Tenia que escribir esto, por mi salud mental y porque ya llevaba demasiado tiempo en el disco duro.
La historia la divido en dos partes, pasado y presente, los acontecimientos que suceden en "presente" son varios años después de la guerra contra los quincy y la muerte de Rukia, espero que me entiendan XDD
Cosas importantes antes de leer:
1. No se me da bien narrar batallas, lo intento pero la verdad es que no soy buena, lo digo porque en capítulos futuros vienen peleas
2. Las cosas por su nombre, aqui si existen tanto Ichika como Kazui, no me gusta el bashing ni siquiera con los personajes que me caen mal, intento cambiar las personalidades de esos dos (sobre todo la de Kazui) intentando que no se parezca ni a Ichigo ni a Inoue, lo mismo con Ichika por que lo necesito para la historia
3. A pesar de todo a mi no me cae mal Orihime, si, tiene muchas fallas... pero no me cae mal.
4. Pese al punto numero 2, no habrá escenas con dichas parejas (RR HI) si habra IR casi desde el principio
Intento llenar los espacios que al parecer aun no tienen ninguna explicación aparente, como el porque Ichika tiene esa apariencia, porque Isshin no aparece en ningún lado, Urahara y Yoruichi en fin.
El porque Ichigo y Rukia se separaron de esa manera, quiero verlo como que Ichigo era un adolescente que queria tiempo para ser "normal" y Rukia se vio enfrascada en su escuadrón, pese a eso ambos siguen buscándose. La historia la ire desarrollando de a poco y espero que les guste
LOS PERSONAJES DE BLEACH NO ME PERTENECEN SON PROPIEDAD DE TITE KUBO, LA HISTORIA EN CAMBIO ES MIA
1
Pasado…
Era inaudito, apenas unos meses atrás había sido nombrada teniente y hace unas semanas había logrado sobrevivir a la guerra contra Yhwach, su precioso rostro estaba inexpresivo digna de un Kuchiki ella permanecía serena ante la situación que estaba viviendo. La oficina del capitán Ukitake, le gustaba estar en ese lugar tenía un ligero aire de esperanza y paz; suspiro pesado contradictoriamente a una persona que acaba de terminar una guerra ella no estaba feliz de seguir con vida, no, no cuando una vez más una parte de su corazón se había ido.
Bajo la vista y sus ojos se aguaron al ver el haori blanco, decir que se sentía perdida era poco sin embargo no lloro, ni siquiera cuando se enteró de su muerte, mucho menos ahora que todo había terminado, con cuidado dejo el haori perfectamente doblado sobre el escritorio y salió del lugar.
Las instalaciones del escuadrón seguían casi igual con la excepción de que había poco personal, no tendrían que hacer muchas reparaciones con cierta gracia Sentaro le informo que el comedor junto con la cocina estaban intactos, sonrió habían pasado dos semanas desde que la guerra terminara, Ichigo, Inoue, Ishida y Sado permanecieron en las instalaciones del cuarto escuadrón los primeros días, aunque el resto de los capitanes se mostraba inconforme sobre la estancia del pelinegro, el comandante fue tajante al decir que le debían mucho tanto a él como al shinigami de cabello naranja, sus pasos se volvieron más lentos al salir de la división, estaba nublado y el viento jugo con sus negros cabellos, el momento había llegado, lo sabía… Ichigo y sus amigos partirían ese mismo día al mundo humano era el momento de decir adiós y no sabía porque se sentía tan triste se habían despido incontables veces antes y aun así no era capaz de librarse del hueco en su estómago.
¿Por qué ahora era diferente?, ¿por qué sentía que no volvería a verlo?.
Negó con la cabeza y se recrimino al sentir su quijada adolorida, tenía varios cortes en las mejillas así como el labio roto, llevaba las muñecas vendadas pero fuera del cansancio que era representado por las ojeras bajo sus ojos, estaba bien. Quería creer que era el torrente de emociones vivido, creer a su hermano muerto, haber perdido a su capitán, sin mencionar las vidas de aquellas almas y shinigamis que se perdieron, por eso estaba nostálgica, después de todo Ichigo era un humano que apenas tenía unos 17 años, era normal que él quisiera hacer una vida normal, sin guerras, sin hollows, una vida muy diferente a la suya.
Se cruzó de brazos a la vez que respiraba con tranquilidad, esbozo una ligera sonrisa pensando que hacia lo correcto, su querido nakama debía vivir y lo mejor que ella podía hacer era apoyarlo, antes de llegar al cuarto escuadrón llego a la sexta división en donde no dudo en hacer una pequeña visita.
Contario a su propia división, el sexto escuadrón necesitaba varias reparaciones así como una nueva oficina para su capitán es por eso que camino directo a la oficina de su amigo pelirrojo, miro la puerta e intento acomodar su corta cabellera toco una vez y espero unos segundos antes de que le dijeran que podía pasar.
-Con permiso- murmuro y entrando pudo ver como su hermano sentado en el escritorio, terminaba de firmar lo que parecían ser autorizaciones y otras cosas.
-Deberías estar descansando- dijo sin levantar la vista de los documentos.
Rukia sonrió con algo de tristeza– Estoy bien, además hoy es el día en que Ichigo regresa al mundo humano- contesto, al tiempo que se sentaba en la silla frente al escritorio, suspiro pesado e intentando verse natural comenzó a hablar- Nii-sama, quería saber si sus heridas están mejor…- cuestionó mientras sus ojos enfocaban algún punto en la pared.
Byakuya observaba a su hermana con cuidado, ella tenía ese muro de orgullo a su alrededor y alguien que no la conociera diría que solo se encontraba cansada pero él sabía que no era cansancio… ella estaba triste por lo que ese niñato había dicho esa mañana.
-Rukia…- su voz sonó ronca, ella levanto la vista se hizo un segundo de silencio antes de que el volviera a hablar –No hemos tenido oportunidad de hablar como es debido, pero estoy al tanto de tus decisiones, no podría estar más orgulloso.
Ella bajo la cabeza y murmuro un "gracias Nii-sama", eso fue suficiente para que pequeñas lagrimas salieran de sus ojos, el saber que su hermano sabia de sus sentimientos hizo que sus cimientos se tambalearan.
oOo
El cuarto escuadrón había tenido la buena o la mala fortuna de quedar intacto después de la guerra, pues si bien no tendrían reparaciones en esos momentos albergaba alrededor del 55% de oficiales de todo el Gotei, sus oficiales se paseaban de un lado a otro para poder supervisar a todos sus pacientes, los más afortunados habían salido unos días después otros más seguían en tratamiento.
