Aviso y que esto valga para todos los caps porque no pienso repetirme. Supernatural no me pertenece. Ni la serie, ni la trama, ni los Winchis, ni nada de esa serie es mio y lloro por eso todas las noches, no te creas. Esto esta hecho sin animo de lucro y para mi diversion. No gano ni una perra por esto y mi feliz por ello. Es un wincest y habra escenas de sexo explicito, asi que avisados quedais y al que no le guste el genero, que se de media vuelta y que cierre la puerta, que hace corriente. El resto, a disfrutarlo!!

Besos!!

Capitulo 1.

Infierno. Castillo de Astaroth, zona este del Inframundo.

- ¡Malditos Winchesters, asquerosos hijos de chacales!

- Veo que te has levantado muy imaginativa con los insultos hoy, prima Astaroth. – Astaroth, duque infernal, general de cien mil legiones estaba teniendo un berrinche digno de una cría en el salón de su castillo.

Valefor la observaba desde el sofá de reojo y mirando a ratos la pantalla de plasma donde ser veía repetido, una y otra vez, como los Winchester exorcizaban a la otra diablesa.

- ¡Les odio! ¿Tú has visto como han vuelto a joderme un plan genial? Lo tenia todo casi acabado… y tuvieron que aparecer y mandarme de vuelta. Lucifer tiene un cabreo de espanto. No voy a poder cruzármelo en siglos sin que intente matarme. – Valefor volvió a mirar a la pantalla y paro la imagen en el momento en que se podía ver a ambos cazadores.

- Bueno… es su trabajo, es normal que intenten joderte el plan. Pero… ¡Por el amor del anticristo! ¿Tú has visto lo buenos que están? A mi no me importaría para nada que alguno de los dos me jodiera los planes… o los dos a la vez… uhm… - Astaroth fulminó con la mirada a su compañera.

- ¡Tía! ¡Céntrate, joder! ¡Que Lucy me va a matar por culpa de esos dos! – la otra diablesa soltó una risita y se levanto del sofá.

- En serio, prima… ¿Cómo quieres que me centre viendo eso? – preguntó señalando a la pantalla donde se veía a los dos Winchester de espaldas. – ¿Pero tu te has fijado que culos tienen? Y lo altos que son… ¿lo tendrán todo igual de grande?

- Eres una salida…

- Lo que tu digas, pero también lo has pensado, a mi no me engañas… - Astaroth se llevó la mano a los ojos, frustrada.

- ¡Valefor! ¡Que te centres en lo que estábamos! ¡Deja el culo de los Winchester para después!

- Aguafiestas… Mira, no creo que puedas cargártelos, la verdad. Estos son buenos.

- Para mi desgracia…

- Pero…

- ¿Pero? – Valefor se volvió a dejar caer en el sofá y miró nuevamente la pantalla.

- Pero… ¿te acuerdas de la vez que Lev nos hizo quedar mal delante del tío Belial? ¿Recuerdas como nos vengamos? – Astaroth se quedó un rato pensativa, para luego mirar a su compañera con los ojos abiertos como platos y el asombro reflejado en su rostro.

- Estarás de coña… eso es una niñería… - Valefor rió.

- Eso es una putada, más bien… y los entretendrá mientras tú terminas tu trabajo.

- Tía… a veces eres más cría que Belfegor. - gruñó Astaroth, sentándose a su lado en el sofá.

- Si quieres no hago nada y que te sigan fastidiando los pactos… tu misma.

- Nah… hazlo. Total… peor no puedo acabar…

Tallahassee, Florida.

Dean Winchester estaba sentado en la barra de un bar cualquiera, tomándose la penúltima cerveza antes de volver al motel con Sam.

El pequeño no tuvo ganas de salir porque aun estaba dolorido de un golpe que se había llevado en la última cacería, pero Dean tenía ganas de despejarse un poco de todo y por eso salio solo. Aunque ya era hora de volver…

Notó como alguien se sentaba a su lado y lo observaba nada discretamente, haciéndole sentir incomodo. Se volvió hacia esa persona para decirle que le dejara en paz y se encontró con una chica que le sonreía burlona.

- Dean Winchester… debo decir que el video no te hace justicia. Estas mas bueno en persona. – saludó la chica a la que se le volvieron los ojos negros durante un segundo. Dean parpadeó sorprendido e hizo amago de coger su petaca de agua bendita, pero no pudo. No podía moverse. – Ni lo intentes, nene. No voy a matarte, si es eso lo que te preocupa, así que relájate.

- ¡Eres un maldito demonio! – gruñó el cazador. La chica rió divertida.

- Guapo y listo. Eres el lote completo, nene. Si ya me lo dijo mi colega, el demonio del cruce. Que eras una monería. – Dean volvió a gruñir. – No sabes lo que va fardando por ahí por haberte dado un morreo.

- ¡Agh! No me lo recuerdes. – exclamó el cazador poniendo cara de asco. El demonio volvió a reír.

- Bueno… vamos a los negocios. Estoy feliz de comunicarte que eres el orgulloso portador de un hechizo de venganza.

- ¿¿Qué??

