Anuncio: El siguiente one-shot participa en el evento de celebración, pre-aniversario ''5000 miembros'' del grupo NaruHina & SasuSaku (Cannon Forever)
Pareja: NaruHina (Leve SasuSaku)
Adicional: Buscar la canción "El Aleph" de Nena Daconte
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El Aleph
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1
Mi corazón se agitaba contra mi pecho. Golpeaba fuerte, tan duro que pronto me llevé una mano hacia él como queriendo contenerlo, como si de aquella forma pudiera calmar los espasmos del dolor que me estremecían. El viento se rompió furioso contra mí e hizo bailar mi largo cabello y el vestido que con toda emoción había escogido para ese día especial. Mis pasos se apresuraron todavía más y la carne de mi garganta comenzó a doler por la tremenda intensidad de la carrera, pero no cedí.
« ¡Jamás! No significas nada para mí. Nada… »
Sus palabras calaron de nuevo en mis recuerdos, se rompieron en mil astillas sangrantes que se incrustaron por todo mi cuerpo. Con toda la rabia contenida, llevé mis manos hacia mi rostro y de inmediato se humedecieron. Ni la ceguera temporal podría quitármelo de los pensamientos. Era él a quien veía, su rostro, sus labios pronunciando el desprecio que en ese momento me destrozaba. Y yo solo quería olvidar… olvidar y hacer de cuenta como si nunca hubiera existido.
― ¡HINATA! ―El grito me devolvió a la realidad y reconocí la voz de aquel que consideraba mi amigo a unos metros de mí… Nunca entendería lo que ocurría en los segundos después. Era ese deseo tan profundo de olvidar lo que provocó la hecatombe que borró todos y cada uno de los recuerdos que alguna vez guardé en mi corazón...
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2
― ¡Un médico! ¡Necesito un médico!
El rubio corría detrás del par de enfermeros que conducían una camilla en los pasillos del hospital de Konoha. La gente les abrió paso pues tan solo ver el estado de la joven que allí se encontraba, era lamentable. Así, la atención médica llegó y el joven, que lucía cada vez más desesperado, fue confinado a la tétrica sala de espera del hospital. Naruto se apoyó en la fría pared y alzando sus manos vio la sangre seca que le cubría toda la palma. Las imágenes del accidente asaltaron su cabeza y se estremeció de golpe al recordar como ese auto impactaba contra Hinata sin la menor contemplación.
―Todo es mi culpa… ―susurró.
El día 4 de febrero Hinata cumplía 72 horas exactas de inconciencia. Los médicos le habían dicho a su rubio guardián que mantuviera la calma y que por toda señal extraña, avisara inmediatamente. Así había sido y en todo momento Naruto no se separó de ella.
―Hinata, ¿te gusta lo que traigo? ―le preguntó a la dormida joven mientras le mostraba un delgado listón rojo atado en su muñeca. ―Es muy especial… Te enojarías si supieras como lo conseguí ―Sonrió divertido y añadió ―Digamos que era para otra persona pero lo robé para mí.
Las respiraciones de la chica eran suaves, así parecía dormitar; con su largo cabello esparcido a sus costados y la hermosa piel blanca que recientemente había recuperado su rubor. Naruto tragó saliva y desvió la mirada. Apretó los puños sobre sus rodillas y gruñó rabioso. Si tan solo hubiera corrido más rápido… Si tan solo no… De pronto, un suave quejido le hizo pasmarse y al levantarse, contempló atónito como las respiraciones de la muchacha se aceleraban gradualmente. Sus quejidos se hicieron más audibles y pronto… sus parpados comenzaron a temblar…
― ¡Enfermera! ―gritó esperanzado y la ayuda médica no tardó en llegar.
Los minutos se hicieron eternos al ser obligado a esperar fuera de la habitación, tuvo que repetirse varias veces que debía ser paciente, después de todo, juntos habían superado el primer obstáculo.
―Joven ―El llamado del médico casi le hizo saltar. Naruto fue hacia él emocionado pero lo que este le diría tendría el desagradable efecto de disuadir toda su alegría. Naruto sintió el hálito abandonar sus pulmones mientras escuchaba consternado. No podía ser cierto, aquello debía ser una maldita broma.
―Hola―susurró él cuando se armó de valor y entró a la habitación. Los ojos perlados de Hinata se iluminaron de solo escucharlo.
―Ho-hola―respondió con esa suave voz de muñequita.
― ¿Cómo estás? ¿Ya te sientes mejor? ― Ella respondió con un sonidito muy típico al de cuando solía estar avergonzada. ―Si te duele algo yo volveré al hospital de cabeza para traerte lo que necesitas.
El rubor apareció en las mejillas de la joven y esto le dio a Naruto la confianza de acercarse. Ella lo miraba con ojos curiosos y él presentía que de seguro querría hacerle muchas preguntas.
―Anda Hinata, no tengas miedo, por algo soy tu mejor amigo.
La chica entreabrió los labios mientras fruncía el ceño, confundida.
―Tú, ¿di-dices conocerme?
No podía ser cierto… Nuevamente la oleada de desesperación asaltó a Naruto.
―Hinata, no juegues conmigo… ¡Oh, vamos! ¡No es divertido! ―Hinata apretó las sábanas cubriéndose hasta el cuello pues la actitud de ese rubio desconocido comenzaba a asustarla ― ¡Hinata! ―volvió a gritar Naruto y ella tembló al ver sus ojos azules al borde de las lágrimas.
―Lo siento… yo… yo no… ―su voz era apenas un susurro ―No sé… quién…
Eso era más de lo que podía soportar. Naruto se limpió una lágrima de un manotazo y salió de la habitación provocando un estruendo; a su mente volvieron las palabras del médico: "Presenta una amnesia del tipo parcial, ella probablemente ha perdido la memoria de todo este último año".
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3
― ¿Ya se hizo a la idea?
―No lo sé. Desde ayer no ha dejado de llorar.
Hinata caminó hasta un girasol en el jardín de rehabilitación, llevó sus gráciles manos a los pétalos amarillos y acarició como si fuera la textura más fina del mundo. Una lágrima resbaló traicionera y se preguntó que había hecho para recibir un castigo así… su mente estaba en blanco. De la villa a la ciudad, estaba lejos de su familia y más, de su último recuerdo. Se estremeció y comenzó a llorar.
El día que despertó, un joven llamado Naruto ―que alegaba ser su mejor amigo― le contó como un terrible día de lluvia ambos llegaron buscando el mismo departamento cercano a su facultad. Al principio habían pugnado por el derecho del piso pero se las arreglaron y terminaron siendo buenos amigos. Le contó de su primer día de clases, que siempre gastaba en utensilios de manualidades y que toda su casa estaba adornada con dibujitos animados. "Toda una jungla de colores"
Su rostro se puso rojo por tanto llorar. No recordar se estaba convirtiendo en una tortura, y aunque el médico le había dado esperanzas, no se sentía muy segura. En ello Naruto era su contraparte. El que decía ser su mejor amigo tenía una fortaleza irracional, una voluntad enorme a la que ella tenía miedo de aferrarse; y sin embargo agradecía ese gesto desde lo profundo de su corazón.
―En casa ya tienes muchos girasoles. ―La chica se sobresaltó y se enjuagó el rostro ― ¿Otra vez Hinata? Ya te dije que no te preocupes, vas a recuperarte y yo estaré contigo hasta el final.
Hinata se volvió y se topó con los ojos más bonitos que había visto en su vida. Un azul tan profundo que le recordaba al cielo sobre las verdes praderas de su villa. El paisaje perfecto aunado con el amarillo radiante del sol, como el cabello rubio despeinado de Naruto. Ella no quiso reconocerlo pero ese chico de gran sonrisa se había convertido en el delgado lazo que la unía con su memoria perdida.
