ALICIA Y SUS PERSONAJES NO ME PERTENECES, SINO A LEWIS CARROLL

ADVERTENCIA: CONTIENE SPOILERS DE ALICIA A TRAVES DEL ESPEJO!

Capítulo. 1.- Anemia

(2 horas después de la partida de Alicia)

Por fin logré recuperar a mi familia, viva y completita, todo gracias a mi querida Alicia, pero no todo parecía color de rosa, a pesar de que eran libres y con sus estaturas adecuadas, mi familia se encontraba enferma, débil y desnutrida por pasar muchos años en esa granja de hormigas, sobre todo mi padre, quien lo veía muy débil, fatigado, al borde de desmayarse. Lo más rápido que pudimos, dejamos el castillo del Tiempo y llegamos a Marmoreal para que mi familia sea atendida por el servicio médico.

Ya en Marmoreal, yo andaba esperando, mientras mi familia estaba siendo atendida por el médico. Estaba sentado en un banquito frente a un gran retrato que era de Alicia, cuando mató el Jabberwocky en el Frabulloso Día. Ahí estaba parada de manera victoriosa sobre la cabeza del maldito dragón que nos había hecho daño, mientras trataba de calmarme escuchando las gotitas de la lluvia golpeado las ventanas. De nuevo, mi Alicia se fue, se fue con la seguridad de que todos en Infratierra estábamos bien, yo, mi familia, mis amigos, la Reina Blanca, ella se tuvo que ir porque tenía cosas que hacer en su mundo, ella como yo tenía una familia que cuidar, una madre solitaria cuya compañía de su hija era todo lo que le quedaba y además tenía un gran sueño que era amplia una clase de negocio con la compañía de su padre y navegar a tierras excéntricas, más excéntricas que Infratierra. Sin embargo, una parte de mí sentía un vacío cuando pensaba en ella. ¿Qué me pasaba? ¿Qué es esta sensación cuando pienso en ella? La conocí cuando era una dulce y curiosa pequeñita de siete añitos, la hice mi amiga, en mi angelito de la guarda, ahora era una mujer hermosa, fuerte, independiente, muy astuta y soñadora, cosa que admiro mucho en una mujer. ¿Qué chingados era? Me preguntaba mientras jugaba mi salacot del traje de explorador que llevaba puesto.

-Señor Hightopp –oí a una enfermera –El doctor quiere hablar con usted.

Cinco minutos después…

-Veamos, palidez en la piel…fatiga…mareos al levantarse…dificultad de respirar -decía los síntomas de mi padre el doctor, el mismo que me atendió tras ser rescatado de un infierno que viví un año después del día Horuvendush –Al parecer su padre padece de Anemia.

-¿Anemia? –reaccioné.

-Disminución de los glóbulos rojos en la sangre, por falta de vitaminas y desnutrición. Según tu madre, cuando estaban en esa granja, les daba muy poca comida, no lo suficiente para siete personas y tu padre era el único que sacrificaba su hambre para los demás –me dijo el doctor.

-¿Y está muy grave? –pregunté con angustia.

-No, tómalo con calma, sólo se necesita hacerle una transfusión de sangre y darle buena alimentación –me dijo con una sonrisa.

-¿Puedo verlo?

-No, todavía no. Está muy débil, necesitará mucho reposo, mientras le hagamos de una vez la transfusión –mientras se retiraba, yo me quedé un poco serio y callado. Él me puso una mano en el hombro. –Da gracias que lo has recuperado.

Mientras…mi padre yacía acostado en una cama muy cómoda, con almohadas acogedoras y sabanas suavecitas, dignas de un rey, despertó viendo cómo le inyectaban la transfusión en el brazo –No haga esfuerzos, señor Hightopp, aún está débil.

-Pero, ¿por qué la sangre? –preguntó viendo cómo su nueva sangre entraba en él.

-Está enfermo de Anemia –le contestó mientras se retiraba.

Mi madre estaba sentada a lado de su cama. Él la observó y le sonrió –Hola, bizcochito –le dijo cariñosamente.

-Hola –dijo ella dándole una sonrisa –Por fin libres, Zanik. Tarrant nos rescató, nuestro bebé está de nuevo con nosotros.

-Ya no es un bebé, Tyva. Ya es un sombrerero, digno del apellido Hightopp, pero digno de él mismo –dijo papá muy débil pero orgulloso -¿Dónde está?

-Afuera, esperándote –dijo mamá –Aunque está un poquito triste.

-¿Por qué?

-Por su amiga, Alicia, quien lo ayudó a buscarnos ¿Te acuerdas de ella? ¿De Alicia?

-¿Alicia? ¡Claro! La pequeñita que conoció en sus horas del té con sus amigos, la que vive en Sobretierra.

-Bueno, ya no es una niña, ya es toda una mujer, se tuvo que ir de nuevo a su hogar.

