Skinny love

Tomar decisiones era lo rutinario en mí día a día, pero que una decisión o mejor dicho que esa decisión cambiara por completo mi vida no estaba en mis planes y mucho menos estaba acostumbrada a algo así, a no tener el control y que lo que tuviera que pasara, pasara sin más.

Bueno también es lo que hace la costumbre.

Sin embargo, cuando lo que le falta a tu vida es felicidad tal vez la toma de esa decisión que sin duda sería la más importante e incluso radical de mi vida resultaba no tan pesada, podría atreverme a decir que me parecía fácil. Pero sería mentir, tenía miedo por todos los lados de mi menudo cuerpo, pero ya estaba hecho. Tenía que construir mi vida desde cero y lejos de mi zona de confort.

Todo porque Jesse se había encargado de acostarse con cada mujer de Boston, por supuesto menos conmigo o si también pero ese no es el caso… 6 años de noviazgo, 6 años dedicados a que mi apellido lo acompañara en cada negocio que emprendía.

Gracias a dios el único soplo de coherencia que tuve en esos años no dejó que me casara con él. A veces pienso que fue premeditado, él ciertamente no me amaba y a pesar de las veces que me quise convencer de eso yo tampoco lo estaba, es que estaba tan acostumbrada a su sonrisa, a como fue en el pasado cuando lo conocí, arrolladoramente encantador. Y mi incapacidad de tomar una decisión no ayudaba.

Yo ya lo sospechaba, pero el amor a veces no te deja ver. No obstante fue dolorosamente fácil darme cuenta de lo que yo realmente ya intuía. Kitty Wilde, mi mejor amiga de toda la vida, había sido la encargada de darme el empujón final para dejar mi vida en Boston definitivamente. Y no porque Kitty conociera a Jesse en demasía, eso, casi siempre lo había evitado.

Porque Kitty decidió a penas terminamos el instituto que Boston no sería su hogar y se marchó a Seattle y tiempo después se radico en Nueva York, con lo cual de mi relación con Jesse solo conocía lo que le contaba través del teléfono.

Pero había llegado a punto donde no podía continuar, había perdido la alegría, había perdido la confianza en las personas, había perdido… y eso era todo lo que una mujer controladora como yo no podía aceptar. No obstante, no recuerdo el momento exacto donde empecé a sentir que el juego estaba marcando a favor del otro y que el mío estaba restando más puntos que sumando.

La había llamado, le había pedido que viniera porque solo ella era capaz de entenderme y ahí estábamos en un café de Boston mirando con detenimiento su radiante y casi encandilador anillo de compromiso. Ella tan estirada como un palo se había tirado a su jefe y contra todo pronóstico se terminaron enamorando.

-Es una vergonzosa historia de amor- le había reprochado entre risas.

-Bueno… ciertamente no somos Romeo y Julieta- había sido su respuesta de lo más risueña.

Claramente ella era consciente de que mi relación con Jesse estaba más que en picada y si yo ya estaba bastante convencida de que debía dejar todo, ella me tendió la mano para correr de esa situación.

-Weston Media necesita una experta en finanzas para sus nuevas oficinas de Nueva York- lo dejo caer como si nada, sabiendo que ese enunciado haría revolucionar cada fibra de mi cuerpo.

Yo no respondí, decidí mejor revolver mi café evadiendo por completo esa oferta de trabajo.

-Vamos Rachel, es Nueva York- insistió.

-Me lo pensaré- susurre justo al tiempo que mis ojos veían entrar al café donde estábamos a Jesse junto con una alta mujer de pelo largo y sonrisa encantadoramente falsa. Por supuesto Kitty se apodero de la línea de mi visión y entonces éramos dos viendo como la mano de él se apoyaba de la forma más insinuante justo arriba de su apretado trasero. Kitty rechino sus dientes y yo… yo mire por la ventana acabándome en suspiros hambrientos a punto convertirse en llantos. Sin embargo no valían la pena las lágrimas.

-Él no se percatara que estamos aquí- musite al cabo de unos minutos, antes de llevar mi taza de café frio a mis labios. kitty no contesto, solo empezó a teclear su móvil con rapidez hasta que una sonrisa arrogante apareció en su rostro.

-Tienes 7 días Rachel, un vuelo reservado y acabo de enviarte una email con los posibles pisos que pueden llegar a gustarte- mis ojos se abrieron de par en par, esta mujer era mucho más controladora que yo, imposible de rebatir algo así, más cuando su tono había sonado seguro y rozado lo autoritario- Vende tu auto y deja las llaves de tu casa a tus padres- agrego con más suavidad. Y yo me limite a asentir con la cabeza, no podía permitir que mi vida continuara de ese modo como si nada, siendo la mujer más desdichada de Boston.

Las oportunidades hay que tomarlas fuerte y a pesar de la incertidumbre de lo nuevo, hay que empujar hacia adelante, o eso fue lo que pensé apenas tuve esa opción de renovarme por completo, de dejar atrás algo que no me hacía feliz ni mucho menos bien, por mi bienestar tenía que ser egoísta y coherente.

