Korra cruzó lentamente el portón, llevaba un mes sin haber visto a Kuvira, y por lo espíritus, necesitaba hablar con ella.

Un guardia del loto blanco la condujo hasta una jaula de madera, suspendida entre cuatro cadenas de platino. Ella se desplazaba lentamente, sobre un puente hasta alcanzar la plataforma de la jaula.

Con suavidad, el Avatar tocó la puerta dos veces.

- Hola Kuv, soy Korra - dijo la morena, mientras abría el cerrojo de la puerta.

A cada paso hacia adentro de la celda, una sensación de tristeza acompañaba al Avatar.

Finalmente, Kuvira, quen estaba acostada en la cama, se levantó, e inesperadamente tomó a la morena en sus brazos, abrazándola mientras se le escapaba un la lágrima.

- Korra, me alegra tanto verte - dijo la maestra tierra.

Korra se encontraba confusa, esta no era la primera vez que Kuvira la abrazaba, pero era la primera en la que la saludaba tan efusivamente.

El Avatar correspondió el gesto, y se quedaron abrazadas por un minuto.

- Kuv, podemos hablar? Hay algo que necesito contarte - dijo Korra con una voz sombría.

- Claro, siempre estoy aqui, - dijo Kuvira con una risa forzada.

Korra tomó asiento junto a ella en la cama de la celda, en su mente había ensayado parte de esta conversación desde hace dos años, hacia cinco que la ex-gran unificadora había sido sentenciada a cadena perpetua, y aun cuando el avatar había estado de acuerdo con la sentencia en ese entonces, mientras mas conocía a Kuvira, se daba cuenta de lo injusto que era, y de lo mucho que quería sacar a la maestra tierra de esa jaula infernal.

Pero eso era solo la mitad de lo que quería hablar en este momento, sin tener idea de adonde la llevaría este día, con un respiro de resignación, comenzó.

- Kuv, no se como empezar- dijo con lágrimas en los ojos.

La maestra tierra suavizó su expresión, centrando sus ojos en los orbes azules enfrente de ella, y con un pulgar limpió la lágrima que salía de esos bellos ojos, hacía ya tiempo que había aceptado el hecho de que Korra era especial para ella, y de que quería ayudarla, consolarla, darle refugio en su corazón, como el avatar había hecho estos cinco años, ayudándole a sanar las heridas, a aceptar su pasado, y a buscar su redención.

Korra sonrió levemente, y decidió continuar.

- Kuv, hace una semana tuve una pelea con Asami, ella, ella, pasa tanto tiempo en su trabajo, se que ser el ávatar no es un trabajo con mucho tiempo libre, pero aún cuando yo buscaba pasar tiempo con ella - dijo Korra entre sollozos - Asami, no salía de su oficina, y cuando hablé con ella al respecto, me había prometido que fuéramos a tomarmos un día libre, pero no cumplió. Parecerá una razón estúpida, pero por todos los espíritus, estaba yo harta, harta de que no hablábamos, de que ya no me contaba nada, de que se recluía, oh perdona, Kuv! - se disculpó la morena.

La prisionera asintió, entendiendo a que se refería Korra, tomándole de las manos, la morena se relajó, y continuó.

- Cada vez me sentía menos conectada con Asami, todas esas promesas de amor, nos encargamos de romperlas, poco a poco nos volvimos... - Korra dejó caer lágrimas.

Kuvira entendió perfectamente, Le había hecho lo mismo a Baatar Jr. Lo había alejado, rechazado, y hasta había intentado asesinarle. Pero, despúes de mucha reflexión, se dió cuenta de que Baatar tampoco la quiso, siempre le siguió por conveniencia. Pero ahora nada de eso importa.

En este momento, solo existe una persona, una jóven morena, de cabellos castaños, su mejor amiga, su salvadora.

De nuevo la abraza, y siente la calidez de su piel, y le susurra al oido.

- Korra, tu mereces todo el tiempo del mundo. -

El avatar se aferró a Kuvira, en todas sus visitas, la maestra tierra nunca la había visto llorar. Korra continuó con su relato.

- Después de pelearnos, Asami se disculpó conmigo, y justo cuando esperaba otra promesa, ella terminó conmigo, me dijo, que ella me quería demasiado como para seguir decepcionándome, y que yo la quería lo suficiente para no forzarla a renunciar a Industrias Futuro. -

Korra se puso de pié repentinamente, con semblante pesado y serio.

- Kuvira, no solo vine a contarte mis tristezas, vine porque mereces algo mas que esta apestosa jaula. -

El avatar se puso de rodillas ante una Kuvira atónita, quien sólo podía mirar aquellos ojos azules.

Korra se acercó a la maestra tierra, y le dió un beso en la mejilla.

- Yo te sacaré de aquí.-

La aludida solo pudo sonreir en desconcierto, mientras el avatar cerró la puerta tras de sí.

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