"Sí. Un trágico suceso podría estar a punto de ocurrir."
-Bien. Con esto bastará por hoy.- Con una sonrisa de satisfacción, marqué un punto y final tras la última frase. Al fin había conseguido acabar un nuevo capítulo de mi novela, y más que complacida, guardé el montón de folios escritos junto al resto de capítulos que ya llevaba acumulados. Estaba orgullosa por todo mi trabajo realizado, ¡y eso que aún tenía ideas para alargar la historia muchísimo más!
Me estiré una vez entré a la cama. Había sido un día agotador, y, para no variar, todo gracias a ese peculiar grupo de bestias con el que me junto para ir a trabajar. ¿Habría alguna ocasión en la que no tuviéramos que salir corriendo porque los pueblos de los que procedían los encargos, acababan hechos trizas?- ¡Agh! ¡Mañana iré yo sola a trabajar! ¡Ya estoy más que capacitada para ello!- Y cerré los ojos con fuerza, indignada.
Y los momentos vividos con los demonios de Tártaros, volvieron a repetirse en mi cabeza. Ya había pasado un año desde que acabamos con ellos, pero ese libro... Ese libro no paraba de proporcionarme escalofríos cada vez que lo veía en imágenes o escuchaba su nombre. "E.N.D."
Simplemente, tenía miedo, y esa mañana, antes de marchar al gremio, invoqué a Crux. Seguro que él podría averiguar algo.- Por favor, Crux, es importante. Intenta investigar algo sobre el libro de E.N.D. Estoy segura de que podrías encontrar algo de uti... ¿Crux?- Incliné una ceja. El espíritu había abierto los ojos de golpe ante el nombre del libro. Pareció temblar. ¿Ya sabía algo?
-P-p-pero Lucy, ¿por qué tan d-de repente? ¡Sinceramente, n-no creo que sea idóneo rebuscar sobre algo así! ¡Podríamos me-meternos en un lío!- Hasta su voz se trababa. ¿Por qué Crux reaccionaría así? Tragué saliva. Estaba claro que él ya sabía algo al respecto.
Y claro que yo también tenía miedo, pero era algo que debía hacer. Con una confianza forzada en mí misma, puse una mano en el hombro del anciano, ahora, suplicándole con la mirada.- Por favor, Crux...- Él pareció destensarse, y con ojos cristalinos, terminó por suspirar, resignado, quizás. Había cedido, y tosió, probablemente para aclararse la garganta. Me lo contaría todo. Ojalá desde el principio.
-Verá, Lucy... La verdad es que E.N.D. es...- Yo puse atención, pero el espíritu dio un respingo, desapareciendo de inmediato en cuanto la puerta de la casa se abrió de repente, seguido de una muy reconocida voz que con notoria energía gritó un "¡Lucy! ¡Nos vamos a un trabajo! ¡Date prisa!"
Por supuesto, yo también me asusté. De hecho, casi se me salió el corazón del pecho, y por acto reflejo, me lancé hacia Natsu, el causante de todo esto, para proporcionarle una merecida patada, pero otra vez, me detuvo. ¡Y qué rabia que me dio! -¡Maldita sea, Natsu! ¡Te tengo dicho que dejes de entrar de esa manera en mi casa!-
-Vamos, vamos. No te pongas así. Este trabajo está muy bien pagado, pero si no quieres venir, nos marchamos ya.- Prácticamente me ignoró. Como siempre. Y con las mejillas infladas, agarré el anuncio que él me ofrecía, para que lo revisase. ¡Y vaya si estaba bien pagado! Mi mal humor desapareció de inmediato, y lo mejor era que no parecía algo demasiado complicado de resolver.
-Bueno, entonces nos marchamos. ¡Bye bye, Lucy!- Conteniéndose la risa, ese maldito gato azulado se dio media vuelta para largarse junto a Natsu. ¡Pero como si yo me fuera a quedar en tierra! ¡Desde luego que no!
-¡Esperadme, moh!- Menos mal que ya estaba preparada para salir, así que enseguida marché tras ellos, rumbo a la estación de trenes para ir al destino indicado.
