Renuncia legal: fanfiction escrito por y para fans. No plagio, lucro u adaptación.
Géneros: Hurt/Comfort, Crime, Violence, Romance, Angst.
Advertencias: slash/yaoi, world travel, EWE, post-Hogwarts, crossover, violencia, descripción de muerte, abuso, prostitución, slow burn, slow built.
Notas: So sorry, not sorry at all… ¡Sorpresa! Nuevo proyecto, nuevo viaje, nueva aventura. Con anterioridad ya había pensado en escribir un crossover de Harry Potter/SnK, pero mi idea inicial resultó ser un poco más complicada y al final la dejé de lado, mas esta historia me vino en un sueño (how pathetic is that?!), así que: heme aquí.
Antes de leer tienen que considerar un par de cosillas: esta historia va a ser larga, ¡larguísima!, más larga que el crossover de Ai no, más larga que Libri I, así que es un hipermegaproyecto para mí. ¡Tenedme paciencia! ¿El lado positivo? Tendrán este fanfic para largo :)
Lo otro es que esta historia se desarrolla en el universo de SnK, así que titanes, muerte, sangre… Ya saben, un poco de todo. Como va a ser una historia de lento desarrollo, espero que disfruten cómo todas las cosas se van dando. De antemano, gracias por leerme. Como dato extra, de ahora en adelante cualquier tipo de notas en esta historia estarán al final del capítulo.
Y otra cosilla, me han llegado bastantes peticiones de ideas para crossover de Harry Potter/Otro fandom… He estado pensando en hacerlos, no todos (porque no conozco todos los fandoms), pero sí me gusta la idea. Sería como el reto que hizo Kamerreon (autora de crossover del fandom en inglés), If Wishes Were Hippogriffs. Ella hizo 31 retos, hay personas que han hecho hasta 50. Yo no sé si seré capaz de hacer siquiera 20, pero quiero intentarlo. Le pondría un título similar como Si los deseos fueran ships o algo por el estilo… ¿Qué les parecería esa idea? Sé que alguien me pidió un Harry/Xanxus y realmente he estado pensando en un fanfic que sería dirty smex. So… ¿Opiniones?
Volviendo a este fanfic: ¡Espero que disfruten la lectura!
Puntos a considerar:
En cuanto a los nombres, ocuparé Jaeger como apellido (no Yeager). Recuerden que Levi se entera que es un Ackerman mucho después. Harry seguirá siendo Harry, habrá un montón de OCs que espero haber introducido de la manera adecuada. Paralelamente, subiré guías en Tumblr (Derwyd :P) y mi página en Facebook (también Derwyd :P) sobre los escuadrones, OC y cosas del mundo que agregué/cambié/creé.
Resumen: Harry sentía los cabellos de su nuca erizarse, el retumbar de miles de pies en el suelo, el hedor a sangre y la oscuridad. A su mente vinieron imágenes de destellos verde, el grito de Hermione y un colmillo de basilisco, ¿era así cómo terminaba la historia de su vida? ¿Asesinado por Voldemort tras una decisión espontánea de su parte? Había tenido una buena vida, la mejor que pudo haber tenido en tiempos de guerra; tuvo una novia amorosa con fuego en sus venas; tuvo una amiga increíble que, pese a todas sus locuras, lo apoyaba en todo; tuvo un amigo un poco inseguro, pero de buen corazón. Si así era como la vida de Harry Potter terminaría, Harry no tenía objeciones, había dado lo mejor de sí.
Y luego, entre la oscuridad, un llanto, suave, descorazonador e infantil. Había un niño aquí. Harry gruñó. Realmente pensó que Hermione mentía cuando le dijo que él tenía un complejo de héroe, de todas las cosas.
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SIBILINO
(del lat. sibyllīnus)
adj. Misterioso u oscuro, a veces de apariencia importante.
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«La oscuridad nos envuelve a todos, pero mientras el sabio tropieza en alguna pared, el ignorante permanece tranquilo en el centro de la estancia».
—Anatole France, escritor.
Capítulo 1: titanes
—¡Titanes! —fue lo primero que escuchó en la oscuridad, luego fueron los gritos, gritos de cientos de personas y el sonido de una estampida corriendo por pasillos.
—¡Mami!
—¡Ha caído la Muralla de María! Están evacuando a todos a Rose.
—¡Despejen las calles! ¡Vayan a las zonas de emergencia!
Gritos, tantos gritos, como ecos en sus sensibles oídos.
—¡Están cerrando la puerta!
—¡Noooo!
