I
Arcadia
El borde resplandeciente del planeta apareció lentamente a través de la ventana.
Una joven mujer, una de las pasajeras que desembarcaron la lanzadera RC-4E Rabbit desde la superficie, miraba hacia afuera con ansiedad durante unos minutos, parpadeo y tragó saliva, y finalmente se recargó del asiento, cerrando los ojos. Cuando los volvió a abrir se encontró con la mirada de su compañera de viaje y se encogió de hombros. Su compañera le sonrió en forma comprensiva. Inmune ya a las náuseas provocadas por el viaje espacial, se acomodó para mirar por la ventana.
Una delgada capa de nubes giraba en la atmósfera allá abajo y apenas cubría los mares y continentes. Luego de unos minutos el planeta se perdió de vista... en realidad se sumió en las tinieblas cuando la orbita de la nave de transporte le llevó sobre el lado oscuro del planeta. La joven se estiró para seguir observando hacia abajo.
El asiento se amoldó al cuerpo de la joven durante los breves períodos de aceleración, verdaderamente cortos, que representaron la salida de la atmósfera de la Tierra y la entrada en orbita. En ingravidez cada pequeño golpe de los impulsores era suficiente para moverla en la dirección contraria a la del empuje, por lo que ya se sentía mal por estar siendo zarandeada, a pesar de haber sido entrenada para soportarlo.
Un punto en el negro del espacio creció rápidamente y se convirtió en una estructura caótica, con muchos ángulos y proyecciones, llena de luces de colores que iluminaban sus contornos oscuros.
La enorme estructura estaba conformada por muchas más pequeñas unidas de forma cuadrada más plana que alta, y en la zona periférica observaba la razón de ser de esta base orbital. Dispuestas en forma regular estaban los anclajes para las enormes naves que estaban en ese momento en mantenimiento, o simplemente en periodo de descanso. En la penumbra del espacio eran pocos los detalles que podía ver, ya que la luz de la Luna creciente iluminaba con una luz pálida, mientras que las sombras eran lo mas negras que podían ser, como si no hubiera nada allí, como si la propia luz fuera tragada.
En su aproximación la lanzadera se alineó para quedar frente a una de las enormes naves, muchísimo más grande que el resto, bellamente iluminada con luces verdes y amarillas, más el vago resplandor azul del radiador de calor de sus reactores termonucleares.
"Rabbit 1-7-9, tiene vía libre en el muelle 3, ¿entendido?" - dijo una voz en el sistema de comunicación de la nave.
"Entendido Arcadia, estamos llegando." - respondió el piloto mientras maniobraba para la aproximación final.
Mientras trataba de captar detalle, el resplandor del sol le deslumbró, apareciendo justo en la dirección donde miraba. Lo que antes eran formas vagas sobre el fondo negro del cielo y la tierra, ahora eran formas precisas, incluso terroríficas por la escala en la que estaban construidas. La enorme nave frente a la lanzadera adquirió color, un amable blanco y azul. La fortaleza de combate llenaba toda su vista, dándole cada detalle a esa distancia, podia ver que su superficie se componía de planchas individuales unidas en un enorme rompecabezas.
La lanzadera se movió en forma delicada y se alineó con una precisión sorprendente sobre a una gran escotilla abierta en la parte superior de la nave. Apenas la nave alcanzó la cubierta abajo, la escotilla arriba se cerró herméticamente y las luces internas se encendieron, desapareciendo la falta de peso que le había acompañado durante el viaje. El piloto apagó los sistemas, se levantó, y revisó las cerraduras de la escotilla.
La joven se desabrochó los cinturones del asiento. Se estiró y se relajó, con esa sensación tan familiar y agradable que le producía la gravedad. Ya no sufría las desagradables náuseas que socavaban la eficiencia de tantos pilotos.
En unos momentos el hangar de embarque quedó presurizado y se abrió el portón que daba hacia el hangar principal, atestado de personal de mantenimiento, mecánicos y naves.