-¡Qué raro! Siento que ya había visto a esa muchacha, pero hace mucho tiempo, cuando Tarrant era niño –dijo muy dudoso papá.

-Te va sonar muy chiflado esto, pero esa chica tuvo que viajar al tiempo para avisarnos sobre lo ocurrido del día Horuvendush –decía mamá entre risas, pero papá no le parecía divertido –De seguro vio cómo trataba a Tarrant –dijo recordando con tristeza, cuando era estricto y duro conmigo –Como pendejo, cuando en realidad, el pinche pendejo era yo.

Recordaba las varias discusiones que teníamos en el pasado, cuando era su aprendiz y no aceptaba mis ideas para fabricar sombreros.

-¡Deja de tratarme como pendejo! ¡Ya me tienes hasta la madre de que me trates como un pinche pendejo! –le dije una vez.

-¿Cómo dijiste que te trato? –me dijo enojado.

-¡Como pendejo! ¡Nunca estás de acuerdo con lo que hago, lo que pienso, lo que planeo!

-¡Por favor, Tarrant! ¡Los sombreros tienen que estar hechos con seriedad! ¿Quién crees que va comprar un sombrero hecho con mierda de caballo, como los que tú planeas?

-¡Sí, pero no estaré toda mi vida siendo tu puta de trabajo! –le dije con rabia.

-¿Mi puta de trabajo? ¡Santo Dios! –dijo él más furioso -¿Ves? ¿Ahora ves por qué te trato como pendejo? ¡Por esas mamadas que me dices!

-Zanik, deja eso en el pasado –le dijo mamá regresándolo al presente –Ahora dedícate a ser un padre amoroso para él, el padre que tanto anhelaba…

-Es lo único que quiero hacer ahora en la vida –dijo papá con un suspiro y sonriéndole a mamá.

-¿Tarrant? ¡Tarrant, por aquí! –oía a la Reina Roja acercándose. Yo quería alejarme de ella, todavía no la he perdonado del daño que me ha hecho a mí y a mi familia.

-¿Qué ocurre, "majestad"? –le decía con seriedad –Ahora no puedo atender a nadie y menos a una cabezota…

-Tarrant –me dijo ella amablemente, hace tiempo que no me hablaba de esa forma –Ya no te molestes en llamarme "majestad", llámame Iracebeth si quieres –casi me reía al oír eso.

-La última vez que te llamé por tu nombre, me diste una buena cachetada en la cara, como si fueses una pordiosera, ¿te acuerdas?

-Tarrant, por favor –dijo rogándome –Me gustaría que vuelvas a ser mi amigo –me dijo.

Pero yo le di la espalda –Tú no entiendes nada –le dije.

-¿Qué cosa debo entender, Tarrant?

Yo volteé a verla -¡Piensa! –me apunté la cabeza con un dedo -¿De qué le sirve tener esa cabezota si no la usa? ¿O qué? ¿No se acuerda aquella vez que me trajo a vivir un año en Salazem Grum? ¿No se acuerda? Permíteme recordárselo –me jalé una manga y mostré mi muñeca. En ella había una cicatriz, era cuando intenté suicidarme después de aquel infierno que me hizo vivir ella y su Sota. -¿Ve esto? ¿Lo ve? ¿Qué cree usted por qué tengo esto?

-¿Te…intentaste…suici…?

-¿Suicidar? ¡Sí! Y eso fue por causa suya de por qué me iba hacer esta pendejada. Por hacerme trabajar como un esclavo, por venderme en ese prostíbulo para los cerdos asquerosos de su corte me ultrajaran una y otra y otra…-le decía mientras derramaba lágrimas.

-¡Yo no fui! ¡Fue Stayne quien te vendió en ese burdel! –me dijo casi llorando.

-¡Aja, sí! ¿Y cuándo me arrestó a mí y a su esposo? O no se acuerda que decapito su esposo delante de mi cara cuando ÉL intentó ayudarme a salir de ese infierno –le recordaba más mientras ella lloraba.

-Sé que te hice mucho daño, pero sigues vivo, aquí, de nuevo con tu familia.

-Sí, pero mi familia está en muy mal estado, por haberlos encerrado en esa granja de hormigas, ¿Acaso no oyó que mi padre está muy enfermo de Anemia? –le dije.

-Tarrant, por favor –me rogaba Iracebeth –Estoy tratando de cambiar, quiero ser otra persona, prometo no volver a lastimar a nadie, ya no más ejecuciones, ya no más injusticias, te lo prometo, sólo quiero de nuevo tu amistad.

-Señor Hightopp –me llamó la enfermera –Ya puede ver su familia.

-Bueno, si me disculpa, madame, tengo asuntos que debo atender –le decía yendo al servicio médico, hasta que ella me detuvo –Por favor –me seguía rogando –Sólo quiero que vuelvas a ser mi amigo, como lo fuimos cuando éramos niños.