Y Harry seguía en la oscuridad. Su cuerpo estaba adolorido, podía sentir la tierra bajo sus dedos, uno que otro tropiezo de una persona al chocar con sus piernas y seguir corriendo, Harry podía escuchar todo, pero sus párpados estaban pesados, no podía siquiera mover un dedo sin sentir el punzante dolor que recorría todas sus extremidades y pronto se dio por vencido, por lo menos, por ahora.
Si este era el final que Voldemort le había dado, Harry lo aceptaría porque él ya no le temía a la muerte. No por lo que creía eran cientos de pisadas en su cuerpo ni por la oscuridad que lo envolvía, Harry había aprendido a no temerle a ella hace muchos años atrás.
—¿Papi? —fue el temeroso susurro que sacó a Harry de sus pensamientos, era suave, angustiado y tembloroso—… ¿Papi? —volvía a repetir, esta vez más cerca del mago quien sintió un tic en sus mejillas.
Un niño, había un niño perdido en medio de todo este caos y debido a que al mundo no le importaba nadie más que ellos, nadie estaba ayudando a un pequeño niño en medio de la muchedumbre, los gritos y el temor. Harry abrió los ojos parpadeando lentamente porque lo único que podía ver era una nebulosa y sentir los dolorosos destellos de luz, todo estaba borroso y lo único que el hechicero podía escuchar eran más gritos y ahora el llanto del pequeño que estaba a su derecha, más cerca de lo que él pensaba que estaba.
El solo hecho de girar su cuello había logrado hacerlo gruñir. El niño no tendría más de cinco años, su ropa estaba sucia, mejillas húmedas por el llanto y rojas por el esfuerzo, rodillas teñidas de carmesí y marrón. A su alrededor, Harry solo pudo ver caos y desolación, los gritos llegaban ya de más lejos, la calle que estaba cerca de una muralla se encontraba vacía y ahora sabía por qué el pequeño había decidido acercarse a él. Harry era lo único visible, Harry era el único humano en una devastadora zona fantasma.
—Ey —le susurró al niño mientras trataba de tener la energía necesaria para por lo menos sentarse y por Merlín que le estaba costando todo el triple—, ey... No llores —murmuraba con dificultad, sus uñas se enterraron en la tierra ante el esfuerzo que significaba sus movimientos y pronto sus brazos, débiles y temblorosos, comenzarían a empujarlo hasta estar sentado. Los espasmos que sus músculos producían lo dejaban adolorido, sobre todo porque su brazo izquierdo decidió que aún no estaba listo para hacer mucho trabajo y le mando un calambre. Harry gimió bajo para no asustar al menor, pero el dolor no cesaría por unos minutos así que para tratar de no pensar en cómo sus músculos se retorcían, decidió mirar con detenimiento el lugar donde se encontraba.
Lo primero que vio fue la muralla, imponente y gris, una que nunca antes él había visto en ningún lugar que conocía, muggle o mágico. Luego miró la calle de tierra, las cosas en el suelo y sintió el leve cimbrar del suelo bajo su cuerpo.
Algo tan cotidiano como sentarse le tomó el triple de tiempo, mas Harry no desaprovechó esos momentos sin observar un poco la calle a su alrededor entre lentos parpadeos, la paranoia estaba siempre presente en tiempos de guerra. Pestañeó nuevamente para hidratar sus arenosos ojos y no pudo evitar agradecer por centécima vez a Hermione y Ginny en su cabeza. Ambas habían insistido en que se arreglara la vista porque los lentes eran una distracción en la batalla, no importaba si les ponía un hechizo para pegarlos a su rostro, alguien siempre podía hacerlos estallar o llamarlos. Claro que él los seguía utilizando porque estaba acostumbrado a ellos, no obstante, eran más una distracción para sus enemigos el creer que Harry tenía una debilidad física tan notable como su vista, sus ojos verdes no pudieron evitar pensar en lo destrozados que estaban sus gafas a unos pasos de donde él estaba y suspiró... No podía repararlos con el niño llorando casi a su lado. Cuando el mago por fin pudo reconectar sus pensamientos a la realidad, el calambre había cesado y ahora el niño había parado de llorar dado que estaba más interesado en el extraño de apariencia horrorosa (según él, porque se sentía terrible así que no dudaba ni por un segundo que tenía una apariencia fresca e impoluta) que le hablaba a su costado. Harry sonrió forzosamente ante la imagen que podría estarle dando al menor.