Se sintió muy emocionada cuando dio su primer paso dentro de la SDC-20 Arcadia y estaba tentada a darse la vuelta para mirar a su alrededor, pero la urgencia de su llegada no le permitía quedarse mirando. Salió de la lanzadera con una gran mochila colgada del hombro izquierdo y un maletín colgado del derecho. Su primer par año de servicio transcurrieron en el claustrofóbico crucero Red Moon, y la Arcadia era sencillamente una gigante, no tan grande como los cruceros Zentraedis, pero si lo suficiente para hacer casi dos docenas de Red Moon.
Dio algunos pasos en el hangar y dejó caer la mochila en el suelo.
"Por favor, me podría indicar el camino a..." - dijo a un suboficial armero que venia pasando cerca, pero este siguió de largo como si fuera transparente.
La Teniente solo arqueó las cejas y resignada se volvió a colgar la mochila en el hombro en busca de su propio camino.
En el pasillo todo el mundo se desplazaba con urgencia. Un grupo de pilotos vestidos con sus trajes de vuelo salió de una puerta perpendicular frente a ella, trotando un largo trecho del pasillo delante, y desaparecieron por otra puerta perpendicular mas adelante. Curiosa se asomó y los vio perderse ahora por otro pasillo.
Se sintió de repente atrapada en un laberinto de pasillos, interminables y de un gris cavernoso. La nave era muy bonita y con puertas que casi no hacían ruido al abrirse y cerrarse, pasillos limpios, ordenados, bien iluminados (se enamoró de la iluminación) y donde todo olía a nuevo, a pesar de que la nave ya tenia cinco años de edad. Se hubiera sorprendido al saber que muchas cosas, incluyendo pasillos enteros fueron totalmente reconstruidos luego de haber sido totalmente destruidos.
"Por favor, podría mostrarme..." - dijo a una pareja de técnicos de mantenimiento que pasaron a su lado, igualmente ignorándola.
Estaba empezando a desesperarse, perdida en el vientre de este monstruo de metal, donde si no se ponía las pilas moriría de hambre o de un infarto debido a la rabia que estaba empezando a sentir.
"¿Busca el CIC?" - dijo una voz a su lado.
La voz le asustó, porque un momento antes a su lado no había nadie. Al volverse, la joven Teniente se encontró con una joven suboficial.
"¡Sí!"
La Teniente se acercó a la joven, como si esta fuera un refrescante vaso de agua helada en el desierto para preguntarle:
"¿Cómo lo supo?"
"Con esa expresión, se nota que acaba de llegar, esta perdida y tiene que reportarse."
La joven le señala una pantalla táctil en la pared... ¡un diagrama de la nave!, que decía claramente, usted esta aquí. Había estado tan cerrada en buscar ella misma su camino que no se le había ocurrido que podría haber algo así, y quería abofetearse al ver que había una última opción de salir del problema ella misma. Pero tampoco era totalmente su culpa, los refuerzos estructurales de las paredes colocados a distancias regulares no le permitían mirarlas mientras se acercaba.
"Estamos aquí."
La joven le mostró la representación de esta cubierta mientras pulsaba el dibujo para que apareciera una representación de ese nivel contra el nivel donde estaba el cuarto de mando, apareciendo una línea que indicaba el camino.
"Aquí hay una escalera que sube dos pisos y sigue por este corredor, y aquí es donde debería llegar."
"Ha salvado mi vida."
La Teniente le tendió la mano para presentase.
"Komilia Fallyna Jenius."
"Szin Tahna." - dijo la joven tendiéndole la mano. El alivio de Komilia era suficiente para olvidar la diferencia de rango.
"¿Szin? Esa es una palabra Zentraedi que significa... prudencia, eres Meltran, ¿no?"
La joven arqueó un poco las cejas y asintió.
"Soy solo la mitad." - dijo Komilia.
"Si."
La Meltran recordó vagamente el apellido y supo, en parte de quien se trataba.
"Bienvenida a Arcadia, Teniente."
"Gracias."
"A propósito... recuerde saludar, a los mandos de esta nave envían a cualquiera al calabozo por cualquier pequeñez."
"¿Tan tiranos son aquí?"
"Solo le digo. Cuídese."
"Gracias." - dijo Komilia a modo de despedida.