―Ya es hora de irnos, Hina-sol.
―Naruto-kun, ¿por qué no avisaste a mi familia? ―El aludido se detuvo dándole la espalda.
―Te conozco, sé que no te gustaría preocuparlos.
Ella contuvo el aliento, en una frase Naruto había demostrado conocerla por completo.
―Vamos ―la llamó esbozando una sonrisa.
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4
Los ojos de Hinata se iluminaron al ver el sencillo departamento. Las paredes estaban adornadas con caricaturas y los sillones cubiertos por delicados tejidos; la cocina estaba impecable y más al fondo se veían dos puertas que de seguro eran las habitaciones.
―Yo… no recuerdo que sabía bordar… ―Dijo acariciando el tejido con tristeza.
― ¡Ey! Yo tampoco tenía idea de hacer muchas cosas, fuiste tú quién me enseñó.
― ¿Ah sí? ―Hinata le dedicó una triste sonrisa ―Como futura maestra, lo hice bien…
Naruto inspiró mucho aire y luego le extendió el pulgar esbozando una gran sonrisa.
― ¡Hinata ve a descansar! Yo prepararé la cena así que tomate tú tiempo ¡De veras!
La joven asintió contagiada por la alegría del rubio y se dirigió a la que era su habitación. Cuando el chirrido de la puerta desapareció, sintió el aire acogedor impregnarse en su piel como el suspiro tenue de un cachorrito. Vio paredes violetas, muebles que le recordaron a su casa de muñecas, una cama amplia y mullida, y a un costado el librero casi lleno junto a un escritorio.
―Bonito ―susurró mientras caminaba hasta el ventanal de largas cortinas; de pronto, sintió que pisaba un objeto y se agachó para ver de qué se trataba. Era un pequeño cuaderno de hojas dobladas y empastado muy frágil. ―Veamos que tenemos aquí…
«Te inmortalicé mi hermosa estrella y te convertí en la primera luz de mi firmamento. Sé que no estás aquí, ni siquiera tangiblemente a mi lado, pero sé también que nunca te irás. Eres la primera luz que veo en cada oscuridad, así te honré, y así será siempre… Ya no te perderé de nuevo, vives eternamente en el infinito de mi cielo.»
Hinata pestañeó intentando explicarse lo escrito en ese cuaderno. Siguió examinando y encontró una variedad de trazos de colores y más párrafos como aquel.―Estrella ―se dijo a sí misma y negó varias veces ante la posibilidad de que ella lo hubiera escrito pues eso solo podría significar una cosa…
«El amor, cosa extraña, cosa increíble e indescriptible… Cada que te pienso, mi hermosa estrella, una sonrisa se dibuja tímida en mis labios; de mis ojos salta el brillo del amor más sincero y mis sentimientos de afloran con tan solo verte, con tan solo escuchar de tu voz mi nombre.»
Hinata dejó caer el cuaderno, se acurrucó a los pies de la cama y se abrazó mientras sus ojitos perlados se perdían en un punto indescifrable. Alguna vez soñó con sentir el amor, cuando aún era pequeña y la pureza de ese sentimiento no alcanzaba más allá de sus fantasías… Y la vida había jugado en su contra. Se burló de ella cubriéndole los recuerdos con un denso velo blanco y luego la lanzó a una pesadilla donde todo había cambiado, donde el año más importante de su vida había desaparecido de un tajo… y donde no le quedaba ni una sola memoria del primer amor.
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5
Los minutos siguieron pasando y Naruto no escuchó ni un leve sonido provenir de la habitación de su compañera. Eso era malo. Naruto se quitó el delantal y no preguntó antes de entrar a su cuarto.
― ¿Hinata? ―La chica estaba acurrucada en el suelo, se abrazaba mientras veía un cuaderno a sus pies. Naruto tragó saliva cuando lo vio. ―Eh, Hinata tú... ¿pudiste recordar algo? ―La joven negó al instante que sus ojos liberaban pequeñas lágrimas. Naruto tomó el cuaderno y se sentó al lado de ella ― ¿Es por esto? A ti no te gustaba que lo vea… ¿Es tu diario? ¿Encontraste algo que no te gustó? ― Hinata se mantuvo inmóvil, con la vista perdida, apenas y parpadeó solo para soltar más lágrimas. Naruto se sintió rabiar. No tenía idea de lo que Hinata estaba sintiendo, ni siquiera podía imaginarlo, pero verla así de mortificada estaba golpeando duro contra su pecho. ―No sabes cómo me culpo por lo que te sucedió... Quiero ayudarte, quiero darte todo lo que necesitas ―gruñó apretujando el cuaderno ―No quiero equivocarme y perderte de nuevo. ―Ante ello, Hinata terció lentamente la cabeza, Naruto la contempló más de cerca y le dedicó un pequeño guiño limpiándole una nueva lágrima.
―E-Ese listón ¿co-cómo lo conseguiste? ―Señaló ella deteniendo la mano del rubio en su mejilla.
―Lo tomé prestado de una persona que no lo merecía.
Los ojitos perlados le vieron con asombro y, temerosa, Hinata acarició el lacito rojo.
― ¿Cómo sabías que esa persona no lo merecía?
―Soy algo perceptivo.
Hinata se mordió el labio inferior al segundo que un ligero temblor la envolvía.
―Naruto-kun… será que yo… ¿yo te conté de alguien… especial?
Aquella pregunta hizo que el rubio bajara la mano y se separara de ella.
―No, y si lo hubieras hecho, a él lo habría agarrado a golpes por meterse contigo.
Hinata soltó una pequeña exaltación.
―Tal vez por eso no te dije… ―musitó sintiendo como la esperanza se marchitaba.
―Tal vez ―Naruto se apretó con fuerza la mano en donde tenía el listón y añadió ― ¿No tienes escrito su nombre? ¿Algo que nos pueda decir quién es? ―Hinata negó agachando la cabeza.
―Yo… no tengo idea… pero lo que escribí… es tan bonito ―su flequillo cubrió las gruesas lágrimas que surcaron su rostro ― ¿Cómo pude olvidar algo así? Y él… ¿Cómo estará? ¿Qué hará…?
Naruto contuvo sus enormes ganas de gritar. Apretó los dientes y miró a su alrededor, la habitación oscura le trajo el recuerdo del maldito día en que ese cuaderno había estado sus manos, abierto y mostrándole aquel secreto que lo enardeció. Su pequeña Hinata pensando en alguien más, un pobre infeliz que solo le había traído dolor… Y ahora, cuando la promesa de un nuevo mañana se les había dado, ese miserable recuerdo volvía... Miró a Hinata de costado y reconoció las veces que, encontrándola así, la consoló hasta muy tarde. Ella realmente debía amarlo…
―Eso podríamos averiguarlo ―salió de su boca de repente―Si tanta incertidumbre te causa yo te ayudaré a encontrarlo. Si eso te hace feliz, yo daré con él. Lo prometo.
Hinata levantó el rostro con los ojos y la boca bien abiertos. Su cabeza se movió en negación pero en su corazón sintió una indescriptible agitación.
― ¿Po-por qué? ―preguntó casi jadeando.
―No quiero equivocarme otra vez. ―Aquella respuesta la desconcertó, pero igual sintió una oleada de emoción. Pensado en ello, se movió hasta el rubio y le tomó las manos haciendo que la viera a los ojos.
―Será hasta el día 14… Si hasta esa fecha no damos con él…ambos lo dejaremos ir.
―Pero…
― ¿Sí, Naruto-kun? ―sus ojitos se iluminaron ―No quiero atascarme… Si no se llega a dar…lo aceptaré… ¿Puedes hacerlo por mí? ―Naruto le dio un ligero apretón a las blancas manos. Fue cuestión de segundos para que su típica sonrisa apareciera para apaciguarlo todo.