—M-mamá d-dice que no t-tengo qu-e hablar con extrainos —le respondía el pequeño entre asustado y aliviado de tener a otra persona con él. Harry, por su parte, le sonrió un poco a la de cómo el menor pronunciaba las palabras, pero le asintió al niño sin disuadirlo de las órdenes de su mamá.
—Cierto —contestó Harry en un carraspeo—, pero parece que tú y yo estamos perdidos. ¿Buscamos ayuda juntos? Creo que necesito ir al sanador —disuadía suavemente Harry mientras trataba de moverse un poco. El niño, por su parte, lo miró detenidamente para luego asentir.
—Ok —fue todo lo que respondió—, ¿necesitas ayuda? —dijo esta vez más valiente el pequeño mientras se acercaba al mayor para tratar de ayudarlo, Harry sonrió suavemente y asintió, la inocencia en los ojos mieles del pequeño aligeraban su corazón, Harry había luchado y sudado sangre para que niños como el que veía ahora tuvieran esa mirada pueril, inocente y feliz.
—Por favor. ¿Ves algo en lo cual me pueda apoyar para caminar? Un palo largo, muletas... —carraspeó una vez más Harry.
No había muletas, pero el pequeño encontró una tabla robusta que lo ayudaría a caminar. Pasaron muchos minutos, pero el pequeño no se movía del lado del mago quien con esfuerzo se pudo levantar tras las palabras de aliento del niño y su propia tozudez.
—B-bien —dijo con un profundo suspiro—. Vamos a buscar ayuda. Mi nombre es Harry, Harry Potter. ¿Y el tuyo? —dijo el mago tratando de aligerar el ambiente mientras caminaban lentamente por la desierta calle.
—A-Angus, Angus Kivi —respondía más fuerte que la vez anterior.
—Ves, ya no somos extraños, Angus. Vamos a buscar ayuda y de paso veremos si tus padres también te están buscando.
El niño asintió efusivamente y pese a que demoraron un montón en llegar a la calle principal, Harry de inmediato pudo apreciar la fuerza militar en la puerta de la muralla y cómo algunos civiles, los rezagados, corrían a un lugar en dirección opuesta a la puerta.
Harry frunció el ceño, no comprendía por qué la puerta estaba cerrada si había gente que quería entrar desde el otro lado, de hecho, muchas personas en la especie de barco que acababa de llegar lloraba aterrorizaba por lo que sucedía a sus espaldas.
—¡Oigan ustedes! —fue el grito que sacó a Harry de sus pensamientos—, ¡¿qué parte de evacuar no entendieron?! ¡Diríjanse de inmediato a las zonas seguras! —gritaba un hombre con pantalones blancos, chaqueta color arena y unas enormes pistolas en sus muslos.
Claro, hasta que la vista del mago se fue al sonido que provenía desde los cielos y pudo ver volar a un muggle con esas cosas.
Este era el primer indicio que le decía a Harry que algo no andaba bien. ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba el hechicero era la explosión y Voldemort desintegrándose y luego nada, oscuridad.
¿Habría viajado a otra comunidad mágica? No lo creía posible, ellos hubieran desaparecido o los aurores ya estarían presentes si efectivamente había peligro. Muggles, eso era lo más obvio, pero los muggles que conocía no volaban por los cielos con una especie de pistolas en las piernas.
A menos que tampoco estuviera en Gran Bretaña, el lugar parecía de dos siglos pasados. Sin pensarlo dos segundos más, Harry se tocó el antebrazo como pudo para ver si su varita seguía allí y suspiró aliviado de que lo estuviera, mas el terror comenzaba a nacer dentro de él.
¿Dónde demonios estaba?
Su siguiente movimiento se dirigió a su cuello donde colgaba su bolsa de piel de moke con el encanto extensible que Hermione le había hecho más uno de empequeñecimiento para no llamar la atención, allí estaba la pequeña bolsa colgando en un cordón de cuero.
—Perfecto —pensó Harry para sus adentros.
—¡Oye! —dijo esta vez más irritado el militar a Harry, mas no esperó respuesta porque a zancadas llegó a su lado—, ¿es que acaso eres sordo? —dijo un poco descolocado e irascible a la vez.
Harry recién prestó más atención cuando Angus apretó temeroso su puño en el pantalón sucio y roto del mago, fue ese pequeño gesto que trajo lo trajo a la realidad.
—Lo siento —le respondió al soldado—, estoy herido y encontré a este niño perdido. No sé si me puede llevar al hospital o señalarme dónde tengo que ir —hablaba Harry lo más neutral posible mientras que su cerebro gritaba mil y una teoría de por qué estaba allí.
