Disclaimers: Los personajes de Twilight no me pertenecen, yo sólo los tomo prestado para matar un poco mi estado de aburrimiento.
Aclaración y/o advertencia: El escrito a continuación, contiene incesto y lolicon. Sólo es acto para personas con mente abierta, mayor de edad y que no se crea el papa o la madre Teresa, con derecho a juzgar.
Si se podrán dar cuenta, este escrito no tiene sinopsis. Voy a ser sincera, siempre he temido problemas para hacer uno, puesto que me gusta el factor sorpresa, y a veces no sé qué poner que sea atractivo y poco revelador. Si quieren darle la oportunidad está bien, me harían muy happy que lo leyeran, y si no, bueno, qué se le puede hacer. Sólo les digo, a los que decidan leerlo, que estén consciente que se pueden encontrar con cualquier cosa, así que están avisados
Bueno, no tengo más qué decirles, aparte de que esto ya está terminado y solo estoy editando. Espero que os guste el primer capitulo.
1.-
Es sábado por la mañana y Edward quiere darse el lujo de levantarse tarde. Ha tenido una semana muy movida, entre clases, tareas y su trabajo de medio turno que realiza después del colegio como ayudante de una ferretería que queda cerca de su casa. Está cansado, las cinco horas que ha alcanzado a dormir no les son suficientes. Siente el cuerpo magullado y sus párpados parecen hablarle pidiéndole a gritos que los deje como están: cerrados.
Pero Edward sabe que no puede seguir durmiendo, es cuestión de tiempo para que su madre toque la puerta de su cuarto y lo despierte. Edward está tan acostumbrado a esa rutina, que su cerebro se despierta primero antes que su cuerpo, consciente de que ya van a dar las 7:00am. Y, como para corroborar esto, el sonido de unos golpes que Edward reconoce tan bien, llega a sus oídos.
— En un minuto salgo — dice como autómata, aún con los ojos cerrados. "Ya me voy" es todo lo que obtiene por respuesta de su madre, y Edward, se levanta de la cama sintiendo que ya extraña las sábanas.
Edward sale de su cuarto arrastrando los pies. La pequeña casa está totalmente en silencio. «No» piensa Edward. Si agudiza sus oídos, puede escuchar la respiración acompasada de la otra persona que, aparte de él, se encontra en la casa. Exactamente en la habitación que queda en frente de la suya. Recordar esto hace que Edward sintienta cómo la temperatura de su cuerpo comienza a elevarse, causando que los vestigios de su sueño desaparezcan por completo. Edward se debate internamente en, si acortar la distancia que lo separa de aquella puerta color rosa, o girarse a la izquierda para dirigirse a la marrón que se encontra hacia el final del pasillo. Como siempre, la razón gana...
Edward cierra la puerta del baño y se desnuda cuidando de no hacerse daño al bajar su pantaloneta. Sus ojos verdes miran su creciente erección «otro día, otra rutina » Edward se dice mientras entra en la ducha y abre la regadera. El agua fría golpea de lleno su cuerpo. No es que él elige ésa temperatura del agua para apagar su deseo. No, es que las cuentas de los demás servicios son demasiado elevadas como para ellos darse el lujo de tener un termostato. Pero Edward ya está acostumbrado, desde niño lo ha estado. Su vida se ha convertido en una constante monotonía, que Edward ni siquiera siente que el agua congela hasta sus huesos «Ojalá congelara hasta mis sentimientos » Edward piensa, porque así estos no seguirían creciendo. Lamentablemente no tiene tanta suerte...
2.-
Después de asearse, Edward se dirige a la cocina vistiendo sólo unos pantalones jeans de corte pescador y una camiseta que deja ver la musculatura de su torso: el trabajo pesado de la ferretería han dejado en el cuerpo de él buenos resultados.
Edward se detiene en el umbral de la puerta de la cocina al ver a la única persona que lo hace querer seguir existiendo y que, paradójicamente, es por la única que se dejaría morir. Ella está de espalda a él, encaramada en una silla, con su mano derecha hacia arriba, seguro buscando el cereal de chocolate que tanto le gusta, que se encuentra hasta el fondo de la alacena. Aún lleva su ropa de dormir, un camisón morado claro que le llega a medio muslo. El corazón de Edward se acelera a verla ponerse de puntitas para al fin alcanzar lo que busca. Su vestido se ha subido revelando el borde de sus glúteos. La sangre bombeada de Edward se concentra en su ingle y tiene que actuar rápido cuando ve que ella se baja de la silla, girándose, dándose cuenta de su presencia.
— ¡Buenos días, Hermanito! —ella le dice con tono infantil mientras corre hacia él y lo rodea con sus cálidos brazos por la cintura
— Buenos días, Bella —contesta a duras penas, agradeciendo que le haya dado tiempo de caminar hasta detenerse frente el fregadero, lo que hace que ella lo abrace por la espalda, sin darse cuenta de lo que inconscientemente a provocado en él.
