Disclaimer.

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es mía.

Contiene sexo, así que a las que no os guste éste tipo de tramas, dejad de leer en este preciso instante.

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Alguna vez os habéis enamorado de dos chicos al mismo tiempo? Yo si, y es una de las peores sensaciones que una persona puede sentir, sobre todo si los dos chicos también sentían algo por una servidora. Reconozco que la experiencia ha sido de lo más excitante, pero el día después no ha sido nada divertido ni agradable.

Conozco a Seth de toda la vida. No somos muy amigos, pero nos llevamos bien y, cuando coincidíamos en algún lugar, hablábamos mucho y pasábamos un buen rato. A Jacob le conozco solo desde hace un par de semanas, pero desde el primer momento sentí que había algo especial entre nosotros. Por eso, ahora estoy hecha un lío. Creo que necesito ayuda psicológica.

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- Nessie. O bajas ya o me marcho sola! – exclamó mi hermana, que ya estaba montada en su coche, tocando el claxon insistentemente.

Yo acababa de salir de la ducha y aun estaba envuelta en mi toalla. Dejé caer la toalla al suelo y fui desnuda hacia mi armario. Me puse mi conjunto de ropa interior negro de encaje y un mini vestido negro encima. Volví a dejar la toalla en el cuarto de baño y, con mis zapatos de tacón en la mano, bajé corriendo las escaleras y fui hacia el coche. Fue poner el culo en el asiento y Alice le dio con fuerza al acelerador.

- Alice, tienes que correr tanto? – dije intentando ponerme los zapatos.

- Llegamos tarde, Nessie. Muy tarde. – dijo mi hermana mayor, adelantando a todos los coches que entorpecían su carrera.

Alice ya tenía veinticinco años y yo diecinueve. A pesar de la diferencia de edad, nos llevábamos muy bien y nos tratábamos como amigas. En realidad, Alice era mi mejor amiga, y por eso conocía la razón por la que mi hermana tenía tanta prisa.

Íbamos a pasar el fin de año en una casa de campo, y allí íbamos a encontrarnos con Jasper, su novio. Ya hacía un par de semanas que no se veían, y Alice andaba un poco desesperada.

- Es muy tarde. – murmuraba Alice cada pocos segundos.

- Alice, relájate. – dije intentando maquillarme.

- Calla.

- Que lleves dos semanas en sequía… - empecé a decir, pero mi hermana dio un volantazo y casi me como el pintalabios. – Eh! – me quejé.

- Calla. – dijo ahora avergonzada. – no sabes lo que dices.

- Claro que si. te oigo por las noches gemir el nombre de Jasper. – dije guardando mi maquillaje en la guantera. – Otro día, muerde la almohada.

Vi como Alice se sonrojaba al oír mis palabras. Sonreí. Ella siempre encontraba la manera de avergonzarme y yo había encontrado la manera de devolverle el golpe.

- Por lo menos yo no soy virgen. – dijo empezando a reducir la velocidad.

- Prefiero ser virgen a tener que usar un vibrador porque no tengo a mi novio para satisfacerme.

- Has ganado este asalto. – dijo deteniendo el coche y se volvió para mirarme. – No se lo digas a Jasper.

Abracé a mi hermana y besé su sonrojada mejilla.

Ya habíamos llegado. Alice tocó el claxon un par de veces y dos chicos salieron de la casa. Alice y yo salimos del coche y fuimos a saludar a Seth y Jacob, que me recibieron con un fuerte abrazo cada uno.

- Como van las cosas? – preguntó Seth cuando entramos juntos en la casa.

- Bien. – tenía a Seth cogido de una mano y a Jacob de la otra, lo cual estaba empezando a incomodarme. – Necesito ir al baño. – solté sus manos de golpe y eché a correr escaleras arriba en busca del cuarto de baño.

Cerré la puerta por dentro y me senté sobre la tapa del retrete. Estaba empezando a temblar. El tener a Seth y a Jacob tan cerca me ponía muy nerviosa. No en el mal sentido, sino porque cuando sentía el roce de su piel, me entraban unas ganas inmensas de arrancarles la ropa. A los dos.

- Céntrate Nessie. Te quejas de Alice, pero tú estás peor que ella. – murmuré mientras me mojaba un poco la cara. Sentía que estaba ardiendo.

- Podemos hablar? – dijo una voz al otro lado de la puerta.

- Claro. – quité el cerrojo y abrí la puerta.

En cuanto Seth entró en el baño, cerró la puerta por dentro. Volví a ponerme a temblar al sentir sus ojos clavados en mí. Pero eso no fue nada comparado con lo que sentí al sentir su mano recorrer mi mejilla.