Sentada en el escritorio y sosteniendo su cabeza con ambas manos, Isane recordaba las enseñanzas de su querida maestra, inhalar y exhalar, contar hasta 10, matar a alguien en tu mente y seguir adelante, levanto la cabeza y enfoco el pequeño pisa papeles.
-Capitana…- murmuro con nostalgia, su mirada se llenó de determinación, hizo tronar su cuello y salió de la oficina.
Afuera en el jardín, en el lugar donde la ex capitana se sentaba a observar la luna un grupo bastante pelicular de amigos hablaban sobre los últimos preparativos para su regreso a su hogar.
-Ya tengo todo lo que necesito, quise ayudar un poco más a Isane-san pero dijo que ya había suficiente- la dulce voz de la pelinaranja hizo sonreír a los tres varones- Solo quiero ver a Kuchiki-san otra vez antes de irnos.
-Es cierto, no la veo desde el desayuno- la voz de Ishida sonaba algo apenada, su mente seguía concentrada en los últimos sucesos.
-Tsk... ya sabes cómo es la enana de seguro fue a ver a Byakuya o a su escuadrón- el chico de extravagante cabello giro su rostro, Rukia había desayunado con ellos junto con Renji y luego ella y el pelirrojo desaparecieron, se revolvió incomodo no estaba muy seguro porque pero no le agradaba la idea de que ellos estuvieran solos.
Inoue suspiro y su mirada cayo en el shinigami de cabello naranja, habían pasado tanto tiempo juntos durante esa última batalla que incluso llego a sentirse triste de que esta terminara, ya no tendría una excusa para estar cerca del chico. Su mirada llena de anhelo no pasó desapercibida para el Quincy que frunciendo el ceño término por negar en silencio.
Pasaron varios minutos en los que siguieron hablando de todo y nada, el primero en volver a aparecer fue Renji y en silencio Ichigo se alegró de verlo llegar sin la pequeña shinigami, Ishida junto con Sado permanecieron afuera, los otros tres entraron y llegaron al comedor de la cuarta división donde Rukia había estado sentada varios minutos.
-¡Hey Rukia!- hablo animosamente el pelinaranja apenas la vio, apenas la vio su mirada volvió a caer en el labio roto- ¿Por qué no le has dicho a alguien que te cure eso?- señalo su boca con el ceño fruncido- ¡Estamos en el cuarto escuadrón!, tienes que ser más cuidadosa.
La pelinegra se quedó en el comedor, esperando encontrar las palabras necesarias e intentando calmar sus emociones, pero eso se vio eclipsado en cuanto Ichigo empezó a reclamar su falta de cuidado- ¡Ya, detente!- exclamo fingiendo fastidio- Peores heridas me han hecho- soltó y giro su rostro ignorando a un colérico Ichigo.
Renji los observaba con una sonrisa en el rostro, en la mañana su capitán había invitado a los ryoka a desayunar, con motivo de su despida el desayuno trascurrió con aparente normalidad, dentro de los estándares en algún punto pudo ver el brillo en los ojos violetas, ella estaba feliz de que Ichigo saliera vivo de esa pelea y luego vio como el brillo desapareció dejándolo sus ojos opacos, con cierta gracia Ichigo había comentado "lo desesperado que estaba por tener una vida normal" después de eso su pequeña amiga desapareció, él estaba más que consiente sobre lo feliz que era Rukia al estar con Ichigo y supo que su comentario la hirió aunque quiso darle espacio; estuvo buscándola buena parte de la mañana, dándose por vencido fue a su división donde su capitán muy amablemente le había dicho que Rukia se había marchado pocos minutos antes de su llegada, la vio en el comedor y supo que buscaba serenarse a ella misma.
-Las cosas están volviendo a la normalidad- la voz de Inoue lo saco de sus pensamientos y ambos se quedaron observando a la singular pareja discutir.
-Sí… supongo que se irán pronto…- la joven asintió rápido, respingo y el pelirrojo la vio con una ceja alzada
-¡Cierto!- busco algo en su bolso y saco una pequeña cajita mal envuelta- Kurosaki-san me pidió que le diera esto a Kuchiki-san.
-¿Qué es?- pregunto mientras la tomaba.
-N..no lo sé- respondió y se rasco la cabeza- El junto con Ishida-san se fueron unas horas después que todo acabara y yo he estado guardándola desde entonces.
Renji termino por guardar la caja en su kosode, tanto como el padre de Ishida e Ichigo, así como Nell y Grimmjow se habían marchado pronto, los últimos alegando que tenían que ver a Halibel.
"Era de esperarse" pensó, contario a lo que todos creían Urahara seguía en el Gotei junto con el capitán Kurotsuchi, un escalofrió recorrió su cuerpo al imaginarse a esos dos juntos.
Media hora después y una vez que Inoue sintió que repartió suficientes abrazos, Rukia y Renji caminaban junto con sus amigos hacia la sekaimon. Ichigo caminaba al frente a su lado Rukia y al lado de ella Renji, parecía irreal el que todo hubiera terminado, hablo poco con su padre por lo que le dio a entender el regresaría a Karakura antes de que Karin golpeara demasiado a su cuerpo, Ichigo no pensaba en otra cosa que no fuera tumbarse en su cama y ver a sus hermanas, vio de reojo a la shinigami sabía que ella debía quedarse y en realidad se volverían a ver así que no le presto mucha importancia a lo que sucedía a su alrededor, visualizo la enorme puerta… ¿cuántas veces había cruzado esa puerta?, ¿cuánto tiempo había pasado desde que se volvió shinigami?.
Una vez en la entrada, Sado fue el primero en atravesarla seguido de Ishida, Inoue caminaba alegre pero se detuvo al ver que Ichigo se detuvo junto con los shinigamis.
Ichigo había estado a punto de girarse cuando la mirada nostálgica de su amiga le extraño -¿Qué pasa enana, ya estas extrañándome?- pregunto de buen humor.
Los ojos violetas buscaron los de el sin embargo no pudo ser capaz de decir lo que quería- ¿Quién va a extrañar a un tonto cabeza de zanahoria?- pregunto irónica y con una sonrisa socarrona.
-Tsk… maldita enana…- se giró dispuesto a irse pero la voz de la shinigami llamándolo lo detuvo...- ¿Qué pasa Rukia?- cuestiono interesado, ella había avanzado unos pasos y se detuvo al quedar frente de él.