-Tú ya me habías dicho que eso era historia. Ya todo cambió, Iracebeth –le dije jalando mi mano para que me soltara.

Era de noche, fui a la habitación donde mi padre estaba siendo atendido. Él se encontraba dormido. Mi madre estaba a su lado. Ya la podía ver sana y recuperando fuerzas. Ella me sonrió.

-¿Cómo te sientes? –le pregunté, mientras la tomaba del hombro.

-Ya mejor… ¿y tú?

-Hay la llevo –le dije -¿Cómo están mis tíos y los demás?

-Bien, aunque Bim está un poco asustado.

-Pobrecito, si estaba muy chiquito cuando se los llevaron –dije, sintiendo lástima por Bim que era el más joven de la familia. Mamá vio las cicatrices en mis muñecas.

-¿Qué es esto? ¿Qué te pasó? –me preguntó viendo las cicatrices con angustia.

-Nada, nada, tuve un accidente, pero fue hace tiempo –le dije.

-Me asustaste, pensé que has intentado cortarte las venas –me dijo. Al oír eso me dejó un poco helado –No… fue un pequeño accidente…te ves cansada… ¿Por qué no vas a descansar, mientras me quedó con él?

-Sí, tienes razón, además, él está ansioso por verte –dijo levantándose de la silla, no antes en darme un dulce abrazo –Estoy tan feliz de tenerte de vuelta, mi bebé –me dijo con ternura.

-Igualmente, mamá –le dije abrazándola con mucho cariño, y ella me da un beso en la frente. Cuando ella se retiró, me senté en la misma silla donde ella se sentó. Papá comenzaba a moverse, se estaba despertando, cuando llegó a verme me dio una sonrisa -¿Cómo estás, explorador loco? –dijo refiriéndose al traje estrafalario de explorador que llevaba puesto. Yo reí un poquito, mientras él me acariciaba la cara, examinándola –Vaya que sigues igual como la última vez que te vi.

-¿Cómo el sombrerero que no sabe usar su potencial? –dije un poco triste.

-No, como ese chiquitín ingenuo e inocente lleno de sueños e ideas divertidas para fabricar sus sombreros…y ese hermoso rostro angelical que heredaste de tu abuelo. Y los hermosos ojos que heredaste de tu madre, pero más verdes –dijo haciéndome reír más –Oye, te digo de quién era la sangre que me han transferido.

-¿De quién? –le pregunté

-Era de un médico brujo.

-¿De un médico brujo? –dije sorprendido ¿Le dieron a mi padre sangre mágica? El insistió con la cabeza sonriente –Y que era telequinético.

-¡No mames! –le dije más sorprendido, haciéndolo reír más –Tal vez vayas a mover cosas con la mente –dije en tono de broma.

-Quizás –dijo poniéndose serio. Al parecer tenía ganas de llorar –Lo siento, Tarrant. Por las veces que te he sido tan duro contigo.

-Está bien…lo pasado, pasado está y nadie puede cambiar el pasado….pero si podemos aprender de él –le dije sosteniéndole la mano, él me la acariciaba con su pulgar.

-He sido mal padre para ti –dijo derramando lágrimas.

-No es que hayas sido mal padre, solamente…hiciste las cosas…de la manera equivocada…sé por qué lo hacías…ya lo sé todo –dije recordando la otra razón de por qué me largué de la casa en un acontecimiento después de la coronación de Mirana e Iracebeth. Mis padres me revelaron algo que me han ocultado hace tiempo, la razón de por qué me tuvieron.

-¿Quieres dormir conmigo? –me preguntó.

Yo le sonreí –Sí –le dije.

Me quité las botas y me acosté a un lado de su cama, él me rodeó con un brazo ya que el otro tenía inyectado la transfusión de sangre. Recosté mi cabeza sobre su pecho y él me besaba la frente –Te tengo una sorpresa, para ti, para mamá y para los demás –le dije. Él sonrió –Creo que ya sé cuál es esa sorpresa.

-Cuando te den de alta, ¿podemos visitar al abuelo? –le pregunté mientras empezaba a dormirme.

-Sí…hace tiempo que quería visitarlo –me dijo mientras se dormía.

Ya he arreglado las cosas con él, por fin tenía a mi padre, todas nuestras peles y discusiones han quedado atrás. Él no era un mal padre, nunca lo fue, sólo estaba confundido. Ahora lo tenía a mi lado y nuestra relación de padre e hijo serás más dulce, confiada y amorosa.

Se estarán preguntando que era esa otra revelación que los padres de Tarrant le han hecho a él, por qué decidió dejarlos, antes del ataque del Jabberwocky.

¿Podrá Tarrant perdonar a Iracebeth por todo el daño que ella le ha hecho y recuperar su amistad?

¿Qué son esos sentimientos que Tarrant tiene cuando piensa en Alicia?

Sólo un destino le dirá…