- Que-que estás ha-haciendo? – dije como pude, retrocediendo, hasta quedarme sentada en el retrete.

- Hace años que nos conocemos, Renesmee. – dijo tendiéndome su mano, aunque no me atreví a tocarle. - Que te pasa? Te encuentras bien?

- Contigo aquí no. – reconocí.

Estaba empezando a sentir una extraña sensación en el estómago. Quería que Seth se marchara, pero al mismo tiempo quería sentarle en el retrete, sentarme encima de él y besarle hasta quedarme sin aire. Porque me está pasando esto a mí?

- Déjame sola.

- No.

- Como que no? – exclamé, sorprendida antes su respuesta.

Más me sorprendí al verle arrodillarse frente a mí, con sus manos acariciando mis muslos. Cada vez tenía más ganas de besarle y si continuaba por ese camino, no iba a poder contenerme mucho más tiempo. La sensación en el estómago era mayor e iba bajando.

- No sigas por ahí. – dije cuando su mano iba acercándose a una zona de mi cuerpo muy peligrosa.

Ignoró mis palabras y empezó a acariciar mi intimidad por encima de mi tanga. Inconscientemente, abrí mis piernas, incitándole a que continuara con sus caricias.

- Te gusta? – dijo apartando mis braguitas, empezando a acariciarme lentamente, hasta meter un dedo en mí.

- Si…

Sentí enloquecer al sentir como introducía otro dedo, metiéndolos y sacándolos cada vez más deprisa. Quería más, pero no quería parecer una desesperada. Sentía como el nudo de mi bajo vientre quería liberarse y, a ese paso, no tardaría mucho.

Arqueé mi espalda al sentir otro dedo más. Intentaba evitarlo, pero los gemidos escapaban de mi boca, entre 'más adentro' o 'más deprisa'. De pronto, Seth sacó sus dedos y abrió aun más mis piernas, tirando de mí hacia él.

- Estás mojada. – no era una pregunta, ya que la respuesta era obvia.

- Si…

- Vas a correrte?

Sentía que estaba a punto de hacerlo. Quise responder, pero tuve que morderme el puño para ahogar el grito que luchaba por salir de mi garganta al sentir su lengua recorrer mi sexo. Primero pasándola por mis labios, pero pronto la introdujo en mí, tal y como había hecho con sus dedos.

- Para, voy a… - no quería derramar mis flujos en su boca, pero introdujo más su lengua y ya no pude hacer nada por evitarlo. – Oh Dios!

Sentía sus dedos abrirme. Ya no sentía su lengua, pero sentía sus labios, dándome breves besos, empezando a recorrer mis muslos.

Toc, toc.

- Nessie, la comida está lista, venga, vamos a cenar. – dijo la voz de mi hermana, mientras yo buscaba desesperadamente los labios de Seth. – Nessie?

- Ya voy. – dije jugando con la lengua de Seth en mi boca.

- De-be-rí-a-mos sa-lir. – dijo Seth entre beso y beso, empezando a recorrer mi cuello con sus labios, chupando el lóbulo de mi oreja.

Seth me dio un último beso en los labios y me ayudó a levantarme.

- Mierda! – exclamé en un susurro.

Sentía los muslos empapados, a pesar de que Seth había hecho un buen trabajo con su lengua. Me puse bien las bragas y la falda del vestido y fui a abrir la puerta. Mi plan era salir corriendo sin que nadie nos viera salir a Seth y a mí del baño, pero Alice estaba ahí e impidió mi huída.

- Ya veo, ya. – dijo con cara de sorpresa. – Vamos a cenar.

Mi hermana me cogió de la mano y tiró de mí hacia uno de los dormitorios.

- Pero que es lo que has hecho?

- Nada. – dije alejándome de ella.

- Anda. Cámbiate las bragas. – dijo sacando un tanga de su bolso.

- Pero… - "Me habrán oído?"

- Cámbiate y baja.

Mi hermana me dejó sola y yo me dejé caer sobre la cama. Ahora entendía a Alice. A pesar de que no hacía ni dos minutos que Seth me había hecho llegar al cielo, ansiaba más. Necesitaba más.

Me quité el tanga mojado, pero no me puse el que me había dado Alice. Me quedé tumbada en la cama e intenté el método de Alice. La auto masturbación.

Abrí ligeramente las piernas y metí un dedo en mi ya ardiente coño. Sentía de nuevo la fuerte presión en el bajo vientre. No estaba nada mal, pero no era lo mismo. Metí otro dedo más y empecé a acariciarme más rápidamente, llevando mi otra mano a uno de mis pechos. Parece que va funcionando.

