PRÓLOGO:

- ¡Bienvenida al equipo! – Hinata Hyuga miró con cierta timidez a ése muchacho que parecía no haber dormido por días por la profundidad de sus ojeras. Él ahora era su jefe y a simple vista parecía simpático. El muchacho guardó el Currículum Vitae de Hinata en una carpeta llena de otros muchos CV's – Aquí tienes los documentos que dejó tu antecesor – dejó una carpeta en el escritorio, a ella le pareció que no había tantos documentos como se esperaba – Soy Itachi Uchiha, pero puedes llamarme Itachi, no soy tan mayor como para que me digas "señor" –

Hacía cinco años que había entrado a trabajar como Jefa de Recursos Humanos en la cadena nacional de cafeterías de la familia Uchiha, estaba bastante conforme con su trabajo, Itachi era un jefe bastante amable y comprensivo, ella recibía aumentos cada año, sin pedirlos, también gozaba de la plena confianza de varios de sus compañeros de trabajo e incluso del personal de la cafetería. No se podía quejar, le daba para vivir sola, para ir a visitar a su familia, para darse un capricho a finales de mes, para ir a la peluquería y hacerse un tratamiento hidratante de vez en cuando. Ella trabajaba en un edificio que literalmente quedaba arriba de la sucursal más grande de la ciudad que, por supuesto, pertenecía a los Uchiha. Las demás estaban esparcidas por la ciudad y por el resto del país.

-Buenos días Hinata – Naruto Uzumaki saludó a su compañera apenas ésta terminó de subir las escaleras que la llevaban al piso donde ella trabajaba, no tenía una oficina privada, sino que compartía área de trabajo con ése muchacho, ambos compartían una parte de uno de los pisos del edificio, lo suficientemente grande en la que tenían un escritorio para cada uno y ordenadores, podían hacer uso de varios estantes llenos de carpetas con documentos, algunos estantes seguían vacíos.

Él tenía una taza humeante de café en la mano, dicha taza tenía el logo de las sucursales, las tazas también tenían un termo a juego, había sido un regalo de Itachi para todo el personal.

– Tu batido está en tu escritorio –

-Gracias Naruto-kun – Pero ella prefería las bebidas frías. Todos los días Naruto le compraba un batido antes de que ella llegara, tratando de cambiar de sabor todos los días – Sabes que no es necesario –

-No me molesta, tú eres la que me abastece de café cuando se me termina – miró su pequeña cafetera exprés, la cual estaba en una mesita en la que ambos también dejaban platos, tazas, cucharas y azúcar.

-Es que te terminas el café que nos da Itachi en dos semanas –

-Es el mejor café del mundo – le dio un sorbo a su taza, era un fanático.

Naruto Uzumaki, tenía un cabello corto, rubio y alborotado, ojos azules como el cielo, era el Responsable de Marketing, él había sido en encargado de darle un tour por todo el edificio hacía cinco años, y el encargado de presentarla con todos sus demás compañeros de trabajo. Era probablemente la persona más positiva que Hinata conocía, pero también era algo reservada, rara vez hablaba de su familia. Ella sabía que era hijo único y que le tenía una devoción ciega a su padrino… y mucho era, no sabía nada más. En cuanto al amor Naruto no tenía reparo en hablar con Hinata sobre una que otra cita, pero ninguna relación le duraba más de tres meses. No entendía por qué. Él era un muchacho amable, dispuesto a ayudar, siempre tenía una sonrisa en el rostro y se preocupaba por sus amigos, estaba de más decir que cualquiera podría decir que era un muchacho bastante guapo, porque lo era, las diferentes camisas que Naruto llevaba al trabajo no escondían que él tenía un cuerpo bastante trabajado, tenía una espalda ancha, por la cual varias compañeras de trabajo suspiraban.

-Hinata – la llamó. Ella quitó la vista de la pantalla de su ordenador, que se estaba prendiendo, para mirarlo a los ojos – ¿Dormiste bien anoche? –

No. Cómo podía dormir bien cuando tenía el sueño cambiado gracias a él. Algunas noches –por no decir el 80% de éstas- Hinata fantaseaba con su compañero, ¿cómo no hacerlo? El chico era un amor y ella estaba enamorada de la punta del pelo hasta la punta de sus pies desde hacía tres años aproximadamente. Agradecía que era una experta en ocultarlo y que su trato para con Naruto era el mismo que con sus demás compañeros de trabajo, la única diferencia es que ella sí conocía el departamento de él, concretamente para dos de sus cumpleaños. Ni ella se explicaba cómo había aguantado tanto tiempo sin meter la pata y dejarse en evidencia.

-Me levanté temprano para hacerme un obento, es todo – le contestó con una sonrisa. La verdad era que estaba muerta de sueño, pero no le gustaba faltar, ése día saldría a las cuatro de ese edificio gris, agradeció que era viernes, tenía que acomodar el sueño de una vez.

-Si quieres te puedo hacer un café más tarde –

-Gracias, te diré si lo necesito –