Quizás el trozo del espejo que Sirius le había regalado aún serviría para ponerse en contacto, pero por ahora, los gemidos aterrorizados del niño dejaron esas ideas de lado. Hasta que estuviera solo, Harry no podía intentar comunicarse con Ron o Hermione.
—¡Tch! —espetó irritado el soldado mientras los miraba un poco extrañado—, no puedo ir, pero puedes ponerte a la fila del carro de los refugiados, allí por lo menos te llevarán al refugio donde un doctor seguro podrá atenderte. Allá también habrá militares o personas que buscan niños perdidos —dijo mientras le mostraba el carruaje que se cargaba lleno de niños, mujeres y hombres, todos lo más hacinados posibles para no realizar más de un viaje.
—Eso está bien, muchas gracias.
—Seguro. Te irás en el siguiente carruaje así que ni siquiera te muevas de la fila.
El soldado ayudó a Harry a llegar a la fila, algunos se quejaron porque lo pusieron primero, pero Harry omitió sus voces y se concentró en Angus quien volvía a tener sus ojos llorosos. Ahora que estaba más enfocado en la actualidad, Harry pudo ver que el pequeño tenía un corte en su rodilla y todo en él estaba sucio por la tierra, supuso que el caos había separado al niño de sus padres y nadie se fijaba en ellos en medio de una estampida humana, el pobre debe haberse caído al ser empujado con tanta fuerza.
—Ey —le susurraba Harry con una sonrisa cómplice—, yo también me caí —mintió sin dudarlo el mago—, pero ahora tenemos que ser fuertes y aguantar un poco más a que curen nuestras heridas —le dijo Harry.
—Ajá —asentía Angus frotándose los ojos con sus manos para luego sonreír. Harry correspondió el gesto y le sacudió el cabello lo mejor que podía, estaba completamente agotado y sabía que no duraría mucho de pie si el maldito carruaje no llegaba pronto.
—Y dime, Angus, ¿qué estabas haciendo antes del ataque? ¿De compras con tu mamá?
Solo bastaron esas sencillas preguntas para que Angus pasara el resto del tiempo recapitulando su día desde su desayuno (huevos fritos y jugo) hasta la salida con su padre (¡No me quiere comprar el juguete, Harry! Yo me porté bien, ¡de veras, no miento!), pasando por su baño en la mañana (el agua estaba tibia, a mí me gusta más caliente, pero mamá me dijo que era para despertarme), su almuerzo en el restaurante de un amigo de su padre (allí me encontré con Unho, él es el mejor de mis mejores amigos).
Entre Angus que no paraba de hablar y el creciente ingreso de refugiados, Harry podía sentir la tensión aumentar, por eso fue un alivio cuando por fin se divisó otro carruaje en la calle.
—Por fin —no pudo evitar suspirar aliviado—. Corra la voz, el segundo carruaje ha llegado. No sé si hay otros heridos atrás —le dijo a la señora a sus espaldas quien, pese a estar agotada y aterrada, corrió la voz tal y como Harry le pidió.
Para cuando el camión llegó, el grupo ya se había dividido entre heridos, madres con niños y niños, adultos y tercera edad.
—Muy bien, esto ahorra tiempo —fue lo primero que dijo el soldado tras bajar del carro—. Un tercer carruaje viene en camino, salió cinco minutos después que este, pero no tendrán que esperar tanto. Los que puedan caminar, pueden dirigirse por sí mismos al refugio —decía el soldado mientras miraba todo a su alrededor—. Aquellos que puedan caminar, háganse a la derecha al costado de esa tienda, en unos segundos recibirán instrucciones. Ustedes, comiencen a subir...
El barullo crecía por momentos, mas Harry no estimó tiempos en subirse con mucho cuidado al carruaje y sentarse a un costado de la misma entrada, lo mejor era no moverse tanto porque cada vez que lo hacía sus costillas parecían querer salirse de su pecho. Sentó a Angus en sus piernas para ahorrar espacio, el pequeño quien se aferró a su polera y ocultó su rostro asustado por la cantidad de personas que ingresaban al carro.
Fue un camino largo, tedioso, agobiante y triste. Muchas personas susurraban una y otra vez lo que habían visto, otras sencillamente repetían el nombre de los que Harry creía eran sus seres queridos, mas lo que intrigó aún más al joven mago fue la palabra titanes.
Al parecer, titanes eran especies de comehumanos, algo raro y peligroso que levantó chispas de duda en Harry.