Y, sorprendentemente, el trayecto fue de lo más tranquilo, sobretodo por la parte que a Natsu le correspondía. ¡Ya no se mareaba en los transportes! Aún no me lo podía creer, y por ello, apenas le quité un ojo de encima durante todo el viaje. Desde luego, un año había dado para mucho.
El pueblo. ¿Qué podría decir de ese lugar al que fuimos llamados, cuando nos encontramos en la misma entrada? Todo estaba destruido; en la miseria, como si en vez de ser una próspera aldea, hubiese caído en la ruina hacía cientos de años. Ninguna palabra salía de mi boca, pero entonces, alguien acudió a recibirnos, algo temeroso, cabe decir, como si el peligro en cuestión estuviera al acecho.
-Ah... Menos mal que vinisteis...- Se trataba de un anciano el que caminaba hacia nosotros, ayudándose por un viejo bastón de madera desgastada. Casi parecía que rompería a llorar antes de contarnos detalladamente lo que estaba sucediendo en ese lugar- ... Una persona... Una sola persona es la causante de todo esto...- Natsu frunció el ceño. Yo callé, esperando a que continuase.-... Un día simplemente apareció, y destruyó todo lo que se encontraba a su paso, sin ni siquiera mover un dedo... Incluso mi familia...- El anciano bajó la mirada, dejándonos a la imaginación lo que les sucedió. ¿Por qué alguien haría algo así?
-¿Dónde está? ¿¡Dónde puedo encontrar a ese tipo ahora!? ¡Le daré una paliza!- Natsu se había enfurecido, y en ese estado nadie podría detenerle. El anciano entonces señaló un bosque que se encontraba en las afueras, indicando que probablemente estaría escondido por allí, y él, sin ni siquiera esperarme, salió corriendo en dicha dirección junto con Happy, a una velocidad inesperada.
-Natsu, Happy, ¡esperadme!- Sabía que no me harían caso, por lo que, tras pedirle al anciano que permaneciera en su casa esperando, salí tras de ellos. Probablemente no los alcanzaría, pero al menos esperaba no perderme en ese lugar tan tenebroso...
Y mi mayor preocupación se hizo realidad. Mis pasos se detuvieron, y simplemente me dediqué a mirar por los alrededores. ¿Dónde estaban? O mejor dicho, ¿dónde estaba yo? -¡Natsuuu! -Grité, pero no hubo respuesta- ¡Hah! ¿¡Por qué me tiene que pasar a mí esto!?- Mi voz hizo eco, mientras que, frustrada, me llevé las manos a la cabeza. Se suponía que acabaríamos con aquel trabajo rápido, y ahora...
-Tú... ¿Conoces a Natsu...? ¿Natsu Dragneel está aquí...?- Una voz a mis espaldas me dejó estática en mi sitio. No le había visto el rostro, y su voz no parecía intimidante en absoluo, pero su mera presencia era más que suficiente para saber que se trataba de alguien peligroso. Muy peligroso.
Poco a poco, reuní el valor necesario para darme media vuelta, despacio, hasta que quedé frente a él. Un hombre de aspecto jovial, pelo negro y con aparente gesto de preocupación tenía su mirada fija en mí. ¿Podría ser él el causante de lo que le había sucedido al pueblo? -¿Q-quién eres...?
Pero él no me respondió de inmediato. Creo que alguna lágrima resbaló por sus mejillas, empapándolas. Y, cuando me quise dar cuenta, todos los árboles y hierbas que nos rodeaban, habían empezado a marchitarse. ¿Era posible que existiese alguna magia de ese tipo? No me atreví a invocar a alguno de mis espíritus; tuve el presentimiento de que algo horrible les ocurriría si lo hacía. Debía pensar en algo. Rápdo.
-Tú... No deberías entrometerte entre Natsu y yo... -Su rostro se ensombreció, junto a su tono de voz. Entonces, de entre su ropa, sacó un libro, pero no uno cualquiera. Era uno que me hizo palidecer hasta el punto de hacerme a temblar- ... Con este libro, yo por fin...- Sus dedos acariciaron las letras remarcadas en él, y por un momento, creí que lo abriría.
