EDV: Destino

-¿Conoces… - Murmuró Kael con apenas un hilillo de voz -…conoces la leyenda de Say y el Dragón?

¿En serio crees que tienes tiempo para cuentos de niños?- Le respondió el hombre que se alzaba frente a él amenazante.

-Cuenta la leyenda…- Prosiguió el agotado –Que un ser del infierno, capaz de adoptar la forma de un dragón llegó a tener un tesoro inimaginable gracias a sus zafias palabras y a sus brutales actos que atemorizaban a todo aquel en quien fijaba su objetivo. Cuenta también la leyenda cómo su poder llegó a ser tal que fantaseaba con dominar el mundo entero hasta que apareció Say, el héroe que no le temía.

-Qué típico- Rió su interlocutor cruelmente -¿Acaso tratas de matarme de aburrimiento?

-Aquel demonio se confió tanto de su poder que no alcanzó a darse cuenta a tiempo de su derrota hasta que Say tenía su espada atravesándole el corazón…

-Deja que me aclare- Le interrumpió -¿Acaso tratas de sacar parecidos con esta situación? No estás en la mejor posición… salvo que yo sea el héroe y tú quien… quien trata de darme la puñalada a traición.

-Durante muchos años te has enriquecido a costa de los demás- Dijo el joven incorporándose. Desde entonces te he vigilado y me he acercado a ti, no voy a dejar que… ¡AGH!

-La fría mano agarró el cuello del chico y le levantó por encima de la cornisa de aquél ático del rascacielos más alto de la ciudad. El ruido de los coches volando a cientos de metros bajo sus pies era apenas un susurro para sus oídos acostumbrados ya el murmullo de la inmensa metrópoli.

-Se… se quién o qué eres demonio…

-Kael agarró con una mano el brazo que se aferraba a su cuello y rasgó la manga de la chaqueta negra que lo cubría. Sus uñas arañaron algo frío y metálico, una superficie escamosa que cubría el brazo del hombre que le miraba con desprecio.

-Ya sea por suerte o por estupidez sabes demasiado. Eres una molestia.

La mano liberó el cuello de Kael y este se precipitó hacia abajo sumergiéndose en las capas de niebla y polución que le indicaban lo poco que quedaba para el impacto.

El impacto fue terrible pero no mortal, el suelo aún estaba mucho más abajo, apenas visible desde la cornisa donde Kael había caído inmóvil. Varios huesos rotos y una vista inmejorable, pero una tenue sonrisa se dibujó en su cara, sabía que aquella leyenda no era del todo falsa y aunque ese no había sido el día de su victoria, el demonio que ahora caminaba por los pasillos del gigantesco rascacielos no conocía toda la historia, esa parte en la que el héroe caía una y otra vez para levantarse con más fuerzas, con más fe y con más valor, hasta finalmente atravesar el pecho de aquel demonio de escamas negras, aliento de fuego y voz viperina con su afilada espada.

¿Acaso no podía ser el protagonista de su propia leyenda?

FIN