A medida que pasaba por las calles y cruzaba tiendas, Harry no pudo evitar que más alarmas sonaran en su cabeza. Tecnología había, solo que no como él lo esperaba. Algunas vestimentas de las personas no coincidían con lo que podía ver en términos de modernidad. Si podían volar con herramientas, ¿por qué no tenían autos? Era extraño, pero por ahora, Harry solo podía observar y prestar atención a todos los detalles que veía porque ahora Hermione ya no estaba con él, no tenía a nadie con quien investigar y todo recaía sobre sus hombros.
—Llegamos —gritaba el cochero quien saltó del carruaje y corrió a abrir las puertas del carro. Harry se quedó sentado esperando a que todos bajaran y pronto fue ayudado por una enfermera a llegar a un rincón donde habían más personas esperando ser atendidos.
—¿Es su hijo? —fue lo primero que le preguntaron a Harry cuando lo vieron arrinconado con Angus.
—No. Lo encontré cuando me desperté después de todo este caos —admitía el mago algo incómodo.
—Ya veo —fue lo que dijo la enfermera con una mirada triste —. Si quiere, lo puedo llevar a donde los niños perdidos se encuentran —ofrecía con una sonrisa estreñida la enfermera.
—No —contestó de inmediato Harry —, prefiero que se quede conmigo, solo anótelo en la lista de perdidos, yo lo cuido.
Fue instinto que llevó a Harry a responder de esa manera. No había fuerza en la tierra que forzaría a Harry a abandonar a un niño, no mientras pudiera cuidarlo. Él sabía muy bien que en estas situaciones siempre habría personas que se aprovecharían de los menores de edad para secuestrarlos o, sencillamente, se «perderían» en el caos.
Pasaron dos horas de la visita de la enfermera cuando un médico vino a atender a Harry. Tanto él como Angus estaban cabeceando por el cansancio y el estrés, pero en cuanto llegó el doctor con la enfermera de turno, Angus se escondió aún más en el pecho de Harry.
—Hola —saludaba con una sonrisa el doctor —, soy Richard y seré su doctor —Harry parpadeó lento, primero reconociendo dónde estaba para luego asentir.
—Vea las heridas de Angus primero —carraspeó Harry señalando los cortes en las rodillas.
—Claro. Veamos, Angus, tienes que ser un buen niño y aguantar el dolor un rato más.
Las heridas eran superficiales, pero un poco grandes, lo suficiente para que el pequeño Angus soltara una que otra lágrima por el alcohol. Para cuando todo hubo terminado, Angus nuevamente se enterró en las polvosas ropas de Harry quien le revolvía los cabellos tratando de calmarlo.
—Ahora es su turno, señor… —el doctor lo miró unos momentos —... ¿Cuántos años tienes? —le preguntó el doctor al realmente ver a Harry.
—Dieciocho —contestó de un sopetón y sin mentir, aquí no le serviría decir otra edad.
—¿Es tu hermano?
—No. Cuando por fin me pude despertar, él estaba a mi lado llorando.
—Ya veo —murmuró el doctor.
—Le dije a la otra enfermera que lo anotara en los niños perdidos, pero prefiero cuidarlo mientras pueda... No quiero dejarlo solo.
Ya sea porque el doctor pensó que Harry estaba siendo honesto y bondadoso o porque ya nadie podía cuidar más niños, Richard solo asintió.
—Bien, comenzaré con una auscultación...
Si Harry era honesto, lo único que quería hacer era dormir, pero dejaría que el doctor hiciera lo suyo para poder descansar en una de esas literas donde ponían a los pacientes delicados, Harry, sabiendo su suerte, estaba muy seguro que terminaría allí.
—¡¿Cómo puedes estar sentado?! ¡Tienes las costillas rotas! Enfermera…
Harry sabía que cada vez que terminaba herido, él tenía que echarse en una maldita cama en la enfermería y al parecer, incluso aquí, no era la excepción.
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Era raro, pensó Harry, estar aquí y ver las contradicciones a la luz del día. Fue en su segunda noche, cuando no se durmió de inmediato, que pudo lanzar hechizos con su varita al costado de un dormido Angus.
No había comunidad mágica, ninguna en lo absoluto, mas eso podía deberse a que quizás las paredes fueran una especie de barrera y él no podía ampliar el hechizo como le gustaría, no a menos que saliera de estas. Por lo menos aquí, en lo que todos denominaban como la muralla de Rose no había ninguna comunidad mágica.
Aquel pensamiento solo conseguía hacerlo temblar de horror. Harry nunca había manejado muy bien la soledad.
