Héroe

A veces, no, siempre, se hubo preguntado sobre qué significaba ser un héroe, qué cargo poseía esa palabra, qué lo convertía en uno.

Y se lo preguntaba porque ya varias veces le habían dicho que era uno.

Diecisiete, en su mente, mantenía una imagen diferente a lo que un héroe debería ser. En su mente, se le imposibilitaba imaginarse a sí mismo, un androide, una máquina hecha para matar como un héroe, pero las pruebas, las personas que se lo habían dicho lo creían.

Y cuando se lo decían, provocaban que el androide los mirara de una forma tan extraña, que los hacía sentir como si le hubieran dicho que tenía un mono en la cara.

Los primeros fueron esos niños scouts, cuando en aquella expedición, él los hubo salvado de un jabalí que se había salido de control.

Diecisiete podía recordar el bufido del animal, el grito y llanto de los niños asustados, y luego no lo hubo pensado antes de lanzarse a atrapar al animal. Y luego los gritos de felicidad de los niños, todos agradeciendo haberlo salvado, todos con lagrimillas en sus ojitos diciendo que era un héroe.

Y el androide se había quedado en silencio, escuchando los halagos.

Él no era un héroe.

Era un monstruo.

Fue creado para ser uno.

Y luego fue ella, la que provocó cierto cambio en él. La que provocó que dejara de comportarse y sentirse una máquina.

La que lo invitó a dormir, a soñar. La que ocasionó, con el tiempo que su corazón despertara y descubriera que su humanidad estaba más latente de lo que pensaba.

Que Lapis estaba ahí, dentro, pero muy dentro de él. Que no había muerto y había dejado una cáscara en la que Gero puso su programación.

Lapis comenzó a despertar con ayuda de ella, que pareciese que no se esforzara por hacerlo, porque Diecisiete, con tan solo fijar sus azules ojos en los verdes de ella, sentía que caía a sus pies.

Con ella fue extraño, porque parecía que quisiera convertirse en esa clase de héroe. Parecía que se esforzara por salvarla, cuando ella muchas veces no lo necesitaba.

Fue tarde, en su torpeza, que se dio cuenta que Ren no necesitaba ser salvada de forma física. No necesitaba un héroe súper fuerte para que la salvará de caer de un acantilado o de un oso (aunque la había salvado varias veces de eso). Ren, la zoóloga de ojos verdes que provocaba que temblara con una sola mirada, necesitaba la misma salvación que él.

Salvación de la perdición, del olvido, del pasado.

Con ella, no la salvó solamente, ella también lo salvó a él. Se salvaron mutuamente ¿Qué clase de héroe permitía que la salvaran?

Él.

Esa clase de héroe que era él.

Y su gran heroísmo, del cual el mismo androide creía que no se merecía aquel título, no acabó ahí.

Llegó su primer hijo adoptivo, un niño el cual era producto de la mujer que amaba con su antigua pareja. Pero a él no le importó, no le importó que contuviera la sangre de otra persona cuando llevaba la sangre de ella.

Cuando su cabello rojo y sus ojos azules le parecían tanto a alguien que había conocido, y del cual le tenía mucho cariño.

Y no le importaba, porque el pequeño Steven lo quería a él como su padre. Lo quería a él, lo miraba a él, y le decía a él papá.

Y al principio fue tan extraño, pero a la vez satisfactorio.

Y el pequeño le solía decir a todo el mundo lo heroico que era su padre, él, que salvaba a los animales y cuidaba el bosque.

Diecisiete nunca buscó la fama de héroe al querer quedarse como Ranger. Quería solamente un lugar en donde sentirse tranquilo, en paz.

Pero al parecer, el trabajo traía ese pequeño peso extra.

Luego fue, sin palabras, sin que se lo dijeran, solo con la mirada oscura del pequeño Ryu al tenerlo en sus brazos, bajo la lluvia, con Ren a su lado, corriendo hacia un hospital, que se sintió un héroe.

Había salvado a aquella criatura del frío, del abandono.

Luego fue después del torneo al volver a la isla, los mocosos de Vegeta y Goku se hubieron ido y Krilin se adelantara con Marron, su hermana, Dieciocho, mirándolo con furia. Primero veía sus ojos azules, y luego tenía la cara volteada y miraba hacia donde podía ver el abismo, y la mejilla le ardía.

Una cachetada por un humano normal no le dolía. Pero su hermana era una androide, como él.

Esa mierda había dolido mucho.

—¿Qué sucede contigo? —le reclamó él.

—¿Qué sucede conmigo? ¿Qué sucede contigo! —le exclamó, Dieciocho no solía gritarle de esa forma— ¿Cómo se te ocurre sacrificarte de esa forma? ¿Porque mantienes ese complejo de héroe?

Diecisiete le quiso replicar, le quiso decir que no tenía complejo de nada, pero podía ver toda la furia y la preocupación en los azules ojos de su hermana. Ella se giró a mirar a otro lado.

—Me asustaste —fue lo único que dijo.

—Yo… era una batalla para salvar el universo —dijo, él también giró la mirada— tenía que hacer todo lo posible para salvarlos…

Dieciocho sonrió, aún sin mirar a su hermano. Sabía a quienes se refería él.