Solo le tomó unos minutos alcanzar el CIC, el Centro Información de Combate, que al mismo tiempo era el puente de la nave. Al igual que en otras partes de la nave, la gente corría de un lado a otro del cuarto, en cuyo centro había una gran mesa. Las únicas personas que no se movían en absoluto eran una mujer recargada de la mesa mirando unos papeles y otro oficial a su lado, leyendo por sobre su hombro. De falda blanca y chaqueta azul oscuro, la mujer era la Capitána. El oficial tenia insignias de Comandante, era el Oficial Ejecutivo.
Contagiada por la urgencia del personal del puente, Komilia dejó caer su equipaje en el suelo y se paró firme para dar un saludo a la Capitána.
"Teniente Komilia Maria Fallyna Jenius presentándose al servicio, señora."
La Capitána levantó la mano y extendió un dedo, indicándole que esperara, y sin mirarle pasó una hoja para seguir leyendo, escribió algo y tras un breve momento habló con voz suave y lenta:
"¿Le gustó el café, Teniente?"
"¿Café?" - pregunto Komilia confundida.
"Diga que si, para que no tengamos un mal comienzo." - la mujer tenia la voz suave, lenta pero firme.
"Sí, señora." - contestó Komilia siguiéndole la corriente.
"Muy bien. Pensé que se perdió camino al CIC o hizo una parada para tomar un café... tardó 21 minutos en llegar." - dijo interrumpiéndose para mirar algo sobre la mesa.
Mientras la Capitána hablaba, un oficial a espaldas de Komila estaba tratando de disimular una sonrisa mientras continuaba trabajando en su consola.
"Sinceramente prefiero pensar que se fue por un café, y no que uno de mis nuevos pilotos se perdió por la nave..."
"Señora, acabo de llegar..." - empezó a explicar.
"¡No terminé de hablar!" - le interrumpió con brusquedad.
Hubo una larga pausa, en la que Komilia se preguntaba si en alguna parte habría una lista de cosas prohibidas en la nave y que lo llevaban a uno al calabozo, convencida por el tono de voz de la Capitána de que había cometido un crimen... no, mas bien un pecado y que pasaría esa noche en una celda.
Komilia la examinó detalladamente. La Capitán Akatsuki era una mujer japonesa de cabello negro como las sombras en el espacio, atado en una larga coleta. Delgada, de piel ligeramente oscura, ojos marrones que no parecían tener pupilas.
"Sé porque esta aquí. Esta aquí porque piensa que este trabajo le permitirá acceder a otro menor sin ayuda. Por tanto déjame adivinar: su madre cobró algunos favores y usted..."
"¡Prefiero que no meta a mis padres en esto!"
Komilia la había interrumpido con brusquedad. No le gustaba que sacaran a sus padres en este tipo de conversaciones. Volvió a hablar en tono más calmado:
"Ellos son... lo que son y no quiero que piensen que busco aprovecharme de eso, ni que tampoco quiero que la gente crea que me merezco lo que tengo por ellos."
"Si, lo sé, también he pasado lo mismo. Será mejor para que no trate de conmoverme con su lo haré por mi misma, porque yo ya lo he hecho y no me ha servido. En esto no sirve hablar sino actuar."
Akatsuki levantó los papeles y los acomodó, se tomaba su tiempo para hablar.
"Así que ha decidido venir aquí, para tener su segundo destino."
Komilia se dio cuenta que Akatsuki estaba leyendo su historial, haciendo notas en los márgenes y subrayando algunos párrafos.
"Es impresionante, se graduó de la academia a la edad en la que muchos apenas entran allí. Ha pasado él ultimo año bajo el mando de sus padres en él Dancing Skull, así que es prácticamente toda la experiencia que tiene, que por supuesto no es poca."
Akatsuki cerró el fólder y levantó la vista.
"Esta es una nave de entrenamiento, pero no quiere decir que sea menos. Aquí las cosas se hacen diferentes, así que espero que se adapte. Aun estoy pensando si aceptarle o no."
La urgencia del ambiente en el CIC y la tensión de hablar con Akatsuki le impidió darse cuenta de algo de lo que había reparado al llegar.
Por alguna razón un gato estaba sobre la mesa y Komilia no lo notó hasta que el animal saltó al suelo y empezó a recorrer la habitación, el personal del puente no parecía reparar en su presencia, y Komilia empezó a pensar que lo estaba imaginando.
