Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, pero la historia es completamente mía.

"Cuanto más rápido, más divertido."

Universo Alterno.


Capítulo 1: "Conociéndonos de manera desastrosa."

Iba caminando por las calles infestadas de gente, demasiada para su gusto. De compras, de paseo. Pero él no tenía muchas razones para estar ahí, solo había decidido seguir a su molesto e hiperactivo mejor amigo, por no tener otra cosa más interesante que hacer, y como siempre podía reírse a costa de Naruto, no lo pensó dos veces.

-¿A donde vamos Dobe? –pregunto,se veía esplendido como siempre, su cabello azabache con reflejos azules despeinado, encantador, su tez blanca, impecable, su ojos negros, profundos. Tenía un peculiar tatuaje en el brazo izquierdo que era una serpiente enroscada en su brazo, llevaba unos jeans oscuros, una camiseta azul oscuro con el abanico japonés rojo y blanco que representaba a su familia y unas zapatillas negras.

-Tu no se, pero yo tengo que comprar unas cosas para mi auto. Y Shikamaru me pidió que le comprara más pintura, porque no tenía más. –Su rubio amigo caminaba sin dejar de ver hacia todos lados.

-Hn. –contesto, con su típico y ya muy conocido monosílabo.

-Vamos Teme, ponle algo de alegría a tu vida. –Comentó, cómico y burlón, sus desordenados cabellos dorados bailaban ante cada sacudida de cabeza, sus brillantes ojos color cielo, su tez tostada, traía tatuado el símbolo de su familia en el centro de su espalda y en el brazo derecho llevaba un extraño signo, según el era un secreto su procedencia. Vestía unos jeans claros de mezclilla, zapatillas negras y una camiseta de un fuerte y espeso naranja.

-Cállate Dobe, si no quieres que te ahorque. –Hablo con su acostumbrado todo de voz, frío y casto.

Él rubio pareció entender, y cerró su boca de inmediato. Había temas que eran preferibles no tocar cuando se hablaba con el Uchiha.

-Son quinientos dólares. –Había hablado el vendedor de la tienda, luego de haber estado el tiempo suficiente consiguiendo todo lo necesario, y algunos extras.

-Claro, tenga señor. Dattebayo! –El hombre pareció satisfecho, y pudieron darse a la retirada luego de cargar todas las cosas.

-Vámonos ya Dobe, quiero regresar al taller. –Dijo completamente serio el azabache. Odiaba las aglomeraciones, las detestaba en demasía.

-Claro, solo espera que suba las cosas al auto y nos largamos. –Dijo con una sonrisa plasmada en su rostro, mientras el azabachado lo esperaba en el interior del vehículo.

Al llegar, se encontraron con sus amigos, todos corredores de autos de la famosa empresa de Hatake Kakashi, Shippuden. Todos los presentes en aquella sala, exceptuando por el joven Shikamaru Nara, él es quien controla que todo salga bien, quien organiza y maneja el dinero. Un buen estratega de cabello negro y siempre atados en una curiosa coleta alta, ojos negros, para él todo es muy notoriamente problemático. Ellos también eran parte de aquello. Se podían considerar a si mismo, una gran familia. A diferencia de los demás presentes, Naruto también es el mecánico principal, es un tanto torpe, pero hace bien su trabajo a fin de cuentas.

-Ey, vengan a ver las cosas que traje. –Grito nuestro amigo hiperactivo. Mientras bajaba las cajas del auto de su amigo.

-¡Genial! ¿Qué me trajiste? –Río divertido un joven alto de ojos rasgados, cabello castaño e igual de rebelde que su propia personalidad. Tenía unos extraños tatuajes rojos bajo sus ojos, en forma de colmillos. Su nombre era Kiba Inuzuka.

Y así mientras le platicaba a cada uno que fue lo que había traído, el Uchiha se había puesto a mirar desinteresadamente a sus compañeros. Allí también se lo veía a Gaara Sabaku No, él le caía bien, era callado y hablaba solo lo necesario, su cabello eran de un rojo fuerte y llamativo, sus ojos aguamarina derretían a muchas mujeres. Más allá también veía a Neji Hyuuga, a diferencia de los demás, él era arrogante y no temía hablar sobre lo que pensaba. Llevaba el cabello demasiado largo, atado en una coleta baja.