- Lo que has oído. Has estado fastidiando los planes de una amiga mía y eso no puede ser, Deannie. He tenido que oírla quejarse durante horas… ¡horas! ¿Sabes lo que es oír a un demonio quejarse tanto tiempo? Algo muy cansino, querido. Así que… tienes diez minutos para salir cagando leches de aquí antes de que todos los tíos de este bar se te echen encima…

- No creerás que me da miedo una pelea, ¿verdad? – rió el cazador.

- Es que no van a pelear. Van a intentar meterte mano, más bien.

- ¿¿Qué??

- Sip. ¡Enhorabuena, Deannie! Te has ganado un hechizo de atracción hiperfuerte dirigido a los tíos. Lo activare en diez minutos y cuando lo haga, todo hombre que este a menos de cinco metros de ti, se sentirá irremediablemente atraído y con unas ganas locas de hacerlo contigo. – Dean se fue poniendo cada vez más pálido conforme la chica hablaba. – Así que, si yo fuera tú, iría a encerrarme a algún lugar aislado y bien lejos de cualquier cosa que tenga polla durante las próximas tres semanas.

- Estarás de coña, ¿no? – la demonio parpadeó y Dean notó que ya podía moverse libremente. Soltó un suspiro de alivio al notarlo.

- ¿Tengo cara de estar de broma, Dean? – la vio mirar su reloj y sonreír torcido. – El hechizo empieza… ¡ahora! Yo que tu correría, Deannie… - el cazador la miró un segundo, espantado, antes de soltar un puñado de billetes en la barra y salir del bar a toda mecha. La chica soltó una carcajada y se tomó un trago de su coca cola. – Ay… anda que… cuando se de cuenta de que cuando dije "cualquier cosa que tenga polla" también me refería a su hermano…


Sam estaba investigando el próximo caso, buscando información en su portátil cuando oyó abrirse y cerrarse violentamente la puerta de la habitación.

Alzo la mirada para encontrarse con su hermano, apoyado en la puerta y jadeando como si hubiera estado corriendo un maratón.

- ¿Dean? – el mayor le devolvió una mirada asustada. - ¿Dean? ¿Qué ocurre?

- Er… tenemos un problema… tengo un problema… - masculló el mayor, dirigiéndose hacia su cama y empezando a recoger sus cosas. – Nos vamos. Recoge tus trastos.

- ¿Qué? ¿A dónde? – Sam parpadeaba sorprendido ante la actitud de su hermano. - ¿Qué demonios pasa, Dean? ¿Cas te ha dicho algo nuevo o qué?

- No. No ha sido el plumas. Ha sido un demonio. ¡Mierda! – gruñó, sentándose en la cama. Sam se sentó a su lado. No se había fijado nunca, pero… su hermano olía muy bien… pero que muy bien.

- ¿Un demonio? ¿Te ha atacado? – Dean negó en silencio. - ¿Entonces? – tampoco se había fijado antes en lo ancha que era la espalda de su hermano. Ni en lo suave que parecía ese cachito de piel donde terminaba su cuello y empezaba su hombro. La curiosidad pudo mas que el y coloco su mano ahí, apretando ligeramente. Dean le miro un segundo extrañado, pero ni le aparto la mano ni le dijo nada. – Venga, Dean. Cuéntame lo que ha pasado.

- Ese demonio, estúpido demonio, me ha pillado en el bar y me ha dicho que, como le he fastidiado a su amiga un trabajo pues me ha hechizado.

- ¿Hechizado? ¿Qué clase de hechizo? – Dean se sonrojó. Dios… estaba adorable sonrojado. Le resaltaba las pecas. Sam movió la mano hasta su nuca, en una caricia disimulada que le puso al mayor la carne de gallina. Aun así, Dean siguió sin decir nada. - ¿Dean?

- La muy bastarda me ha puesto un hechizo de atracción… para tíos… - Sam le miró parpadeando, debatiéndose entre carcajearse o darle ánimos.

Sinceramente, se tuvo que morder la lengua y aun así no consiguió reprimir una sonrisa. Es que era demasiado gracioso…

- Er… bueno… tranquilo… con que no te acerques a ningún tío… ¿Cuánto se supone que dura ese hechizo?

- Tres semanas… no puedo quedarme tres semanas encerrado en una habitación, Sam. Me volvería loco. Caleb tenía una cabaña al sur de Montana. Está lo bastante apartada como para que nadie nos moleste. Iremos allí. A Caleb no le importaría. – el pequeño volvió a mover la mano, acariciando la nuca de su hermano. Dean le mando una mirada suspicaz.

- Tío… ¿no crees que te estas pasando?

- En la gasolinera, un camionero ha intentado meterme mano. No, no me estoy pasando, Sam. Iremos y se acabo. – gruñó - Y quítame la mano del cuello. Estoy empezando a pensar que también te afecta a ti. – Sam bufó.

- ¡No digas chorradas! ¡Soy tu hermano! ¿Cómo va a afectarme esto? – Dean se volvió hacia el pequeño, todo serio.

- Sam… júrame por tu portátil que no te esta afectando el hechizo o te dejo aquí y me largo yo solo a Montana.

- Dean… no me afecta. Te lo juro por mi portátil o que coja un troyano si miento. – el mayor le miro entrecerrando los ojos.

- Más te vale…

Continuara…