―Claro. ―Y ambos se entregaron a un cálido abrazo que cobijó a sus cuerpos bajo una increíble paz. Ella se ladeó hasta la altura de su corazón y escuchó unos latidos casi sincronizados con los suyos. Por su parte, Naruto, rodeó por completo el frágil cuerpo femenino haciéndolo encajar entre sus brazos.
―No más errores―pensó mientras la estrechaba más.
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6
De esa manera inició la búsqueda incesante. El viernes antes de la celebración de carnavales, Hinata y Naruto analizaron una serie de puntos descritos en el Diario. En todo momento ella no dejó de ruborizarse por darle a leer al rubio sus más íntimos sentimientos; pero ello había convergido en la primera pista y juntos salieron de casa rumbo a un parque aledaño. Tanto Hinata como Naruto preguntaron a los deportistas que practicaban allí, a los encargados de limpieza y hasta comerciantes que zumbaban como abejitas en el parque. Por cada negación Hinata sentía su alma desecha y cuando pensaba que no podría continuar más, Naruto la tomaba de la mano y la hacía correr de un extremo a otro. Al principio ella se quejó por tremendo arrebato pero no tardó en seguirle los pasos recuperando su alegría y esbozando su sonrisa más pura, al igual que él.
―Ya no más―jadeó cuando llegaron a otro parque descampado. Naruto se deshizo de su mochila y extrajo una pelota que inmediatamente lanzó contra ella ― ¡Ay! ―se quejó y le devolvió un gesto entre ofendida y molesta; sin embargo, Naruto sabía que no lo estaba en realidad, así que corrió hacia ella y la jaló de la chaqueta arrastrándola hasta el próximo arco.
― ¡Estoy cansado de buscar! ¡Ahora quiero divertirme, de veras! ―Hinata se soltó de él y le sonrió.
―Está bien… ¡pe-pero soy buena en esto! ―exclamó posicionándose en el arco ―A la cuenta de… ―y antes de iniciar el conteo, Naruto pateó la pelota contra ella anotando su primer gol.
El rubio corrió en círculos gritando por su anotación mientras, Hinata frunció el ceño y se puso en posición. Así estuvieron jugando como un par de niños, corriendo y tratando de quitarse la pelota.
― ¡Se supone que no debes tomarla con las manos! ―gritó la morena persiguiendo al rubio.
― ¡Mi juego! ¡Mis reglas! ―exclamó y antes de poder reírse, Hinata se lanzó contra él haciendo que ambos perdieran por completo el equilibrio. Un sonido espantoso fue lo que Naruto escuchó cuando Hinata cayó golpeándose la cabeza contra el césped. ― ¡Hinata! ¿Estás bien? ―Los ojos de la chica se movían en círculos. Desesperado, Naruto le tomó el rostro ― ¡Hinata me vas a matar si no contestas!
―Ay… ―se quejó al fin y se llevó una mano a la cabeza.
― ¡No vuelvas a hacer eso! ¿Me oíste? ¡Nunca vuelvas…! ― Naruto se detuvo al ver la pequeña sonrisa inconsciente de la joven.
―Si esto me trae un recuerdo… yo… lo haré más a menudo…
―Increíble ―susurró Naruto ayudándola a levantarse ―Ya es tarde y apenas hemos comido.
Hinata asintió y caminó sin decir más. Fue, cuando se detuvieron en una tienda de comida rápida, que vio un afiche colorido invitando a la celebración de los carnavales. Las imágenes de payasos y mascarados le despertaron una leve inquietud y en ese instante, sintió un filo inesperado cortar en lo profundo de su sien. Apretó los ojos por el dolor punzante y de repente avistó un recuerdo tan veloz como el aleteo de una mariposa. Una sonrisa, la sonrisa más grande que jamás haya imaginado.
« ¡Hinata, llegó el carnaval! »
La joven se sostuvo con fuerza de la pared y cuando Naruto regresó con la bolsa de comida en la mano, trató de verse lo más normal posible. Por nada del mundo quería alarmarlo.
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7
Naruto se recargó en el umbral de la puerta mirando a Hinata en el balcón de su habitación. Un destello triste ocupó sus ojos perlados de Hinata mientras contemplaba como se ponía el sol. Naruto se rascó la cabeza y entró puesto que desde su caída en el parque las cosas no habían ido tan bien. Cuando abrió el ventanal que lo separaba de ella, vio que tenía sobre su regazo el Diario y un libro de título desgastado: "Aleph".
Hinata sentía el peso de llevar un velo ocultándole el mundo tras la seda blanca. Toda una vida se hallaba tras él y no podía ni soñaba con tener el gusto de recuperar sus memorias. Estas se habían desvanecido en millones de plumas dispares, imposibles de juntar y poner en orden. Pero Naruto estaba allí como la única prueba de que lo vivido fue real y, como el mejor amigo que jamás creyó tener, él estaba dispuesto a conseguir esa pluma que se había ido volando, llevándose consigo el enigma del primer amor. Y ella supo cómo llamar a ese acertijo que le robaba los pensamientos, un Aleph.
Porque solo al descubrirlo llegaría todo, y todo tendría sentido.
―Ten ―susurró Naruto mientras la cubría con una manta. Ella estaba sentada, mirando al vacío interminable del cielo ―Vas a enfermar si sigues aquí.
―Naruto-kun… ¿por qué haces esto? No… no deberías…
El rubio se sentó a su lado y junto a ella contempló el crepúsculo vespertino.
―Si me hubiera sucedido a mí, tu jamás me habrías abandonado ―Hinata terció el rostro hacia él. ―En el momento más difícil de mi vida, tu estuviste siempre. Ahora yo estoy para ti.
―Qué… ¿Qué momento fue ese? ―preguntó temerosa.
―Cuando… mis padres fallecieron.―Hinata que no esperó una respuesta así, se inmediato se disculpó arrepentida de preguntar ―No te preocupes, es algo que ya puedo sostener.
La sonrisa que le dedicó pareció muy real y ella se preguntó si Naruto no estaría fingiendo.
―Naruto-kun, mañana quiero ir al carnaval. ―Ante ello, Naruto se sorprendió gratamente.
―Bien pues, a dormir ahora porque mañana será un día muy cansado ―Y diciendo esto le dio un beso en la mejilla, tan fugaz que a Hinata le pareció haberlo sentido ya antes…
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8
― ¡Ey Hinata! ¡Cuidado!―Antes de siquiera reaccionar, Naruto se le abalanzó cubriéndola de una lluvia de polvos de colores― ¡Rayos!―Hinata pestañeó cuando él la libero y vio a su alrededor. La plaza de Konoha estaba repleta de gente vestida con exuberantes trajes de colores y disfraces, bailando mientras cubrían a los incautos con polvo, agua y mucha espuma. ―Demonios, ya parezco un payaso.
―Tu cabello, Naruto-kun―dijo Hinata riendo mientras se paraba de puntillas para quitarle los restos de polvo del rostro; sin embargo, Naruto se apartó de inmediato ― ¡Qui-quieto!―Decidida, Hinata acorraló al rubio entre unos arbustos y le dio unas suaves palmaditas en el cabello de un ahora extraño color celeste. Naruto infló los mofletes. ―Ya casi está ―Al verla tan concentrada, Naruto soltó una risita. Entonces vio al detalle aquel rostro de muñeca, una genuina felicidad saltaba de sus ojos perlados y su sonría crecía más y más. ― ¿Naruto-kun? ―El chico parpadeó y se ruborizó violentamente al darse cuenta que no había quitado la vista de los labios de Hinata.
―Va… ¡Vamos a la feria!―La tomó de la mano y se adentraron en la hecatombe del alegre carnaval.
