A Jared Tristan Padalecki la vida le había tratado muy bien, con tan solo dieciocho años era el socio más joven de la empresa de su padre, claro enchufe por supuesto. Una gran empresa generadora de insumables cifras de dinero.

El chico era inteligente, hacía bien su trabajo y lo compaginaba con la Universidad. Eso sin contar que estaba de buen ver: alto, pelo radiante, castaño, más o menos largo, con un buen cuerpo y una sonrisa capaz de iluminar una habitación entera. Tenía esa inocencia infantil que le hacía pensar que toda la gente era buena. Sinceramente, era encantador, a todos caía bien y a los que no, no tenía más que sacar a pasear su magnífica sonrisa y se los metía en el bolsillo.

Cuidaba de su familia como si la vida le fuera en ello. La única mujer a la que amaba con locura se llamaba Sherri Padalecki, y sí, era su madre. Jared había tenido una infancia plena y activa, montones de amigos, montones de novios y ningún enemigo. Jamás le faltó absolutamente nada. Y todo esto no le hizo ser un tonto del culo que se creía superior a los demás, todo lo contrario, era una magnífica persona, preocupada por el Medio Ambiente, por la sociedad e incluso por la reproducción de la mosca de la fruta. Que era un cielo, vaya.

Su mejor amigo, Chad Murray, le había acompañado desde que tenían cinco años. Una persona digna de confianza, un poco chuleta, pero buena persona al fin y al cabo.

Resumiendo, el mundo le había tratado bien.

A Jensen Ross Ackles, el mundo le había pisado, escupido y tirado del pelo. Huérfano desde muy pequeño, había pasado toda su vida solo.

Su padre era un importante hombre de negocios al que estafaron, chantajearon y arruinaron en tan solo seis meses. Este problema le hizo tener una gran deuda que no pudo pagar, y su problema fue aumentando hasta que acabó en forma de atentado contra él y su familia.

Un buen día, la Señora Ackles encendió el fuego de la cocina para preparar la cena a su prole y BUM, una enorme bola de fuego inundó la cocina y se extendió por toda la casa haciendo que toda la familia Ackles muriera. Toda no, el pequeño se salvó aún no se sabe cómo.

El niño se quedó sin mamá, sin papá, sin hermano mayor y sin hermana recién nacida en menos de media hora.

Fue destinado a un internado y un par de meses después fue adoptado por una encantadora familia, claro que eso de encantadora solo era al principio, ya que solo eran la tapadera de una organización privada que entrenaba niños para convertirlos en soldados, ladrones, espías, lo que fuera.

Su hermoso pelo rubio perdió el brillo y sus enormes ojos verde esmeralda se oscurecieron hasta convertirse en un triste y deprimente verde apagado. Las pecas en cambio, se le notaron cada día más, debido a la creciente palidez de su piel.

Solo tenía ocho años cuando disparó por primera vez en un campo de tiro. Y solo once cuando mató a su primer objetivo.

Educado y entrenado para un único fin: Cumplir con la misión a toda costa.

Fue sometido a todo tipo de pruebas, tests e incluso experimentos para mejorar su rendimiento y sus habilidades.

Pero Jensen no era un chico fácil, su mamá le educó para ser fuerte y afrontar cualquier problema que se le apareciera en la vida. Y eso era solo un bache en el camino. O eso creía él. Jensen era difícil de dominar y eso le costó que le sometieran a un lavado de cerebro que le hizo olvidar toda su vida antes de que le metieran en la organización. Toda su vida hasta los siete años, su plena infancia, sus padres, sus hermanos, su casita, sus amigos, su colegio, sus profesores, sus juegos favoritos, todo. Toda su vida hasta antes del incendio. Cuando todavía era persona.

Porque lo que era ahora… un maldito soldado, tenía personalidad, porque la tenía, y con sus compañeros de la base era divertido y protector, pero aun así, la frase que más decía a lo largo del día era "Sí, señor" .

Con el paso del tiempo empezó a acostumbrarse a su trabajo, es más, ahora le encantaba, fuera el que fuera, espiar, sobornar, robar, pero el que más le gustaba, con diferencia, era el de matar a alguien. Sin duda, era el mejor tirador, y de los mejores en el combate cuerpo a cuerpo.