Se vieron a los ojos y sonrieron- Cuídate mucho Ichigo- termino por decir, el pelinaranja la golpeo con sus dedos queriendo molestarla.
-Por supuesto Rukia...- ambos volvieron a sonreír y solo entonces la shinigami se dio cuenta que la pelinaranja había estado esperando a su nakama, trago visiblemente al ver a la adorable chica caminar junto a Ichigo.
-¿Te encuentras bien?- vio de medio lado a Renji, tan solo suspiro mientras se daba la vuelta dispuesta a irse de ese lugar.
-Sí, ¿porque no estaría bien?- lo paso de largo y él tuvo que caminar más rápido para alcanzarla.
Renji solo observaba la espalda recta y tensa de su amiga, volvió a alcanzarla y cuando quedo al lado suyo hablo – Escucha si necesitas hablar sabes que siempre estaré aquí- la tomo por el hombro obligándola a detener sus pasos- No volveré a dejarte sola Rukia.
Ella miraba hacia abajo y termino por negar con una sonrisa en el rostro- Solo… solo deja de hablar de eso ¿sí?- pidió y con cuidado quito la mano de su amigo camino despacio y en ese momento Renji se prometió a si mismo cuidar de la pequeña shinigami.
Quería mirar hacia atrás, pero no se lo permitió aunque su corazón le decía que fuera con él, que le dijera cuanto le importaba su mente la instaba a la calma a forzarse creer que hacia lo correcto, ella era un alma, una muerta que hace mucho tiempo dejo de tener cabida en ese mundo…
-O-
Karakura 9 meses después…
El estridente sonido de la alarma lo atonto leves momentos, con pereza saco su mano de entre las cobijas y apago el reloj que se encontraba al lado de su cama parpadeo unos segundos y estrello su cara contra la almohada, si no se daba prisa llegaría tarde a la universidad.
Resignado el joven de cabellera naranja aventó las cobijas de mala gana, aún era muy temprano e intentando hacer el menor ruido posible llego al baño se desvistió y espero unos segundos mientras el agua caliente salía, el tiempo se había ido volando, apenas regreso al mundo humano fue capaz de recuperar sus clases gracias a Ishida e Inoue y un curso exhaustivo en vacaciones, un mes después hizo un examen de admisión a la facultad de medicina y para sorpresa de todos logro alcanzar un lugar dentro de tan saturada carrera.
Tomo una toalla y la enredo en su cintura, con una más pequeña seco su cabello que ya no era muy largo, se miró al espejo y frunciendo el ceño se miró los brazos, seguía igual de fuerte aunque sus músculos comenzaban a perderse ligeramente; no se había transformado en shinigami en todos esos meses. Negó con una sonrisa en el rostro y camino a su cuarto en donde no demoro más de 10 minutos en vestirse, bajo las escaleras y tomando el pequeño almuerzo que Yuzu se encargaba de prepararle salió de la casa Kurosaki, un nuevo día empezaba y el saboreaba el sentir una vida de un joven de 18 años.
oOo
Los ligeros rayos solares tocaron con sutil delicadeza las casas al más puro estilo Edo, a pesar de que varios lugares seguían en reconstrucción la vista era hermosa para quien supiera apreciarla.
En el 13vo escuadrón, en la oficina de la teniente Kuchiki la pequeña pelinegra giro su rostro cansado hacia la ventana; había pasado otra noche en vela.
-Mierda…-murmuro viendo la enorme pila de hojas membretadas frente suyo, solo había logrado avanzar un poco y aun así no sirvió de nada, sin el capitán Ukitake ella tenía que hacerse cargo de todo el papeleo así como de las reparaciones no solo de su división sino también del área que le correspondía a su escuadrón, tenía que encargarse también de asignar un nuevo shimigami al mundo humano; el problema estaba en que cada dos meses el shimigami asignado regresaba y era sustituido por otro, no sentía a los oficiales preparados y desde que Kiyone se fue para ser teniente de la cuarta división ella y Sentaro no se daban abasto.
Se froto el rostro y sonrió al sentir lo frías que estaban sus manos, aunque era consciente de que recibiera un regaño apenas llegara a su casa siguió trabajando un par de horas más, Sentaro llego más tarde con una caja de galletas y un buen café, bebida que tomaba mucho últimamente.
-¿Takumi cuando regresa?- pregunto mientras remojaba sus galletas en su bebida, ante la atenta mirada de Sentaro.
El pelinegro que estaba ojeroso y notoriamente cansado reviso los papeles que llevaba en la gruesa carpeta- Mañana en la noche- informo y le ofreció a Rukia un paquete de galletas más grande que acepto gustosa.
-Ha hecho bien su trabajo…- afirmo viendo a su amigo a los ojos, este tan solo sonrió mientras asentía despacio.
-¿Piensas dejarlo de base?- era algo que estaban platicando desde hace tiempo, eso les ahorraría algo de trabajo y papeleo… mucho papeleo. La pelinegra se limpió con una servilleta, comió tres galletas de un jalón y bebió el resto de su café negro.
-Sí, ha hecho bien su trabajo y no veo problema en que se quede de base en Karakura… es lo mejor- dijo mientras sonreía y se ponía de pie con varias carpetas en sus brazos se las entrego – Esto va a la 5ta división, la parte que nos correspondía del Rukongai esta reconstruida y los habitantes están reorganizados en distritos cercanos, dile al Capitán Hirako que espero su reporte- explico y dando una mirada de ánimo con su compañero este salió.
Sentaro que solo había avanzado unos pasos pensó en lo mucho que su teniente se esforzaba, a pesar de que había comentarios jocosos por ahí, a él le constaba lo mucho que ella se esforzaba por cumplir con todos los deberes de la división, hace un mes y medio el comandante Kyoraku le dijo que considerara ser capitán de la división… ella lo rechazo, negó en silencio y le pidió ayuda al rey espiritual para que su teniente dejara de ser tan cabezota.
En la oficina, Rukia estaba recargada en la puerta, tenía unas ojeras y su cabello que ahora llegaba a sus hombros nuevamente estaba enmarañado, había estado trabajando desde la tarde del día anterior, aunque comía como desesperada tres paquetes de galletas rellenas de crema la verdad es que estaba más delgada. Sin ánimo de seguir victimizándose camino de nuevo al escritorio, siguiendo un impulso abrió el cajón izquierdo y saco lo único que se encontraba dentro… una pequeña fotografía enmarcada de ella junto con la familia Kurosaki, sonrió como una niña pequeña si era sincera extrañaba mucho a Ichigo, no se habían visto sin embargo seguía con la firme decisión de haber hecho lo correcto, volvió a meter la fotografía en su lugar y abriendo un nuevo paquete de galletas volvió a su trabajo.