—Además, iba a ganarme unas esferas del dragón —añadió, y aquello provocó que Dieciocho soltara una risita. Volvieron a mirarse, ese amor fraternal que ellos no solían demostrar flotaba entre ellos.

—Hiciste bien, entonces —ella le señaló tras él, y se dio cuenta que la ventana de su cabaña estaba iluminada, y tras ella, podía ver la sombra de Ren consintiendo a Violet, a la bebé.

Miró hacia Dieciocho que volvía a sonreírle, había suavidad en sus ojos.

—Nos vemos, hermano —y sin decir más nada, salió volando.

Diecisiete se dio la vuelta y fue hasta la cabaña, al principio se preguntó que podría hacer su familia tan tarde ahí, pero luego recordó que tan solo había pasado hora y media desde que se había ido. No eran ni las ocho de la noche.

Abrió la puerta, y ellos, su familia, se giró para verlo con una sonrisa.

Y su sonrisa mutó en cuanto lo vieron bien, en cuanto notaron lo herido, sucio y rasgado que estaba.

Ella fue la primera, luego fueron los niños que se le iban a lanzar encima y se detuvieron al verlo.

—¡Por Kami-sama! —exclamó ella— ¿Qué te pasó? —el androide solamente se había sentado en el sofá, sus hijos a su alrededor, su esposa mirándolo sorprendido.

Los observó, captando cada detalle de ellos, reteniendolos en su mente.

"Estuve luchando por ustedes. En un torneo que definía el destino de nuestro universo, por ustedes"

—Un torneo —Ren levantó una ceja y fue al baño en busca de un botiquín que solían dejar ahí, pero que Diecisiete nunca tenía la necesidad de usarlo.

El androide se vio invadido por sus hijos, con ojitos brillantes preguntando cómo había sido, como le había ido, si había ganado. Y Diecisiete sonreía, sonreía de una forma tan sincera como lo había aprendido a hacer con el tiempo. Y les contestaba cosas cortas, inventando cosas para no preocuparlos.

Pero olvidaba que Ren era testaruda.

—Sí —la escuchó—. Dice que fue un torneo, pero no creo que haya salido así de un torneo normal —ella volvía con el botiquín y el teléfono en su oreja. Vio cuando sus ojos se abrieron al máximo, y la mirada de preocupación la inundó. Volvió su vista a Diecisiete y luego lo miró frunciendo el ceño—. Bien, gracias Dieciocho —y colgó.

Mierda, debió pedirle a su hermana que mantuviese la boca cerrada.

Sintió el suave puñetazo en su hombro, los ojos de Ren brillaban con lágrimas contenidas.

Lo sabía.

Dieciocho le había dicho sobre su torpe sacrificio.

No sabía cómo iba a reaccionar ella.

Se le lanzó encima, provocando que los niños rieran. Diecisiete sintió su olor: flores. El perfume de ella que tanto le gustaba. Sintió su calor cuando ella le abrazó, y él también lo hizo. La sintió, ahí con él, la paz volvía a su cuerpo.

—Tienes un maldito complejo de héroe —le dijo, su voz contenida debido a que mantenía el rostro pegado a su cuello—. Ve que sacrificarte sin pensar si morirías.

—Dieciocho también se molestó —dijo el androide con una sonrisa.

—¿Y como no? ¡El susto que le hiciste pasar! ¿En qué estabas pensando?

—En ustedes —le respondió de inmediato, porque no había que pensarlo—. Pensaba que debía salvarlos.

Y eso fue suficiente, lo que necesitaba decir en voz alta para saberlo.

—No necesitas sacrificarte para eso —le dijo ella.

—¡Papá es un héroe! —exclamó Ryu, mientras Steven, que sostenía a una pequeña Violet, levantaba los brazos. La bebé también los levantaba, como si supiera lo que estaba celebrando.

Diecisiete soltó una risita, después de aquella ardua batalla que, a pesar de haber durado menos de una hora, sentía que había pasado un año.

O incluso más.

Después de aquella batalla, eso era lo que necesitaba. Los necesitaba a ellos, a aquellos que le daban las ganas de convertirse en aquel héroe que decían que era. Aquellos que se habían convertido en héroes para él, porque habían salvado su corazón de la perdición.

—Les tengo una sorpresa —les dijo.

Goku le había prometido que su amiga le daría las esferas del dragón, y él podría pedir su barco.

Sin embargo, en el barco o no, tan solo necesitaba estar con ellos para sentirse bien.

Tan bien.

Como un androide.

Como un humano.

Como un héroe.


Nota: Que Diecisiete apareciera vivo, fue como un interruptor que quitó todas mis inseguridades y bloqueos de encima.

Lo amo tanto y esto fue algo que apareció, así de repente, y fue formándose de esta forma.

Si no saben, Ren, Steven, Ryu y Violet son mis OC's de la familia de Diecisiete. Ellos aparecen en el fic "Momentos especiales" y "Estrellas Perdidas".

Esto fue algo que salió simplemente de la nada, y en verdad, estoy orgullosa de él :")

Diecisiete ha sido más que un héroe en el torneo, en verdad, se ha lucido y bueno… creo que tenía que escribir algo de él, para él.

Gracias por leer y dejar Review.

Los quiero muchísimo :")

Dragon Ball ©Akira Toriyama