Así que 3 días después, no sólo había vendido mi auto sino que también la casa, no quería que nada me atara a Boston, bueno con excepción a mis padres, que a decir verdad estaban más que felices de que me fuera y finalmente creciera. En el dí 20 minutos de que mi tren saliera con destino Nueva York, llame a Kitty para darle la gran noticia.

-No sé cuánto es el tiempo de viaje de Boston a Nueva York, sin embargo, sería muy considerado de tu parte ir por mí a la estación central- me adelante a ella en un micro segundo que la dejo por completo muda hasta que el grito que pego casi me deja sorda, detrás de sus gritos escuche la voz de Weston intentando saber el motivo de su repentina felicidad.

-Viene Rachel- grito rozando la histeria- Cariño es la mejor decisión que has tomado- era cierto, lo sabía, pero aún dolía un infierno. De fondo escuche que Brody murmura algo inentendible.

-¿Qué dijo?- pregunte enseguida.

-Dice Weston que iluminaras a todo el país como si fueras un cometa- su expresión sonó divertida, mientras mi cuerpo era atravesado por un feroz escalofrío, un vuelco por completo en mi vida.

Más que cometa era una muy bien apagada estrella. Mi vida en Boston había consumido mi brillo en su totalidad, mi relación que escaseó por todos los flancos de amor, mi monótono trabajo. Todo eso me había convertido en una insípida mujer que siempre perteneció a los típicos estándares de vida social. Era hora de cambiar, de dar un vuelco, de recargar el combustible y darle un sacudón de energía a mi vida en general.

Por eso empecé con mi piso en Nueva York que en comparación a mi casa de estilo Victoriana en Boston era… una diminuta caja de zapatos, pequeño en todas sus dimensiones a mi antiguo hogar, pero terriblemente luminoso y acogedor.

Kitty refunfuño por lo bajinis, podría haber alquilado algo más grande e incluso cómodo, pero… los ventanales del piso me habían enamorado y cuando una mujer siente amor por algo no para hasta tenerlo y eso había hecho yo, decidir que mi piso tenía que representarme, sin importar el tamaño.

-Deja de poner caras… guárdalas para cuando lleguen las pilas de cajas y tengas que ayudarme a acomodar todo- su boca se abrió a dimensiones casi caricaturales, miro velozmente la escasez de metros e inmediatamente pensó en todo lo que tenía en Boston. No pude más que reírme a carcajadas.

-Sabes que… solo desempaca tu ropa, busca el vestido más provocador que tengas, mañana saldremos a festejar con Jennifer- quedé pensativa entre el recuerdos de mis vestidos, ellos son lo que quieran, menos provocadores, mi vida de sociedad en mi antigua ciudad no me permitía tener atuendos de mujer soltera, Jesse nunca lo hubiese aprobado.- de acuerdo saldremos a comprar un vestido provocador- aseguro Kitty sentada en el sofá de la sala-comedor- casi cocina. Y si, así de esa manera, comenzaba mi vida en Nueva York, una compra para un futuro festejo de compromiso, o festejo por mi reciente soltería y la celebración del reencuentro como mis amigas de siempre. Con el estómago apretado asentí y salimos dejando mi pequeño piso atrás, dejando la antigua Rachel en unas de esas cajas.

Con una ciudad que estaba empezando a iluminarse no solo por culpa de sus farolas, si no con el mismo brillo de la gente que la componía, los carteles luminosos de las diferentes tiendas, los puestos de comida, incluso las risas que llegaban a colarse dentro del taxi, ofrecían una luz cálida aquella ciudad que me daba la bienvenida.

Tal vez debería haber esperado un poco más para decir como la ciudad en si me iba a dar la bienvenida, pero hasta ese entonces, solo era una chica de Boston, desilusionada con el amor, que buscaba comenzar desde cero.

Si alguien me hubiese dicho que era lo que tenía la noche de la gran manzana preparada para mí, me hubiese reído hasta llorar, pero todo comienza o cambio empieza por una decisión y yo había tomado la mía en una fracción de segundos, que me regalaron un sinfín de sensaciones nuevas y contradicciones que me llevarían a más de una noche en vela, que me robarían más de un suspiro y que revolucionarían mi vida a un punto donde mi pasado parecería el de una extraña, y no el de Rachel Berry licenciada en Finanzas nacida y criada en Boston por dos amorosos padres que supieron contenerme toda mi vida y darme la felicidad que toda niña – adolescente – mujer podría pedir.

Nueva York apareció delante de mí como rebelión o como una insurrección por mi parte por culpa de mi comportamiento. Pero no lo pude evitar y no me arrepiento de ello.


Bienvenidas nuevamente a la aventura... mañana a la noche tendrán el próximo capitulo, y quiero decirles que dude en subirlo, pero mi hermana (siempre en el medio) me dio el empujón final.

Quería "advertirles" que este Fic a diferencia de otros es más elevado en los tonos, pero entiendo que estamos grandes y que me puedo permitir otro tipo de lenguaje.

"Advertencia" 2 no es una historia de amor típica, por lo menos no en el principio, con lo cual, y si bien el drama no me gusta va ser su aparición por supuesto, y que todo el fic va ser desarrollado desde el punto de vista de Rachel.

No me queda más que desear que disfruten de la lectura tanto como yo disfrute de escribirla (no se emocionen no está terminada pero si avanzada)