-Ah, Shikamaru. Te conseguí las pinturas que me habías encargado. –La voz del Uzumaki lo sacó del estado de ensimismamiento en el que estaba.

-Gracias. –Comento el susodicho, adorador de las nubes, que aún permanecía sentado en el amplio sofá.

-Oye Naruto, Kakashi-san dijo que está noche habría una carrera. ¿Crees que tu auto estará listo a tiempo? –Pregunto el Sabaku No, con su voz relajada.

-Siendo yo quien lo arregle. ¡Dalo por hecho! –Se carcajeo el de ojos azules mientras se retiraba de un trote hacia la cochera del taller, donde solía pasarse horas trabajando.

-¿Y que hay de ti Sasuke? –La voz a sus espaldas lo obligo a voltearse, hasta dar con los ojos perlados del Hyuuga.

-Hn. No pienso faltar. –Sonrió de medio lado mientras subía las escaleras hasta su cuarto para darse un buen baño.

En las siguientes horas todos prepararon sus autos para la gran carrera. Hacia bastante tiempo que no corrían. En la noche, ya todo estaba preparado. Llegarían allí a las nueve de la noche y se quedarían hasta la madrugada del otro día, disfrutando de lo que más les gusta hacer.

Eran las ocho y media, solo faltaban unos minutos para que partieran en dirección hacia la tan esperada noche. Naruto saltaba por todos lados, gritando lo emocionado que estaba por todo eso.

-¡Aaaaaahh, no puedo esperar mas! Quiero estar ahí en la pista y correr con mi auto. –gritaba el rubio, mientras hacía extraños ruidos de motor.

-Naruto cálmate ya, recuerda que vamos a ir a un lugar público. Intenta no avergonzarnos. -dijo el Inuzuka mientras negaba con la cabeza apoyado en la pared de la entrada de la casa, mientras se fumaba un cigarrillo.

El rubio había suspirado mientras volvía a entrar en la cochera para revisar su auto por octava vez en la noche. Y esta vez se disponía a sacarlo a la calle.

-Hola muchachos. -comento un hombre mayor de cabellos grises, una mascara tapaba parte de su rostro dejando solo a la vista su ojo izquierdo, alto y fornido. Kakashi Hatake había llegado. –Lamento la tardanza, me perdí en el sendero de la vida. –Se disculpo con una divertida sonrisa.

Así partieron para las pistas, cada uno en su respectivo auto. Todo estaba calmado, aún no había mucha gente. Se bajaron, luego de estacionarse en el lugar en donde ellos estarían toda la noche. Ahí se quedarían hasta que alguien los retara a una carrera. Ellos no se rebajaban a pedir retar a otros competidores.

Luego de una hora habían ganado unos 10.000 dólares aproximadamente y no habían hecho ni siquiera 5 carreras, el lugar estaba atestado de ingenuos novatos. Lo que lo hacía aún más divertido.

De un momento para otro tres autos y una moto pasaron frente a ellos, siguiendo de largo unos metros más. Un VMW de color blanco. Un Porche amarillo chillón. Un Jaguar color negro, y una Kawasaki azul con rayos plateados en los costados. Y ellos no caían en el asombro al ver como de estos vehículos bajaban varias chicas.