Era un gato grande, muy grande, con un pelaje largo atigrado en blanco y gris. La cola era gruesa con punta redondeada y muy tupida.
El animal se le acercó y la miró con sus ojos dorados. Komilia no pudo resistir la tentación de agacharse para verlo de cerca, fuera real o no. El gato se acercó y se levantó sobre sus patas traseras, mientras con las delanteras le lanzaba repetidos golpes como un boxeador, dejando mansamente que le acaricie.
"Parece que le gusta. Es el gato más inteligente que existe, se llama Anubis, va a todas partes conmigo."
Otro silencio mientras la Capitána miraba a Komilia acariciando a su gato antes de ponerse de pie. Akatsuki le da una breve mirada a su Oficial Ejecutivo, que solo se encogió de hombros.
"Bueno, bienvenida a bordo de Arcadia. No me vaya a defraudar."
"Desde luego, señora."
"No partiremos hasta mañana en la tarde, así que tómese lo que queda del día para que conozca la nave, para que no se vuelva a perder, y se presentara mañana a primera hora en la cubierta de vuelo."
"Gracias, señora."
"Preferiría que me llamara Capitán Akatsuki o simplemente Capitán."
Akatsuki miró a alguien detrás de Komilia.
"¡¿Teniente Coria?!"
El oficial que se había estado riendo salto como un resorte de su asiento y en segundos estaba al lado de Komilia.
"¿Sí, Capitán?"
"Enséñele a la Teniente donde queda su cuarto." - ordenó dándole una de las hojas del fólder.
"Sí, Capitán."
"Pueden retirarse." - le despidió la Capitán, volviendo a su pose para leer los otros papeles que tenia sobre la mesa.
Komilia le da un rápido saludo antes de tomar su maletín (Coria ya tenia en el hombro su mochila) y salió del CIC.
Se sentía aturdida por lo laberíntico de la nave, y por su salud mental había decidido solo concentrarse en el área de oficiales y el hangar, dando prioridad a la localización de los baños. La nave era enorme, según le dijo Coria hay nada menos que 3857 cuartos, entre habitaciones, salas y depósitos. No le consoló en lo mas mínimo que el Teniente le confesara que temía aun salir porque podría perderse en este laberinto.
"¡Komy!" - le saludó la voz de una chica.
Komilia se detuvo en el pasillo, volviéndose para encontrarse con una joven Teniente de Fragata.
"Hola Kira."
Komilia le devuelve el saludo con un ligero abrazo y un beso en la mejilla.
"¿Tus padres te dieron permiso para salir?"
"De ves en cuando debo hacer lo que me da la gana." - dijo Komilia al separarse. "Pero creo que cai del sartén directo al fuego. Estoy pensando que esto es un castigo."
"Depende de donde lo veas. ¿Hace cuanto llegaste?" - dijo Kira mientras le señalaba con una mano para que continuara por el pasillo.
"Vengo llegando. Hace una semana me dieron la orden de presentarme hoy. Pensaba que me mandarían a alguna base en tierra, pero no me esperaba que me pusieran en el espacio."
"Muchos pilotos se han ido en las misiones de colonización, y la patrulla galáctica a tenido que mandar a todos los pilotos directo al espacio."
Las dos llegaron al comedor de la cubierta. En la nave había tanto personal y tantas cubiertas que cada una tenia su propio comedor, cocinas y sistema de suministros. No era la hora de la comida, por lo que solo se encontraban algunas personas que tomaban una merienda o solo pasaban a beber algo.
Frente a una maquina expendedora estaban varios tripulantes conversando.
"Déjame que te presente a la gente que trabaja aquí."
Kira Azket la llevó hacia ese grupo.
"Muchachos, les quiero presentar a la Teniente Komilia Fallyna Jenius, se va a quedar con nosotros un tiempo. Trátenla bien. Entre en la academia un año antes que se graduara, pero por desgracia después se decidió por la aviación."
"Es que la gente de la naval termina poniéndose gordita y floja." - dijo Komilia dándole unos golpecitos en la barriga a Kira, quien no estaba precisamente en forma.
"No estoy gorda, estoy fuertecita. Además cuídate de esos comentarios o vas a terminar crucificada. Mira, ella es la Teniente Karen Kabirov, sistemas tácticos."