-O-
El tiempo jugaba en contra de quienes vivían por tiempo limitado, los humanos tenían una percepción del tiempo diferente pues había quienes sentían pasar el tiempo muy lento y otros sentían que avanzaba muy rápido. Una vez habían escuchado de su padre decir: Vive tu vida al máximo y aprovecha cada instante como si fuera el último, eso es lo que había estado haciendo.
Los últimos años se le fueron volando, con un promedio dentro de lo normal había salido de la universidad con honores y decidiendo seguir con el negocio familiar estaba trabajando con su padre en la clínica.
-Ichigo- llamo el alto pelinegro a su hijo, este alzo la mirada desde el escritorio- He pensado en que es momento de que te hagas cargo completamente de la clínica- le dijo desde el umbral.
-¿Tú crees? es decir… apenas hace unos meses me gradué y no sé si pueda llevar todo esto yo solo- hablo rápidamente.
-Por favor… -desestimo Isshin- Si supiste como ganar una guerra, sabrás como llevar una clínica no es como si fueras a ser director de un hospital- menciono socarronamente recordando como el hijo prodigio de Ryuken era ahora director.
-¡Tsk!… maldito viejo- murmuro, lo cierto era que el pelinegro y él se habían distanciado notoriamente en el último año, los varones siguieron hablando sobre el tema aunque más que nada eran indicaciones y cuando Ichigo le pregunto que estaba planeando el solo le respondió "Me iré de viaje" e Ichigo entendió que el volvería a la Sociedad de Almas para formar parte de la guardia real.
Vio a su padre partir y por un momento rememoro las aventuras que vivió cuando era adolescente, lo cierto era que no había visto a Rukia desde hace años entre la universidad, la reconstrucción del seretei y su vida social, últimamente pasaba mucho tiempo con Inoue y aunque la muchacha era una grata compañía… a veces extrañaba la adrenalina de la pelea; suspiro y siguió trabajando mientras esperaba a su nuevo paciente.
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¿Qué eran un par de años para quien había vivido cientos de años?.
Nada, no eran nada, habían pasado 5 años desde la guerra y aunque un poco tarde las cosas parecían tomar su rumbo natural o lo que era natural dentro de la Sociedad de Almas, la reconstrucción había terminado apenas hace un año y dentro de todo ese tiempo había hecho las funciones de un capitán, se hizo más cercana a Kira y Hisagi al entender lo que era estar sin un capitán, salía con Rangiku y las mujeres de la AMS y extrañamente cenaba todos los días con Renji.
Ella seguía igual, gano algunos kilos y el cambio más significativo era su cabello ahora largo a media espalda, mientras terminaba de revisar los reportes de su shinigami de zona su mente divago y se preguntó cómo estaría su amigo de fulgurante cabellera ¿seguiría igual?... no lo sabía y aunque quería hacer un pequeño viaje al mundo humano lo cierto es que no tenía oportunidad, la ronca voz del pelirrojo le hizo mirar el reloj y dándose cuenta que era hora de la cena dejo el papeleo a un lado.
-¿Estas lista?- pregunto el pelirrojo cuando entro sin ningún aviso, ella sonrió mientras le reclamaba el no llamar a su oficina, ambos salieron y por primera vez el paso su brazo por los delgados hombros femeninos, hecho que a ella no pareció incomodarla en lo absoluto.
-O-
Karakura 5 años después…
Visitar el mundo humano supuso un reto para su mente, sabía que Ichigo se había casado y que ahora era padre… sentía el pecho extraño aun así como toda buena capitana recién nombrada fue capaz de controlar dichas emociones, suspirando miro al frente y sonrió cándidamente al ver a Renji cargar en los hombros a su hija…. lanzo un suspiro al entender lo mucho que se habían distanciado ella del pelinaranja.
En algún momento entre el ajetreo de llegar con Urahara, meterse dentro de un gigai después de mucho tiempo, colocarse un delicado vestido azul y caminar nuevamente algunas cuadras hasta la casa de Ichigo fue que perdió de vista a su hija pequeña, no le dio mayor importancia puesto que ella era una shinigami. Apenas llego a la clínica Kurosaki sintió como su mente y espíritu se llenaba, ver a las personas que un tiempo formaron parte integral de su vida fue extraño aun así no pudo negar lo bien que se sentía al ver a la familia Kurosaki.
Su hija llego unos momentos después, Orihime se preocupó en extremo cuando su hijo se transformó en shinigami lo hizo regresar a su pequeño cuerpo y la pelinegra miraba divertida junto con una sonrisa de orgullo como Ichika se presentó como su hija, no le extraño que ella se integrara de inmediato ya ella era así.
-Tu hija, se parece mucho a ti…- escucho las palabras de Ichigo, ese comentario la hizo sonreír involuntariamente.
-Podría decir lo mismo de Kazui…- reflexiono un momento- Aunque también se parece demasiado a Inoue- ambos que habían permanecido viendo a sus hijos pequeños jugar se giraron y cruzaron una mirada mientras sonreían.
-Ichigo… yo quiero decirte algo.- murmuro con voz tranquila, extrañado Ichigo se giró a verla.
-¿Qué sucede?- pregunto viendo el semblante serio de la shinigami.
Ella cruzo sus brazos y miro a otro lado, regreso su mirada a su amigo- Te ves horrible con el cabello corto…- soltó mientras lo veía seria y eso fue suficiente para que ambos volvieran a pelear como en antaño, ella peleaba mucho con Renji aunque solo fuera por tonterías y en ese momento estaba tan concentrada molestando al pelinaranja que no se dio cuenta el momento en que su contrincante estaba sonriendo.
Media hora después ellos eran los últimos en irse, con cierta gracia miro como Ichika buscaba despertar al pequeño Kazui y fue Renji que la saco de su trance al tomarla de la cintura.
-Supongo que no necesitas ayuda- dijo mientras observaba a la pequeña pelirroja en los hombros de su padre.
-Que va… es tan menuda como tú- le dio un pequeño codazo en las costillas, la familia Abarai salió de la casa una vez que se despidieron, mientras caminaba para poder regresar los gigai, Rukia no podía evitar pensar en sí de haber dicho algo, de haber dicho un simple "quiero que te quedes" las cosas hubieran sido diferentes… pero la dulce voz de su hija y las risas de su esposo le recordó que las cosas habían seguido su curso original.