Seguro que eran una especie de animadoras, o algo por el estilo. Pero comenzaron a dudarlo luego de cierto tiempo. Del Porche habían bajado una chica rubia de largos cabellos atado en una coleta alta y con un rebelde flequillo que tapaba todo su ojo derecho, ojos celestes como el cielo. Traía una minifalda negra, una camiseta sin mangas color violeta y unas botas negras altas con un poco de taco. Y del lado del copiloto bajo una rubia ceniza, que mantenía su cabello atado en cuatro coletas atrás, de ojos aguamarina, jeans grises ajustados, zapatillas negras y una camiseta bordo de manga ¾. Del Jaguar, del lado del piloto había bajado una joven de cabello castaño atado en dos moñitos y ojos chocolate, pescadores de jeans azules, una camiseta de tirantes verde lima y unas zapatillas verdes, del lado del copiloto bajo una señora mayor, su cabello rubio lo llevaba atado en dos colitas bajas en la espalda, de ojos miel, pollera larga y ajustada hasta las rodillas de color gris, una camisa blanca y un saco a conjunto con la parte de abajo y unos tacos de aguja color gris con detalles blancos, y no había que obviar su gran dotada delantera. De la moto se había bajado una chica que vestía unas jeans ajustados blancos, unas zapatillas negras y una camisa azul, al quitarse el casco mostró una larga cabellera morada y unos ojos perlados. Mientras que del VMW blanco, se bajo una joven de cabellos negros y ojos morados, vestía un jeans ajustados tan morados como sus orbes, un simple top blanco que le llegaba al ombligo y unas zapatillas blancas. Mientras que del lado del conductor se bajo una pelirrosa con el cabello suelto, de ojos jade, esta traía una falda roja, un top blanco y calzaba unas botas altas negras. Se juntaron frente a sus autos y comenzaron a hablar entre ellas animadamente.

-Hn. –Nuestro azabachado se quedo mirando a las jóvenes con algo de desconfianza.

-¿Chicas? Esto tiene que ser una broma. ¿Verdad Kakashi? –Pregunto el Inuzuka mirando incrédulo a su jefe.

-No lo se. No juzgues a un libro por su portada. –Respondió restándole importancia al asunto.

Estos chicos no perdían de vista a las jóvenes que tenían a unos pocos metros. De un momento a otro la amena charla que tenían llego a su fin.

-Basta de palabrería, vinimos a correr y eso haremos Tsunade-sama. –dijo la pelirrosa, mientras se cruzaba de brazos y fruncía el seño.

-¿Por qué tanto melodrama Frentona? Solo queríamos hablar un poco. –Le contesto la rubia más joven del grupo sonriendo de medio lado.

-Tienen todo el día de mañana para hablar, Cerda. –Respondió mordazmente.

-Sakura-chan tiene razón, vinimos a divertirnos chicas. ¡Hora de correr! -Comentó la morocha de ojos morados sonriendo de lado a lado.

-¡Si! –La de moñitos dio un pequeño salto en el lugar para demostrar su felicidad.-

Se dieron la vuelta y comenzaron a mirar para todos lados buscando algún buen competidor. Pararon su búsqueda al encontrar un grupo de chicos un tanto alejados, comenzaron a caminar en aquella dirección mientras volvían a su amena charla. Nuestros protagonistas se acercaron por mera curiosidad, al igual que mucha gente de ahí.

-Disculpa. –Llamó la joven de cabellos rosados acercándose a uno de ellos. –Nosotras oímos que ustedes eran muy buenos corredores. Y estábamos buscando una carrera que fuera divertida. –Río suavemente mientras pestañaba simultáneamente. -¿Les complacería correr contra nosotras? –Su delicada sonrisa encajaba por completo con el aspecto de niña buena que daba.

-Seguro preciosa. –Comentó un chico de cabellos naranjas, mientras la miraba de pies a cabeza. -¿Quieres correr ahora o prefieres divertirte primero? –El muchacho se había acercado peligrosamente a ella y le hablaba con una voz ronca y sensual.

-Ahora. –Sentencio sonriendo. -Pero hagámoslo un poco mas divertido. ¿Qué tal una apuesta? –La sonrisa se ensanchó aún más, con un toque de maldad camuflado.

-Sería perfecto cariño. ¿Qué apuestas? –Pasó un brazo por sus hombros y acerco su rostro hasta el de la joven.

-Ino. –Llamó a su amiga, mientras se separaba algo incomoda de aquel hombre. -¿Cuánto dinero tenemos? –Dijo volviendo a sonreír.

-Déjame ver. –La rubia comenzó a hacer algunos cálculos mentales. -5.000 dólares.