"Mucho gusto." - dijo Komilia.
"Bienvenida."
"Kabirov... ¿familia de la Comandante Kim Kabirov?
"Así es, soy su prima segunda, así que es como mi tía." - respondió Kabirov, dándole la mano.
"Ya conoces al Teniente Coria, de armamento." - comentó Kira.
"Teniente McGee, comunicaciones." - se presentó el susodicho.
"Hola."
"Este será tu jefe de mecánicos, el Sargento Kennedy. Así que trátalo bien porque es un ogro."
"No le haga caso Teniente, eso solo es para con los mecánicos y oficiales irresponsables." - dijo el fornido técnico estirándose para darle la mano.
"Ella es la Sargento Szin Tahna, es la asistente de Kennedy.
"Ya nos conocíamos. Si no fuera por ella aun seguiría dando vueltas en este laberinto y algún día alguien encontraría mi cadáver momificado."
Los presentes no pudieron disimular su risa, incluida Tahna que siempre tenia una expresión impasible.
"A mi no me hizo gracias." - dijo Komilia.
"No es por nada malo. Esa es la novatada que le hacemos a todos los que llegan nuevos a este manicomio." - explicó Kira.
"Pero siempre aparece alguien... que lo arruina." - dijo Kennedy dándole un golpecito en le hombro a Tahna.
"Y tuviste suerte. Cuando hice mi primer servicio en la Nikolayev tuve que correr por todo el hangar desde el transporte a la puerta esquivando manguerazos de agua helada. Para mi desgracia iba con el uniforme de faena y sin chaqueta, y el resto del servicio me la pase siendo la chica de la franela mojada." - le contó Kira.
"Aquí hacíamos eso pero a los pilotos cuando hacían su centésimo aterrizaje. Pero eso fue hasta que comenzó el régimen actual." - dijo Kennedy.
"¿Quiere una?" - pregunto Coria, adelantándose y dándole un golpe a un costado de la maquina para que expulsara una lata de refresco.
"Gracias. Me imagino que no todo aquí funciona dándole golpes." - dijo Komilia aceptándola.
"No, solo unas cuantas maquinas, a los técnicos del hangar y a la gente de suministros. Si Akatsuki se entera que pateamos las maquinas para no meterles monedas... nos mandarria a bajarnos de la nave y regresarnos a pie a buscar los repuestos." - bromeó Kennedy dándole una patada a la maquina.
"A propósito de ella... Su gato fue el que me dio el visto bueno definitivo." - dijo Komilia risueña.
"Esa bestia un día de estos se volverá el Oficial Ejecutivo. Esta loca con su gato. Solo le falta la escoba para ser una verdadera bruja. Se lleva ese animal a todas partes, hasta se lo ha llevado mas de una vez a las reuniones con los jefes." - dijo Coria.
"Creía que me mandaría al calabozo, antes de que me salvara el gato." - dijo Komilia.
"Lo que pasa es que se le adelantó la menopausia." - dijo Kira.
"Y tenemos la desgracia de tener que soportarla." - completó Kabirov.
"Es que le dieron una nave de entrenamiento, y esta dolida por eso. Lo más lejos que ha ido es hasta Plutón. Me imagino que habrá hecho algo que no les gustó a los de arriba, pero no era suficiente como quitarle su insignia ni demasiado como para mandarla a trabajar a la cocina." - comento Kennedy.
Pero no se asuste Teniente, Akatsuki se desquita con todos al comienzo, pero después le terminara cayendo bien." - dijo Coria.
"Lo que pasa es que esta gente no esta acostumbrada a la disciplina." - dijo Tahna, interviniendo por primera vez.
"Tu no sabes lo que es la libertad. Aun con las orejotas tuyas no le vas a entender si te lo explico."
Kennedy recalcó su comentario agarrandole la punta de las orejas ligeramente puntiagudas de la Zentraedi y dándole varios pequeños tirones. Tahna solo se encogió de hombros, gruñendo, odiando que Kennedy siempre le hiciera eso.
"Eso sí, trata de no meter la pata, porque te la vas a pasar mal." - le advirtió Kira.
"¿Eso pasa muy seguido? ¿Qué uno la pase mal?"
"No, solo le pasa a algunos desafortunados."