La agitación en el mismo corazón de la plaza rebasó los límites. Por más que Naruto intentó proteger a Hinata, ambos terminaron cubiertos de polvillos, papelitos brillantes adheridos a su ropa por la espuma en la que fueron bañados y recientemente, serpentinas largas rodeándoles el cuello.
―Hinata, creo que puedo conseguir ese obsequio para ti ―dijo el rubio ― Espérame aquí.
Hinata estaba tan distraída viendo a unos payasos realizar sus acrobacias que no notó cuando Naruto se alejó dejándola en medio del caos descomunal. Cuando ella no lo vio sintió que le faltaba el aire. Miró a todos lados y la desesperación se desplegó junto a los latidos de su corazón, cada vez más fuertes y más veloces. Llamó a Naruto y asustada comenzó a moverse entre la multitud que parecía engullirla. Casi sintió que los mascarados y payasos se burlaban de ella con sus risas y chillidos espeluznantes.
― ¿Eres tú, Hinata?
La suave voz a su espalda la había llamado por su nombre. Una débil llama de esperanza se prendió en su pecho y giró lentamente. Un joven de tés pálida, cabello igualmente claro y ojos extraños la miraba con una cálida expresión. Ella inclinó la cabeza tratando de recordar si lo había visto alguna vez.
― ¡Hinata, tanto tiempo! ―Y antes de reaccionar, una chica la abrazó con todas sus fuerzas.
―Vamos, Sakura-san, harás que se ponga azul. ―Hinata sintió que se ahogaba.
― ¡Prometiste llamar aunque fuera una sola vez! ¡No lo hiciste! ¿Sabes cómo me hace sentir eso?
―Sakura-san, a diferencia de ti que te desvives por Uchiha, Hinata-chan si tiene una vida.
Esto pareció encender una llamarada en los ojos verdes de la pelirrosa Sakura.
―Toneri, ¿acaso quieres morir? ―Dijo esbozando una sonrisa maquiavélica.
Hinata observó aquello turbada. Se aferró a los arbustos preocupada de con quien se había topado, habría querido decirles que no los recordaba pero las palabras quedaron atascadas en su garganta.
―Hinata-chan no me dejará solo en pleno carnaval ¿verdad? ―Hinata reaccionó a las palabras de Toneri. El chico la miraba con un extraño destello de sus ojos igualmente inusuales.
―Yo no… ―Hinata sentía que cada vez le faltaba más el aire y las fuerzas de seguir en pié ― Yo…
―Ella viene conmigo, idiota―De pronto sintió como las fuerzas regresaban su cuerpo.
Naruto empujó a Toneri, miró a Hinata y le dio el oso de felpa que acababa de ganar. Ella recuperó el aliento. Solo junto a él estaría en paz, solo con su presencia tendría el bálsamo para continuar.
En los momentos siguientes, Naruto relató el terrible incidente que había dado origen al mal de Hinata. Sakura, quien resultó ser su amiga de la facultad, se mostró nostálgica aunque predispuesta a dar toda la ayuda necesaria. Toneri, que era un compañero de Naruto, no resultó muy sorprendido aunque igualmente ofreció su ayuda besando la mano de Hinata para malestar del rubio.
―No podemos quedarnos más tiempo―dijo Naruto apretando la mano de Hinata―Hoy ha sido un día bastante agobiante para Hinata, ella tiene que descansar.
Así se despidieron y continuaron andando por las afueras de la plaza. Hinata abrazaba el osito mientras Naruto caminaba con las manos detrás de la cabeza, ella lo contempló silenciosa y notó que el listón rojo en su muñeca estaba a punto de caer.
―Naruto-kun ―Lo llamó y se paró otra vez de puntillas para atar el listón ―Ya está.
De pronto, al parar junto en una tienda musical, Hinata escuchó una melodía en particular:
Me cuesta recordar mis pasos por el carnaval, con quién estuve y con quién me puse yo a bailar. Tardamos en no volver a ver la luz del sol nacer, tardamos tanto que salió un Aleph en un rincón
Naruto, que también escuchó, reconoció la palabra con la que Hinata se refería a ese amor. No fue necesario que ella lo pidiera, él se adentró en la tienda y pronto salió con el CD en las manos. Ella lo agradeció y, cuando regresaron a casa, dormir se le hizo más tranquilo. Por su lado, Naruto permaneció tumbado en su cama mirando al techo, la canción se repetía una y otra vez como una maldición. Entonces su rabia creció tanto que apretujó con todas sus fuerzas una hoja magullada.
« Estrella ¿Dejarás de brillar? ¿Será un beso el causal de separarnos? »
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9
Cuando Hinata despertó, Naruto le avisó que tenía un trabajo pendiente y que no estaría con ella hasta el anochecer, pero ya había contactado a su nana de turno. Por ello, Hinata se aferró dulcemente al rubio dándole un beso en la mejilla y él le devolvió el gesto acariciándole el rostro. Eran en esos instantes que todo dejaba de importar para llenarlos del infinito cariño que se tenían.
―Bueno Hinata, tienes todo el día para enseñarme a preparar los mejores chocolates ―dijo Sakura entusiasmada y poniendo sobre la mesa una carga descomunal de implementos de cocina.
Las chicas repasaron y probaron diferentes recetas de cocina. Sakura no resultó ser mala cocinando pero solía desesperarse en una labor que requería mucha precisión. Así fue que luego de comer todo tipo de dulces, quedaron rendidas y embadurnadas de helado mientras veían televisión en la salita.
―Uchiha-san, debe ser muy importante para ti, Sakura-san ―dijo Hinata devorando un vaso de helado con chispas. Al instante, Sakura soltó la paleta cubierta de rosa y sus ojos se desviaron hacia abajo. ― ¿Di-dije algo malo? ―Preguntó la morena preocupada.
― ¡No Hinata! ―exclamó la pelirrosa fingiendo una sonrisa ―Es que…
Para Sakura, Sasuke Uchiha significaba el amor inquebrantable. Un hombre que al solo mirar quitaba el aliento por su dura presencia, un hombre al que solo unos pocos entendían lo que escondían sus fieros ojos de carbón. Para Sasuke, Sakura y su espíritu tan libre le mostraron que podía vivir y disfrutar al mismo tiempo. Sus palabras sirvieron como alimento a su alma herida y el solo brillo de sus ojos, le hizo necesitarla más. Pero ello no fue lo único que obsesionó al Uchiha y, en su búsqueda del significado real de libertad, se perdió tanto que su familia tuvo el deber de intervenir.
―Lo enviaron al extranjero, lejos, muy lejos de mí ―susurró la pelirrosa.
―Pero volverá ―Hinata, que había escuchado atenta, le dio un apretoncito a su mano. ―Aunque el corazón haya sido derrumbado, el resiste. Él sabe a quién debe regresar.
Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas mientras Hinata le acariciaba el cabello. Sakura era muy afortunada de conservar su amor, de saber a quién le pertenecía y ser correspondida. Hinata recibió un golpecito en el pecho. De pronto sintió como si su corazón se hubiera escapado travieso y ocultado en quién sabe dónde, esperaba que ella acudiera hacia él y así liberar todo el amor que llevaba a cuestas.
―Mi Aleph ―susurró llamando la atención de la más calmada Sakura.
― ¿Qué? ―la pelirrosa se mostró interesada.
―El Aleph es…un momento del tiempo en que descubrimos la respuesta a un enigma que nos preocupa de forma constante; es el acertijo que ocupó nuestro pensamiento, el motor que nos hizo vivir. Y en ese solo instante llega todo y todo tiene sentido. ―Recitó y luego esbozó una triste sonrisa.
―Hinata, paciencia ―fue el turno de la pelirrosa para reanimarla ―Si es una promesa, no dudes que lo encontrará, Naruto te llevará hacia tu preciado Aleph.