-Okay, entonces serán 10.000 dólares. –Dijo con una enorme sonrisa. –El que pierda pagara al ganador diez mil dólares. ¿Hecho? –Extendió una mano para sellar el trato, mientras su sonrisa se volvía poco a poco más macabra.

-¿Estas segura bombón? –Pregunto confundido mirando la mano de la joven.

-¿Qué? –Lo miró con una ceja en alto. -¿Te asusta perder? –Y ahí estaba de nuevo, aquella sínica sonrisa.

-¡Claro que no! –El muchacho entrelazo sus manos y la fulminó con los ojos.

-Así me gusta. Serán dos contra dos. Ino tu vienes conmigo. –La susodicha asintió con una linda sonrisa en los labios. -¿y ustedes? -dijo ahora mirando a sus competidores.

-Yuko. –Fue cortante pero todos habían entendido. Un chico de cabello verde se acercó a donde estaban. –Andando.

-Los esperamos en la línea de salida. –Dándoles la espalda, salieron caminando con suma tranquilidad hacia sus autos, mientras mantenían aquella tranquila conversación entre amigas, nuevamente.

-Me encanta cuando los tontos caen redonditos. –Dijo riendo la rubia de coleta alta.

-Es aún más divertidos ver sus rostros cuando pierden. –Acompaño sus risas la rubia ceniza.

-Nadie intenta manosear a mi prima y lo intenta de nuevo. –Sonrió de medio lado la joven de orbes morados, mirando de soslayo a la susodicha.

-Bueno chicas, es hora de ganar dinero. –Tsunade, se acomodó su saco y se busco un lugar cómodo en donde ver la carrera.

Los muchachos habían quedado tan sorprendidos como los que iban a correr con ellas. Eran intrépidas, y eso les había llamado la atención. Sin contar lo atractivas que eran.

-Eso fue raro. –El joven Inuzuka fue el primero en cortar el silencio que había entre ellos.

-Lo sé Kiba, pero algo me dice que está carrera será muy emocionante. –Hatake nunca solía mostrarse emocionado por nada en particular, más que por sus benditos libros eróticos, pero algo en él había cambiado. Algo que no quería mencionar.

Naruto se había metido en su auto, no le gustaba tener que esperar a que vinieran a buscarlos. Si hubiera sido por él ya todos estarían en bancarrota y llorando por los rincones. Estaba ofuscado, luego de haber ganado dos carreras, la adrenalina aún corría por sus venas. Y lentamente fue cayendo rendido al cansancio, sin saber lo que ocurría fuera del vehículo.

Se posicionaron en sus lugares de la salida, encendieron sus motores, y la rubia ceniza que estaba parada entre los cuatro autos agito sus banderas y dio comienzo a la carrera.

Los cuatro autos salieron a toda velocidad, corrían muy parejos. Las chicas parecían tranquilas, lo que desesperaba a sus competidores. En la primera curva ellos lograron tomar la delantera, lo que los tranquilizó un poco, más sin embargo en la siguiente curva, los pasaron. Recuperaron sus puestos y avanzaron, las pasaron utilizando un nitro, pero al usarlo cerca de la tercera cuerva no pudieron a girar a tan alta velocidad y sus autos se apagaron, luego de la cuarta cuerva, ellas usaron simultáneamente sus tanques de nitro. Obteniendo una victoria espectacular. Cuando ellos cruzaron la meta, se los veía muy molestos. Se bajaron y a zancadas se fueron acercando hasta las ganadoras, las cuales tenían una perfecta e imborrable sonrisa en el rostro.

-¿Qué fue eso? –Pregunto un irritado pelirrojo.

-Fue una carrera. –Dijo la rubia, tomándole el pelo. –¿Y sabes cual es la mejor parte? P-e-r-d-i-e-r-o-n. –Y se hecho a reír abiertamente.

-Ya vámonos de aquí Kigo. –dijo el de cabello verde, Yuko. Ambos pretendían emprender marcha.

-Un momento muchachos. Ustedes apostaron. –Los detuvo la pelirrosa. –Un hombre cumple con su palabra. –Agrego para echarle más leña al fuego.

-¿Y qué si no queremos, Rosadita? –Contraataco el pelirrojo.