Los calabozos de la nave no eran lugares muy acogedores. Adrede la falta de calefacción hacia que las celdas estuviesen a 10ºC, frente a los agradables 20ºC del resto de la nave. Al estar el sector que traía él líquido de enfriamiento del radiador de calor a los reactores le volvía un sitio ruidoso e incomodo, con las miles de toneladas de refrigerante que se movían por las tuberías en su circuito cerrado ida y vuelta.
Si uno pasaba mucho tiempo allí tendía a olvidar el rumor de liquido moviéndose, de los golpes de las válvulas cerrándose...
El joven Sargento increíblemente había logrado dormirse, cayendo en un profundo sueño, que a pesar de dejarlo en la inconciencia no le impedía aislarse del sonido del exterior. Rodaba sobre el duro catre, quedando tendido de espaldas con un brazo sobre el rostro.
En ese momento llegó alguien y abrió la celda.
"Oye, gusano, puedes salir."
"¿Como?" - preguntó, sin quitarse el brazo del rostro escudando sus ojos de la luz.
"Puedes irse, te vinieron a buscar."
Con pesadez se sentó como si estuviera todavía dormido, se puso la chaqueta de su arrugadísimo uniforme y mascando aire se pasó la mano por el cabello, intentando de alguna forma acomodarlo.
"Tienes suerte que retiraran los cargos, Alex." - dijo otro joven de uniforme que había estado recostado junto a la puerta esperándole.
"Es que ese tipo se dio cuenta que no es bueno meterse conmigo." - contestó.
"¿Seguro? Según oí, él tipo dijo: esta tan jodido que ni hace falta que lo hunda más."
"Puras excusas, Robby." - dijo Alex mientras seguía de largo, saliendo de los calabozos.
"Estas hecho un desastre Alex, mejor trata de abrir algo los ojos." - dijo su compañero estirando las manos para acomodarle el uniforme.
El joven se veía muy desarreglado, con el uniforme arrugado como si fuera de papel periódico, su cabello totalmente desarreglado, un ojo morado y una cara como si fuera a quedare dormido de pie.
"Deja. Ni que fueras mi mujer para decirme como vestirme. Además, deberías haber visto como quedo el otro."
"¿El otro? Si ni siquiera lo llegaste a ver. La única razón por la que te cogieron esta vez fue porque estabas inconsciente."
Alex se llevó la mano a la barbilla y pensó unos momentos.
Recordó que estaba en uno de los bares de la base, tranquilamente sentado, abrazando a una chica, que luego volteó, que esquivó un golpe, que lanzó uno que no conectó, pero que si le dieron un golpe en la quijada, lanzó otro golpe que si dio en alguna parte, que después un puño voló hacia su ojo y de allí no recordó nada mas hasta despertar en una celda.
"No sé. Creo que a veces despierto envidia en la gente."
"Alex... estabas abrazando a la mujer de ese tipo..."
"¿Y que culpa tengo yo que fuera una mujer fácil?"
"No la dejaste ni hablar..."
"Primero expongo mis ideas y después pido opiniones."
"... y la abrazaste de una."
"Estaba apurado."
"¿Tienes una excusa para todo?"
"Es que nunca me creen cuando digo que escucho voces en mi cabeza que me ordenan matar."
"¿Sabias que nos tenemos que reportar hoy con nuestro nuevo oficial?"
"¡¿En serio?! ¿Y que pasó con el viejo?" - pregunto Alex bostezando.
"¿Ya te olvidaste que fue quien te noqueó?"
Alex volvió a bostezar como un camello.
"Ya es el tercer oficial que hemos tenido en dos semanas." - dijo Robby.
"Me gustaría saber porque nos cambian tanto de oficiales, nos van a causar un trauma."
"¿Tendrá algo que ver que siempre te pongas a pelear con ellos?"
Komilia se había sentido cohibida al llegar a la sala de reuniones de los pilotos. Era un espacio amplio, con muchas sillas dispuestas como en un pequeño cine. De hecho frente a la sala había una gran pantalla plana y de vez en cuando lo usaban como verdadero cine.
Pero desde hacia casi media hora era la única persona en la sala.