Hinata apretó los labios, la combinación "Naruto" y "Aleph" en una frase no le hacía sentir bien. Justo en ese momento Naruto entró a casa con su mágica sonrisa que encantaba todo.
―Brillante como una… estrella ― pensó Hinata. Sakura se despidió no sin antes discutir con el rubio por dejar la cocina echa un desastre, para ese entontes Hinata aferró el vaso de helado y pensó que necesitaría mucho más para quitarse el tonto pensamiento de que Naruto… fuera su Aleph.
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10
«Estrella, representas lo que añoraba en mis tiernas épocas de niña. Cuando creía en palabras similares a las tuyas y entendía el optimismo cegador. Cuando soñaba con la fuerza que todo lo cambia, esa voluntad de fuego que nunca se apaga. Ese sueño, hoy lo haces verdadero.»
― ¿Sabes qué es esto? ―le preguntó Naruto mostrándole unas llaves a Hinata―Mañana tú y yo nos vamos a la Tierra de la Olas―explicó dejando aturdida a la morena. ―Te aseguro que no te arrepentirás.
La confianza del rubio terminó por animarla, ¿cómo negarse ante esa sonrisa de estrella?
El viaje no duraría un par de horas y en todo momento ambos fueron cantando y lanzando gritos de total desafinación. Así, entre un aire cargado de energía, llegaron ante las olas mismas del mar y un niño llamado Inari los recibió como si fueran grandes amigos. Este los llevó a su humilde casita con el resto de la familia que Naruto solía visitar. Ya en el mar, los chicos jugaron y cuando Hinata se acercó, Naruto quedó casi embobado al verla usar un hermoso vestido.
― ¡Hinata te gusta! ―gritó Inari tirándole tierra a la cara.
― ¡Rayos! ¡Cierra la boca Ina-baka! ―En respuesta Naruto tomó al niño y lo sumergió en el agua.
―Siempre juegan a lo bruto ―dijo Tazuna, el abuelo de Inari y Hinata lo miró curiosa ―La chica que tenga a Naruto va ser muy afortunada, ¿no crees, niña? ― Ella no dijo nada. ―Ese muchacho, luego de sufrir tanto, ha aprendido a valorar lo bueno; por eso merece una mujer que vea la vida a su modo, una que sepa lo que es luchar y no rendirse. Y tú niña, eres una luchadora desde el día que despertaste.
― ¿Naruto les dijo…? ―inquirió alarmada, el anciano solo miró a los chicos jugar.
―Por eso te trajo. Él está seguro que aquí vas a recuperarte de esa falta que te tiene tan triste.
Hinata sintió que las lágrimas se aglomeraban en sus ojos pero no dejó salir ni una sola. Se levantó y se dirigió al mar con Naruto e Inari. El resto del día fue grato dejar de lado su difícil vida en la ciudad y aunque el enigma del Aleph seguía batiéndose, una parte de ella le decía que ya estaba junto a él.
Observar el crepúsculo a orillas del mar fue algo nuevo para Naruto y Hinata. Ella sonrió contenta, el soplo del mar y el sonido de la fogata consumirse era algo fascinante, pero más lo fue sentirse custodiada por sus fuertes brazos del rubio. Fue cuando la última chispa del luz se escondía que ella se deshizo del abrazo y corrió hacia el mar, Naruto no tardó en alcanzarla y juntos comenzaron la serie de juegos que los hizo volverse niños otra vez.
― ¡No me arañes!
― ¡Tú te lo bu-buscaste!
Naruto se lanzó encima de ella quedando cubiertos por una ola mientras sus siluetas pataleaban hasta quedar sus manos unidas. De pronto salieron a la superficie, ella rodeándole el cuello con sus finos brazos y él aferrando su menudo cuerpo por la cintura. Sus jadeos se sincronizaron y cerraron los ojos mientras sus frentes se pegaban de nuevo.
―Naruto-kun… ―Susurró ella ante la cercanía más escasa. Para Naruto fue lo más que pudo soportar.
El deseo reflejado en sus ojos perlados fue lo último que vio antes de dejar caer sus labios sobre los de ella en un beso que había esperado por días enteros. Naruto aferró su cintura mientras ella hundió los dedos en su cabello. Sus labios se movieron inexpertos pero pronto tomaron ritmo que fue creciendo en ardor. Pronto Hinata se vio atrapada entre la calidez del mar y la bravura del cuerpo de Naruto.
Ella sintió las manos del rubio pasear sobre el vestido y el ser maravilló por la descripción que le brindó su tacto de la mujer que tanto deseada. De pronto, cuando decidía profundizar más el beso, un impulso en contra lo separó de ella.
―No…―gimió ella, su pecho subía y bajaba por la tremenda intensidad del beso. ―Por favor ―Puso sus manos delante cuando Naruto hizo ademán de acercarse.
―Hinata…―Ella salió del mar apresurada e intentó caminar de vuelva a la casita de Inari.
―No Naruto―Logró escapar de las manos del rubio que intentaron atraparla. ―Esto nunca pasó ―sentenció la joven aguantando una oleada de pesar en su pecho. ―Ambos tenemos una promesa.
Y luego de decirlo se marchó corriendo. Naruto pateó los restos de la fogata y se maldijo por tener tan mala suerte. Claro, no podía esperar que la imagen del maldito que vivía en el Diario de Hinata desapareciera como si nada. Después de todo, había significado mucho para ella.
―Es una promesa―repitió mientras apretujaba un puñado de arena hacia dónde Hinata había partido.
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11
El jueves 12 de febrero Hinata despertó y se quedó viendo el techo como si fuera lo único existente. Menos de dos días para San Valentín y su memoria seguía sin mostrar una señal de clemencia. Toda la noche había llevado forzándose sin resultados y pronto ya ni siquiera sintió esperanzas. El Aleph estaría perdido por siempre. Era eso a creer que Naruto lo era. Hinata se había debatido toda la noche sobre eso, sus pistas eran insuficientes y no podía dejarse engañar por sus emociones. Aunque… aún le quedaba un camino sin recorrer. Un camino que partía desde Naruto.
― ¿A dónde iremos hoy? ―Naruto se lo dijo con un trozo de tostada en la boca.
―Gracias Naruto-kun, pero este día es solo mío ―El rubio casi se atragantó.
―No te dejaré salir sola, además no has desayunado y…
―Naruto-kun, pronto será San Valentín y quiero preparar un bonito regalo para ti.
― ¿Ah sí? ―el rubio frunció el ceño ―Ya veo, ya veo, ¿una sorpresa verdad? ¿Y me dejarás adivinar?
―Aún no ―Y mordiendo la tostada, salió de casa.
En la plaza estaba siendo instalado un escenario para celebrar el viernes 13 una previa a San Valentín; según los volantes que le dieron, fue proyectado así para que todos los enamorados pudieran celebrar el carnaval que, como cada sábado, se apropiaba de toda la plaza. Hinata se sentó en un banquillo al frente de la pileta de la plaza, cerró los ojos y trató de rememorar. En eso, una melodía que ya conocía muy bien le hizo alzar las orejas. Se volvió y oyó la canción salía de la tienda musical Akamaru's.
¿Dónde está? Mi corazón dónde se ha ido a derrumbar, mi corazón que alguien lo busque para mí.
El Aleph volvía a cobrar vida en esa canción… Se dirigió allí y el ambiente se le hizo muy familiar.
―Pero si es Hinata―Una mujer de extrañas marcas rojas en las mejillas le sonrió. ―Pensé que habías terminado tus clases, Kiba no me dijo nada. El solo se fue y ya ― Más nombres se unieron su lista de desconocidos.
― ¿Kiba… se fue? ―apenas pudo decir ― ¿El no di-dijo nada a-antes de irse?