-Escúchame una cosa zanahoria. –Dijo un tanto alterada la pelirrosa. –A mi nadie me llama Rosadita y vive para contarlo. –Lo agarrandolo de las solapas de la camisa negra que tenia. –A si que ahora paga los diez mil o no te gustara saber lo que te pasara a ti y a tu amiguito. –Hizo una seña con la cabeza señalando al tal Yuko.

-¿Es una amenaza? –Preguntó incrédulo la "zanahoria".

-Tómalo como quieras. –Dijo mientras lo soltaba y lo fulminaba con la mirada.

-Bien. –Le hizo entrega del dinero y se largaron.

La morocha estaba contando todo el dinero y sonrió en grande. –Ahora oficialmente tenemos 15.000 dólares. –Anunció felizmente.

-¡Yay! –La rubia saltaba de alegría. –Ahora tenemos 15.000 dólares para ir de compras, Frentona.

-Seguro que si, Cerdita. Yo aún estoy esperando para poder comprar un jacuzzi para la casa. ¿Y tú? –Mantenían una charla las dos ganadoras, mientras volvían a sus autos.

-Yo, sinceramente, quiero más ropa, y unos nuevos asientos para mi auto. Serán de cuero blanco. –Se subió a su auto y condujo hasta estacionarse donde estaban antes, aún que ahora parecían estar peligrosamente más cerca de Shippuden.

Los chicos habían oído parte de aquella conversación, y se dirigían nuevamente caminando hasta sus autos. Donde un adormilado Naruto, roncaba. Pero se les había escapado cierto pelinegro.

-Oigan. –Hizo acto de presencia el Uchiha entre el grupo de mujeres. –Veo que esa carrera no les pareció nada buena. ¿Qué tal una carrera? 10.000 dólares al que gané ¿Aceptan? –Había sido directo. Y pues, él también estaba en busca de una buena corrida.

-¿Estas bromeando? –Habían sido las palabras de la rubia que volteo a verlo de inmediato. –Así tendremos 25.000 dólares. ¡Y podré comprarme aún más ropa! –Exclamó contenta.

Sus amigos parecían no haberse percatado de que se había escabullido para hablar con las chicas.

-¿Te parece bien, dos contra dos? –Pregunto la ojijade. El azabachado asintió. –Perfecto. Tú eliges. –Sonrió y se dirigió a su vehículo.

-Allá nos vemos. –Dijo en un tono monótono. Se marchó y en cuando dio con sus amigos les contó lo sucedido.

-Gaara, tu corres conmigo. –A lo que el susodicho sonrió y tiró el cigarrillo que estaba fumando.

Estaban en sus posiciones correspondientes. Se dirigieron ciertas miradas conciliadoras antes de subir a los autos. Ahora era la chica de los moñitos era la que estaba en el medio de la calle, preparándose para dar el comienzo de la carrera.

-¡En sus marcas! ¡Listos! ¡Fuera! –Grito y los autos arrancaron, sin más.