-O-
La mañana amaneció fresca y el sol se posaba radiante sobre Karakura, a pesar de ser las 6:00 am en domingo un buen grupo de personas se encontraban transitando las calles, algunas jóvenes hacían una clase de yoga, otros más llegaban de su trabajo nocturno y algunos como él, se dedicaban a correr por las grandes avenidas del parque central.
Con la respiración agitada y las manos en las rodillas llego al lago donde una vez tiro su insignia de shinigami, intentando recuperarse recordó porque razón corría todos los días, porque ya no hacia tanto ejercicio como antes y eso evitaba que sus músculos desaparecieran por completo, se secó el sudor de la frente llevaba solo una playera de manga corta y sus pantalones deportivos, luego camino de regreso a su casa.
Apenas llego los recuerdos del día anterior invadieron su mente, ver de nuevo a Rukia fue increíble… sabía que ella se había vuelto capitana y estaba sumamente orgulloso y feliz por ella además debía admitir que verla tan femenina con el cabello largo le agrado, camino hasta las escaleras y por inercia entro a ver a sus hermanas en sus respectivas habitaciones, ambas seguían profundamente dormidas.
Entro a su recamara y en su rostro se formó una mueca al ver a Kazui dormido mientras abrazaba a Orihime, otra de las razones por las que se despertaba temprano era que su hijo insistía en dormir con ellos no era que le desagradara era solo que esperaba que él comenzara a ser más independiente, negó en silencio y tomando todo lo necesario se fue al baño.
El agua resbala por su abdomen y suspiro al sentir como sus músculos se relajaban, ver a sus amigos reunidos le era una escena bastante extraña le hacía pensar en lo que era y quería de su vida, había disfrutado cada instante desde que derroto a Yhwach, su vida era buena tenía un hijo, familia, un trabajo que disfrutaba y aun así en algunas ocasiones sentía que su vida se había vuelto completamente monótona, entrando en un círculo donde sabía qué hacer y decir a cada hora del día.
Ver al nuevo shinigami de zona se lo confirmo, su vida era ahora la de un humano normal y él no podía evitar sentase decepcionado por eso.
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Presente…
Tokyo, 01:45 pm…
Colegio Saito…
La pequeña pelinegra anotaba todo lo que su maestra pintaba en el pizarrón, en pequeños momentos alzaba la vista enfocando sus enormes ojos violetas en su cuaderno y comparándolos con la pizarra, en su infantil rostro se formó una sonrisa de satisfacción al comprobar que todo estaba igual.
-Recuerden que deberán traer el permiso de sus padres para ir al zoológico la próxima semana- hablo la profesora una vez que termino de escribir- No se olviden que deben llevar almuerzo- sonrió cuando el grupo dijo en coro que entendían- Es todo pueden retirarse.
De inmediato el grupo de 20 niños se puso de pie, la pelinegra guardo todas sus lapiceros y cuadernos dentro de su mochila roja a una velocidad sorprendente, sin embargo cuando estaba a punto de tomar su mochila y huir una niña de pelo castaño atado en coletas la detuvo.
-Espera Yukiko-chan…- la detuvo tomándola de la manga de su uniforme- ¿Por qué tanta prisa? pensé que iríamos a ver Shigaraki- señalo el fondo del salón donde el gordo hámster era el centro de atención.
Yukiko Kurosawa era una niña de seis años, tenía la piel blanca y un cabello tan negro como el carbón, manteniéndolo corto hasta su barbilla y en medio de sus enormes ojos violetas se mantenía el mismo mechón que tenía su hermana mayor, hizo un puchero inflando sus mejillas, a ella le gustaba mucho jugar con la bolita de pelos pero si se quedaba mucho tiempo se le haría tarde– Lo siento Rin pero hoy no puedo.
-¿Por qué?- pregunto extrañada y de inmediato la pelinegra sonrió con muchas ganas.
-Mi mamá viene hoy a la escuela…- con esas palabras ella salió disparada del salón.
Esquivando profesores y alumnos la pequeña morenita llego al guardarropa donde tomo su pequeño abrigo color crema junto con su bufanda rosa, eran vísperas de Navidad y hacia un frio insoportable.
-Listo- se dijo a si misma mientras se colocaba la mochila en sus pequeños hombros, camino hasta la entrada principal y dedicándole una enorme sonrisa al encargado de limpieza, que se sonrojo al ver el encanto de la niña, salió y de inmediato busco con la mirada a quien había ocupado su mente encontrándola casi de inmediato- ¡Mamá!- grito emocionada mientras corría a los brazos de su progenitora.
La alta pelinegra, enfundada en un elegante abrigo rojo, se agacho lo suficiente para poder recibir en brazos a su hija- Mi niña…- susurro una vez que tuvo a la pequeña en sus brazos- ¿Te divertiste hoy?- pregunto dulcemente mientras la separaba de su cuerpo, ella solo sonrió y asintió enérgicamente.
-¡Sí!, hoy tuvimos clases de biología y jugamos un poco en el salón por el frio…- la mujer solo sonrió mientras se ponía de pie y tomaba la mochila de los hombros de la morenita, la tomo de la mano y ambas se alejaron de la entrada de su colegio.
-Después Usui-kun me defendió del tooonto de Ayato- explico mientras largaba la o y fruncía su pequeño ceño.
-¿A si?- pregunto interesada –Ese tal Usui debe ser un niño muy bueno.
Las pálidas mejillas de la pelinegra se colorearon de un rosado muy tenue y negó con la cabeza antes de responder – Es bueno…aunque es un poco lento en la clase de Yoshida-sensei.
-Bueno es que tú eres muy buena en los deportes linda, es normal que esa clase te guste pero todos somos buenos en algo y es importante saber apreciar las cualidades de los demás- explico mientras ambas llegaban al Mazda color rojo, abrió la puerta trasera y la niña entro rápidamente- Así que señorita recuerda que es malo insultar a alguien solo porque no es bueno en algo que tu si ¿de acuerdo?- le pidió y a pesar de que tenía el ceño fruncido, su mirada de dulzura nunca desapareció.
-Está bien mami- ambas sonrieron y la pequeña Yukiko cerró los ojos cuando su madre le daba un tierno beso en la frente.
-Ahora… ¿qué te parece si me acompañas a comprar la cena?- su hija pequeña sonrió con muchas ganas mientras asentía.