La mujer cuyo nombre "Hana Inuzuka" estaba en una etiqueta sobre su pecho, hizo ademán de pensar.
―Pues, luego de terminar con Ino, su novia, él creyó que lo mejor era probar nuevos horizontes.
Hinata abrió la boca al momento que recordaba…
« Me haces volar en tu jardín, conociendo la belleza que guardas y disfrutando de tu aroma real. Me invades con tus palabras y no me dejas avanzar a la próxima parada… Luego llega la otra mariposa, esa de colores más intensos y solo quieres brillar para ella. Solo quieres resguardarla a ella »
Hana señaló una fotografía en la que posaban un chico muy parecido a ella junto a una hermosa rubia.
―Lo…lo siento mucho―dijo Hinata y sintiendo como su ilusión se desmoronaba, salió del lugar.
« Te esperé y llegaste, tan tarde pero aun así te sonreí, aun así te seguí amando »
―Kiba… Naruto-kun ― susurró sentada de nuevo en la plaza. De pronto se dio cuenta que ella quería que Naruto fuera lo que tanto había buscado. Inconscientemente se palpó la comisura de los labios y le llegó el recuerdo fugaz de su primer eso. Uno de ellos estaba lejos y el otro tan cerca que ya podía sentir su sonrisa dibujarse para ella, sus ojos posaste con cariño sobre ella. Así fue como llegó la respuesta a su mal. Había perdido la memoria y casi todos los recuerdos más valiosos se desvanecieron entre la espesa bruma; y ella había hecho todo lo humanamente posible para recuperar un recuerdo, para continuar con la vida que aún le quedaba… Ahora solo le quedaba dejarle ir…
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12
Naruto contempló a Hinata desde lejos, lucía muy aliviada después de salir de la tienda de música. Eso solo podría significar que la respuesta a tanto barullo por fin la tenía en sus manos… Decido, entró a la tienda y Hana lo atendió como de costumbre.
―Hinata estaba muy rara―le contó mientras se sentaba con una guitarra en manos. Naruto caviló si contarle sobre el accidente pero en eso, un dibujito en la guitarra llamó su atención.
―Hana ¿quién pegó esa estrella en la guitarra? ― La chica miró la aludida imagen y respondió calmada.
―A mi hermano le gusta tener recuerdos de sus estudiantes, esa estrella se la dio Hinata el último día.
Aquello resonó en los oídos del rubio, miró a su alrededor y vio en una pared varias fotografías en donde un joven lucía junto a diferentes muchachos.
― ¿Acaso…Hinata tomaba clases aquí? ¿Desde cuándo?
―Bueno, desde que perdiste tu guitarra no apareces mucho por aquí―dijo Hana simulando molestia. ―Un día Hinata llegó y solicitó unas cuotas para comprar una guitarra nueva, pensé que lo sabías; Kiba le ofreció enseñarle a tocar. Era buena chica, a veces me ayudaba en la venta, hoy si la vi extraña…
― ¿Dónde está Kiba? ―Preguntó Naruto conteniendo la rabia de saber que Hinata le ocultó aquello.
―Ya se lo dije a Hina. Kiba se fue después de terminar con su novia. No sé si volverá, no dijo más.
Al oír "novia" Naruto comprendió la serie de trazos irregulares y pistas metafóricas que estaban escritos en el diario de Hinata. Esa era la verdad que a ella le dibujó un genuino alivio en la mirada.
―Ah, esa canción ― dijo Hana repentinamente, "El Aleph" sonaba por enésima vez en el día. ―A Hinata siempre le encantó esta canción, de hecho estaba practicando para cantarla antes del carnaval.
― ¿Qué? ―Hana se alejó y al volver trajo una hermosa guitarra de tonalidad oscura.
―Hinata aún no termina de pagarla, pero ya es prácticamente suya ― le dijo Hana extendiéndole el instrumento. ― Dáselo de mi parte y dile que ya es hora de mirar de frente a la estrella.
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13
Hinata paseaba por el centro comercial viendo todo lo que podría necesitar para el regalo perfecto. Su canastilla lucía llena, aunque ya tenía casi todo lo necesario, lo único que le faltaba era el listón que coronaría su creación. De pronto, al girar se tropezó con un empleado que se disculpó de inmediato. Hinata no reclamó y mientras se ponía de pié, se llevó una mano a la cabeza pues se había dado un fuerte golpe contra un estante a su costado. Fue en ese segundo que halló el listón que tanto buscaba y al tomarlo, sintió como una punzada nacía en el centro mismo de su cerebro.
Debilitada, se aferró al estante cuando una serie de imágenes se volcaron con terrible agitación.
« Hinata… Hinata… me gustan… ¿Has visto esas flores?... Gracias… No estoy solo… Hinata…
Una estrella es aquel que admiro… Alguien que me ha enseñado a ser fuerte… »
― ¿Señorita, está bien? ―Hinata respondió al llamado y asintió levemente. Toneri la reconoció y la llevó hasta unos banquillos para que descansara. ― ¿Naruto no está contigo?
―No…― musitó a penas. Los recuerdos habían sido inconexos y ella sentía que le estallaba la cabeza.
―Ese maldito, no sabe perder una apuesta ― dijo Toneri para desagradable sorpresa de Hinata. ―Yo tendría que estar contigo pero gracias a ese tonto y lo que te dijo, te fuiste y te lesionaste.
―Ah…―jadeó, entre el dolor que golpeaba su sien y las palabras de Toneri, no entendía casi nada.
―Digo que todo esto sucedió por Naruto, por su culpa perdiste la memoria.
Los ojos perlados apenas pudieron enfocar la vista cuando de pronto ella de desplomó hacia atrás.
― ¡Ni te atrevas a tocarla! ―gritó Naruto para sostenerla a tiempo. ―Has tu trabajo y prepara ese canasto para llevar ¡Ahora!―Toneri sonrió con una malicia que el rubio muy bien conocía.
― ¿Cuándo le dirás que fue tu maldita culpa y la de tu maldita novia lo que le ocasionó ese estado?
―Ya dejé las cosas en claro con la zorra de Shion, así que quita tu hocico de donde no te llaman.
Toneri miró con odio al rubio y fue a registrar la compra de Hinata para que ambos se largaran de su tienda. Hinata, que había estado casi consiente, abrió los ojos y trató de ordenar sus ideas.
―Naruto-kun qué me pasó―preguntó con débil voz.
―Nada que deba preocuparte, ahora nos vamos a casa. Tu estate tranquila.
Hinata asintió luego que Naruto la dejara en el suelo. Aún tuvo que sostenerse para equilibrarse y mientras él le contaba lo que harían después, Hinata sintió un dolor inexplicable invadir por su espina dorsal por cada auto que veía cruzar la calle.
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14
Desayunaron como nunca antes. La mesa estaba repleta y la plática tenía para nunca acabar.
―Bueno Hina, hoy quiero verte a las 4pm en la plaza de Konoha.
―Ah ya veo, vamos a ver el concierto. Naruto-kun, deberías cantar algo, tu voz es muy bonita.
Naruto le frunció el ceño y ella solo río ante ese gesto. Al avanzar la mañana, Hinata terminó sus deliciosos chocolates que por nada del mundo dejó probar al rubio. Este se quejó y dijo que mejor se iría de casa para ver que su regalo estuviera listo. Hinata aplaudió esa decisión y cuando él se dispuso a salir, lo detuvo con un delicado abrazo que lo sorprendió.
Estando sola, Hinata sacó todo su arsenal de manualidades y se dedicó el resto de la mañana a hacer el empaje perfecto para sus chocolatitos, aunque también hizo otros pequeños para sus amigos. Se disponía a dar el toque final a obsequio de Naruto, cuando descubrió que no había comprado el listón rojo. Casi se dio un golpe mental y no le quedó más que salir a conseguir uno dónde sea.