Se sentía como una imbécil por haberse quedado en lugar de haberse ido hace mucho rato. Lo único que había hecho era leer una y otra vez los expedientes de los dos pilotos que conformarían su equipo, y una y otra vez los estaba empezado a odiar más.
Se había presentado a primera hora de la mañana... lo que por lo general significan las 7 de mañana si se levantaba a las 6 según el horario estándar de la flota, pero aquí en la Arcadia las cosas se hacían de otra manera, ya que cuando se decía la primera hora se refería a las 6 de la mañana, porque el toque de diana era a las 5. Al llegar a la sala de reuniones ya estaban a mitad de la conferencia, y se sintió realmente estúpida y estaba tan avergonzada que sentía una ligera transpiración en la frente y tras las orejas a pesar del frío que había en la sala.
La puerta se abrió con un siseo, y Komilia se sintió molesta consigo misma y con los dos idiotas que le han hecho pasar esta vergüenza.
Levanto la vista y se quedó sorprendida.
Uno de los chicos venia vestido impecablemente con su uniforme de servicio, y en contraste el otro era la personificación de la mamarrachada. En segundos un hedor a sudor, alcohol y algo que prefirió no definir alcanzó su nariz mucho antes que las palabras del primer chico.
"1er Sargento Mayor de Vuelo Robert Atherton reportándose, Teniente."
"Si... yo también me reporto..."
Alex habló en voz baja y apática, recibiendo un disimulado codazo de parte de Robby que le obligó a enderezarse.
"Quiero decir... ¡¡1er Sargento Mayor de Vuelo Alexei Zaitsev reportándose al servicio, señora!!"
Robby se apartó un poco de Alexei porque el chico literalmente gritó. Komilia estaba aun sentada con la cabeza ladeada y apoyada en una mano y se les quedo mirando un rato.
"Entiendo que esta desbordando emoción por venir a reportarse, Zaitsev. ¿Qué pasó? ¿Es que acaso estaba preso?" - dijo Komilia en tono irónico.
Robby hizo una mueca como si le doliera algo.
"¡Adivinó!, me acaban de soltar hace unos minutos."
"¿Y a traído ese hedor como prueba olfativa?"
Komilia se agarraba y soltaba la nariz repetidas veces como si el olor fuera insoportable.
"Deduzco entonces que su amor al deber le a impedido ir a limpiarse. La próxima vez sea usted menos... diligente y un poco más higiénico."
"No se preocupe, yo no soy así, es que atravieso un mal momento. Amaba a nuestro anterior comandante y nos dejó, eso me dejo destrozado. Espero que pueda sentir lo mismo por usted."
Komilia ignoró ese comentario.
"¿Y porque estaba preso?"
"Un malentendido nada más. En esta nave uno va preso si come vegetales con un tenedor de carne."
"¿No será por ser tan camorrero, por su mal comportamiento y su resistencia a las ordenes?"
"Soy muy obediente, ni siquiera me hace falta que me pongan correa."
"¿Y ese golpe se lo hizo en el cumplimiento del deber?"
"No, me resbale en el baño. Tenga cuidado porque estos baños de aquí son un peligro, pero si tiene problemas en la ducha, no dude en llamarme." - dijo poniendo énfasis en su ofrecimiento.
Komilia lo mira unos momentos, vuelve a sus papeles, otra vez dándole una breve mirada y continuar por fin revisando el expediente.
"Deduzco que para no exponerse al peligro no lo frecuenta muy seguido."
"Por usted estoy dispuesto a cambiar."
"Eso lo dudo. Según lo que leo aquí, o usted es el peor miembro de la Spacy, o quien escribió su expediente lo odia."
"Creo que lo segundo, señora."
"¿Y porque? ¿Acaso no le gusta su servicio?"
"Lo que pasa es que escucho voces en mi cabeza que me ordenan matar."
Notas / divagaciones del autor:
Para que tengan una idea de donde estamos en la cronología Macross, estamos a medio camino entre Macross (2012) y Macross Plus (2040).
Para saber como es la Arcadia y el Rabbit (verán porque el nombre) visiten:
http:(B)(B)imagenes.pro(B)out.php(B)i320760irabbit.jpg
http:(B)(B)imagenes.pro(B)out.php(B)i320759iarcadia.jpg
Reemplacen (B) por /