Los chicos ya sabían como ellas se manejaban así que no se preocuparon por que fueran chicas y mantuvieron su vista fija en la meta. Sasuke y Sakura iban adelante empatados, mientras que atrás venían Ino y Gaara, también igualados. La pelirrosa amenazo con golpear el auto del azabachado, haciendo que este bajara la velocidad y ella se posicionara delante de él. Intento retomar su puesto pero cada vez que lo intentaba ella le cerraba el paso. Hasta que al Uchiha pudo recuperar su posición, dejando a una sorprendida pelirrosa. Pero igual así no logro pasarla. Por su lado la rubia y el pelirrojo iban igual, ninguno intentaba nada. La carrera siguió su curso, pero de un momento a otro simultáneamente tomaron la delantera en una curva. Estaban en la ultima vuelta, iban los cuatro muy parejos, uno avanzaba, pero el otro también lo hacia quedando nuevamente iguales. Faltaban unos pocos metros para llegar a la meta y que alguno ganara los preciados diez mil dólares. En un momento crucial Gaara golpea muy levemente la cola del auto de nuestra rubia, por lo que esta perdió el equilibro, y comenzó a desequilibrarse. Todos los espectadores estaban muy atentos a cualquier movimiento por parte de los corredores. El pelinegro imito a su amigo pero la pelirrosa supo mantenerlo, pero la rubia la golpeo por el otro costado, conforme iban avanzando era más difícil con el poco espacio que los rodeaba. Los chicos lograron cruzar la meta primero. Las chicas recuperaron el equilibro de un momento para otro, pero era demasiado tarde. Estaban a un lado del camino, junto a un precipicio al que no se le veía el final, una muerte segura. Y sus autos se balanceaban entre el camino y el barranco. Lentamente desabrocharon sus cinturones, cuidando no hacer ningún movimiento brusco que ocasionara una colisión en aquel fondo muy seguramente frondoso. Abrieron las puertas con el mismo cuidado. Ante esté ligero cambio de peso, los autos se movieron. Luego de unos minutos, cuando los vehículos dejaron de balancearse pegaron un salto saliendo de peligro. Y en el preciso instante se cayeron ambos autos. Aun con la respiración agitada, sus pechos subían y bajaban a gran velocidad. Se miraron fijamente y luego dirigieron su vista a la gran multitud que las miraba atónitas. Suspiraron al saberse a salvo. Se levantaron y se quitaron el polvo de sus ropas, y comenzaron a caminar como si nada hasta la meta, donde sus amigas las esperaban. Comenzaron a buscar en el publico a los dueños de un par de ojos negro y otro par aguamarina.

-Felicidades. –Dijo con desprecio la rubia.

La ojijade no hizo comentario alguno, solo se había quedado allí parada, observado a sus casi-homicidas.

-Hn. No pueden culparnos de nada. –El Uchiha sabía que algo se traían entre manos.

-Ah. –Muy sorprendida estaba la rubia.

-¿Así como tampoco podemos culparnos por casi… matarnos? –Pregunto incrédula la Haruno. –¿Acaso no viste como casi nos matan?

-No es culpa nuestra que no sepan mantener el equilibrio de sus propios autos. –Su voz era tan fría como siempre.

La ojijado no caía del asombro. –Te haré un pequeño planteo. Si en una pista ahí cuatro auto y dos se desequilibran… ¿Cómo quieres que mantengamos el equilibrio si no ahí ¡UN MALDITO LUGAR!? –Grito muy fuera de sí.

-Aquí lo único claro… –Comenzó la rubia, captando la atención de todos. –Ustedes pagaran nuestros autos.

-Llamaré a Tsuki-chan. –Se volteo y llamó a la susodicha, desde lo lejos comenzó a acercarse aquella morocha de ojos morados.

-¿Qué sucede Sakura? –Su voz era pacifica.

-¿Podrías darnos una aproximación del valor de nuestros autos? –Ino hablaba seria, lo que significaba que la cosa venía seria.

-Mmm… -La chica recién llegada comenzó a hacer cuentas mentales. Se mordía los labios de vez en cuando, y fruncía el entrecejo. –Mmm, unos tres millones de dólares. –Dijo finalmente.

Gaara tuvo que tragar duro para que no se notara su sorpresa. Estuvieron a punto de iniciar una protesta, pero la voz aterciopelada de Sakura los detuvo.

-Pero... –Dijo sonriendo de aquella manera dulce que tenía al llegar. –Si nos dan una buena disculpa, será solo la mitad ¿Qué les parece? –Los miraba con algo de añoranza en sus ojos.

-.. –Gaara estuvo a punto de pedir disculpas, así tendrían menos problemas y podrían pagar la mitad. Pero la testaruda mano del Uchiha se interpuso en su camino.

-Nosotros no pedimos disculpas. –Dijo de la manera más cortante que se pudiera. Las jóvenes lo miraron incrédulas, sin poder creer aún sus palabras.

