Renuncia: Los personajes de Kuroko no Basuke no son míos son únicamente usados para realizar estos fics. La historia por su parte sí es mía.

Nota:Buenas a todos, este es un nuevo proyecto utilizando algunos datos nuevos que he recolectado de acervo literario. Puede haber quedado algo retorcido, en cuanto un sin sentido con sentido, además de mi conocimiento nulo de clasificación de géneros literarios que últimamente he visto en la red. Por lo demás, disfrutadlo.

Advertencias: la Mayoría de la clasificación M, sugestión, tensión física. Desesperación. Con la poca información de Akashi, intento que estén, tanto él como kuroko, OC.


Misceláneos

Prefacio

La brisa invernal ondeaba las hebras rojizas enfrente de sus ojos, llevaba tiempo que había dejado que su cabello creciera. Era una forma de recordar que no todo podía ser controlado fácilmente. Al igual que no podía controlar que Tetsuya tuviese el hábito de hacerlo esperar un poco en uno de los banquillo discretos a la vista de los transeúntes que caminaban en el parque.

Cerró los ojos, hacía varios años de aquella final donde había perdido. Así como el hecho de que Tetsuya evitó que su decisión de hacer término sus habilidades con alguna extirpación corporal se llevasen a cabo por el simple hecho de fallar. Fallar al equipo, fallarse a sí mismo como capitán. Seijuurou abrió los ojos observando aquella azulada mirada, Tetsuya había llegado, dejando mostrarle que su tardío implicaba cierta culpabilidad en aquel libro que sostenía en su mano derecha, apenas abierto. La bufanda blanquecina se agitaba con delicadeza. Le estaba esperando.

—Tetsuya, por fin te dignaste a obedecerme — Seijuurou decretó como absoluto. Él le había pedido que fuese a pasear juntos en las semanas navideñas. No olvidaba que el inmutable chico estaba platicando con Kagami en la puerta principal de la Universidad. Parecían bastante complacidos por poner un árbol de navidad en el departamento que compartían por los costes. Por lo que ideó un plan para que Tetsuya aceptara esta invitación por mucho que dirigiera su mirada a algún punto en el espacio.

—Akashi, si va a dar órdenes fuera del entrenamiento, mejor me voy…

—Ven Tetsuya. Vamos a jugar— interrumpió el pelirrojo. Aunque ya sabía que no todo podía ser controlado y sabido, algunos hábitos eran tan arraigados a él, que simplemente era difícil. Era más fácil tener a su mano algún objeto que pudiese usar como proyectil para que le hiciesen caso cual niño. Algo así había dicho el Sexto jugador fantasma. Vaya que apreciaba a ese muchacho, Kagami —. Y es algo que nos interesa a los dos, más a ti.

Lo había atrapado, algo que su acompañante jamás ignoraba eran las intrigas y misterios, ya lo había demostrado en la secundaria hasta con el simple hecho de su magnífica curiosidad por observar a las personas, descartando su amor por la literatura. Tetsuya cerró el libro y lo introdujo a la pequeña mochila que cargaba. Le parpadeó para demostrar que estaba en absoluto interesado.

—Quiero que me digas que piensas de los demás —sonrió mientras se acercaba poco a poco a lóbulo izquierdo de su compañero—. Tú los aprecias. Así que quiero saber qué crees que hubiese pasado si la situación hubiese sido diferente.

—No entiendo lo quiere —Tetsuya giró su cabeza, las respiraciones se entrelazaban y las volutas se divisaban por el gélido ambiente del invierno. Las miradas no los separaban; sin previo aviso, Seijuurou consiguió jalar al más pequeño cerca de él, como si fuese a abrazarlo sin embargo lo que quería era torturarlo —Explíquemelo.

—Quiero que me narres unas historias, del modo más inverosímil que puedas imaginar. Y tú estando como el causante de dichas circunstancias.

—Es un retorcido —. Se alejó para demostrar que no estaba a gusto con la petición. El pelirrojo tendría que sacar bien sus fichas, un error y por mucho que le ordenara, Tetsuya se largaría.

—Bueno, como quieras. No conseguí que te interesaras.

Seijuurou sacó unos boletos de su bolsillo mostrándole descaradamente para qué habían sido comprados y los rompió. Los ojos azules se entrecerraron a la par que volteaba a ver, como siempre, algún punto en el espacio.

—Lo haré —dijo Tetsuya en cuanto vio que los ojos heterocromáticos desaparecían alejándose entre los copos de nieve que comenzaban a caer del cielo—Con una condición.

Seijuurou rió para sus adentros, observó de reojo a Tesuya. Inclinó la cabeza aceptando la condición.

El chico blanquecino sonrió. Las pocas veces que lo hacía significaban dos cosas, algo le encantó pero en esa circunstancia sus ojos azules brillaban encantadoramente. Ahora, reía porque tenía algo planeado y se lo hizo saber —Tu también jugarás, Akashi. Jugarás conmigo.

Realmente esta navidad Seijuurou se divertiría. Sin duda, los dos estaban pensando el uno en el otro.

Continuará…


Saludos.