Luego, cuando volvió a amanecer pese a no haber dormido, Harry se dedicó a observar con detenimiento todo a su alrededor, analizando todo con sus ojos.
Estos muggles volaban, tenían una especie de espadas que guardaban en los rectángulos de metal y, por si fuera poco, todos estaban estresados por la ruptura de una muralla, titanes —que aún no sabía qué demonios eran— y la falta de comida.
Al parecer, estos muggles no tenían provisiones para tanta gente y pronto comenzarían las disputas por esta. Dejando eso de lado, Harry posó sus ojos verdes en los edificios, en los médicos, en el jodido hecho que no tenían hospital, si no un refugio recién adaptado para esta situación. Nada tenía sentido. ¿Por qué podían volar con gas —de todas las cosas— e incluso así no tener un maldito hospital?
Y cada cosa que veía dentro del refugio donde los tenían hacinados lo hacía peor.
Todo era de vidrio, madera, bloques de cemento y metal. Nada de plástico. La comida era poca, pero en ella Harry pudo darse cuenta que no tenían una variedad de frutas, verduras y abarrotes. Nada tenía sentido.
Lo peor de todo, y asesínenlo si querían, es que el té que le dieron a beber una tarde era la cosa más asquerosa en la cual haya puesto sus labios. Harry no sabía si era porque él era británico y su gusto en té equiparaba al de Sirius quien podía gastar cien galeones en una bolsa de 500 gr., pero definitivamente las náuseas se las tuvo que aguantar porque no quería ser descortés. Después de todo, al parecer, estos muggles estaban en guerra.
Dos semanas después, Harry por fin tuvo la posibilidad de salir a caminar a los alrededores. Angus, quien todavía estaba con él, le comentaba cada lugar nuevo que veía el joven mago. De no ser por lo conversador del pequeño, Harry hubiera tenido muchos problemas a la hora de fabricarse una nueva identidad.
Lo bueno, quizás lo único bueno, de esta situación es que Harry había llegado en pleno ataque y muchas de las personas en los refugios corrieron sin la posibilidad de ir a buscar sus papeles para acreditar su identidad, no que aquí existiera algo parecido a un pasaporte, como los otros muggles que él conocía, pero sí habían libretas de matrimonio o de nacimiento donde todos estaban inscritos (madres, padres, hijos).
Harry no sabía qué hacer, por una parte estaba varado en este lugar sin saber si podía o no volver, pero por otro sentía la necesidad de quedarse y ayudar. Maldita sea su complejo de héroe, mas no lo podía evitar, sobre todo cuando veía a la propia fuerza policial, milicia, o como sea que se llame aquí, tirarse las bolas y sencillamente escudarse tras una jodida pared. ¿Es que no tenían orgullo? ¡Nada iba a cambiar si no se ponían los malditos pantalones y salían a pelear!
Harry sabía a ciencia cierta que el instinto del ser humano era sobrevivir, él lo vivía incluso ahora porque pese a la profunda pérdida que sentía en su pecho, no había manera en que se tiraría de un risco para escapar de esta nueva realidad.
Él era un luchador. Un sobreviviente.
Debía haber una manera de volver y, si no la había, bueno... Cruzaría ese puente cuando llegara a este.
Y eso era lo otro, algo que él no podía comprender: la caída de la humanidad. En un comienzo, cuando Harry escuchó eso, se fue lo más rápido posible a un rincón con un curioso Angus, pero lo distrajo lo suficiente como para realizar el hechizo brújula. Su suave susurro de oriéntame a otra civilización hizo caer su varita al sur sin siquiera dudarlo.
Algo aquí estaba mal.
Los días pasaron lentos y la comida comenzaba a escasear en el refugio, más de una vez Harry tuvo que renunciar a su ración de pan para dársela a un hambriento Angus quien cada vez se veía más triste. Harry estaba acostumbrado al hambre, acostumbrado al suave dolor en su estómago, mas no dejaría a un niño sufrir de lo que él había sobrevivido toda su infancia.
—¿Y cómo es tu mamá? —preguntaba Harry tratando de distraer a Angus. El niño poco a poco se entristecía cada vez más porque sus padres no aparecían y Harry también sabía lo que eso podía significar. Angus era muy pequeño para recordar su camino a casa y solo sabía que sus padres se llamaban mamá y papá, que tenía una hermana menor que se llamaba Hisolda y vivían entre el campo y la ciudad.