La pelirrosa apretó los puños, le recordaba demasiado a él. El azabachado vio como la ojijade bajaba la mirada y cerraba sus manos con fuerza. Luego de estar en silencio unos tortuosos minutos, ella subió la mirada. Pequeñas y rebeldes lagrimas se acumulaban en sus orbes, pero estos mostraban una frialdad infinita. –Bien. Entonces serán los tres millones, ni un peso menos. Arreglaremos esto mañana. –las lagrimas se habían esfumado de sus ojos, pero la furia incontenible aún era visible. –Dile a tu jefe, que arregle con Tsunade-sama para que nos veamos mañana en algún lugar, así arreglemos este problema de una vez por todas. Y no tenga que volver a ver tu rostro por ahí. –El enojo era palpable en su voz. Miro a sus amigas y comenzó a caminar. –Vámonos.

Se fueron caminando sin mirar atrás, algo dentro del joven azabache se sacudió, ver a esa chica llorar y ver ese odio en eso ojos tan bonitos, dudaba que hubiera sido realmente por la carrera. Kakashi fue a hablar con esa mujer rubia de los pechos exuberantes. Al regresar traía con él una sonrisa extraña, se notaba bajo su mascara, algo tramaba.

-Volvamos al taller. Tengo algo que hablar con ustedes. –Dijo en su acostumbrado tono de voz despreocupado.

Y así fue como se volvieron en mitad de la noche. En la casa, mas específicamente la sala, todos permanecían sentados, a excepción de Kakashi, que caminaba de un lado a otro.

-Naruto, Kiba, Shikamaru y Neji, pueden retirarse. Pero en cuanto a ustedes. –Dijo fijando su vista en el Uchiha y Sabaku No. –Me van a tener que explicar muchas cosas.

-Kakashi, fue solo un accidente. Si hubiera sido por mi me hubiera disculpado, pero Sasuke me interrumpió cuando estuve apunto de hacerlo. –El Hatake fijo su vista en el pelinegro.

-Bien, entonces el problema es contigo. ¿Por qué no te disculpaste? Nos hubiera costado menos, ahora habrá que pagar tres millones de dólares, por culpa de tu arrogancia. –En su tono se podía palpar la molestia y la pena.

-¡Hn! –pronuncio el chico de ojos negros volteando la cara a un costado.

-Ah, que voy a hacer contigo. –Suspiro sonoramente. –Mañana hablare con Tsunade-sama y arreglaremos un modo de pagó. Vayan a dormir, y piensen en lo que hicieron, casi le quitan la vida a dos preciosas mujeres. –Y allí estaba saliendo su perversión al aire nuevamente.

Gaara consiguió dormirse enseguida, pero el pelinegro aunque lo intentaba no podía, siempre que cerraba los ojos para dormir, aparecía la imagen de aquella chica de cabellos rosados, con aquellos ojos jades tan brillantes como la misma luna, con esa figura tan esbelta, ese andar de diosa, y esas fachas con las que andaba no eran de una chica común, ¿cuando vieron una chica tan bonita y coqueta con tatuajes? Esta chica tenía un tatuaje de una luna y un sol en la parte baja de su espalda. Lo había notado cuando se estaban yendo. Debía admitir que era muy sexy. Pero lo que más le había llamado la atención había sido el tatuaje que tenía en el derecho, era el mismo de Naruto. Y ahí estaba otra vez pensando en esa chica de la cual solo sabía su nombre. Sakura. Como las otras veinticinco veces removió esos pensamientos de su cabeza, y nuevamente no podía dormir. Y como esas cavilaciones se fueron, volvieron, pero esta vez no las quito, se quedo pensando y así concilio el sueño, aceptando la invitación de Morfeo.


Bueno, termine de corregir y de re-escribir el primer capítulo de mi vieja historia. Debo de admitir que estaba bastante fea. Demasiados puntos suspensivos, y otras cosas que no me gustan. Pero ahora que la estoy editando, me tomaré el tiempo de corregir todo, y como ahora estoy en vacaciones, subir aún que sea un capítulo por semana, o unos diez días. Me toma bastante tiempo, además de que tengo que seguir escribiendo los capítulos que aún no hice. Espero sepan comprenderme si me atraso un poco. Todos lo hacemos a fin de cuentas.

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Cuídense, besos.

Shanami Haruno.