Kureha Kurosawa, era un mujer muy atractiva a sus 34 años tenía un cabello largo color ébano y sus ojos eran de un castaño rojizo muy llamativo, trabaja medio tiempo en una constructora y era madre de tiempo completo de Yukiko y de su hermana Yugito, se acomodó el grueso flequillo sonrió y ajustándose el abrigo camino a la puerta del conductor, en segundos ella encendió el automóvil e inicio la marcha con rumbo al supermercado.
Yukiko que jugaba con uno de los botones de su abrigo, miro por la ventana y observo como los cables del poste de luz se movían con algo de violencia.
-Como si alguien hubiera saltado…- murmuro quedito y sonrió fascinada ante esa idea.
Sus ojos castaños enfocaron a la niña pequeña que se encontraba dentro del auto, a pesar de la altura en la que se encontraba fue capaz de verla sonreír, el viento jugo con sus cabellos naranjas así como con su haori blanco, se cruzó de brazos al ver como el auto se perdía entre las transitadas calles, suspiro pesado y aunque extraña en sobremanera a Rukia… el verla convivir con su nueva familia lo reafirmaba… él no debía interponerse en su vida, él ahora era un shinigami y ella en cambio tan solo una niña pequeña, Rukia nunca tuvo una familia de verdad… ahora la tenía y él no podía interponerse… no debía… en eso su mirada se llenó de decisión y usando un shunpo desapareció del lugar.
-O-
Instituto Komaeda…
El silencio era total… bueno casi, solo se podían apreciar los leves golpeteos de las gomas de borrar contra las hojas del examen, claro que también podría apreciarse humo salir de la cabeza de varios estudiantes, eso ultimo pensamiento hizo reír a la pelinegra que se encontraba sentada junto a la ventana.
-Kurosawa- llamo desde su escritorio el profesor, la chica de ojos azules alzo la vista- Concéntrese en su examen.
-S…si, lo siento sensei- respondió tímidamente y volvió a clavar la mirada en lo que escribía, se sabía casi todas las respuestas exceptuando alguna donde no se sentía muy segura y solo anoto algo, mordió su labio inferior y suspiro antes de ponerse de pie y entregar su examen, a pesar de no estar muy convencida fue de las primeras en terminar, salió del aula y soltó el aire que había estado conteniendo.
Yugito Kurosawa de 12 años cursaba su primer año de secundaria, al igual que su hermana tenía el pelo negro con la sutil diferencia que el mechón entre sus ojos se dividía en dos al terminar, ella lo llevaba largo hasta los hombros, tenía además unos vibrantes ojos azules, era una jovencita tímida sin embargo también era dedicada y un poco testaruda, camino sin rumbo por los pasillos.
-¡Yugito!- el animado grito de su amiga la hizo voltear y sonreír- ¡Hey!, ¿a dónde vas?.
Ella paso el lado izquierdo de su cabellera detrás de su oreja- A ningún lado… solo quería despejarme un poco del examen.
La chica de cabello rubio y ojos verdes solo negó con una sonrisa- Ni siquiera sé porque te preocupas tanto, aprobaras como siempre… en cambio yo tendré que ir a cursos si no saco una nota decente- bufo.
-Podrías tener una buena nota si estudiaras más seguido Ami...- reprendió con una sonrisa.
La rubia se encogió de hombros y ambas empezaron a caminar mientras seguían hablando de trivialidades y del mal genio de su profesor, sus pasos las llevaron ante la entrada del gimnasio donde un buen número de jovencitas miraban embelesadas a un joven de ojos castaños y llamativo cabello rojo.
-Míralas… como moscas a la miel- hablo con algo de sorna la chica rubia.
-Solo creen que están enamoradas de Kanda-san- se encogió de hombros- es todo, es amor platónico.
Ami la miro con una ceja alzada y una sonrisa- Abecés me pregunto si eres de este mundo- Yugito la miro interrogante- Hasta yo reconozco que Kanda es súper guapo a pesar de ser un basquetbolista engreído y ser de ultimo año... ¿de verdad no te parece ni un poquito guapo?.
Yugito solo negó mientras cerraba los ojos, giro su vista y se ruborizo al notar que el pelirrojo la miraba intensamente, ella giro la mirada bastante avergonzada y se encontró con la mirada divertida de su amiga -¿Qué?- pregunto temerosa.
-Parece que la belleza de ojos azules no pasa desapercibida para nadie…- le susurro y es que a pesar de ser tímida y portar el uniforme escolar sin ninguna modificación la pelinegra llamaba bastante la atención de la población masculina, Yugito negó y salió del lugar seguida de su amiga.
Yu Kanda solo miro a la pelinegra girarse avergonzada, sonrió al notar lo bonita que era a pesar de que llevaba su falda un poco más abajo de las rodillas la consideraba hermosa y seguiría contemplándola de no ser porque las chicas a su alrededor no dejaban de atosigarlo.
Una media hora después y con las calificaciones entregadas, el grupo de primer año salió del colegio, Yugito se puso los zapatos y tas recuperar su gabardina negra salió del edificio.
-Debí traer una sombrilla- se dijo a si misma al ver como los pequeños copos de nieve comenzaban a caer y que seguirían cayendo en sus cabellos de no ser por la sombrilla que se posó sobre ella.- ¿Qué?- alzo la vista y sus ojos se abrieron notoriamente- Kanda-san…
El joven sonrió y acomodo su mochila – Tu eres Kurosawa Yugito de primer año ¿no?- pregunto con una sonrisa y ella solo asintió- Puedo acompañarte a tu casa si gustas.
Yugito abrió los labios, quería rechazar su oferta sin embargo sabía que su madre no podía ir por ella ya que debía estar con su hermana, su padre todavía debía estar trabajando y mientras suspiraba termino por aceptar. La pareja camino por el centro, no debían tardar más de 20 minutos se dijo la pelinegra, no sabía de qué hablar con el muchacho pues apenas y sabia su nombre sin embargo Kanda al ser un joven sociable por naturaleza no tardo en iniciar una plática con ella, ¿el tema?... videojuegos…
-No puedo creerlo… eres la primer chica que conozco que le gusta Mortal Kombat- menciono anonadado el chico justo cuando entraban a una zona residencial bastante grande.
-Es mi favorito…- dijo mientras conservaba el brillo en sus ojos que le producía hablar de sus videojuegos, alzo la vista y vio a lo lejos su casa- Ya llegamos.