Mientras Angus narraba cómo era su madre, Harry no pudo evitar ver a su alrededor tratando de aligerar su mente, habían llegado nuevamente al refugio y la cantidad de niños era sorprendente, huérfanos en su mayoría o familias ahora uniparentales.
Cerca de la segunda puerta habían personas hablando entre lágrimas con los encargados del lugar, todos desesperados en búsqueda de sus seres queridos, un señor incluso trataba de extender dinero a la enfermera tratando de que los ayudara...
—… y papá tiene el pelo rubio, como yo, pero yo tengo rizos, como mamá. Él tiene bigote, aunque se ve chistoso, antes no tenía. Mamá le dice que se lo corte porque es iugh, pero igual le da besos, eso es asqueroso. ¡Mamá tiene los ojos como los míos! Ella siempre ocupa su pañoleta favorita, es porque se la regaló la abuela, es de color rosado...
Harry parpadeó, luego lo hizo nuevamente casi como analizando lo que acaba de ver. Miró al hombre, de cabellos rubios y bigote que sí lo hacían ver raro, a la mujer con una pañoleta rosada estrujándola entre sus manos, la bolsa de dinero en la mano del hombre, las lágrimas en los ojos azules de la mujer.
—Angus —susurró Harry apresuradamente —, ven aquí —como pudo, Harry cargó al menor en sus brazos ignorando el dolor y las punzadas en sus costillas. Con su mano disponible, señaló a la pareja de mediana edad —, ¿son ellos?
Los ojos del menor vagaron un poco por la zona en que Harry apuntaba, mas cuando los vio sus ojos se iluminaron.
—¡Lo son! Harry, lo son, vamos, vamos —dijo excitadamente mientras pataleaba para que lo dejara en el suelo y así poder echarse a correr. Harry asintió jubiloso, mas cuando estaba a punto de hacerlo, la pareja de mediana edad se daba la vuelta para irse.
—Mierda, se están yendo —espetó Harry, mas no había manera de alcanzarlos, no con la cantidad de gente en el refugio, la condición física de Harry y el hecho de que los padres de Angus estaban al lado de la puerta de salida.
—¡No! ¡Déjame, déjame! —gritó enojado el pequeño mientras pataleaba más fuerte, mas Harry no lo dejó ir, porque los miedos que tuvo el primer día al llegar a este mundo se habían hecho realidad y niños sí desaparecían.
—Angus, escúchame —regañó Harry con el ceño fruncido por el esfuerzo de tener al menor en sus brazos —, quiero que grites, fuerte, Angus, muy fuerte, grita por tus padres para que así te vean. Grita, Angus, grita —ordenó Harry desesperado mientras trataba de hacerse pasos entre la gente.
—¡Mami! —comenzó a gritar el menor con los ojos llorosos.
—¡Mas fuerte, Angus, se van a ir! ¡¿Te quieres quedar aquí?! —espetó Harry enojado con este sistema poco funcional. ¿No había inscrito a Angus con los niños perdidos?
—¡MAMIIIIII! —fue solo el segundo grito, pero todo se dio en el momento adecuado, justo el murmullo de la gente bajó y Harry siguió caminando en dirección a la pareja lo más rápido que podía con sus costillas.
Pero fue solo el segundo grito y la mamá de Angus se giró.
—¡De nuevo, Angus!
—¡MAAMIIII!
Y Angus agitó sus brazos lo más que pudo desde su posición, fue todo lo que necesitó.
—¡Angus! —llegó el lejano grito de la mujer y Harry suspiró agradecido que todo hubiera terminado bien para Angus quien ahora estiraba los brazos a la figura lejana de su mamá y para él con sus costillas sensibles.
—¡Bien hecho, Angus! —dijo el mago con una sonrisa —, ahora déjame respirar, esto fue mucho para mí —añadió jocoso el mayor, pero Angus estaba más concentrado viendo cómo sus padres se abrían camino entre las personas del refugio.
—¡Angus! Oh, mi bebé —la madre de Angus siquiera se fijó en Harry, sus ojos azules estaban fijos en el menor que estiró los brazos en dirección a su madre nuevamente y quien lo tomó sin pensarlo dos veces para poder estrecharlo entre sus brazos.
Bien dicen que el amor de madre es algo sorprendente, porque el padre de Angus llegó un poco después, más sudado, pero igual de feliz y lloroso. Su esposa no quería dejar ir a su hijo, ni su hijo quería soltar a su madre, pero eso estaba bien porque él lo único que necesitaba era acariciarlo para saber que todo era real.
En un movimiento sorprendente, la madre de Angus soltó al menor y lo dejó en el suelo para revisarlo con sus manos y ojos.
