer— bien, ella tampoco iba a rogarle—, además, un poco de agua no me hará daño, ¿cierto? Es decir, a ti te gusta— con ese último comentario, le sonrió de medio lado y se fue por donde mismo había entrado poco rato atrás.

Ella se quedó mirando la entrada, contrariada. ¿Qué había sido eso? No estaba realmente segura de si ese último comentario por parte del joven investigador era un cumplido o alguna especie de burla. Su sonrisilla tampoco dejaba las cosas muy en claro.

—Oh, bueno— decidió dejarlo ser. No valía la pena calentarse la cabeza por alguien como Gary Oak, después de todo.

Miró nuevamente la hermosa roca en su mano antes de guardarla en uno de los cajones de su escritorio. Y saliendo de la oficina, se dispuso a hacer los preparativos para cerrar el gimnasio por ese día; con esa lluvia no habría retadores y era el día perfecto para tomar chocolate caliente frente al televisor.

Sin embargo, en su mente seguía rondando la curiosa imagen de Gary Oak en las puertas de su gimnasio. Gary había resultado ser una pequeña parte de su pasado que había olvidado recordar. Aun teniendo constante contacto con Tracey, el profesor y la señora Ketchum, ninguno de ellos había provocado en Misty la sensación que la invadía en esos momentos. Gary le recordaba a su antiguo compañero de viajes, al que en ese momento era su mejor amigo, ¿o es que ya no lo era?

Se detuvo a pensar en cuánto tiempo había pasado desde la última vez que habló con Ash: hace por lo menos varios meses.

¿Qué sería de él y qué le impedía llamarla?

Sabía perfectamente que podía estar ocupado y que entre batallas, entrenamientos y largos viajes probablemente no tendría la oportunidad de llamarla seguido, pero ¿por tanto tiempo? Tal vez se debía a sus nuevas acompañantes. Sabía por Brock que se separó de él cuando decidió ir a Tesselia. La última vez que habló con Ash, iría a Kalos y no había vuelto a saber de él.

Misty se removió ansiosa.

No sabía nada de él. No lo había visto por muy largo tiempo. ¿Cuánto habría crecido? ¿O tal vez seguiría aparentando tener 12 años? Ver a Gary le había recordado lo que ella misma había olvidado al verse en el espejo. El paso del tiempo. Misty había crecido sin darse cuenta de ella misma y sin darse cuenta de que el mundo a su alrededor también lo hacía. Ver que el eterno rival de Ash, que tenía su misma edad, había dejado de ser un niño para convertirse en un hombre –uno de los más codiciados, no solo por su exitosa carrera como investigador, sino que por su buena apariencia-, le hizo imaginarse al hombre en que Ash podría estar convertido y ella no conocía.


—¡Córsola, evádelo!— le ordenó Misty a su pokémon mientras luchaba contra un bello Meganium, propiedad del retador de ese día.

Los pensamientos relativos a la dicotomía que resultaban ser Ash Ketchum y Gary Oak le estaban desconcentrando hasta el punto de costarle la batalla. No podía dejar que eso continuara así, tenía que hacer algo al respecto.

—¡Córsola, acábalo!— Y con esa simple orden, la criatura supo perfectamente qué hacer, embistiendo al Meganium hasta arrojarlo al agua, donde, agotado, no pudo continuar su pelea.

Misty bajó de la tarima desde donde ella solía pararse para defender el gimnasio, para felicitar al retador de turno por la buena pelea que le dio –pues el dueño del Meganium efectivamente se lo hizo difícil- y lo animó a que lo intentara de nuevo cuando quisiera. El chico sonrió, animado y ruborizado por las palabras de la líder, y se retiró seguramente hacia el Centro Pokémon para curar a su compañero derrotado.

Bien, eso había sido la tercera batalla del día por defender la medalla de su gimnasio y aún quedaba un largo día por delante en sus deberes para la mantención del lugar, y eso sin mencionar a los retadores que siempre llegaban intempestivamente aguardando por un duelo con ella. Suspiró. Ese día tardaría mucho en acabar, así que lo mejor sería empezar de una buena vez.

Para mantener el gimnasio en óptimas condiciones, ella debía asear y alimentar a los pokémon que habitaban en el acuario, y claro, a todos ellos les gustaba ayudarla en su tarea de no ser porque a su Gyarados le parecía divertir de sobre manera causarle problemas a la hora de limpiar el acuario.

Por un momento creyó oír el sonido de la voz de una de sus hermanas llamándola desde la oficina donde seguramente estaría haciendo un poco de orden, pero lo descartó inmediatamente después de un segundo en el que pensó que Lily podía arreglárselas perfectamente sin ella.

Mientras barría y trapeaba las graderías, le pareció escuchar que el teléfono sonaba repetidamente. Iba a ir a contestarlo cuando dejó de oír el molesto timbre a través de la puerta de la oficina. Quizás Daisy o Lily lo habrían contestado. Mejor, aún quedaba mucho por hacer y no había tiempo que perder.

Fue a media tarde, mientras tomaba un descanso de sus actividades con los pies dentro de la piscina que sintió el teléfono móvil dentro de su bolsillo vibrar, indicando lo que seguramente era un mensaje de texto. Sin embargo, Misty nunca llegó a saber el contenido de dicho mensaje ni de parte de quién era, pues Corsola le arrojó un chorro de agua en lo que a él le pareció la más divertida de las travesuras, sorprendiendo a su compañera, empapándola por completo a ella y al piso a sus espaldas, estropeando todo su trabajo en secar los alrededores de la piscina de esa tarde, y de paso, el aparato en sus manos.

No fue, sin embargo, cuando ya había anochecido, que ella pudo, al fin, llegar a la casa con sus hermanas. Se arrojó sobre el sofá que Daisy había dispuesto en la sala, hundiendo la cara entre los mullidos cojines que ella jamás admitiría que en realidad fueron un gran acierto de parte de su hermana mayor.

—Misty, querida— dijo Violet, asomándose desde la cocina— el teléfono ha estado sonando todo el día; era para ti.

—¿Para mí?— Misty levantó la cara de los cojines con una expresión entre cansada y curiosa en ella— ¿Y quién era?

—Un chico con una voz muy presuntuosa, uno de tus amigos de Pueblo Paleta… no recuerdo su nombre— se llevó una mano a la cara en señal de que estaba haciendo un esfuerzo por recordar.

—Por Arceus, Violet— se rio la menor, más bien resignada, acostumbrada a lo olvidadiza y despistada que podía ser su hermana— ¿No lo habrás anotado en algún lado?

—¡Oh, claro!— sonrió, haciendo un gesto con la mano, y luego mirando su palma— lo apunté en mi mano para no perder el recado— Misty no pudo más que sonreír con cansancio— Dice: "Gracias por Todo".

No era un mensaje muy largo, ni menos uno muy explicativo. ¿Quién podía ser? Violet dijo que era uno de sus amigos de Pueblo Paleta, ella no tenía muchos amigos allí. Tal vez podía ser Tracey; hace un par de semanas que no hablaba con él largo y tendido. Sonrió ante la idea de que tal vez podía ser Ash en un intento por comunicarse con ella después de tanto tiempo desaparecido, y juró que tan pronto se sintiera menos agotada le devolvería la llamada.

Esa noche Misty durmió en el sofá de la sala, demasiado cansada como para irse a la cama o cambiarse de ropa, pero con una enorme sonrisa en el rostro ante la idea de que su viejo y más grande amigo se había acordado de ella mientras viajaba por las lejanías de la región de Kalos.

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Revisado: Miércoles 17 de enero de 2018