Edward toma una bocanada de aire cuando Bella deja de abrazarlo, para agarrar un plato de la parte izquierda del mesón que tiene al lado, dirigiéndose luego al refrigerador en busca de la leche. A Edward le cuesta unos minutos en reponerse y lo disimula lavando los trastes que no le dio tiempo lavar la noche anterior.
Edward no sabe desde cuándo siente... esto, por su hermana. Lo que sí sabe es que de un tiempo para acá ya no puede controlarlo cómo antes. Deduce que es porque Bella está creciendo, acaba de cumplir 10 y, aunque es algo menuda, su cuerpo se está desarrollando muy bien.
— Listo para perder hoy —Bella le pregunta con la boca llena de cereal, haciendo que él apenas pueda entenderla.
Edward se seca las manos y se voltea hacia ella, pero no se mueve de donde está, sólo entrelaza sus piernas y se apoya del fregadero. Bella sigue comiendo, pero tiene su mirada chocolate clavada en él; lo mira con ojos abiertos, limpios y expectantes, como si cada sábado no hiciesen lo mismo. Edward suspira y se pregunta cómo su hermana no puede estar cansada, pero la respuesta es arrojada por su mente desde antes que él termine de preguntarse: Bella no ha vivido lo que él y su mamá sí. Al menos no tan duro como ellos.
— Creo que esta vez no, Bella: estoy algo atrasado con un trabajo de Biología, y es para el Lunes —le dice y Bella lo mira con un puchero que denota desilusión.
— Pero creí que hoy juzgaríamos juntos, hace dos sábados que no jugamos y me prometiste que en este sí lo haríamos — Bella le dice con ojos suplicantes, pero él no cede, por la sencilla razón de que no puede seguir jugando twister con ella. Él sacude la cabeza con una negación rotunda y la cara de Bella se pone roja de rabia. Deja de comer y se levanta bruscamente haciendo que las patas de la silla friccionen con el piso, causando un ruido chirriante — ¡Te odio! —le grita mientras sale de la cocina.
A Edward no le sorprende su reacción porque la comprende: Bella y él no comparten mucho desde que Edward comenzó a trabajar, de eso ya hacía 4 años. Antes, cuando no trabajaba, al menos conversaban de cualquier cosa en sus tardes libres. Y más antes que esto, cuando él tenía casi 8 y Bella 1 año, pasaban todo el día juntos: Él la cuidaba mientras su madre salía a buscar los alimentos para ellos tres..., a veces para sólo dos.
Edward suspira por los recuerdos y se dispone a buscar qué desayunar. Se decide por acabar el cereal que su pequeña hermana no terminó de comer. Lo hace, no con mucho apetito, pero sí con gusto y deleite: Sabe que el cubierto que ahora está en su boca, estuvo hace unos minutos en la de Bella. También sabe que es lo más cerca que va estar de esa boca roja que tanto desea probar. Cuando Edward se da cuenta, tiene de nuevo su erección de vuelta, así que acaba de comer, lava el plato y sale de la cocina para ir de nuevo a su cuarto...
3.-
No le ha mentido a Bella sobre el trabajo de Biología que debe entregar el lunes, en lo que sí le mentió es que iba atrasado. Edward nunca se atrasa con trabajo, ni con exámenes, ni con nada que suponga un esfuerzo mental. Edward no se esfuerza, desde niño se le ha dado muy bien comprender las cosas, desde que, a la edad de 3 años, comprendió que su padre era un alcohólico que golpeaba a su madre, que ésta, en muchas ocasiones sirvió de escudo para que su progenitor no lo golpease a él también, hasta que, cuándo cumplió 7, se dio cuenta que éste ya no podía hacerle más daño a su mamá, ni a él, ni a su recién nacida hermana: su padre había muerto en un accidente de carro. Él no iba manejando, pero sí iba lo suficientemente borracho para olvidar mirar hacia ambos lados antes de cruzar la autopista.
Edward acaba con sus deberes en menos de dos horas, suelta el lápiz y se masajea la mano que tiene acalabranda después de haber estado tanto tiempo en la misma posición. Gira su cabeza hacia la puerta del cuarto que mantiene abierta para estar al pendiente cuando a Bella se le pase el enojo y decida salir de su habitación; luego vuelve a girar su cabeza, esta vez hacia el reloj que está encima de su escritorio: son las 8:45am y Edward decide que es hora de ponerse hacer la colada, para después preparar el almuerzo. En lo que a él respecta, Bella puede quedarse todo el día en su cuarto y limitarse a salir solo a comer. Edward sabe que es lo mejor para él..., y para ella.
A veces a Edward le gustaría ser alguien normal: Un adolescente de 16 años, que sólo tiene que preocuparse de estudiar, bromear un rato con sus amigos y salir un sábado como ese con alguna novia. Pero Edward no tiene amigos ni novia, su timidez no se lo permite. Lo que le preocupa no son los estudios, sino ganar el suficiente dinero para ayudar a su madre a pagar la hipoteca de de la casa. Y sí, Edward sabe que dista de ser alguien normal: no puede serlo cuando desea hacerle cosas incestuosas a su hermana.