—¿Estás bien? ¿No te duele nada? ¿Te rompiste algo? ¿Te curaron las heridas? ¿Comiste? ¿Dónde dormiste? ¿Tienes hambre?
La lluvia de preguntas no se hizo esperar, cosa que hizo sonreír a Harry mientras observaba a la familia reunida.
—¡Mami! Estoy bien, tenía miedo, pero Harry dijo que ustedes vendrían, que solo tenía que esperar y...
La madre no quitó los ojos de su hijo, pero el padre de Angus sí pues Harry solo estaba a unos pasos del trío.
—Gracias —sorprendentemente, no fueron las palabras de él, sino las de la madre de Angus que llegaron primero. Angus ocupó ese momento para acercarse a su padre quien lo cargó en sus brazos mientras escuchaba la aventura de dos semanas de su hijo —, muchas gracias —su agradecimiento fue tan profundo que hicieron que los ojos de Harry brillaran, mas él solo asintió.
—Era lo correcto —fue todo lo que dijo como respuesta.
—A veces, lo correcto es lo más difícil de hacer —le contestó la mujer quien lo sorprendió con un efusivo abrazo.
Esto... Harry se preguntó si así de cálido y amoroso se sentiría un abrazo de su madre, mas él siempre sabría que se tenía que conformar con los brazos de otras madres, nunca la suya.
—De nada —contestó tosiendo un poco para evitar que las emociones se le fueran de la cabeza.
—¿Podemos hacer algo para ayudarlo? —preguntó el padre de Angus con una sonrisa agradecida.
—No, yo...
—¡Sí! —cortó el menor sin dudarlo —, el doctor dijo que Harry tiene que descansar y tomar algo para el dolor, pero aquí no venden, también me dijo que estaba buscando un lugar para comprar porque lo perdió todo por culpa de los titanes. ¿Eso significa que es pobre, papá? —preguntó sin miramientos el menor.
—¡A-Angus! —regañó su padre sorprendido por la astucia del menor, pero la carcajada de Harry cortó el regaño.
—No se preocupe, créame, he estado dos semanas con él así que sé cómo puede llegar a ser —dijo el mago quitándole importancia al asunto con un gesto de su mano. Mientras que la otra sobaba su torso sensible.
—Bueno, querido, parece que encontramos la manera de pagarle de vuelta a nuestro salvador.
Harry hizo una mueca ante la elección de palabras, pero no comentó nada más, solo sonrió porque ella no tenía la culpa que la palabra salvador tuviera otro significado para él.
—No quiero imponer, puede demorarse un poco, pero estoy seguro que la medicina vendrá pronto y...
—No queremos excusas —rebatió la madre de Angus —, además, si todo es tal y como Angus dice, no será por muchos meses que lo tendremos de invitado mientras solucionas tus problemas —agregaba con una sonrisa.
—¡Vamos, Harry! Prometiste que jugarías conmigo a los soldados.
Harry era débil ante ese tipo de mirada, una de inocencia, esperanza y agradecimiento que brotaba de toda la familia, por lo cual solo pudo asentir. Los ojos azules agradecidos y llorosos de la madre de Angus, los castaños y comprensivos de su padre y los llenos de energía del más pequeño.
—Está bien —contestó.
—¡Yay!
—Vamos a buscar un doctor para saber los pasos a seguir y ver si este hombrecillo necesita más cuidados.
Harry caminó tras el trío quien ahora feliz se encaminaban juntos a la salida. Solo por un tiempo, Harry dejaría que las cosas siguieran su curso.
Y este es el fin del primer capítulo :). Tengo la historia algo avanzada, así que existe un 90 % de posibilidad que las publicaciones sean habituales por un tiempo. No creo que sean semanales (quiero por lo menos avanzar los capítulos a medida que voy publicando), pero no quería dejar mucho tiempo guardado este fanfic.
Para los que ya me siguen: he estado subiendo una que otra cosilla en Tumblr y Facebook, pequeños retazos de lo que viene, pero espero les haya gustado el pie inicial de este crossover.
¿Qué pasa con mis otras historias? ¡No se preocupen! He estado trabajando (poco) en el siguiente capítulo de Lid de vigor y Masayume. ¡Gracias a todos por leer! Nunca imaginé recibir tantos comentarios en Ai no y espero que podamos repetir el plato. Este fic, después de todo, tiene a una powercouple! Levi/Harry is the best :D
Agradecería comentarios, follows y alertas.
¡Gracias por leerme!
-Derwyd