Empezaba a sentir como el placer llenaba mi cuerpo y gemí levemente. Temía que alguien viniera a buscarme, o que me oyera, pero ya no podía parar.

- Madre mía!

Abrí los ojos y volví la cabeza hacia la puerta del cuarto de baño de la habitación. Mierda, esto no me puede estar p asando a mí. me senté de golpe en la cama, me bajé el vestido e hice la intención de levantarme para ponerme el tanga, pero no me pude ni levantar. Estaba un poco mareada y sentía el coño tan hinchado que sentía que no podía ni cerrar las piernas.

- Perdona. – dijo Jacob, yendo a toda prisa hacia la puerta.

- Espera. – respiré hondo y me puse en pie. – Por favor, no se lo digas a nadie. – supliqué. – no se que me ha pasado. En que estaría pensando!

- Tranquila, yo… me voy a bajo.

Le cogí del brazo e hice que se diera la vuelta. A pesar del color de su piel, podía ver que Jacob estaba avergonzado por lo que acababa de ver, o al menos eso era lo que yo pensé. Mis ojos pasaron de su rostro a su torso, y bajaron solos hasta el enorme bulto de su pantalón.

- Mierda! – exclamó dándose la vuelta, tapándose la entrepierna con las manos.

Volvía a sentirme excitada, sobre todo porque me había interrumpido antes de llegar al orgasmo. Necesitaba hacerlo. Necesitaba ver si la tenía tan grande como parecía así que cogí a Jacob de la mano y le llevé si dificultad hasta la cama, en la que me senté, con Jacob delante de mí. Estaba flipado, pero yo necesitaba hacerlo. Desabroché el botón de sus jeans y bajé la cremallera.

- Que estás haciendo? – dijo cogiéndome de ambas muñecas.

- No puedes bajar al comedor con eso así. – dije mirando fijamente su enrome bulto. Me tenía hipnotizada.

- Y que vas a hacer?

Le bajé los pantalones hasta las rodillas y empecé a acariciar su miembro por encima de sus boxers verde manzana.

Jacob empezó a gemir por mis caricias, y eso empezó a ponerme a mil. Bajé lentamente sus calzoncillos y liberé su enorme miembro. En ese momento si que me quedé hipnotizada, y él se dio cuenta.

- Pasa algo? – dijo acariciando mi pelo.

- No, no. – llevé mis manos a su miembro y empecé a recorrerlo de arriba a bajo.

Yo nunca había hecho nada parecido, pero tenía unas ganas inmensas de probarlo. De besarlo y lamerlo.

- Renesmee?

- Nunca he hecho algo así. – reconocí.

- No tienes porque hacerlo. Yo… ya me alivio yo. – dijo empezando a subirse los calzoncillos. – Pero gracias.

- No, no. Solo guíame. – empecé a besarle la punta, mientras la cogía con una sola mano. – Quiero hacerlo. – pasé mi lengua a lo largo de su miembro duro y palpitante.

Poco a poco, me la fui metiendo en la boca, aunque era tan grande que no me cabía toda. – sentí la mano de Jacob en mi nuca y me fue indicando la velocidad a la que quería que me moviera.

- Sigue así… - no era tan malo como me había parecido unos meses atrás. Jacob me trataba con mucha delicadeza y respeto. – Gracias, gracias. – no dejaba de repetir.

Me sentía excitada y mojada, y empezaba a sentir que necesitaba algo más.

- Para…

- Porque? – dije sacándomela de la boca, pero seguí dándole breves besos.

- Voy a correrme.

- Me da igual.

- No. A mi no. – dije alejándose de mí.

Puso sus manos sobre mis hombros y me tumbó en la cama. Se puso encima de mí y empezó a besarme. Si, eso era exactamente lo que yo quería. Abrí un poco más las piernas y rodeé su cuerpo con ellas, sintiéndole al momento dentro de mí. Sentí una fuerte punzada de dolor, pero no dejé que Jacob saliera de mí.

- Te duele? – se detuvo y gruñí por ello.

- Si, pero… no pares. Se me pasa…

- Vale. – sentí a Jacob cada vez mejor.

Al principio sus estocadas fueron lentas, pero cada vez iba más deprisa. Sus labios recorrían mi cuello. Sentía que llegaría al orgasmo pronto, y ésta vez nadie me iba a interrumpir. El segundo orgasmo del día y de mi vida.

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Bueno, que os ha parecido?

Éste no es un shot, continuará, pronto espero.

Y también espero conocer vuestra opinión sobre ésta historia.

Besos, princesas.