Yu chasqueo la lengua, había tenido mucha suerte al encontrarla sola y ahora sabia donde vivía… definitivamente volvería- Supongo que nos veremos mañana- le dijo y ella asintió dándose la vuelta para entrar a su hogar–¡Oye!, ¿me das tu numero?- pregunto con una sonrisa y ella lo miro extraño- Ya sabes para hablar sobre como derrotar a Sub zero- con una tímida sonrisa ella acepto y ambos intercambiaron números.
Ligeramente ruborizada la pelinegra entro a su casa, esta tenía una fachada de época siendo de las pocas que se conservaban así, se descalzo y guardo su abrigo en el closet de la derecha, camino por el recibidor y el olor a pastel de nuez la recibió.
-Estoy en casa- grito y su madre salió de la cocina.
Su madre salió limpiándose las manos en el delantal- Hola, lo siento- menciono a la vez que besaba las mejillas de su hija mayor- Perdí la noción del tiempo con Yukiko y cuando menos me di cuenta ya estaba nevando- explico avergonzada, le froto los hombros buscando darle calor- ¿Te mojaste mucho?.
Yugito negó con una sonrisa- Un compañero de clase me trajo así que no- respondió y sin más entro a la cocina donde no dudo y observo impaciente dentro del horno.
La más grande abrió la boca y no salían palabras de su boca… ¿Acaso su bebé, tendría su primer novio?, ¿tan pronto?, negó y miro horrorizada como Yugito miraba embobada el horno.
-Te he dicho muchas veces que no hagas eso...- la tomo de los hombros y la guio a la salida- ¿Por qué no vas a cambiarte?, tu padre no debe tardar y ya sabes que le gusta que cenemos juntos.
Ella sonrió en respuesta -¿Yukiko?- pregunto por su hermana pequeña.
-Al parecer el embajador de algas tiene una nueva aventura con chappy el conejo- ambas sonrieron ante la mención de los juegos del miembro más pequeño de la familia.
Kureha entro de nuevo a la cocina y Yugito subió a la segunda planta, estaba algo agotada y aun así entro a la primera puerta a la izquierda.
-¿Hola?- pregunto mientras abría la puerta con cuidado y terminaba por asomarse por completo.
La pequeña volteo y sus hermosos ojos brillaron– ¡Nee-chan!- grito alegremente y corrió emocionada a abrazar a su querida hermana.
Yugito sonrió mientras correspondía el contacto, la pequeña pelinegra era una persona sumamente cariñosa con todos los miembros de su familia, en especial con su hermana mayor.
-¿Qué estás haciendo?- le pregunto curiosa mientras veía todos sus juguetes regados, sonrió cuando su hermana le platico las aventuras que sus juguetes tenían y en algún punto del juego Yukiko le platico el día tan emocionante que había tenido en la escuela, el cuarto de la menor era de un violeta muy claro, al lado de la ventana estaba su cama que era bastante grande para una niña tan pequeña, tenía varios jugueteros, una televisión con un reproductor de dvd y un enorme librero donde tenía sus libros, cuadernos y crayolas para dibujar, su cuarto era el único que tenía alfombra pues la pequeña acostumbraba a estar descalza en su cuarto- ¿De verdad todo eso paso hoy?- ambas estaban sentadas al pie de la cama y comían las galletas que la más chica siempre subía a su recamara.
-Sí, pero mami dice que no debo juzgar a alguien porque no es bueno en algo que yo sí...- explico.
-Ya sabes que las mamás siempre tienen razón- evidencio y al ver la última galleta se la ofreció a su hermana.
-¿Puedo?- pregunto tímidamente.
-Claro- respondió de inmediato- Mi deber es cuidar de mi hermana pequeña- contesto orgullosa, Yukiko la tomo antes de darle las gracias.
Yugito sonrió y dándose cuenta que había tardado demasiado, se puso de pie –Sera mejor que te cambies pronto, recuerda que papá no tardará en llegar- dijo antes de salir y evidenciaba que su hermana estaba en shorts.
Camino hasta la puerta que estaba al lado y entrando se quitó la falda junto con la camisa y el chaleco, su cuarto era de un color azul hielo a diferencia de su hermana su cama estaba en medio de la habitación, ella no tenía un librero tan grande pero si tenía un escritorio además de tener una televisión donde su adorado x-box permanecía siempre conectado.
Ella compartía su baño con Yukiko, estando este frente a la habitación de ambas y luego de ponerse un sencillo pantalón polar junto con una sudadera, entro al baño a lavarse y peinar su cabello en una coleta, para cuando salió su hermana estaba lista vistiendo algo parecido, la pequeña tomo su mano y ambas bajaron a ayudar a su madre a poner la mesa.
Segundos antes de que el pastel de nueces estuviera listo, el sonido de alguien entrando alerto a las tres mujeres.
-¿Dónde están mis princesas?- pregunto un alto y fornido varón de cabello castaño y ojos grises, Sunao Kurosawa era un hombre con rasgos definidos y masculinos llevaba puesto un traje negro que contrastaba con su bronceada piel, trabajaba como abogado en una prestigiosa firma para Tokyo, el sonrió con ganas al ver a su hija pequeña saludarlo -¿Cómo está la niña más hermosa de todas?- él la sostuvo en sus brazos y con gran facilidad la elevo antes de que acurrucarla en su pecho.- ¿Y cómo está la segunda niña más hermosa del mundo?- pregunto con un tono bonachón a su hija mayor.
Ella solo sonrió –Estoy bien papá- respondió mientras le daba un beso en una mejilla.
-Llegaste justo a tiempo- le dijo su esposa y señalo con la mirada la mesa puesta.
-¿Pues que esperamos?- les pregunto al tiempo que ponía a Yukiko en el suelo y la familia caminaba al comedor para seis.
La familia Kurosawa se sentó a cenar, a pesar de que su padre trabajaba largas jordanas incluso ausentándose por algunos días, siempre le había gustado compartir la cena con su familia por muy cansado o irritado que estuviera siempre le ofrecía a sus hijas una sonrisa y trataba de darle lo mejor a ambas, desde educación hasta ropa o cualquier otro capricho, sus hijas al isual que su esposa eran lo más preciado para él, su mirada viajo a la de su esposa que le servía un poco más de pastel a Yukiko, amaba a su familia.
Kureha que escuchaba atenta el cómo le había ido a Yugito en sus exámenes, miro a su esposo y al notarlo tan embelesado viéndolas, sonrío, ella tenía el mismo sentimiento hacia sus hijas, ellas fueron amadas incluso desde antes de nacer.