―Pero bueno…―Tomó unos cuantos chocolates pensando estos podrían endulzar su búsqueda.
Así fue que sondeó por cada tienda, siempre teniendo presente el listón que Naruto tenía en la mano. Quería uno igual y solo pudo encontrarlo en un recóndito lugarcito que le resultó muy acogedor.
―Gracias por su compra. ―Hinata estaba sonriente, ya no más faltaba hacer el lacito en el lugar correcto y podría ir con Naruto para decirle sus sentimientos. Estaba a punto de llevarse un chocolate a la boca, cuando de pronto, un hombre pasó corriendo por su lado arrancándole la cartera de un jalón.
― ¡Detente!―Gritó mientras corría detrás de él. No podía dejar que el listón se perdiera así como así. La gente no intentó ayudarla más la observaron con ojos curiosos, ella se sintió desesperada; fue entonces que sintió un extraño deja vu. La sensación de que ya lo había vivido antes. El sonido de un claxon apenas la hizo reaccionar y ella se arrojó a un lado golpeando su cabeza contra el duro asfalto.
― ¡Niña idiota! ―gritó el chofer arrancando de inmediato.
Hinata sintió que el cuerpo le pesaba y que la sangre que salía de su frente era una hemorragia. Dio un leve alarido pero nadie se acercó. Entonces, cuando reunió todas sus fuerzas en sus manos, sintió una sacudida brutal. Su cabeza le estalló de dolor y al abrir los ojos, pudo verlo todo.
« Hinata Hyuga, así que tú pretendes quitarme este departamento… Vamos a compartirlo ¡Y tendremos normas de conveniencia!... Sabes Hinata, vivir contigo es como vivir con un cachorrito… Pasaré a recogerte después de clases… El tiempo contigo me parece interminable… »
« Naruto-kun me mira, sus ojos azules me muestran sentimientos que muero por descubrir… Kiba-kun, voy a regalarle una canción ¿Podrías ayudarme?... Escribiré metáforas sobre él, porque siempre que él me ve, siento el brillo de una estrella posarse sobre mí… Naruto-kun es la estrella con que soñaba en la niñez… Él me da fuerza. »
« Hinata, ella es mi novia, Shion… ¿Por qué? Tú y yo somos amigos… Tú y yo… »
« Naruto-kun, la estrella que no brilla más para mí, la estrella que voló a otro jardín… »
« Hinata, mis padres se fueron pero no estoy solo… es gracias a que estas a mi lado... »
« Naruto-kun... ¿me quieres?
El recuerdo del primer beso se dibujó en delicados trazos. Luego de terminar con Shion, Naruto, solo y con el peso de la orfandad, le dedicó aquel dulce gesto besándola hasta tenerla desmayada en sus brazos. Ella despertó al día siguiente, 1 de febrero y decidió comprar todo lo necesario para un gran regalo de San Valentín porque estaba segura que sus sentimientos eran correspondidos.
―Yo sobrepasé tu promedio, Hinata ahora me pertenece.
― ¡Quieres que te parta la cara! ―Hinata asomó la cabeza por el almacén y vio la riña entre Naruto y Toneri. Kiba, su maestro y amigo, con el que se había encontrado en el centro comercial, la instó a no interferir en la trifulca pero ella no hizo caso.
―Naruto-kun, ¿qué está diciendo Toneri-san? ―Aquello silenció a ambos pero ella esperó la respuesta aferrando contra su pecho el listón rojo. Naruto se volvió hacia ella y notó que Inuzuka la acompañaba. Hinata no entendió por el repentino cambio de arrepentimiento a ira en los ojos azules de Naruto.
―Anda Naruto, dile a Hinata de nuestro pacto o ¿acaso tan solo la quieres para ti?
Hinata tocó el pecho del rubio mostrando una sonrisa benévola. Pero él estaba fuera de sí…
―Nosotros estaremos juntos, pese a todo… yo…―balbuceó como declarándose ―Te considero un…
― ¡Jamás! ―Naruto la interrumpió cerrando los ojos ―No significas nada para mí. Nada.
Hinata sintió una dura embestida y una herida abriéndose en su pecho a la velocidad con que sus ojos se llenaban de lágrimas.
―Naruto-kun…
― ¡Entiende! ―bramó y de un arrebato, se quitó las manos de Hinata de encima.
Toneri sonrió triunfal y Kiba la sostuvo. Naruto se dio vuelta y antes de dar su última palabra de desprecio, Hinata se zafó de Kiba dejando tirado el listón rojo. Salió del establecimiento y corrió llevando en el corazón una herida lacerante.
« Era ese deseo tan profundo de olvidar lo que provocó la hecatombe que borró todos y cada uno de los recuerdos que alguna vez guardé en mi corazón...
Y la estrella dejó de brillar para convertirse en un enigma…
Y en ese instante llegó todo y todo tuvo sentido…»
Hinata lloraba mientras caminaba de vuelta a casa. El infortunado ladrón tiró su cartera cuando vio que no tenía nada de valor. Por ello, Hinata apretaba el listón como queriendo destrozarlo. Por fin había sucedido, el velo sobre su cabeza había caigo, las plumas revueltas en el aire habían regresado y su travieso corazón salió del Aleph donde se ocultaba.
―Por qué… ―sollozó ―Naruto-kun... por qué lo hizo… Ah… por qué…
Cuando llegó a casa se limpió el desastre en que se había convertido y hurgó en su Diario de metáforas. Ella sabía que la última hoja había sido arrancada y creyó que su momento fue ella; entonces, como sospechando se algo mucho peor, se adentró en la habitación del rubio.
Su corazón se constriñó cuando levantando la almohada, encontró una hoja magullada.
« Estrella ¿Dejarás de brillar? ¿Será un beso el causal de separarnos? »
Giró la hoja y halló otra nota:
Fui un reverendo idiota. La amé cuando comencé a perderla. Aunque la recuerdo junto a mí, sonriendo y mirándome con ese infinito cariño. Fue igual cuando, poco antes de mi cumpleaños, mis padres fallecieron. Pero no podía dejar que mis sentimientos me doblegaran con un ángel como ella. Por ello busque a quien podría quitármela de la cabeza. Fue idiota. Justo en ese lapso, el maldito a quien llamaba estrella le causaba dolor ¿Por qué tenía que rechazarla al mismo tiempo que yo?
Pero Hinata logró salir adelante y llevando siempre ese Diario suyo, me prohibió verlo aunque antes ya había conseguido leerlo. El engaño no pudo seguir y terminé con Shion, Hinata me acompañó ese día al templo final de mis padres y fue, al mostrándome su apoyo incondicional, que dejé al autocontrol de lado y la tomé en mis brazos, besándola como nunca lo habría imaginado. Ella se desmayó impresionada. De seguro su noble corazón estaría creyendo que traicionada a esa maldita estrella.
Poco antes del accidente fue que lo vi. Yo estaba discutiendo con el animal de Toneri cuando ella llegó acompañada por ese sujeto… ¡Maldito! Tuve que mentirle a Hinata para no traerle problemas, sin embargo ella terminó escapando y siendo seguida por él. Yo tomé el listón rojo del suelo, guardándolo para mí y corrí detrás de ellos solo para ver como Hinata…
Hinata apretó el papel con todas sus fuerzas, miró su reloj y comprobó que ya era tiempo de partir a la plaza de Konoha, allí aguardaban Naruto y la sorpresa que tanto ansiaba darle.