Ahora, su pelo brillaba con fuerza y sus ojos emanaban una poderosa luz verde que mezclaba la locura con las ansias de matar.

En su alocada vida, había dos personas muy importantes para él (técnicamente serían sus padres, pero le borraron la memoria ¿recordáis?).

El primero era Jeffrey, Jeff, era lo más parecido a un padre que tenía, le conoció con ocho años cuando le castigaron en "La Jaula".

La Jaula era el peor castigo que os podríais imaginar y él pasó mucho tiempo en La Jaula sin conseguir hacerle escarmentar, hasta el fatídico día en que renovaron la instalación y endurecieron el método de castigo, ese día SÍ aprendió la lección, y se prometió a si mismo que JAMÁS regresaría a "La Jaula".

La primera vez que fue a La Jaula, lloró como un energúmeno, lo pasó realmente mal y cuando pensaba que se moriría de dolor y sufrimiento, una mano se posó en su cabecita y le susurro "Ya pasó pequeño" . Eso fue suficiente para Jensen, y a partir de ahí Jeff, le había protegido, enseñado y consolado como a un hijo.

La segunda persona más querida por Jensen era Chris, él llegó antes que Jensen y le enseñó todo lo que tenía que saber para poder defenderse a grandes rasgos con los superiores. Con Chris nunca se podía tener una depresión, siempre estaba ahí para animarle. Era como un hermano.

- Número 379.

- ¿Sí, señor? - el rubio se presenció ante su superior con la espalda totalmente recta, los brazos cruzados en a rabadilla y mirando al frente con actitud seria.

- Descanse, soldado, siendo mi favorito no tiene por qué mantener la postura.

- Gracias, señor - pero su cuerpo no se movió ni un ápice.

- Le he llamado porque tengo un nuevo trabajo. Hay una empresa muy exitosa que está ganando altura en el mundo de los negocios, es una empresa de biotecnología. El dueño de la empresa tiene algo que nos interesa. - paró de hablar para llenarse una copa de wisky que meneó delante del muchacho - Y para eso le he llamado. Su trabajo consistirá en infiltrarse como un nuevo empleado, procuraremos que sea de alto rango, investigar y robarnos lo que nos interesa.

-¿Puedo preguntar de que se trata, señor?

- Sí, soldado, es un objeto que nos hace falta para mejorar nuestras instalaciones. No tiene por qué saber qué es, solo le basta saber el aspecto que tiene y su nombre claro, se llama "Espectrógrafo de materia viva" o más conocido como "Fk. 1500". - el soldado asintió respetuoso con la cabeza. -Con el dueño de la empresa será difícil entablar contacto, ya que debe de estar en su despacho todo el día o de viajes de negocios, pero… su hijo pequeño es... podría decirse el segundo al mando, así que podrías relacionarte con él. - le miró de arriba abajo y sonrió - ay que ver, un chico recién adulto en lo mas alto de la montaña y tú -volvió a fusilarle con la mirada - no eres mas que un soldado obediente. - el chico ni se inmutó - Retírese, soldado. Saldrá mañana por la mañana.

- Sí, señor. - agachó la cabeza a modo de reverencia y se marchó del despacho.

- ¿Tienes misión nueva?

- Sip, tengo que robar algo en una empresa. Vaya rollo, hace que no me cargo a nadie, mmm, veamos - se tumbó en su cama y miró la base de la cama que tenía encima, contó las marcas que había hecho con una navaja y suspiró - tres semanas. - hizo un puchero y su amigo Chris se sentó en su cama.

- Bueno, por lo menos es algo, yo estoy aquí mas aburrido que la ostia. ¿Cuándo empiezas?

- Mañana por la mañana - suspiró una vez más y se empezó a leer unos libros que le habían dado en el despacho del jefe - tengo que empollarme estos libros para mañana sí quiero hacer pasarme por un empleado cualificado.

Chris se metió en su cama y Jensen pasó gran parte de la noche estudiándose aquellos tochos aburridos. Esperaba fielmente que tuviera que cargarse a alguien por hacerle estudiar todo aquello.