-¡No! ¡Detente!- Sí. Era seguro que lo abriría, pero algo le interrumpió en ese momento, o mejor dicho, alguien. Ese mismo alguien le empujó con fuerza, obligándole a soltar el libro por el impacto. -¡Natsu!- Menos mal. Había llegado justo a tiempo. Nunca me había aliviado tanto de verle como en ese instante.
-¡Lucy! ¿¡Estás bien!?- Él enseguida se giró para verme. Yo solo asentí, con una leve sonrisa, y tan pronto como me vio, volvió a fijarse en su oponente, quien, aún en el suelo, le observaba anonadado.
-Natsu... Por fin volvemos a vernos...- Yo no entendía nada, pero a juzgar por la expresión de Natsu, él tampoco parecía comprender mucho. Entonces, vi que el libro estaba a unos metros de ellos dos, y sentí la necesidad de hacerme con él. Solo tenía que esperar el momento adecuado.
-¡Eh! ¡Deja de hablarme como si me conocieras!-Natsu fue el primero en atacar, sin pararse a escuchar más a esa persona, y de un segundo a otro, todo se hallaba envuelto en llamas gracias a su tan reconocido rugido. Y ahí aproveché mi oportunidad. Sin pensarlo dos veces, me lancé a por el libro, y enseguida lo guardé en mi mochila. Por algún motivo, no quería que Natsu ni nadie lo viera.
Mas ninguno de los dos supimos cómo reaccionar cuando el fuego pronto desapareció, y esa persona seguía en su sitio, sin ni tan siquiera un rasguño. ¿Qué diablos era?
-Al parecer aún es pronto, Natsu.- Por primera vez sonrió, y se levantó, para comenzar a caminar hacia atrás- Pero pronto nos volveremos a encontrar. -Le miró a él, y después a mí. Me paralicé. Se había dado cuenta de que guardaba el libro, pero no dijo nada, y mucho menos lo reclamó. Simplemente desapareció tal cual apareció: entre las sombras, dejando tan solo como rastro las hierbas y los árboles marchitos.
-¡Espera ahí!- Natsu no había tenido suficiente, y trató de volver al ataque, pero para entonces, él ya se había marchado.
Y, de algún modo, el mayor problema del pueblo había desaparecido, pero los habitantes tendrían que empezar todo desde cero. Ellos nos agradecieron, pero nosotros no nos sentíamos merecedores de sus halagos. ¡Le habíamos dejado marchar frente a nuestros ojos!
El viaje de regreso fue silencioso; apenas mencionamos alguna palabra, salvo para contestar a las pesadas bromas y comentarios de Happy, quien parecía no verse afectado en absoluto sobre nuestro fracaso.
-Natsu, ¿de verdad que no sabes quién era ese hombre?-Al final la duda pudo conmigo, y ya cuando estábamos a punto de despedirnos, me atreví a preguntarle.
-...No. Nos hemos encontrado alguna vez, pero no sé de quién se trata.- Se notaba cuándo estaba pensativo, y ésta era una de esas ocasiones. Yo no pude evitar poner mi mano en su espalda, tratando que no le diera demasiada importancia. Natsu solo suspiró y me dedicó una ensanchada sonrisa antes de marcharse hacia su casa. -Como sea, ¡nos vemos mañana, Lucy!
-¡Aye!- Happy se unió, y yo, zarandeando mi mano, les despedí, con una sonrisa que se desvaneció tan pronto como entré en casa.
Inspiré y exhalé. Una, dos... No recuerdo cuántas veces, y, mordiéndome el labio inferior, saqué el libro de la mochila para colocarlo, con cuidado, sobre el escritorio donde solía revisar mi novela. Con mis dedos repasé las letras que había inscritas en la tapa, conteniendo la respiración. No podía ser verdad, pero así eran las cosas. Había metido en casa al que, actualmente, era mi mayor temor y me perseguía en cada uno de mis sueños: el tan codiciado libro de E.N.D.
Continuará.
Bien. Tenía muchas ganas de escribir algo en primera persona, y creo que no queda tan mal (?)
¿Qué tendrá planeado hacer Lucy con el librito? Esperemos que no lo abra. ( ͡° ͜ʖ ͡°)
Más secretos serán desvelados en el siguiente capítulo, pero por ahora, eso es todo... -Desaparece entre una bomba de humo-