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15
Sasuke y Sakura permanecieron tras bastidores, endulzando su pequeño rincón oscuro. Para ellos las palabras sobraban pues con sus miradas podrían dedicarse el mundo entero y no terminar jamás. Ese era el sello del amor que se profesaban. Inmenso e inquebrantable. Naruto contempló a sus amigos, estaba contento por ellos pero aun así no dejaba de estar nervioso. El concierto había tomado un rumbo alocado desde la canción de Sasuke y en ese minuto podía escuchar a la gente gritar sus declaraciones de amor a viva voz. Claramente, ese viernes 13 sería historio. Fue entonces que, asomando los ojos por el telón, vio llegar a la persona por la que tanto esperó. Hinata tenía los ojos brillantes y daba una rápida mirada por todos los alrededores. Naruto apretó la correa de la guitarra, su momento había llegado.
―Un día ella encontró una canción ―La voz hizo eco en los oídos de Hinata ―Yo no entendía que significaba un corazón perdido, un sentimiento olvidado, pero ella supo cómo llamarlo. A ese amor que brilló como una estrella, ella lo transformó en un Aleph. Yo prometí buscarlo y Hinata, para ti lo encontré.
La plaza se llenó de gritos ensordecedores al momento que iniciaba la suave melodía. Hinata no aguantó un quejido cuando la voz de Naruto entonó la letra de esa canción que solo ellos entendían.
Me cuesta recordar mis pasos por el carnaval
Con quién estuve y con quién me puse yo a bailar
Tardamos mucho en no volver a ver la luz del sol nacer
Tardamos tanto que salió un Aleph en un rincón
Desde entonces le pierdo la pista
No sé a lo que juega, no sé dónde vuela, no sé dónde está
―No lo hagas… ―susurró llorando. Las vivencias de esos días llegaron como traídos por un huracán y por cada acorde, un recuerdo de Naruto era sellado con fuego en su corazón.
¿Dónde está?
Mi corazón dónde se ha ido a derrumbar
Mi corazón que alguien lo busque para mí
Dónde está, que esta noche no duerme contigo
¿Dónde está?
Mi corazón que alguien le diga que volví
Mi corazón que alguien le diga que pasó lo peor
Que esta noche me muero de frío
¿Dónde está?
Que alguien lo busque para mí, que alguien lo ate para ti
Que alguien lo encuentre y le diga
Que lo estoy buscando por toda la ciudad
Naruto lo sabía, mientas su mano se deslizaba con maestría por la guitarra, que esa canción era el lazo invisible que lo unía con la mujer que amaba. Todas sus tonterías se acabarían y al terminar la canción se lo diría como el hombre que era: Te Quiero… Te Amo. Por ello decidió ser el primero en bajar del escenario, escalón por escalón y mientras cantaba, se habría paso entre la multitud que gritaba de pura emoción.
Es como borrar un huracán
Que me perdonen pero ¿dónde estará?
No quiero batallas pero estoy tan solo y perdido en esta ciudad
Es no hacer lo que hacen los demás
Lo que le habrá hecho regresar a su mundo perfecto
Lo doy por perdido, de allí nadie ha vuelto jamás...
Azul y perla encontrados, mirándose fijamente e inspirando el aire puro que venía cargado de innumerables sentimientos. A su alrededor la gente llenaba la plaza de aplausos y gritillos pero para ellos no había momento más íntimo que aquel donde sus miradas hablaban.
―Hinata, estás día y noche en mi pensamiento, eres el impulsor que me hace vivir…
―Naruto ―Aquello lo desconcertó. Hinata apretó los labios y levantó la quijada. Sus parpados temblaron al momento que recitó: ―Estrella, ¿dejarás de brillar? ¿Sería un beso el causal de separarnos? ―Naruto abrió los ojos atónito, entonces Hinata añadió: ―Fuiste tú. Todo este tiempo mientras buscabas… yo te encontré… Mi estrella, Mi Aleph.
Los ojos perlados le brillaban cuando se aferró a Naruto rodeándolo con sus gráciles manos. El soltó un leve jadeo, no quiso explicarse nada ni preguntar, simplemente la estrechó contra su pecho para sentirla suya, total y complemente Suya. De pronto pareció que el calor iba en aumento y la necesidad de tocarse les encendió la piel. Naruto no se midió y atrapó los labios de Hinata bajo esa caricia que antes los había hecho vibrar. Al principio fue delicado pero le fue difícil contenerse teniendo las manos de Hinata acariciando su rubia cabellera y jalando unos mechones en señal de estar disfrutando del beso. Naruto mordió suavemente su labio inferior y se adentró en la dulce cavidad femenina. Ambos se sintieron en la gloria ante la intensidad que demandó un beso como aquel.
La gente estalló, gritando y aplaudiendo por el encuentro del par de enamorados. Naruto y Hinata se separaron sonriendo, pegaron sus frentes y se miraron a los ojos.
El amor incondicional que Hinata había conservado se deslizó en delgados hilos invisibles y, tal como el listón rojo que permanecía atado a la muñeca de Naruto, los hilos rodearon a ambos pues era el destino que había sido escrito mucho antes de que sus ojos se encontraran la primera vez.
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16
Los primeros rayos de sol se asomaron por la ventana y cuando Naruto despertó sintió la cálida respiración de Hinata sobre su pecho. Le acarició la espalda y el largo cabello negro. Ella se removió y poco a poco abrió los ojos. El rubor no tardó en aparecer en sus mejillas al instante que se levantó.
― ¡Na-Naruto-kun! ―dijo separándose ligeramente ― Feliz San Valentín.
― ¡Gracias Hinata! Ahora quiero mi regalo ―y se le abalanzó para robarle beso.
― ¡Y está aquí, aquí cerca! ― Hinata se movió hasta la pequeña mesita al costado de la cama y sacó del cajón una pequeña bolsita naranja atada con un listón rojo. Naruto lo recibió como si fuera el tesoro más preciado del mundo y cuando lo abrió, encontró un chocolate hecho con dulce de amor.
No lo comió en ese momento pero ya imaginaba lo delicioso que estaría, Hinata sonrió y justo antes de acercársele y terminar su regalo con una caricia, Naruto sacó de dentro de las sábanas una pistola de agua y le disparó agua directo al rostro. Hinata chilló y cuando abrió los ojos Naruto le tiró a las manos otra pistola de agua para que se uniera al juego. Ella no tardó en seguirlo hasta llegar corriendo a la calle.
La gente se había aglomerado en las afueras para celebrar el corazón de los carnavales y tan pronto como aparecieron, fueron cubiertos con una variedad de polvillos, espuma y algo de agua que los más osados se atrevían a lanzar. Hinata y Naruto se tomaron de las manos mientras daban vueltas riendo.
― ¡Hinata, llegó el carnaval! ―gritó Naruto y ella recordó que esa frasecita fue la primera pluma que regresó al nido de sus recuerdos pero sobre todo, fue esa enorme sonrisa lo primero que recordó de su amor. Naruto, que nunca había sentido un exaltación como aquella, jaló a su novia contra él y la pegó a su cuerpo tanto que su respiración le acarició la piel. Entonces sus labios se encontraron…
El amor, cosa extraña, cosa increíble e indescriptible… Se regocijó en el aire y el corazón de Hinata, que se había perdido en un extraño Aleph, paseó tranquilo y no se escondió, después de todo Naruto sabía dónde encontrarlo.
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FIN
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¡Hola! gracias por leer este One-Shot, iba a ser muy largo, tanto que consideré dividirlo en partes pero al fin hice una GRAN reducción porque de lo contrario nunca iba terminar. Espero que hayan disfrutado y que no los haya desesperado; la idea nació para el concurso y cobró vida gracias a la canción El Aleph de Nena Daconte, aunque también debo agradecer a Yiruma-Beloved y Naruto The Last-Daymare.
¡Búsquenlas si pueden!
Sin más que decir me despido y me muerdo las uñas en la espera se saber en que puesto del concurso quedé XD
¿Reviews? ¡Dime que te pareció!
~ June ~
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¿Y tú, sabes ya qué es un Aleph?