Byakuya Kuchiki suspiraba y su mirada viajo sin querer a la joven adolescente que reía junto con su padre, lo cierto es que cuando el 12vo escuadrón le informo sobre su renacimiento él no podía creerlo y aunque estaba feliz por el alma de esposa no podía evitar sentirse vacío… él nunca pudo hacerla tan dichosa como lo era ahora, giro la vista y se encontró con unos curiosos ojos violetas que prestaban atención a la conversación a pesar que no entendía nada y sin quererlo sus fríos ojos grises se ablandaron al contemplar a la pequeña niña pelinegra.
Muchas veces creyó que Rukia era feliz, tenía una familia y era capitana del Gotei pero no podía estar más equivocado, trago apenas visible al reconocer su error al no decirle que estaba bien seguir sus sentimientos, sus labios se curvaron en apenas una sonrisa al verla participar en la conversación con su infantil vocecita y frunció el ceño al sentir la energía de Kurosaki cerca y viendo una vez más a la familia salió de lugar.
-O-
Sus pasos eran lentos y aun así parecían resonar sobre el pulcro piso de madera de ese corredor, suspiro intentando verse natural había estado con él antes sin embargo a ella siempre le parecía como si fuera la primera vez…
Lanzo una risita nerviosa y jugo con el cordón que colgaba del obi dorado de su kimono, su vista se alzó y vio el hermoso jardín de cerezos al lado del lago donde se podían apreciar varios peces koi… estaba él, con la delicadeza y destreza recién aprendida camino hasta posarse detrás de su esposo.
En ese instante el viento jugo con los cabellos de ambos, así como con el haori azul cielo que él llevaba.
-Byakuya-sama…- llamo con alegría intento acomodar su cabello detrás de su oreja pero su cabello tenia vida propia y regreso al mismo lugar, al instante un hombre alto y de finos rasgos volteo dedicándole una sonría que la hizo sonrojar.
-¿Por qué te sonrojas?- pregunto mientras con la yema de su dedo tocaba el hermoso rubor.
Ella bajo la vista- Usted sigue poniéndome nerviosa…- confeso y alzo la vista cuando la mano de él la sujeto del mentón obligándola a verlo.
-No tienes por qué ponerte nerviosa… Hisana- se inclinó y con decisión poso sus labios sobre los entreabiertos de su esposa.
Abrió los ojos totalmente, su respiración era acelerada y mientras intentaba calmarse se incorporó en su cama, tapo su rostro sintiéndose avergonzada por tener esa clase de sueños… ella era una pre-adolescente y soñaba con un hombre, al que nunca había visto, lo peor es que se soñaba siendo su esposa.
-No más videojuegos antes de dormir Yugito- se dijo a si misma al tiempo que desataba su cabello y este caía libremente sobre sus hombros, generalmente ella nunca soñaba pero cuando lo hacía se repetía una y otra vez el mismo sueño.
Ella y un hombre… alguien a quien nunca había visto y la escena siempre era parecida, ellos dos caminando en un hermoso jardín o tomando el té en alguna habitación, lo más extraño era que tanto su vestimenta como el lugar eran de época.
-Yo odio la historia… nunca logro exentar en esa clase, ni siquiera estoy segura de que sea yo… pero se supone que tú eres la protagonista en tus sueños ¿no?- reflexiono y creyendo que se tomaba todo con demasiada importancia volvió a meterse correctamente bajo las mantas intentando conciliar el sueño pero la puerta de su cuarto fue abierta lentamente, la pelinegra volvió a incorporarse, a pesar de que era más de media noche la luz de la luna que se colaba sobre la ventana le permitió ver a quien entraba, sonrío -¿Tuviste una pesadilla?- le pregunto a su hermana pequeña que llevaba en su brazo el peluche de conejito.
Yukiko, que solía dormir con su hermana cuando tenía un mal sueño, asintió despacio y en sus ojos aún se podían apreciar rastros de pequeñas lagrimitas.
-Ven...- la llamo en un susurro y abrió las cobijas mientras le daba espacio, más que suficiente, para que entrara.
La pequeña pelinegra camino rápido y apenas sintió como su hermana mayor la cobijaba suspiro tranquila, Yugito la miraba y le acaricio sus lacios cabellos -¿Quieres contarme?- con los nudillos le acaricio la mejilla y eso fue suficiente para que la más pequeña se relajara.
-Soñé que me abandonabas…- su voz era triste y ligeramente avergonzada, en respuesta recibió un fuerte abrazo.
-Eso nunca va a pasar- dijo mientras deshacía el abrazo pero conservando cierta distancia entre ellas –Tu eres mi hermana pequeña y siempre voy a estar contigo- afirmo y le dio un corto beso en la frente- Ahora duerme, mañana tenemos que ir a la escuela- le guiño un ojo.
Yukiko sonrío y se abrazó a su hermana y a su pequeño peluche, con el corazón más tranquilo ambas volvieron al mundo de los sueños.
A la mañana siguiente, la mayor de las hermanas despertó antes de que su alarma sonara ligeramente frustrada se dijo que era inútil volver a dormir puesto que debía levantarse en 20 minutos.
Se levantó con cuidado procurando no despertar a su hermana, fue hasta su closet donde saco su uniforme limpio y colocándolo en una orilla de su cama fue hasta el baño, cuando regreso a su cuarto se dio cuenta que había demorado demasiado, pues su madre había ido por Yukiko y ella ahora se vestía en su cuarto.
-Tengo que darme prisa…-se dijo a si misma mientras se colocaba la falda azul marino de su uniforme escolar, su pulcra camisa blanca contrastaba con la corbata de igual color que su falda y el chaleco amarillo, se puso las calcetas y el saco rápidamente…mientras recordaba que amaba bañarse por las mañanas.
-Por eso siempre se te hace tarde…- dijo a modo de broma el miembro más joven de la familia, Yukiko vestía su uniforme que era un vestido de manga larga azul rey en el cuello del vestido se ataba un pequeño moño rojo y tenía una sonrisa traviesa que compartía con su padre al ver a Yugito tomar apresuradamente el jugo.
La familia entera salió una media hora después, Yugito era llevada por su padre mientras que Yukiko, quien entraba dos horas después que su hermana, esperaba en la oficina de su madre a que pasara el tiempo, se había acostumbrado a levantarse temprano y no le importaba, sabía que sus padres las amaban.
Lo que no sabía era que el destino había sido benevolentes con ellas, como si quisiera recompensarles el haber muerto en otra vida.
Notas Finales
Bueno.. espero que les haya gustado, si es asi déjenmelo saber, si tienen alguna duda o pregunta no duden en decírmelo
Nos leemos
